Con casi la totalidad de las mesas escrutadas en las elecciones de este domingo, la conservadora Sandra Torres con 15,7% y el referenciado en la centroizquierda Bernardo Arévalo de León con 11,8% de los votos, pasan a segunda vuelta de las presidenciales de Guatemala el próximo 20 de agosto. Los bajos porcentajes de los que van al balotaje, la alta abstención del 41%, y el voto nulo que se elevó a 17,3% (mayor que el más votado), puntúan la profunda crisis del régimen político de dominio guatemalteco.
Lunes 26 de junio de 2023 23:55
Imágenes EFE: Sandra Torres y Bernardo Arévalo de León
Además de presidente y vicepresidente, en estas elecciones también se votaban los 160 nuevos diputados al Congreso, 20 legisladores al Parlamento Centroamericano y 340 alcaldías municipales, incluidos sus concejales. Al cierre de este artículo no se han publicado todos los resultados a estos cargos, por lo que nos detenemos en los presidenciales que son los que marcan la tónica nacional en Guatemala.
El proceso electoral guatemalteco estuvo marcado por la vieja estructura basada en métodos antidemocráticos, clientelismo y prácticas como financiamiento ilícito de candidatos que otorga la clase empresarial y el narcotráfico, así como un perfeccionando mecanismo que eliminan la competencia electoral al oficialismo, como a candidatos incómodos al establishment político, a través de resoluciones institucionales como el Registro de Ciudadanos (RC) o del Tribunal Supremo Electoral (TSE); y judicial mediante resoluciones de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) o de la Corte de Constitucionalidad (CC), que suelen actuar como camarillas bonapartistas.
En el camino quedaron las candidaturas como la de Thelma Cabrera y Jordán Rodas de Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), organización que hace fuerte oposición a las empresas que controlan la distribución de energía eléctrica y que impulsa demandas de la población rural e indígena. Cabe señalar también que, el MLP participó por primera vez en las elecciones de 2019, obteniendo en cuarto lugar en la primera vuelta como más de 450 mil votos. Thelma Cabrera del MLP, Roberto Arzú de Podemos y Carlos Pineda de Prosperidad Ciudadana fueron los tres candidatos presidenciales excluidos por el sistema electoral que emprendieron el llamado a voto nulo.
Remarquemos que estas elecciones se dan en un contexto de endurecimiento de las medidas represivas y un frontal ataque a las libertades democráticas más elementales. El régimen guatemalteco es nuevamente cuestionado por mantener un alto nivel de corrupción institucional, así como perpetuar y blindar los intereses de grupos de poder; narcotráfico, empresarial y militares retirados para favorecer sus negocios e intereses a costa del pueblo trabajador. Para prueba hay que revisar tan solo el nivel de desaprobación social con la que cierra el gobierno de Alejandro Giammatei; las encuestas lo ubican con un 68% de desaprobación y el segundo peor presidente en los últimos 35 años.
A esto se agrega los altos niveles de pobreza y la violencia que impulsan a miles de guatemaltecos a emprender el camino rumbo a México y hacia Estados Unidos, enfrentando las medidas represivas del gobierno de López Obrador y la represión del Instituto Nacional de Migración (INM), en consonancia con la política gringa; actualmente unos 10.3 millones de los 17.6 millones de guatemaltecos viven en la pobreza y la tasa de homicidios del país triplica el promedio mundial, según la ONU.
La crisis en el régimen de dominio político, la sorpresa electoral y la segunda vuelta
Como enunciamos al inicio de este artículo, Sandra Torres Casanova, que se ha lanzado por tercera vez consecutiva con su partido, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), obtuvo un 15,7%; Bernardo Arévalo de León, por su parte, alcanzó el 11,8 % del total de votos, de la mano de su movimiento político Semilla que nació de las manifestaciones por la lucha anticorrupción que registró la nación centroamericana en 2015, consideradas la primavera guatemalteca, que llevaron a la dimisión del entonces presidente, Otto Pérez Molina, salpicado por escándalos de corrupción política por los que fue finalmente condenado. Se trata de porcentajes de votos de los que van a la segunda vuelta más bajos aún que los que se expresaron en las últimas elecciones presidenciales en Perú, aunque con marcados contrastes en sus escenarios políticos.
