Paul Cockshott es co-autor de diferentes libros. En esta reseña nos referiremos a 3: Towards A New Socialism (junto a A. Cottrell), Cibercomunismo (junto a M. Nieto) y Economic planning in an age of climate crisis (junto a A. Cottrell y J.P Dapprich). En ellos hace diversas críticas al capitalismo y para superarlo propone un sistema de planificación socialista. El marco general en el que se establece la propuesta de los autores es una planificación económica en un país que se encuentra en la fase inicial del comunismo. Uno de los límites que trata la obra es una abstracción sobre los problemas que la fase en transición se enfrenta pero que sin embargo critica desde su óptica sin proponer en ningún momento cómo resolvería estratégicamente esos problemas.A continuación abordaremos los ejes centrales del autor sobre la planificación y algunas conclusiones.
Diferentes tipos de planificación
El eje central de estos libros es alrededor de la planificación socialista, que el autor define como fundamental para alcanzar una economía eficiente y equitativa que pueda responder adecuadamente a las necesidades de la sociedad. A diferencia de los mercados capitalistas, que generan explotación, desigualdad y una mala asignación de recursos, la planificación socialista se basa en la socialización de los medios de producción para determinar qué y cómo producir con decisiones informadas y democráticas que consideran tanto el bienestar social como la sostenibilidad ambiental. La capacidad de prever y ajustar la producción y distribución de bienes y servicios, utilizando herramientas avanzadas de cálculo y tecnología informática, asegura que los recursos se utilicen de manera óptima, satisfaciendo las demandas de la población sin dejar espacio para la explotación o el desperdicio. Este enfoque no solo promueve una distribución equitativa de la riqueza, sino que también permite abordar problemas de largo plazo como el cambio climático y el agotamiento de recursos naturales, demostrando ser un sistema superior al capitalismo en términos de justicia y sustentabilidad.
Si el proceso de planificación está abierto al debate, es democrático siempre que sea posible y recurre sistemáticamente a los mejores esfuerzos de la comunidad científica, hay buenas razones para esperar que los resultados sean superiores a los del mercado capitalista. [1]
Uno de los puntos centrales en la propuesta de Cockshott es en relación a la división de la planificación en 3 tipos diferentes.
En primer lugar proponen una planificación macroeconómica. Esta debe determinar la distribución general del trabajo entre bienes de consumo, provisión social, acumulación de medios de producción y otras categorías. Brinda la pauta general de la producción en un sistema coherente de cuentas nacionales basado en el tiempo de trabajo para abordar cuestiones de ahorro, crédito y política fiscal, asegurando que la economía satisfaga las necesidades colectivas y personales.
En segundo lugar, está la planificación estratégica que es la que define la estructura industrial y las tecnologías a desarrollar, considerando factores como el impacto ambiental y los criterios de inversión y fomentando la innovación. La planificación estratégica debe asegurar que el desarrollo económico se realice de manera sostenible y equitativa, abordando no solo las necesidades actuales de la sociedad, sino también las futuras. La planificación estratégica permite una coordinación eficiente de los recursos, evitando duplicaciones y desperdicios.
Un ejemplo puede ser el de la planificación de transporte con todo lo que eso conlleva, producción de autos u otro tipo de transporte, tanto para la facilidad de viaje de las personas y traslado de bienes y para la posible reorganización del trabajo en función de estas definiciones.
Una decisión de extender o restringir el uso de automóviles tiene importantes implicaciones industriales. En un país grande, la industria automovilística puede emplear directa e indirectamente a millones de personas fabricando automóviles, componentes, suministrando gasolina, ofreciendo servicios, construyendo y reparando carreteras. La disposición de las ciudades y las formas de comercio minorista también están influenciadas por el nivel de propiedad de automóviles. La planificación estratégica debe ser capaz de tener en cuenta estas ramificaciones de manera sistemática. Si se toma la decisión de restringir el uso de automóviles privados, el plan debe prever la reubicación de la mano de obra asociada con la industria automovilística. [2]
En tercer lugar una planificación detallada de la producción que es la que asigna recursos específicos, determina la producción de bienes, la cantidad de trabajo y la localización. La planificación detallada en una economía socialista, debe especificar con precisión las cantidades de cada producto individual que se deben producir para cumplir con los objetivos generales establecidos por la planificación estratégica. Los autores argumentan que, mediante el uso de tecnología computacional avanzada, es posible lograr una planificación económica detallada y eficiente sin recurrir a mecanismos de mercado. Esta planificación se apoya en una infraestructura tecnológica, con un sistema estandarizado de identificación de productos y telecomunicaciones avanzadas para recopilar y procesar datos de manera eficiente. Esto es,a través de la construcción de un modelo detallado del funcionamiento de la economía para predecir cuántos insumos intermedios se necesitarán para producir la combinación final de productos deseados.
