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Política exterior. Gira de Alberto Fernández: del FMI a la Ruta de la Seda, pasando por Rusia

Claves del paso de Alberto Fernández por Rusia y China. La visita al gigante asiático estuvo precedida por una visita a Moscú miércoles y jueves, dos días donde con gestos y mensajes le dieron a la gira una fuerte repercusión en la prensa, al menos en la doméstica. El objetivo más jugoso, sin embargo, se jugó entre viernes y domingo en Beijing.

Isabel Infanta

Isabel Infanta @isabel_infanta

Domingo 6 de febrero de 2022 12:28

El documento Memorándum de Entendimiento en Materia de Cooperación en el Marco de la Iniciativa de la franja Económica de la Ruta de la Seda y de la Ruta Marítima de la Seda del Siglo XXI fue preparado durante el sábado por el canciller argentino Santiago Cafiero y He Lifeng, presidente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de la República Popular China. Finalmente fue oficializado en la madrugada del domingo (de Argentina), en una reunión bilateral entre el presidente Alberto Fernández, que se encuentra desde el viernes en Beijing para asistir a la inauguración de los Juegos de Invierno, y su par chino Xi Jinping.

Al final del día deja el invierno asiático con destino a la isla caribeña de Barbados, donde se reunirá con la primera ministra Mia Mottley y con representantes de la Organización de Estados del Caribe Oriental.

Timing político

En el plano interno, el presidente Fernández viene de anunciar con bombos y platillos un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional con el que terminó de convalidar la fraudulenta deuda tomada por el gobierno de Mauricio Macri y que hipoteca (una vez más) el futuro no muy lejano del pueblo trabajador. Lo vendió si no como la única, como la mejor opción posible, un argumento dudoso para un pueblo que se ha dedicado a pagar con sudor y lágrimas las deudas tomadas por los gobiernos de turno.

El anuncio le valió el portazo de un sector de su propia coalición encabezado por Máximo Kirchner, que no considera que haya sido el mejor acuerdo ni la mejor negociación posible, y decidió renunciar a la presidencia del bloque oficialista en la Cámara baja. Esto abrió una crisis interna en el Frente de Todos, que incluye la posibilidad de que varios diputados se abstengan o no voten cuando el acuerdo sea debatido en el Congreso.

Envuelto en este manto de sumisión y entrega al organismo internacional -cuyo socio mayor es el imperialismo estadounidense- partió el presidente hacia Rusia, el país que hoy se encuentra en el centro del escenario político mundial por la crisis en Ucrania.

En el plano externo, el timing de la visita de Fernández al presidente ruso Vladimir Putin resultó inexplicable para muchos analistas de la diplomacia. La segunda escala, Beijing, sumó desconcierto. Alberto fue invitado por Xi Jinping en el marco de los Juegos Olímpicos de Invierno, que sufrían un “boicot diplomático” por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y Australia, embanderados en una supuesta "defensa" de la democracia y los derechos humanos.

“Qué necesidad”

Los vientos se huracanaron el jueves, cuando empezaron a llegar los primeros fragmentos de la conversación de Alberto Fernández con Putin. Algunos intérpretes del presidente los llegaron a calificar de "antiimperialistas", con horror o simpatía, según el lado de la grieta política en que se encuentren. Fernández habló de dependencia, de multilateralismo y se ofreció como puerta de entrada en América Latina para los capitales rusos. “Yo estoy empecinado en que Argentina tiene que dejar esa dependencia tan grande que tiene con el Fondo y con Estados Unidos. Y tiene que abrirse camino hacia otros lados. Y ahí es donde me parece que Rusia tiene un lugar muy importante”. "Tenemos que ver la manera de que Argentina se convierta en una puerta de entrada de Rusia en América Latina, para que Rusia ingrese de una manera más decidida”.

Voces reconocidas del mundo de las relaciones internacionales y la diplomacia estadounidense buscaban una explicación para el desplante al "amigo del norte", que tan buenos oficios hizo para alcanzar el acuerdo con el FMI.

Pero las palabras del mandatario argentino parecen ir teledirigidas a sectores de su propio espacio político, los descontentos por el pacto con el Fondo. “Una de cal y una de arena”, dirían. Pero como del dicho al hecho hay un camino al fondo, la fantasía de una versión antiyanki del presidente parecería tener más que ver con la pulsión por mejorar la ubicación para cerrar el trato, por conseguir dólares para pagar al organismo internacional y al mismo tiempo maquillar la sumisión en base a un discurso multilateralista.

Más concreta que la retórica de ocasión es la composición de la comitiva. Además del presidente, la vocera de Gobierno Gabriela Cerruti, la asesora presidencial Cecilia Nicolini, y el canciller Santiago Cafiero, viajaron tres gobernadores: Arabela Carreras, de Río Negro, Axel Kicillof, de Buenos Aires, y Raúl Jalil, de Catamarca.

Tres provincias con las que se juega atraer inversiones, principalmente del sector energético: hidroeléctricas, Atucha III y litio. Desde Rusia, donde también estuvo el ministro de Economía Martín Guzmán, Alberto Fernández habló de ferrocarriles y de vacunas. Con China está además en juego el negocio de la tecnología 5G, clave en la disputa estratégica con Estados Unidos. De hecho, el lugar elegido para el cierre de esta segunda etapa de la gira fue el Centro Tecnológico Huawei.

Más allá de la pompa de los anuncios, aún no están claros los tiempos en que se harían las inversiones, ni qué implicarían los planes para que se concreten, especialmente las exigencias de China.

Dependencia o multilateralismo

El recurso del “multilateralismo” usado por el presidente argentino tiene un doble sentido. Uno es el de “abrirse camino hacia otros lados”, como dijo, lo que no tiene que ver con dejar de ser un país dependiente -esto requeriría una verdadera ruptura con los múltiples mecanismos de sujeción del imperialismo, entre ellos la deuda odiosa que tiene un papel privilegiado y cuyo pago la coalición gobernante nunca puso en duda-, sino con exponer los recursos nacionales a nuevos postores.

El otro sentido es tratar de alejarse de la polarización con aura de Guerra Fría recreada por las usinas de pensamiento estadounidenses, tanto con Rusia en la crisis de Ucrania como con China, el declarado enemigo estratégico número uno.

El presidente argentino busca aprovechar los pequeños espacios que deja la decadencia del imperialismo estadounidense, especialmente en su dominación sobre Latinoamérica, y converge con el espíritu de la declaración conjunta resultante de un importante hecho ocurrido el viernes, horas antes de la apertura de los Juegos Olímpicos: la reunión entre Xi Jinping y Putin, de la que salió una declaración conjunta con un contenido respetuoso de las "instituciones democráticas internacionales", pero con fuertes críticas a Estados Unidos y sus aliados militares. Una reunión previa ya había ocurrido a mediados de diciembre en respuesta a la “Cumbre de la Democracia”, convocada por el mandatario estadounidense Joseph Biden y de la cual Argentina participó.

Mientras Fernández busca transitar los dos senderos, el del Fondo y el de la Seda, el pueblo trabajador sigue pagando los costos de un endeudamiento sin fin.