Martes 22 de junio de 2021 21:44
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Cuando me propusieron participar de la realización de un homenaje a 100 años de la Revolución Rusa con Horacio González, no pude contener el entusiasmo. El resultado son las “master class” que se filmaron en los estudios de UniTV en la UNGS. La erudición sobre los procesos literarios del inicio del siglo XX, el estallido de las vanguardias en Europa y la fuerza de la Revolución de Lenin y Trotsky para conmover los espíritus más sensibles de la humanidad entonces, toda esa ebullición pasaba de a ráfagas en el relato conmovido y las imágenes que tuve la suerte de componer para ese ciclo, creo que son uno más de sus generosos aportes.
No puedo evitar pensar que si las vacunas que se fabricaron con plata del estado en Garín (unos 60 millones de vacunas Astrazeneca que siguen dando vueltas por el mundo sin destino), si esas vacunas no se hubieran despilfarrado en los negocios de Hugo Sigman y Carlos Slim, que tuvieron la venia de Gines y Alberto Fernández, hoy no tendríamos 90 mil muertos.
La revolución rusa mostró que las guerras y las pestes que los capitalistas desatan por su lucro privado, solo se pueden desterrar con la socialización de todo lo necesario para vivir, incluyendo las vacunas y la literatura, porque como decía Roque Dalton:
“Yo, como tú,
amo el amor, la vida, el dulce encanto
de las cosas, el paisaje
celeste de los días de enero.
También mi sangre bulle
y río por los ojos
que han conocido el brote de las lágrimas.
Creo que el mundo es bello,
que la poesía es como el pan, de todos.
Y que mis venas no terminan en mí
sino en la sangre unánime
de los que luchan por la vida,
el amor,
las cosas,
el paisaje y el pan,
la poesía de todos.”
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