Para realizar esta planificación, Cockshott sugiere el uso de input-output, esto es, una matriz que muestra las relaciones entre insumos y productos en diferentes sectores económicos. De esta manera se representa toda esta interdependencia, mostrando cómo cada sector económico utiliza productos de otros sectores para producir sus bienes, reflejando así el flujo completo de recursos en la economía asegurando que la producción se ajuste a las necesidades reales de la sociedad. Este enfoque no solo optimiza el uso de recursos, aclaran los autores, sino que también promueve la equidad y la sostenibilidad económica. Ante las críticas históricas sobre la imposibilidad del ¨cálculo socialista¨, los autores desarrollan cómo, con el avance de la tecnología, realizar esto es totalmente viable.
Planificación en tiempo de trabajo
La planificación en tiempo de trabajo, como se presenta en Towards a New Socialism, propone una metodología que utiliza el tiempo de trabajo como unidad de cuenta fundamental para la gestión y distribución de recursos en una economía socialista. Este enfoque se basa en la idea de que todas las actividades productivas pueden y deben ser valoradas en términos de la cantidad de trabajo socialmente necesario que requieren.
El corazón de esta metodología es la adopción del tiempo de trabajo como la unidad de cuenta principal. En lugar de utilizar dinero, que puede ser influenciado por el mercado y la especulación, el tiempo de trabajo proporciona una medida directa y transparente del valor económico. Cada bien y servicio se valora según el tiempo de trabajo necesario para su producción. Esto permite una comparación uniforme entre diferentes tipos de trabajos y productos, facilitando una planificación y asignación de recursos más justa y racional.
La producción se divide en 3 componentes:
1- Los trabajadores reciben bonos laborales que pueden usar para adquirir bienes y servicios. Estos bonos están directamente relacionadas con el tiempo de trabajo realizado, asegurando que cada individuo reciba una compensación por su contribución.
2- Una parte significativa del producto se destina a servicios sociales como salud, educación y seguridad social. Estos servicios se proporcionan como un derecho básico de ciudadanía, garantizando que todos los individuos tengan acceso a las necesidades fundamentales independientemente de su capacidad de pago.
3- Se invierte en la expansión y mantenimiento de los medios de producción. Esto asegura que la economía pueda crecer y desarrollarse, manteniendo su capacidad de satisfacer las necesidades futuras.
En este sistema, los precios de los bienes de consumo se expresan en bonos laborales, reflejando directamente el trabajo necesario para su producción. Los autores mencionan como Alec Nove, un economista conocido por su defensa de un tipo de socialismo de mercado, critica el uso de valores laborales en la planificación socialista, argumentando que no tienen en cuenta la valoración de los consumidores. Los autores responden que la información de producción debe complementarse con información de demanda, y que el algoritmo propuesto puede ajustar la producción de acuerdo con las preferencias de los consumidores.
Por lo tanto, es importante para nuestro argumento demostrar que una economía planificada puede responder a los cambios en las preferencias de los consumidores. [3]
Estos precios pueden ajustarse para equilibrar la oferta y la demanda, evitando problemas como la inflación y asegurando que los recursos se asignen de manera eficiente con lo que denominan ¨algoritmo de marketing¨. Por ejemplo, si la demanda de un producto específico aumenta, su precio en bonos laborales puede ajustarse para reflejar esta demanda adicional, temporalmente hasta que se re-planifique para equiparar rápidamente la oferta y demanda.
La propuesta de planificación en tiempo de trabajo de "Towards a New Socialism" intenta responder a algunos problemas clásicos de la planificación, como la necesidad de equilibrar la producción con las preferencias de los consumidores. Su enfoque incluye la utilización de un algoritmo de marketing que ajusta los precios en bonos laborales para reflejar la demanda. También abordan la relación entre el plan inicial y el feedback, proponiendo un sistema que integra la información de demanda para adaptar la producción continuamente.
Defienden la planificación en tiempo de trabajo en lugar de otras opciones como puede ser la planificación en especie y la idea de eliminar el dinero en favor de una unidad de cuenta basada en el trabajo. Sin embargo, una crítica que se mantiene es la "norma burguesa" de reparto, donde la compensación se basa en el aporte individual en lugar de la necesidad.
