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Red Internacional
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Opinión. Garrahan, Bonaparte, estudiantes, jubilados: desde abajo brotan nuevas fuerzas que se plantan al gobierno

Al gobierno de Milei no le sobra nada y la bronca crece. Recibe nuevos y valiosos apoyos de quienes deberían ser la oposición, pero los brotes de nuevas fuerzas surgen desde abajo.

Octavio Crivaro

Octavio Crivaro @OctavioCrivaro

Patricio del Corro

Patricio del Corro @Patriciodc

Miércoles 9 de octubre 09:28

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Este martes el Hospital Bonaparte consiguió un primer triunfo. El gobierno de Milei tuvo que retroceder de su cierre. La pelea seguramente seguirá, pero el dato no es solo el triunfo sino lo que lo posibilitó y lo que se ve brotar por distintos lugares. Como los estudiantes, que pasaron de la bronca a las tomas de facultades.

Apenas se enteraron del cierre de la guardia y la intención de cierre del hospital, sus trabajadores y trabajadoras se organizaron en asamblea, ocuparon el hospital y llamaron a la más amplia solidaridad. Lo que hacía falta, lo que hacía bastante que no pasaba. Miles de personas pasaron por el hospital a solidarizarse durante todos estos días. Fue como un límite para muchos. El gobierno no va a cerrar el hospital.

También coordinaron con otros sectores en lucha y el martes hicieron una masiva marcha junto a residentes del AMBA y también junto a las y los trabajadores del Garrahan que están en lucha. Hospitales unidos contra "el topo que vino a destruir el estado desde adentro". Música del futuro.

El dato es que estas luchas son parte de algunos brotes verdes que están surgiendo del enfrentamiento al gobierno de Milei. Gobierno que está en uno de sus momentos de mayor debilidad pero que puede seguir avanzando con partes de su ajuste gracias a la cada vez más clara ayuda de los famosos dadores de gobernabilidad. Lo del PRO, sectores de los diputados y senadores de la UCR y del peronismo no sería la novedad. Ya lo vimos desde el inicio del gobierno y muchos ya son señalados por el pueblo como cómplices, algo que no borrarán más.

Pero el rol de la CGT y las conducciones del peronismo, en este momento, es de los mayores apoyos que tiene el gobierno de Milei para que toda esa bronca no se exprese más masivamente. La imagen del gobierno cae, la bronca se acumula, y tiene que lanzar ataques cada vez más impopulares en este momento. Ataca a jubilados, a la salud y a la educación. Para eso cada vez más se muestra junto a la famosa casta. Las conducciones sindicales del peronismo pasean por la Rosada y sus conducciones políticas se sacan chispas en intercambios epistolares para ver quién tendrá la lapicera en el 2025.

Comienzan a surgir sectores que toman la lucha en sus manos.

No es casualidad que esté surgiendo donde menos peso hay de los aparatos sindicales que conduce el peronismo. No es casualidad que surjan como fenómenos de base, con sus asambleas y comités. Tampoco es casualidad que sean lugares donde la izquierda también influencia y tiene capacidad para abrir el debate: la izquierda, en particular el PTS, está jugada desde el minuto cero a enfrentar a este gobierno, y eso es algo que orgullosamente nos reconocen dentro del parlamento y afuera, en la calle. Así se vio desde el inicio del gobierno de Milei, también impulsando las asambleas barriales en el AMBA, junto a muchos sectores peronistas que no querían esperar o a los que no les convencía la “línea orgánica”.

