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Reforma jubilatoria. Francia: el Primero de Mayo continuemos la lucha

Este año, la jornada internacional de movilización de los trabajadores será la decimotercera manifestación nacional de un movimiento histórico contra el gobierno y su reforma jubilatoria. Las manifestaciones se prevén masivas y debemos plantear una perspectiva.

Viernes 28 de abril de 2023 01:08

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La bronca obrera y popular más presente que nunca

Si hay una realidad en torno a la cual todo el mundo está de acuerdo, es el aislamiento de Macron. Con su fórmula napoleónica de los "Cien días de calma" [tras aprobar la reforma por decreto], el presidente intenta dar una imagen de fuerza. Sin embargo, choca constantemente con la bronca de los trabajadores, que se expresa en una manifestación tras otra. No hay un solo viaje ministerial que se lleve adelante sin una concentración contra el gobierno, hasta el punto de que varios de ellos han tenido que anularse a pesar la prohibición de manifestaciones en las inmediaciones de los ministerios y edificios de gobierno.

La bronca tiene un origen profundo: la sensación de que la batalla contra la reforma jubilatoria no ha terminado es generalizada, mientras la inflación se dispara, en especial sobre los alimentos. Si bien las huelgas renovables contra la reforma de las pensiones han cesado, las huelgas por aumentos salariales continúan inexorablemente, ya se trate de los trabajadores textiles de Verbaudet, de los subcontratistas de Amazon, de los basureros del SIVOM de Essonne o incluso de Airbus. Las movilizaciones ahora ha puesto la cuestión salarial en el centro, y desde que se aprobó la reforma jubilatoria por decreto, se ha desarrollado una bronca contra el régimen de la V República. Esta demanda radicalizó el movimiento de masas y agudizó la crisis política e institucional, abriendo una situación prácticamente de ingobernabilidad.

La situación sigue abierta y es necesario movilizarse masivamente el 1ro de mayo para manifestar la enorme bronca y lograr una demostración de fuerza del movimiento obrero, en la continuidad de la movilización histórica desde el 19 de enero. Sin embargo, esta fecha no debe ser una ceremonia de clausura del movimiento. Mientras que la intersindical ha puesto un freno de hecho a la movilización nacional desde el 13 de abril, algunos de sus dirigentes, como Laurent Berger (secretario general de la Confederación Democrática del Trabajo), dan por sentado que quieren dar vuelta la página. Al contrario, lo que necesitamos es un Primero de Mayo que nos permita hacer balance de la primera fase del movimiento y preparar cuál será su futuro.

La necesidad de volver a tomar la ofensiva

Aunque la crisis está lejos de haber terminado, debemos seguir luchando más que nunca. En primer lugar, contra la reforma de las pensiones y por el aumento general de los salarios, mientras la inflación sigue disparándose. Pero también contra toda la agenda de Macron, que busca recomponerse liderando una nueva ofensiva contra los sectores más precarizados, con la voluntad de condicionar aún más RSA (Renta de Solidaridad Activa, un ingreso destinado a personas sin recursos). Su agenda xenófoba y de seguridad está comenzando con la Operación Wuambushu, una campaña antimigrantes en Mayotte, donde Darmanin, su ministro del interior, muestra una vez más lo que realmente es el imperialismo colonial francés: expulsiones, munición real en las operaciones o incluso deportación de niños.

Para organizar la lucha, ya sea por una pensión de 60 años, la indexación de los salarios a la inflación o contra el régimen de la V República, no podemos ignorar los resultados de los últimos cuatro meses de la batalla contra la reforma jubilatoria. Los líderes sindicales intentan culpar la obstinación del Presidente por no poder hacer retroceder la reforma. La reforma sería una "causa perdida, por culpa del ejecutivo, de su voluntad de imponer una medida absurda", según Laurent Berger en su entrevista, mientras que Sophie Binet (secretaria general de la Confederación General del Trabajo) lamenta "el bloqueo del gobierno que impidió votar a los diputados". Una apreciación que pone totalmente bajo la alfombra la estrategia adoptada por la intersindical.

Desde el 10 de enero, Macron y su Gobierno han demostrado que no cederían sin una relación de fuerzas muy sustancial. El 10 de marzo, un asesor de Macron explicaba en el diario L’Opinion: "El único acontecimiento que podría hacer moverse al presidente es un país en punto muerto, es decir, una huelga general que podría renovarse y que produciría un choque económico". Pero la lógica de la intersindical ha sido llevar a cabo jornadas aisladas de movilizaciones, en el marco de una estrategia de presión sobre las instituciones que se niegan a bloquear la economía y a escuchar la bronca de las bases en los momentos más álgidos, como después del decreto que impuso a reforma jubilatoria. Una "estrategia de apaciguamiento permanente", como denunció Laura Varlet, trabajadora ferroviaria en huelga renovable, en la quinta reunión de la Red por la Huelga General, un método que extiende la rabia en el tiempo y produce los mismos resultados que en 2010, es decir, que finalmente se promulgue la odiada reforma.