En su libro escrito en 2022 “Economic Planning in an Age of Climate Crisis”, modifican ligeramente su propuesta incorporando la dimensión ambiental. Los autores incorporan lo que llaman “costo de oportunidad”. De esta manera, agregan como costo de la producción de un bien las emisiones de carbono. Proponen como ejemplo cómo considerar un producto que lleva 3 horas de trabajo y una “unidad” de emisión de carbono con una forma ecofriendly que lleve 4 horas de trabajo sin emisión.
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Paul Cockshott, en conjunto con sus co-autores, ofrece una visión sobre la posibilidad que las nuevas tecnologías permiten para poner en práctica el socialismo, destacando la importancia de una planificación económica. Su propuesta de una planificación participativa que esté en función de las necesidades sociales y esto obviamente incluye la necesidad de una sostenibilidad ambiental, demuestra cómo un sistema socialista puede superar los problemas del capitalismo.
Cibercomunismo y la transición
Los autores aclaran que el modelo que proponen es una primera etapa del comunismo. En este punto, dicen, este modelo sería una etapa superior a la “dictadura del proletariado” etapa que podría convivir con un sistema dinerario mientras que esto sería incompatible con el socialismo. Por lo tanto separan en 3 etapas, “dictadura del proletariado”, “socialismo” o “primera etapa del comunismo” y “segunda etapa del comunismo” que sería una fase final de comunismo con otras cuestiones que no abordaremos acá.
Uno de los principales problemas de los autores es que no consideran los problemas de la propia transición. El modelo que proponen, que como se mencionó anteriormente, denominan como primera etapa del comunismo, es un estadío que la URSS no alcanzó. Todas las críticas que le hacen, bajo su óptica de primera etapa quedan viciadas.
Trotsky en La revolución traicionada es claro sobre este aspecto:
Sería más exacto, pues, llamar al régimen soviético actual, con todas sus contradicciones, no un régimen socialista, sino un régimen preparatorio o de transición del capitalismo al socialismo" [4]
Si bien plantean la necesidad de la dictadura del proletariado y etapas subsiguientes, omiten el problema real de la burocracia como resultado de las contradicciones al iniciar la transición en países atrasados.
Incluso en la polémica entre Trotsky y Stalin sobre la posibilidad del socialismo en un solo país, Cockshott dice
Está claro que cada lado de este argumento tenía cierta fuerza. La posición de Trotsky podría representarse fácilmente como derrotista, dado que la Revolución de Europa Occidental no se materializó; y las afirmaciones de Stalin parecían confirmarse con la construcción de la economía planificada soviética en la década de 1930. Sin embargo, desde la perspectiva de la década de 1990, cuando la Unión Soviética se ha derrumbado, uno podría preguntarse si el aislamiento y el atraso de la URSS, como diagnosticó Trotsky, contribuyeron de manera esencial a la debilidad final del socialismo soviético. Por supuesto, es muy debatible si alguna acción alternativa por parte de los soviéticos podría haber sido más efectiva para salir de ese aislamiento [5].
Pero para Trotsky no se trataba de algo deseable, sino de una necesidad concreta para evitar justamente aislarse partiendo de la necesidad imperiosa de extender la revolución a plano internacional ya que, como los propios autores afirman, la economía de la URSS tenía un atraso sideral producto de una economía con enorme peso campesino.
Es necesario rescatar la visión que Trotsky desarrolló sobre la “Revolución permanente” para entender mejor la necesidad de transformación en la propia transición donde expresa que: “A lo largo de un período de duración indefinida y de una lucha interna constante van transformándose todas las relaciones sociales. La sociedad sufre un proceso de metamorfosis. Y en este proceso de transformación cada nueva etapa es consecuencia directa de la anterior.” Dejando claro el proceso de transformación de la transición.
Este proceso conserva forzosamente un carácter político o, lo que es lo mismo, se desenvuelve a través del choque de los distintos grupos de la sociedad en transformación. A las explosiones de la guerra civil y de las guerras exteriores suceden los períodos de reformas "pacíficas". Las revoluciones de la economía, de la técnica, de la ciencia, de la familia, de las costumbres, se desenvuelven en una compleja acción recíproca que no permite a la sociedad alcanzar el equilibrio. En esto consiste el carácter permanente de la revolución socialista como tal.
Es de esta manera que los autores entran en una abstracción que no plantean, y entonces menos resuelven, las formulaciones políticas para enfrentar los desafíos de la transición.