Después de la votación de la Ley Bases, con la borrada de la CGT y las columnas más fuertes del peronismo, con represión de por medio, el gobierno había logrado sacar la bronca de las calles por unas semanas. Las primeras y los primeros en cortar con la amargura fueron las y los jubilados. La fortaleza de una generación que de alguna u otra manera pasó la juventud durante la última dictadura, que vivió la ofensiva neoliberal del menemismo, sus luchas desesperadas, De La Rúa y su caída (todas luchas que también sufrieron violentas represiones), la década kirchnerista, el macrismo y un nuevo gobierno peronista. Saben que a ellos nada les va a venir desde arriba y que Patricia Bullrich es un patético personaje que ya conocen. El impacto de su fuerza para enfrentar a las policías llegaba hasta los huesos y se vio por todos los canales y por todas las redes sociales. Caló la bronca por la represión, pero más caló el ejemplo de la dignidad para luchar.

El movimiento estudiantil, especialmente el universitario, también comienza a retomar su tradición de asambleas y tomas frente al veto de Javier Milei a la ley que garantizaba el presupuesto para los salarios docentes. Las gestiones de las facultades mostraron que no van a pasar de convocar a movilizaciones, que han sido históricas por su masividad y la simpatía que despertaron, pero que luego buscaron poner paños fríos en las facultades. Como la CGT, le tienen menos bronca a Milei que el miedo que les genera un movimiento por abajo. Ni siquiera convocaron a un cese de actividades en las facultades para movilizar con toda la fuerza posible. Los centros que conduce el peronismo solo convocaron asambleas ahí donde el peso de la izquierda es fuerte y sabían que no podían evitarlo. En la mayoría de las universidades del conurbano se resistió y donde hubo asambleas votaron contra las tomas de las facultades.

Las luchas de las y los trabajadores del Garrahan, del Hospital Bonaparte y de las y los residentes tienen características similares. Son sectores que tienden a la autoorganización y a ir haciendo una experiencia con muchas conducciones sindicales.

Es la bronca que en otros lugares se expresa también en los comentarios a la TV de quienes saltan molinetes, del malestar en los comercios y en la calle. Aún son sectores con menos capacidad de organización. Pero el sonido de esa bronca se escucha ahí, por donde uno vaya.

El gobierno de Milei aún no ha cumplido un año, los mercados siguen sin confiar en que va a poder cumplir con sus promesas. Nadie puede culparlos, a pesar de los dadores de gobernabilidad el ataque es grande y la bronca crece. Argentina tiene muchas situaciones que comienzan así.

Tomemos los brotes verdes de este nuevo activismo y sectores que empiezan a organizarse para salir a luchar como un ejemplo. El resultado de la votación sobre el veto al financiamiento universitario solo acelerará un poco más la bronca. Para el gobierno es esencialmente una lucha para no mostrarse completamente impotente. Para nosotros lo que quedará claro con cualquier resultado es que nada podemos esperar de este Congreso para ponerle un freno al gobierno, nada podemos esperar de las burocracias sindicales que oscilan entre la entrega y la inutilidad como inercia de sus años de no lucha, nada podemos esperar de las conducciones peronistas que están más preocupadas en sus internas, en sus cartas y en amoldarse a los pedidos de “modernizarse” a los mandatos del mercado y este capitalismo. Obvio: a esas conducciones sindicales y estudiantiles les exigimos que salgan a la lucha y denunciamos cuando (casi siempre) no lo hacen. Pero lo nuestro dista mucho de una espera pasiva. Impulsemos toda y cada molécula de lucha, de organización democrática, de movilización y aspiramos a que esas direcciones sean superadas. No tenemos dudas de que eso va a suceder y el PTS estará ahí.

Es el tiempo de que cada uno y cada una que quiere ponerle un freno a los brutales planes de Milei tome esta pelea en sus manos. Organizar esos sectores desde abajo y coordinar en las calles para apoyarnos. Nada vendrá de arriba y las conducciones actuales. El abajo empezó a hablar y esa voz tiene que ser cada vez más fuerte. Depende de cada uno de nosotros. Nos vemos en la lucha.


Octavio Crivaro

Sociólogo, dirigente del PTS y candidato nacional por el Frente de Izquierda-Unidad en Santa Fe.

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