En un nuevo aniversario de la Revolución de Octubre de 1917 publicamos un texto de Trotsky, en traducción directa del ruso que, hasta donde sabemos, nunca había sido publicado antes en castellano ni traducido a ninguna otra lengua. Se trata de una transcripción de una charla datada el 7 de noviembre de 1920, es decir, a tres años exactos de la insurrección, en la que participó Trotsky como orador principal junto con otros bolcheviques que también tomaron parte en los hechos, en un evento organizado por la Comisión para la Historia de la Revolución de Octubre y del Partido Comunista soviético (conocida por el acrónimo de “Istpart” en ruso). Esta comisión tenía cómo órgano la revista Proletárskaya Revoliutsiia, en cuyo número 10 apareció, dos años más tarde (1922). Nos parece muy interesante este texto porque transmite de manera muy fresca y espontánea, como una suerte de intercambio de recuerdos entre veteranos revolucionarios tras la toma del poder, pero con el acontecimiento mismo todavía muy cercano en el tiempo. También de alguna manera pinta cómo fue “la cocina” de la insurrección en boca de los principales responsables del acontecimiento. Las actas taquigráficas en las que se basa el texto culminan abruptamente en un punto en que todavía no está del todo resuelto el relato, y presumiblemente la reunión continuó con intervenciones de otros participantes.
Este texto luego fue publicado también en uno de los tomos de la edición soviética de sus obras completas por parte de la editorial estatal, las cuales se publicaron hasta 1927, cuando fueron discontinuadas debido a la expulsión del Partido Comunista de la URSS y destierro de Trotsky por parte de la burocracia estalinista. Tomamos el texto original para esta traducción exclusiva de Ideas de Izquierda desde esta edición rusa, específicamente del tomo 3, parte 2, Preparación histórica de Octubre. De Octubre a Brest, en ruso “Историческое подготовление Октября. Часть 2. От Октября до Бреста”, publicado en 1925 en Moscú y Leningrado, cuya parte 1 tiene como prólogo el célebre texto de Trotsky, “Lecciones de Octubre”. Reproducimos también, en su mayoría, las notas al pie de la edición soviética de 1925.
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7 de noviembre de 1920.
Transcripción de una reunión de participantes de la Insurrección de octubre en San Petersburgo.
Trotsky: Comenzaré mis recuerdos con una reunión de la sección de soldados [1]. (No recuerdo exactamente qué era, si el presídium de la Sección de Soldados o el Comité Ejecutivo del Soviet de San Petersburgo). En esta reunión se informó que desde el Estado Mayor del distrito se exigía el envío al frente de aproximadamente 1/3 de los regimientos de la guarnición de Petersburgo. Al parecer, se trataba de una reunión del Comité Ejecutivo; allí estaba el socialista-revolucionario de izquierda, Verba, y de nuestras figuras estaban Mejonoshin [2] y Sadovski. En cuanto se comunicó esta demanda, empezamos a especular entre nosotros que se trataba de eliminar los regimientos más revolucionarios y bolcheviques. El objetivo era utilizar esta intención de todas las maneras posibles, ya que la cuestión de la insurrección armada ya estaba resuelta en ese momento. Nosotros anunciamos que estábamos de acuerdo en cumplir con ella, si se debía a necesidades militares, pero que era necesario comprobar primero si no había una “korniloviada” [3]. Y decidimos plantear la exigencia de crear un organismo que verificara, desde el lado de los soldados, si realmente se debía a razones militares o si era un asunto del orden político. La Sección de Soldados era el órgano político de la guarnición y no estaba adaptada para esta tarea. Así fue que para realizar esta verificación organizamos una especie de contra-Estado Mayor, una institución puramente militar. Después, los mencheviques nos preguntaron si acaso con esta organización no estábamos rompiendo con el Estado Mayor de San Petersburgo: respondimos que no, que nuestro representante permanecería allí. En esta reunión se encontraba el socialista-revolucionario de izquierda Lazimir (quien posteriormente murió en el Frente Sur de Rusia), un joven camarada que trabajaba en la sección de intendencia del antiguo ejército. Fue uno de esos SR de izquierda que nos siguieron inmediatamente. En esta reunión nos apoyó, y nos aferramos a él. De esta forma, la demanda de poner en pie un Comité Militar Revolucionario surgió como si no fuera algo que proviniera de nosotros, sino de un SR de izquierda. Los viejos mencheviques, más experimentados en asuntos políticos, empezaron a decir que esto no era más que la organización de una insurrección militar.
