El referente del peronismo papal salió del ostracismo mediático al cuál se había auto-condenado. Defendió el voto al malmenor en 2015, 2019 y 2023. Atacó, sin nombrarlas, a ex funcionarias del Gobierno al que apoyó hasta el último día. La crisis total de una estrategia política.
Miércoles 7 de agosto 10:21
Este miércoles Juan Grabois eligió salir del ostracismo comunicacional al que se había auto-condenado hace unos 20 días. Lo hizo para defender una estrategia política que viene fracasando descarnadamente desde hace tiempo. Grabois habló para defender el voto al malmenor. Rompió su silencio mediático para decir que estuvo bien votar a Scioli en 2015, a Alberto Fernández en 2019 y a Sergio Massa en 2023.
Habló a pocas horas de que se conociera la denuncia contra el expresidente por maltrato psicológico y hechos de violencia física contra su ex pareja Fabiola Yañez. Sobre ese tema, recomendamos esta columna de Andrea D’Atri, que aborda tanto el uso hipócrita que -por estas horas- hace del caso la derecha misógina recalcitrante, así como también alerta sobre las consecuencias que tiene para un movimiento legítimo haberse subordinado políticamente al peronismo.
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Gritándole al teclado, escribiendo en mayúsculas, Grabois afirma “YO NO ME ENTERÉ HOY DE QUE ALBERTO FERNÁNDEZ ERA ALBERTO FERNÁNDEZ (…) VOS TAMPOCO TE ENTERASTE HOY COMPAÑERO DIRIGENTE O EXFUNCIONARIO. NO TE HAGAS EL GIL. AL SEÑOR FERNÁNDEZ LO VOTÉ SABIENDO -POCO MÁS, POCO MENOS- QUE NO ERA DIGNO DE LA INVESTIDURA PRESIDENCIAL ARGENTINA. LO VOLVERÍA A VOTAR PORQUE EN ESE MOMENTO ERA LA MEJOR ALTERNATIVA POSIBLE”.
El peronismo debate su interna a pases de facturas; a rebencazo limpio contra ex funcionarios, ex dirigentes y ex aliados. Grabois solo silba la melodía general. Que “grite” no cambia nada. Las mayúsculas vienen a condensar impotencia.
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Sin embargo, Juan no se auto-limita. Si va a elogiar la resignación, lo va a hacer hasta el final. No tiene reparos en agregar que “nosotros no éramos los únicos que sabíamos que Scioli, Alberto y Massa eran indignos de la investidura por sus permanentes claudicaciones, inmoralidades y panquequeos ¿siempre hace falta que estalle algún escándalo para dar el patético espectáculo de diferenciarse para salvar la ropa? (…) Votar a Daniel Scioli era la opción correcta en 2015 aunque ahora sea el monumento al garca. Votar a Alberto Fernández fue la opción correcta en 2019 aunque ahora sea la peste bubónica. Votar a Sergio Massa fue la opción correcta en 2023…”.
Desde una reunión de gabinete junto a Milei, Caputo y Sturzenegger, Daniel Scioli sonríe. Sergio Massa, callado por 8 largos meses de ajuste y represión, aplaude. Alberto Fernández...seguramente agradece.
Grabois, que vive pidiéndole “autocrítica” a la izquierda trotskista, defiende en bloque su actuación política pasada. De manera brutal y justificatoria, intenta una explicación que conforme a sectores progresistas y de la juventud que defendieron y defienden banderas de lucha contra la derecha; por los derechos de las mujeres y las diversidades; o en rechazo al FMI y su programa extractivista. Sectores que sufren un desengaño pasmoso luego de la última experiencia peronista en el poder, a la que él avaló hasta el final.
Juan tiene una “fórmula” (posta, dice textualmente así). Dice: “La fórmula es simple. No mas candidatos indignos de la investidura por ineptos, panqueques, ladris o tibios (…) Lo que tenemos que impedir en el futuro es que las opciones correctas sean estas (...) si algunos justos caen por los pecadores, vale la pena porque si nuestro campo político no se purga un poco de trepadores, lopezreguitas, corruptos, pajeros e hipócritas, amiguitos o amantes -varones y mujeres- va a ser todo muy difícil”.
El elefante en el bazar es quien decidió ofrecer a esos candidatos como la opción frente a la derecha. Fue Cristina Kirchner quien impulsó a Scioli, dejando bajo la alfombra a Randazzo, hoy devenido en cuasi-mileísta. Fue ella quien impuso -tuit mediante- a Alberto Fernández como su candidato a presidente. Quien, junto a quien era entonces presidente, consagró a Massa como súper-ministro de Economía frente a las presiones de los llamados mercados, para, posteriormente, avalarlo como candidato presidencial.
En esa serie de decisiones hay una lógica. El kirchnerismo operó políticamente girando a derecha. El ex motonauta fue el candidato-espejo de Macri; el ex operador de Clarín fue el candidato elegido para reconciliarse con Héctor “no me deja mentir” Magnetto; el ex intendente de Tigre fue el candidato elogiado por el FMI.
Esa derechización constante atiende a razones sociales y económicas profundas. El peronismo todo, en todas sus alas, fue el administrador de un declinante capitalismo local, cada vez más subordinado al poder financiero internacional y moldeado por los intereses políticos y corporativos del gran empresariado local y extranjero. El estruendoso fracaso del Frente de Todos halla sus raíces más profundas ahí.
La "fórmula" de Grabois convoca a la impotencia. El llamado a “purgar” un movimiento que tiene como estrategia la administración de un capitalismo en crisis conduce a la resignación permanente. Encerrado en su fracaso estructural, el peronismo solo propone resignación.
Seguramente, después de estos golpes recurrentes, muchos compañeros y compañeras verán ese agotamiento de la experiencia peronista en sus diversas variantes. Eso, muy posiblemente, los lleve a romper con ese aparato político en decadencia. Pero frente a ese escenario, el escepticismo no puede ganar la partida. Hay que construir una nueva fuerza política que exprese genuinamente los intereses del abajo obrero, popular, juvenil; que se proponga enfrentar la decadencia constante a la que la clase capitalista conduce el país; que se proponga una pelea seria y permanente contra la violencia de género y los discursos reaccionarios de odio que repite la derecha. Que milite la perspectiva de una nueva sociedad socialista, libre de toda forma de explotación y opresión. Nuestra apuesta es a ser parte de esa construcción.
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Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.