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Red Internacional
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NOVIEMBRE DE 1938. Huelga general en Francia: Los obreros enfrentaron a la derecha, el Frente Popular no

En defensa de las conquistas adquiridas en las grandes luchas de 1936, los obreros franceses hacen una huelga general. Su derrota le permitió a la burguesía comenzar su guerra, la Segunda Guerra Mundial.

Jueves 30 de noviembre de 2017

En 1938 la guerra de España estaba prácticamente derrotada. Alemania anexaba a Austria y los Sudetes a su territorio, quitándole aproximadamente 30.000 km2 a Checoslovaquia. Se intensificaba el camino hacia la nueva guerra.

En Francia el gobierno del Frente Popular, en ese momento a cargo de Daladier, nombra a Reynaud, un hombre de derecha, como ministro de Finanzas.

Mientras la CGT dirigida por Jouhaux se reunía en un Congreso en Nantes, a mediados de noviembre, el gobierno Daladier y Reynaud anuncian los decretos-leyes, una primera ofensiva seria a las convenciones colectivas adquiridas en los combates de 1936.

Así Daladier “flexibiliza la ley de 40 horas”, estableciendo que la Defensa Nacional justifica todas las derogaciones de esta ley y que se tomarán sanciones graves para todos los obreros que la rechacen. Además prohíbe que se otorgue un mandato de delegado a los obreros extranjeros.

Los congresistas de Nantes ante estas medidas gubernamentales organizan una jornada pacífica de protesta para el 26 de noviembre.

Pero la rabia obrera estalla antes y desde el 22 de noviembre se desatan grandes huelgas espontáneas en todo el país, primero en las metalúrgicas de Lille y Denain y luego en las fábricas de la región parisina, sobre todo en Renault.

Allí, el 24, 15.000 obreros ocupan la automotriz. La policía entra en acción para evacuarlos. A pesar de los llamados a la calma de los dirigentes sindicales, los obreros se niegan a dejar la fábrica. Defendían la ocupación llenando tanques de nafta y, ante la venida de la policía, amenazaban con hacer estallar todo, provocando que la policía retroceda. Finalmente, los obreros tienen que ceder ya que son atacados con gases desde los techos y reprimidos mientras se producía su retirada.

Ante la provocación policial en Renault, la CGT decide transformar la jornada de protesta del 26 de noviembre en una demostración nacional. Al mismo tiempo declaran la huelga general para el 30 de noviembre. Los dirigentes sindicales tienen miedo de ser desbordados por el movimiento. La CGT afirma: “No importa cuáles sean las circunstancias y los acontecimientos, el trabajo deberá retomarse el 1° de diciembre”. Llama a la huelga “en calma, sin provocaciones, sin ocupaciones de fábricas, sin manifestaciones ni reuniones”. Durante ese tiempo 283 obreros arrestados en Renault son perseguidos, culpados de rebelión armada. La gran mayoría cumplirá 3 meses de prisión.

Después de la huelga del 30 de noviembre que fracasó en gran parte porque los transportes funcionaron obligadamente, la CGT se felicita por su “éxito” y concluye “se evitaron todos los incidentes, esto es lo que hacía falta”.

Mientras que el PC clama su victoria, una pesada represión se abate sobre la clase obrera. Thorez, dirigente del PCF, hace el balance de la derrota: “40.000 despidos en la aviación, 32.000 en Renault (con recontratación individual), decenas de miles en Levallois, Colombes, Argenteuil, Courbevoie, Clichy, Saint-Ouen, 100.000 en Marsella (se cierran un centenar de fábricas metalúrgicas), 100.000 en la industria textil, 80.000 mineros en el Norte y el Pas-de-Calais”.

La política del Frente Popular

En un artículo del 18 de diciembre de 1938, titulado “Se aproxima la hora decisiva. Respecto de la situación en Francia” y publicado en
¿Adónde va Francia?, Trotsky desarrolla en profundidad la política del Frente Popular desde su origen, en 1936, hasta ese momento. En primer lugar, plantea que la lucha de clases hace del Frente Popular su instrumento. “El Frente Popular es una coalición de partidos. Toda coalición, es decir, toda alianza sobre una base amplia, necesariamente tiene el programa del más moderado de los partidos que se han unido. El frente político en Francia significaba desde el principio que los socialistas y comunistas ponían su actividad política bajo el control de los radicales. En las banderas del Partido Radical se lee: ‘patriotismo’, ‘democracia’. El ‘patriotismo’ es la defensa del imperio colonial francés, la ‘democracia’ no representa nada real, pero sirve simplemente para atar a las clases pequeñoburguesas al carro del imperialismo… Como los partidos del Frente Popular no podían ir más allá del programa de los radicales, esto, en la práctica, dio como resultado subordinar a los obreros y a los campesinos al programa imperialista del ala más corrupta de la burguesía”. Y continúa: “En 1936, socialistas, comunistas y anarcosindicalistas ayudaron al Partido Radical a frenar y atomizar al poderoso movimiento revolucionario. En el curso de estos dos años y medio que han transcurrido, el gran capital ha logrado recuperarse un poco de su pánico. El Frente Popular, que había jugado su rol de freno, se volvió molesto para la burguesía… Los radicales recibieron la orden del capital financiero de romper con sus aliados socialistas y comunistas… El gobierno radical (…) se acerca a la Alemania fascista y en ese camino, se desembaraza de todas esas ‘leyes sociales’ que fueron el subproducto del movimiento obrero en 1936”.

De izquierda a derecha saludando León Blum (PS) y Maurice Thorez (PCF)

Más adelante, denuncia el papel traidor de los dirigentes sindicales (Jouhaux), socialistas (Blum) y comunistas (Thorez) quienes, ante la indignación de las masas están obligados a hacer algo para no perder crédito, pero insuficiente para frenar el ataque: “El 25 de noviembre, los burócratas sindicales anunciaron una huelga pacífica, ‘no política’ para el 30 de noviembre, es decir, cinco días más tarde. Dicho de otro modo, en lugar de desarrollar, extender y generalizar el movimiento real que, cada vez más, tomaba una forma combativa, Jouhaux y compañía opusieron a este movimiento revolucionario la idea hueca de una protesta platónica. Los burócratas necesitaban el plazo de cinco días, en un momento en que cada día vale un mes, para paralizar y aplastar el movimiento que se desarrollaba de manera independiente y que los espantaba tanto como a la burguesía, mediante una colaboración tácita con las autoridades. Únicamente porque Jouhaux y Cía. empujaron al movimiento a un callejón sin salida, las medidas policíaco militares tomadas por Daladier tuvieron eficacia real”.

A modo de conclusión, afirma: “Para llevar adelante el combate revolucionario por el poder, hay que tener una visión clara de la clase a la que hay que arrancarle el poder. Los trabajadores no han reconocido a su enemigo porque llevaba la máscara de otro. Además, los instrumentos de combate por el poder, partido, sindicatos, consejos obreros, son necesarios. Estos instrumentos les han sido confiscados a los trabajadores; los jefes de las organizaciones obreras han construido un muro impenetrable alrededor del poder de la burguesía para enmascararla, volverla irreconocible...”.

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