También había un viejo menchevique, muy importante, antiguo miembro de su Comité Central [4]; se ensañó especialmente con nosotros en ese momento. Entonces, le propusimos a Lazimir que bosquejara la organización del Comité Militar Revolucionario, lo cual hizo. No sé si era consciente de que se trataba de una conspiración, o si simplemente reflejaba el estado de ánimo revolucionario sin contornos definidos del ala izquierda de los socialrevolucionarios. Es más probable que fuera esto último. En cualquier caso, asumió el cargo en un momento en el que el resto de los socialrevolucionarios de izquierda sospechaban, pero no pareció que obstaculizaran su labor. Cuando presentó su proyecto le hicimos enmiendas, disimulando de todas las maneras posibles el carácter insurgente de la institución. Al día siguiente, por la tarde, este proyecto fue presentado al Soviet de San Petersburgo y fue aprobado.
La cuestión de la creación de un Comité Militar Revolucionario fue planteada por la organización militar de los bolcheviques. En septiembre de 1917, cuando la organización militar discutía el problema del levantamiento armado, llegó a la conclusión de que había que crear un órgano “soviético” no partidario para dirigir la insurrección. Esta decisión se la comuniqué al camarada Lenin. El momento era muy favorable para nosotros. Cuando después de eso hubo una reunión del Comité Central [del Partido Bolchevique, N. del T.] (antes dije incorrectamente que el día de la insurrección ya había sido decidido en el Comité Central; el hecho de que tendría lugar una insurrección estaba claro para todos, pero la discusión sobre el tema en el Comité Central fue después de la formación del Comité Militar Revolucionario), recuerdo que en la vivienda de uno de los Rahja [5], o en el piso que el camarada Rahja [6] indicó en la reunión del Comité Central, y M. I. Kalinin [7] también estaba presente. Discutimos la cuestión en el Comité Central y, mientras tomábamos decisiones a partir de los hechos, llegamos a la conclusión de que si un asunto tan importante como la retirada de la guarnición podía hacer escalar el conflicto hacia una insurrección abierta, esta misma circunstancia nos ayudaba en grado sumo a implementar el método insurreccional necesario, ya que teníamos un plan para llevarlo a cabo de forma puramente conspirativa. La idea se impuso de forma natural, sobre todo porque la mayoría de la guarnición estaba a favor de nosotros, y era necesario darle carnadura a ese estado de ánimo. En ese momento estábamos logrando configurar el punto de partida puramente militar del gran conflicto, sobre cuya base podía desarrollarse toda la actividad. ¿Alguien puede recordar cuándo tuvo lugar la decisión del Comité Central al respecto? Debió ser a principios de octubre, ¿alrededor del 10 o antes?
Podvoiskii [8]: El día 9 o un poco más tarde, después del día 12.
Trotsky: No, porque el 2° Congreso de los Soviets estaba previsto para el día 25. Decía que, en esencia, también habíamos programado un levantamiento armado para el día 25, pero luego resultó que quedaba bastante tiempo antes de ese levantamiento.
Kozmin: El día 18, Mártov [9] solicitó que le informaran qué cosa era ese Comité Militar Revolucionario, y usted respondió con la pregunta: “¿Quién le dio a Mártov el derecho a formular esa solicitud?” [10]
Trotsky: Eso es indudablemente cierto. Pero digo que la reunión del Comité Ejecutivo en la que en principio se decidió organizarlo tuvo lugar incluso antes de la reunión decisiva del Comité Central; y si usted dice que la reunión del Comité Central fue el día 10 o el 12, podría haber sido el 7 [11]. Esto es solo una indicación relativa. Si me preguntaran cuál era la composición del Comité Militar Revolucionario, no podría decirlo por nada del mundo aunque yo desempeñé un gran papel en él. Pero antes de eso se había convertido en un bloque de tres partidos, y en esencia cada partido aportaba gente y enviaba personal auxiliar para sustituir a quienes estaban agotados, así que no podría decir quién era miembro oficial. Esto se podría constatar mirando los periódicos. ¿El camarada Ioffe [12] era miembro oficial?
Una voz: Sí.
Trotsky: ¿Y Uritsky? [13] Él trabajó mucho.
Podvoiskii: Unschlicht [14] se volcó especialmente después de la insurrección.
Trotsky: Lazimir trabajó mucho.
Kozmin: Recuerdo que después del 18 de octubre hubo sesiones del Soviet en forma continua, y también recuerdo que usted hacía constantes indicaciones sobre dónde destinar los recursos. Sobre este punto tal vez usted podría decirnos cómo se hizo.
