Viernes 27 de marzo de 2015
El pasado 20 de marzo, la revista especializada The Lancet publicó un adelanto de la próxima monografía de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud. Esto podría parecer rutinario, ya que constantemente se incorporan o se descubren nuevos agentes causantes de cáncer. Pero en esta ocasión los expertos de IARC evaluaron cuatro insecticidas y un herbicida: el glifosato. El glifosato fue clasificado en la categoría 2A "probablemente carcinogénico", la segunda más alta de la escala de IARC, porque existe evidencia convincente de que causa cáncer en animales de laboratorio y daño genético en células tanto animales como humanas. Sin embargo, la evidencia que relaciona el uso del glifosato con el cáncer en humanos es, hasta el momento, limitada.
La evidencia sobre los efectos nefastos del glifosato no resulta nueva para nuestro país, que desde la imposición del modelo sojero ha visto crecer el consumo de glifosato a más de 200 millones de litros anuales y a la soja transgénica ocupar dos tercios de la superficie cultivada. Los pueblos fumigados y las Madres de Ituzaingó (barrio de Córdoba asolado por casos de cáncer) bien pueden dar cuenta de esto. Los estudios del Dr. Andrés Carrasco y del grupo GEMA de la Universidad Nacional de Río Cuarto también adelantaban este resultado. Desde esta perspectiva el anuncio de IARC llega tarde, pero es importante porque es la primera vez que una organización científica de alto nivel se pronuncia de manera categórica sobre el glifosato. Las recomendaciones del IARC no son vinculantes para los gobiernos, pero deberían llevar a una fuerte revisión de sus políticas. Incluso la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos ha afirmado que revisará el estatus de este herbicida próximamente.
La recepción de esta noticia ha sido por supuesto negativa por parte de empresas como Monsanto, que acusa a IARC de recopilar información de forma sesgada. En otras palabras, Monsanto está molesta porque el informe de IARC se basa en trabajos científicos independientes e informes gubernamentales, pero no tiene en cuenta los informes técnicos de la industria (en su mayoría elaborados por empleados de Monsanto). Sin embargo, no debemos pensar que este es el fin del negocio de estas empresas. La efectividad del glifosato como herbicida está actualmente decayendo, debido a la aparición de malezas resistentes y se espera su reemplazo por otros compuestos. Por esto, la industria ha anunciado una generación de organismos genéticamente modificados, que combinan resistencia a insectos y a nuevos herbicidas. Como vemos, las grandes multinacionales como Monsanto, avalada por numerosos gobiernos, priorizan la continuación del amasado de enormes fortunas a costa de la salud de la población.
Santiago Benítez
Dr. en Biología. Investigador del Conicet. Militante del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).