Súmese la alta abstención y el voto nulo –que con su porcentaje superó al más votado de los presidenciables– por lo que se considera que la primera opción elegida en las urnas por los guatemaltecos no fue la de Torres, sino la de optar por el voto nulo, que ascendió al 17.3%, lo que completa el cuadro político, de una crisis orgánica que Guatemala arrastra desde hace mucho tiempo. Esto no solo por su debilidad histórica estructural y estar bajo la esfera directa del imperialismo estadounidense, sino por sus crisis económicas, políticas y sociales muy profundas en la que la clase dominante no ha podido estabilizar su régimen político con capacidad de dirigir al resto del país, y que se ha venido manifestando en forma recurrente en una crisis entre “representantes” y “representados”. El hartazgo generalizado entre la población por las múltiples denuncias de corrupción en el Estado se termina canalizando de esta manera en el actual resultado electoral.
En el marco de esta profunda crisis, la sorpresa electoral ha sido el movimiento político Semilla, que catapultó a Bernardo Arévalo. Un personaje a quien las encuestas no le daban ningún chance de pasar a la segunda vuelta, incluso ubicándolo en un séptimo u octavo puesto. Estaría expresando también la bronca contra la casta política, la corrupción, los vínculos con el narcotráfico, contra los privilegios, incluso contra el poder judicial suelen ser muestras de esto. Se ubica en la centroizquierda del espectro político guatemalteco, y se le emparenta en la línea con un Gustavo Petro de Colombia o Gabriel Boric de Chile, aunque sin la gran ascendencia de estos presidentes sudamericanos, que se encumbraron luego de grandes revueltas políticas en sus respectivos países.
Las encuestas divulgadas en las últimas semanas vaticinaban una lucha por el segundo lugar, además de Sandra Torres, al exdiplomático Edmond Mulet y la hija del dictador golpista Efraín Ríos Montt, Zury Ríos Sosa (quien se presenta por cuarta ocasión a las presidenciables y en 2019 fue excluida bajo la interpretación del artículo 186 constitucional que le prohíbe participar por ser la hija del dictador y genocida Efraín Ríos Montt). Pero estos sufrieron un desgaste y amplio repudio de la población.
Incluso, estos partidos quedaron atrás incluso del candidato oficialista, ocupando el tercer lugar hasta ahora Manuel Conde, del partido oficial Vamos, con un 7,84 %, pero esto gracias a todo tipo de proscripciones, acciones fraudulentas y clientelares, y que al mismo tiempo estaría obteniendo una fuerza considerable en el Congreso.
En otras palabras, por los sondeos, los guatemaltecos tenían entre las opciones previas entre lo peor y lo mucho peor; pero se abrió la grieta para Semilla, donde Arévalo fue catapultado centralmente por el apoyo en las áreas urbanas, que fue trascendental para su posible acceso a una segunda vuelta, sobre todo en la ciudad de Guatemala.
Pero Bernardo Arévalo no es un recién llegado menos aún un outsider de la política, aunque tampoco, a pesar de su edad, viene de hace tiempo en el espectro político. Su padre, Juan José Arévalo, fue presidente de Guatemala (1945-1951), tras la llamada Revolución democrática de 1944, siendo el primer presidente popularmente electo en ese país. Durante su gobierno se produjeron más de 30 intentos de golpes de Estado; luego, con el gobierno de Jacobo Árbenz fue embajador itinerante de Guatemala; tras el derrocamiento de Árbenz, se exilió en Uruguay.