Trotsky: En cuanto a las armas, la cosa era así: la primera fuente para la provisión de armas fue la fábrica de Sestroretsk. Cuando llegó una delegación de trabajadores y dijo que necesitábamos armas, dije: “Pero no tenemos el arsenal en nuestras manos”. Ellos respondieron: “Estuvimos en la fábrica de Sestroretsk”. – “¿Y qué hay con eso?” – “Dijeron que si el Soviet emitía la orden, ellos nos darían las armas”. Esa fue la primera experiencia. Hice un pedido de cinco mil rifles y los consiguieron ese mismo día. Eso hasta se publicó en todos los periódicos burgueses. Recuerdo muy bien que había casi un editorial en el Novoe Vremya, o uno de los artículos hablaba de ello. Y fue este hecho, por cierto, el que dio fuerza de ley a nuestros decretos sobre lo que tuviera que ver con el armamento. En lo sucesivo, el asunto transcurrió, en esencia, a toda marcha. Fue después de la insurrección cuando nosotros, el Comité Militar Revolucionario, empezamos a nombrar comisarios en todas las instituciones militares, en todas las unidades militares y en todas los comisariados donde había armas. Allí nuestros comisarios dieron al Partido una organización militar, y la disposición de las armas pasó entonces naturalmente a nuestras manos.
También recuerdo un momento insignificante pero simplemente pintoresco. Fue cuando en el propio edificio del Instituto Smolny tratamos de organizarnos militarmente. El comando de ametralladores que había realizado estas tareas bajo el mando de Kérensky resultó ser poco útil, aunque sus integrantes se habían pasado a los bolcheviques en el momento de la insurrección. El comandante del Smolny en ese momento era Grekov. Se lo consideraba un socialrevolucionario-sindicalista, y bajo los bolcheviques ha estado en prisión mucho tiempo. Fue muy hostil con nosotros en ese momento. Fue después de un mitin en la Fortaleza de Pedro y Pablo, donde me quedó claro que no solo venceríamos, sino que lo haríamos casi sin resistencia. Grekov me llevó en su coche y me dijo: “Sí, por supuesto que usted podría llevar a cabo una insurrección, pero es seguro que no se sostendría: a usted lo estrangularían”. Está claro que no quería involucrarse con nosotros. Y el jefe del comando se me acercó y me dijo: “Corren rumores de que nosotros nos pasamos al lado de ustedes”.
Cuando se revisaron las ametralladoras, resultaron estar en un estado completamente inútil. Los soldados se habían vuelto indolentes y además se mostraron totalmente inadecuados para luchar. Decidimos traer una unidad de ametralladoras, no recuerdo cuál; pero no fue hasta el amanecer del 24 al 25 que llegamos con las ametralladoras. Los mencheviques y los socialrevolucionarios, en número considerable, seguían en el Smolny. Al amanecer ninguno de nosotros había dormido todavía. Antes del amanecer estábamos en estado de vigilia, con excitación nerviosa, y de repente, –por el pasillo esas ametralladoras– “¡rrrrrrr!”. Los mencheviques parecían pálidos, ansiosos. Cada sonido daba lugar a la alarma. Y luego se escuchó un estruendo por todos los pasillos, un ruido de corridas. Entonces empezaron a salir del Smolny por completo.
El día 25 se inauguró la sesión del 2° Congreso de los Soviets. Y entonces Dan y Skóbelev entraron en el Smolny, atravesando la sala donde estábamos sentados con Vladímir Ilyich [Lenin]. Tenía atado un pañuelo, como si tuviera un dolor de muelas, con unas gafas enormes, con una gorra de mala calidad, y tenía un aspecto bastante extraño. Pero Dan, que tenía un ojo experimentado y entrenado, cuando nos vio, miró a un lado y a otro, dio un codazo a Skóbelev, le hizo un guiño y siguió de largo. Vladímir Ilyich también me codeó: – “Se dieron cuenta los muy sinvergüenzas”.
Pero no había peligro, porque en ese momento éramos dueños de la situación.
Continuamos la disputa entre el Comité Militar Revolucionario y el Estado Mayor de la región. Estábamos negociando qué tipo de relaciones se deberían establecer con los comisarios, para que no hubiera fricciones entre la sección de soldados y la guarnición. Presentaron el proyecto de que su comisario fuera el comisario del distrito. El hecho de nombrar comisarios en el regimiento no era importante, pero era una condición indispensable que ellos acataran a su comisario.