La intersindical se negó a abordar de frente esta cuestión y sugirió que no era posible ir más allá. Laurent Berger admitió a medias el fracaso de las jornadas aisladas para hacer retroceder a Macron, para poder plantear el fin del movimiento, explicando que no tenía "ningún deseo de hacer perder días de salario a los trabajadores de segunda línea, debido a las huelgas, manteniendo la perspectiva de un resultado positivo y terminando con movilizaciones insignificantes, con 100.000 personas en la calle en toda Francia". Por su parte, Sophie Binet, en una entrevista a Ouest France, explica que "cuando no se gana por la puerta, hay que luchar para entrar por la ventana", evocando así el segundo intento de RIP (Referéndum de Iniciativa Compartida, para que el Gobierno consulte a los franceses sobre la reforma de las pensiones) y el proyecto de ley de derogación de la reforma propuesto por la izquierda institucional como única perspectiva.

Por otra parte, como hemos subrayado desde el 19 de enero y defendido junto a muchos trabajadores, en particular en la Red por la Huelga General, el movimiento contra la reforma y sus jornadas récord que movilizaron a amplios sectores del mundo del trabajo y de la juventud mostraron la amplitud de la rabia de nuestra clase. Los millones de trabajadores que se movilizaron durante 12 jornadas que agrupaban a diversos sectores de trabajadores, habrían podido bloquear definitivamente la economía, pero sólo si se hubiera puesto en marcha una estrategia para preparar esta perspectiva, basada en la extensión de las reivindicaciones del movimiento a los salarios y en una amplia autoorganización en la base. El movimiento que abrió la crisis más profunda del régimen desde 1968 es capaz de derrotar a Macron, pero a condición de extraer plenamente estas lecciones.

La fuerza está en la calle: necesitamos una estrategia para afrontar los próximos meses

En este sentido, el Primero de Mayo no debe ser una movilización sin perspectivas, que deje el campo abierto al apaciguamiento y a los intentos de recomposición del gobierno. La cuestión de la continuación de la lucha contra Macron y el régimen debe estar en el centro de la jornada. Porque si la intersindical permanece pasiva, el campo del otro lado se está organizando. A pesar de la crisis de la V República y de la crisis política, Macron intenta recuperar el control mediante una ofensiva contra los beneficiarios de la RSA y los extranjeros. Por su parte, la RN (Frente Nacional, de extrema derecha), que no ha tenido voz en los últimos meses debido a la fuerza de la lucha de clases, intenta volver a la ofensiva, aprovechando el reflujo de la movilización contra la reforma para presentar su proyecto racista y neoliberal como la última alternativa al gobierno. No es casualidad que Marine Le Pen haya elegido la ciudad obrera de Le Havre para realizar un acto el 1 de mayo.

Por otro lado, la intersindical no propone ninguna perspectiva de lucha, confiando en el segundo Referéndum, una ley de derogación o incluso el examen de los decretos de aplicación en lo que respecta a Laurent Berger. Mientras tanto, la izquierda institucional se limita a preparar las elecciones presidenciales de 2027, como si los explotados y oprimidos pudieran aguantar cuatro años más de la política del gobierno de Macron. En un régimen en el que las instituciones tienen cada vez menos poder social y político, una vez más, la calle ha demostrado estos últimos meses que es la única fuerza capaz de frenar las ofensivas del gobierno y de la patronal.

Está planteada la continuación de la movilización, exigiendo la retirada de la reforma y superando esta demanda, para asumir la tarea de elaborar una respuesta al conjunto de las luchas actuales. Para ello, el movimiento obrero debe adoptar un programa claro. Un programa que defienda la jubilación a los 60 años y a los 55 por trabajo insalubre, un aumento general de los salarios y su indexación a los precios, pero también la distribución del tiempo de trabajo entre todos los hombres y mujeres para acabar con la desocupación. Un programa que debe enfrentarse también a los proyectos xenófobos del gobierno que son el fundamento de la extrema derecha, denunciando la Ley de Inmigración y exigiendo la regularización inmediata de todas las personas sin papeles.

Pero ante la crisis del régimen y la ofensiva autoritaria, el movimiento también debe adoptar un programa. Si bien todas las fuerzas sindicales y políticas de izquierda coinciden en criticar los innumerables instrumentos que han permitido a Macron pase la reforma jubilatoria a la fuerza, no podemos limitarnos a una refundación de la Quinta República, ni siquiera a una Sexta República que reproduzca las combinaciones de la Tercera o la Cuarta República. Por el contrario, debemos inspirarnos en la experiencia revolucionaria francesa desarrollando un programa democrático-radical, exigiendo el fin del Senado, el Consejo Constitucional y la Presidencia de la República, y el establecimiento de una Asamblea única, que asocie el poder legislativo y ejecutivo, cuyos representantes serían elegidos por dos años, pagados con el salario medio y revocables en cualquier momento.

Un programa que sólo puede ser conquistado por la lucha de todos los trabajadores y de la juventud a través de los métodos de la lucha de clases. Estas son las cuestiones que deben estar en el centro de la movilización del 1ro de mayo. Con Révolution Permanente, nos manifestaremos en las concentraciones de la Red por la Huelga General, en toda Francia, para decir que la rabia contra Macron no se detendrá allí y que debe organizarse para continuar la lucha, y en Le Havre, contra la derecha que quiere tomar la ciudad donde tantos refinadores, estibadores, trabajadores químicos y metalúrgicos se han manifestado en los últimos meses.

Este artículo fue publicado originalmente en Révolution Permanente parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario.


Arthur Nicola

Periodista, miembro de Révolution Permanente de Francia