Ese mismo error cometen al criticar a los soviets. Los autores sostienen que el socialismo soviético, aunque tenía características socialistas significativas, falló en varios aspectos debido a errores de políticas y debilidades inherentes al marxismo clásico. Dicen que, para que el socialismo prospere, debe basarse en una verdadera democracia que empodere a las masas, en contraste con el parlamentarismo burgués y la democracia soviética centralizada que, según ellos, degeneró en una dictadura de partido único.
Trotsky, en sus análisis sobre la transición al socialismo, subrayaba la importancia del pluripartidismo y la democracia para evitar la degeneración burocrática. Sostuvo que la democracia política y económica eran indisolubles, siendo esencial para la URSS la crítica y participación obrera y popular a través de soviets y comités de fábrica. Defendía el pluripartidismo en la sociedad de transición debido a la heterogeneidad social, incluyendo campesinos e intelectuales. Este enfoque es crucial para la dictadura del proletariado, que marca el inicio de una transformación económica, política y social, enmarcada en la lucha de clases internacional.
Los soviets eran consejos de trabajadores, soldados y campesinos que se establecieron como órganos de poder. Inicialmente, estos consejos representaban una forma genuina de democracia directa, donde los delegados eran elegidos y podían ser revocados por sus electores. Los autores critican los soviets pero frente a la degeneración burocrática del Estado obrero en la URSS, más allá de consideraciones genéricas sobre la democracia directa [6], no proponen una alternativa a esa situación. Sin embargo fue Trotsky quien se anticipó a las contradicciones a las que se enfrentaría la URSS y en cada momento desarrolló propuestas alternativas.
Defender la democracia soviética es justamente rechazar a la burocratización o una casta gobernante que acumule el poder, como dicen los autores, convirtiéndose en una aristocracia, pero no asociamos eso a la democracia soviética, sino a falta de libertad de tendencias contra la que el propio Trotsky peleó hasta sus últimos días planteando la necesidad de una revolución política.
Los soviets son las instituciones más aptas para la consecución democrática de la revolución social. Son los capaces de ejercer una regulación entre la planificación económica y la regulación del comercio. En la medida que avance la transición al socialismo, estadío bloqueddo en la URSS con la burocratización stalinista, la democracia soviética tiene la capacidad de extenderse a toda la población para transformarse en una poderosa herramienta de cooperación de productores y consumidores..
En Cibercomunismo, los propios autores subrayan la importancia y necesidad de la organización de un partido revolucionario para que los trabajadores tomen el Estado para si mismos a través de una ruptura revolucionaria.
Para que la revolución tenga lugar, la clase obrera debe pasar de la lucha espontánea» (la que si se genera a partir del mismo funcionamiento automático de la estructura) por mejorar las condiciones de vida y de venta de la fuerza de trabajo (lucha de la que forma parte la reivindicación de ciertas libertades indispensables para poder organizarse) al nivel de la lucha política (ya consciente) por la toma del poder. Efectuar ese paso requiere que los trabajadores se organicen políticamente como partido, esto es, de forma independiente a la burguesía (que cuenta con su propio sistema de partidos para defender sus intereses), y se doten de un programa socialista y de una estrategia revolucionaria para la conquista del poder. Se trata de pasar del estado de clase "en si" al de clase "para sí" [7]
Así como destacan la importancia de un partido de vanguardia que genere esa conciencia revolucionaria para el período previo, ¿no es necesario la misma hasta que la victoria esté garantizada?. Estos desafíos de transición, en mi opinión, quedan en el vacío.
¿Cómo consideran los autores que esa transición debe ser llevada? ¿Cómo defender la conquista a los ataques restauracionistas como fue el período del “comunismo de guerra” o pelear por la extensión a nivel internacional del socialismo? ¿Cómo establecer la democracia entre productores y consumidores?
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Paul Cockshott y sus co-autores presentan una visión innovadora del socialismo, aprovechando las nuevas tecnologías para proponer una planificación económica detallada y democrática. Sus obras destacan cómo las nuevas tecnologías pueden facilitar una planificación económica socialista.
Sin embargo, su propuesta enfrenta críticas importantes. La visión de la transición al socialismo subestima las complejidades y contradicciones inherentes a esta fase, pasando por alto problemas cruciales de la dictadura del proletariado y las inevitables luchas internas. Eso se ve reflejado en la subestimación tanto del carácter del Estado como en la necesidad de la internacionalización del socialismo. A pesar de esto, sus aportes son interesantes para pensar el futuro alternativo a construir.
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