Arévalo es conocido como un académico, dedicado a escribir libros y ensayos sobre las relaciones cívico-militares y seguridad. Además, tuvo su paso por la diplomacia, ya que entre 1995 y 1996 fue embajador de Guatemala en España y un año antes había sido viceministro de Relaciones Exteriores del Gobierno del expresidente Ramiro De León Carpio. En la década de 1990 también fungió como secretario consular de Guatemala en Israel. Actualmente es diputado nacional por el Movimiento Semilla.
Aunque al momento de escribir este artículo no se han publicado los resultados completos, en lo que se dice con respecto a cómo ha quedado la composición del Congreso, se adelanta que Semilla de Bernardo Arévalo ha saltado a tener la tercera fuerza, luego de tener apenas un bloque parlamentario de cinco diputados.
Por su parte Sandra Torres, la exesposa del expresidente Álvaro Colom Caballeros (2008-2012), que tuvo una intensa vida política como “primera dama”, de un perfil socialdemócrata en sus inicios fue girando cada vez más a la derecha. Hace cuatro años, en las elecciones de 2019, sucumbió en la segunda vuelta ante el actual presidente, Alejandro Giammattei. Y ocho años atrás, en 2015, también perdió frente al comediante Jimmy Morales (2016-2020). No venía siendo la preferida por Estados Unidos, quienes se inclinaban por exdiplomático Edmond Mulet, quien había tenido una participación activa en la MINUSTAH en Haití durante la ocupación.
Un escenario aún incierto
La segunda vuelta es un barajar y dar de nuevo, dada la sorpresa de Arévalo y la polarización política puede teñir el panorama político hacia la segunda vuelta, lo que se confirmará o no en los próximos días. Por un lado, que los sectores más tradicionales, conservadores, de la derecha, el gran empresariado, grupos de poder, y hasta sectores de intereses oscuros vinculados al narcotráfico, pueden cerrar filas por Sandra Romero.
Por otro lado, amplios sectores puedan llamar a votar por Bernardo Arévalo, como se expresó ya en el voto centralmente urbano, por representar el rostro contra la casta política y la corrupción. Estaría expresando las esperanzas de la población de un cambio lo que podría empujar más a Arévalo, incluso, siendo llamado a votar por aquellos partidos que fueron excluidos, el variado espectro de la centroizquierda, los que representan a movimientos sociales y populares, incluyendo capaz a la izquierda que, aunque minoritario, como el URNG entre otras formaciones políticas, pueda hacer prevalecer el voto por Arévalo.
Habrá que esperar hasta el 20 de agosto, fecha del balotaje, y ver la tendencia latinoamericana. Si se sigue perfilando la expresada con Petro en Colombia, Boric en Chile, Lula en Brasil, López Obrador en México, e incluso con la propia Xiomara Castro en la vecina Honduras. Sería lo que más le convendría al vecino López Obrador, con un México que está próximo a celebrar elecciones presidenciales. Si mantendría Sandra Torres, marcaría también esa polarización continental, hacia el otro lado.
Será esperar y ver, si se va a una segunda vuelta, con negociaciones de por medio, con realineamientos políticos, y más a gusto del régimen político. O si las tendencias a la lucha de clases, puede abrirse paso en Guatemala, como vemos en varios países latinoamericanos, y donde Perú está solo para recordarlo y muy presente. Por ello no es de descartarse escenarios de alta tensión política en Guatemala, incluso con acusaciones de fraude de por medio, abriendo escenarios semejantes al de Honduras del 2017.
Para los trabajadores, campesinos, pueblos originarios y las grandes mayorías populares de Guatemala, no puede esperar nada progresivo por estos partidos, que dé verdadera salida a las demandas contra la corrupción e impunidad del régimen y sus instituciones; así como el conjunto de demandas que cuestionan la carestía de la vida, la explotación laboral, el derecho a la vivienda, el derecho al agua, la explotación minera que depreda el medio ambient, los plenos derechos de los pueblos originarios, la tierra para los campesinos, las transnacionales que roban las riquezas, y la política imperialista, así como la pérdida de sus derechos democráticos en la que está sumergida la gran mayoría de la población.