Luis Videgaray, secretario de relaciones exteriores, confirmó la participación de México en la negociación sobre la crisis en Venezuela, integrándose a la mesa de diálogo.
Miércoles 11 de octubre de 2017
Buscando convertir a México en un interlocutor privilegiado con el imperialismo estadounidense, el gobierno, mediante su portavoz Videgaray, ha definido integrarse a las mesas de diálogo entre el chavismo y la oposición venezolana que se reunen en dicho país desde hace algunas semanas.
Parece que la invitación externada por el gobierno venezolano arribó a mediados de septiembre, proponiendole al gobierno mexicano su participación como garantía del avance de los acuerdos con la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que Maduro ha presumido de estar cubiertos en un 95%.
Para la MUD, la participación de otros países representa un mecanismo de presión institucional diplomática para el gobierno de Maduro, por lo que ha propuesto también a Chile y Paraguay, quien se pronunció contra la salida de Venezuela del Mercosur. Los aliados de Maduro, como era de esperarse, son en primer lugar Bolivia y Nicaragua, aunque la invitación se ha extendido a algunas repúblicas caribeñas y se mantiene una fluida comunicación con el gobierno de Putin en Rusia.
Para el gobierno de Maduro, que viene confrontándose con México a partir de la buena relación de Videgaray con la administración Trump, la integración de México es un avance de la presión de Estados Unidos, quien ha avanzado en proyectar a México como garante hacia Centroamérica de su política de militarización y penetración económicay comercial.
Con el giro a derecha en el cono sur tras el triunfo de Macri en Argentina y el golpe de Temer en Brasil, el aislamiento de los gobiernos posneoliberales que se mantienen es más profundo. Una oportunidad que Estados Unidos no puede desaprovechar y en la que México puede jugar un importante rol si avanza en su interlocusión con la oposición venezolana.
Esto se suma a las contradicciones del gobierno venezolano, que viene enfrentando los ritmos de una crisis orgánica profunda, una inflación que supera el 1400%, escasez de alimentos e insumos producto del bloqueo imperialista, tensiones en las alturas y el gabinete de Maduro, continuos reagrupamientos y rupturas dentro de las filas del ejército -algunos abiertamente contra el gobierno-, una derecha activa y en las calles, y una población profundamente descontenta frente al retroceso de libertades democráticas y el aumento de la represión.
Frente a la crisis política y económica que se vive en Venezuela, sólo la organización del pueblo pobre y trabajador, con independencia del gobierno de Maduro y de la oposición financiada por los empresarios venezolanos y el imperialismo, permitirá implementar un plan obrero de emergencia y luchar por un gobierno obrero y popular que, desde una perspectiva socialista y revolucionaria, abra el camino hacia la resolución de esta compleja crisis en favor de las grandes mayorías.
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En México y todos los países subordinados a Estados Unidos es fundamental que la clase trabajadora y los sectores populares repudien todo intento de injerencia imperialista en Venezuela, que irá indefectiblemente contra los “de abajo”, y fortalecerá la ofensiva de la administración Trump en todo el continente.