Continuamos estas conversaciones y se hicieron públicas en los periódicos. El Novoe Vremya y el Rech decían: “Aparentemente se llegará a un acuerdo”. Vladímir Ilyich, tras leer estos periódicos, se opuso con vehemencia a nosotros, y su primera pregunta nada más llegar fue: “¿Todo esto es cierto?” – “No, es para encubrir lo que estamos haciendo”, le aseguramos. En ese momento ya se había tomado el telégrafo, el banco, el Castillo de los Ingenieros [15], y el Palacio de Invierno estaba rodeado. Así, nuestra posición estaba más o menos asegurada. Entonces, a primera hora de la mañana, con las ametralladoras sonando por todas partes, de repente entraron los tipógrafos y tipógrafas y nos dijeron que Pravda había sido clausurado, y empezaron a hablarnos de todo tipo de arbitrariedades que se estaban cometiendo. Fue el 24 o el 25. Decían: “¿Qué diablos es esto? ¡Podvoisky, vaya y reabra la imprenta de Pravda!”. – “Sí, ahora vamos, necesitamos que nos manden algunas personas armadas”. Ese pensamiento – “mándennos gente armada”– también nos dio ánimo a nosotros. Teníamos tantos regimientos como quisiéramos. Entonces redactamos un decreto: “El valiente regimiento Volynskii [16] tiene el deber de garantizar la libertad de la prensa proletaria. El Gobierno ha cerrado los periódicos Pravda y Rabochii i Soldat. El Comité Ejecutivo de los Soviets anula esta orden y encarga al valeroso Regimiento Volynskii el deber de restituir nuestros derechos”.
Inmediatamente enviaron una compañía. Nadie intentó contraatacar. Y el mero hecho de que el gobierno clausurara la prensa y nuestra compañía montara guardia en la imprenta proletaria dio tal coraje a toda la región que enseguida se vio que el asunto ya estaba terminado. Y hubo muchos episodios de este tipo.
Podvoiskii: La sesión decisiva en la que Zinóviev y Kámenev se opusieron a la insurrección fue el día 13 [17].
Trotsky: Esa reunión tuvo lugar en el departamento del menchevique Sujánov. Fue el 14 o el 15 [18]. Pero si fue en esa fecha, entonces, camaradas, hay poco tiempo entre el Congreso de los Soviets y la sesión donde Mártov hizo su solicitud. No, fue antes. La primera vez que los socialrevolucionarios llegaron desde el Estado Mayor del distrito y dijeron que había una orden de retirada de tres regimientos, esto fue en el Comité Ejecutivo. ¿O tal vez fue en el Comité Ejecutivo del Consejo de la Sección de Soldados?
Sadovskii: Me parece que fue en el presídium. Hubo una sesión presidida por Zavadié [19].
Trotsky: Yo no estaba en la sesión de los delegados, estaba en una reunión preliminar con el camarada Lenin, mientras Zinóviev y Kalinin sí estuvieron. Cuando se le preguntó a Kalinin si los trabajadores iban hacia una insurrección, respondió afirmativamente, diciendo que no se podía dejar pasar el momento. En ese momento la conversación con Vladímir Ilyich era más bien sobre cuándo podría iniciarse la insurrección. Se fijó cierta fecha para el inicio de la insurrección por medio de una conspiración militar, y se decidió aprovechar los acontecimientos así como la retirada de la guarnición. Los acontecimientos no estaban claros para Vladímir Ilyich, que se encontraba en Finlandia, por lo que la única reunión se celebró después de la sesión del Comité Central en lo de Sujánov. Aquí estaban Lenin, Zinóviev, Kámenev, Lómov [20], Yakóvleva [21] y Svérdlov [22]. De los moscovitas, Oppókov [23]. Nogin [24] no parece haber estado presente. Rykov [25] también estuvo ausente. Stalin estuvo presente, y Shaumián [26] me parece que también. No hubo actas, salvo el recuento de los votos. El debate fue de principios, y más de lo que cabía esperar, los camaradas que intervinieron se opusieron a una insurrección armada, llegando a negar el poder de los soviets en sus argumentos. Las objeciones se reducían al hecho de que un levantamiento podría dar la victoria… y entonces qué haríamos, y que no podríamos aguantar por razones socioeconómicas, etc. De esta manera, el tema fue tratado con gran profundidad. Hubo comparaciones con las Jornadas de Julio, se dijo que las masas podrían no salir y que nosotros, por lo tanto, retrocederíamos. Entonces se argumentó que no podríamos garantizar los suministros de comida, que moriríamos en las dos primeras semanas, que San Petersburgo seguiría siendo nuestra isla, que el Sindicato de Ferroviarios, que los técnicos, los especialistas, la intelectualidad nos estrangularían. El debate fue muy apasionado, pero ahora en retrospectiva es difícil recordar todos los argumentos. Lo más llamativo, camaradas, es que cuando empezaron a negar la posibilidad de una insurrección en ese momento, los opositores en su argumentación llegaron a negar el poder soviético. Les preguntamos: “¿Cuál es su posición?” - Agitación, propaganda, movilización de las masas, etc. “Bueno, ¿y entonces cómo seguimos?”
No recuerdo la proporción de votos, pero sé que entre 5 y 6 votos fueron en contra. Hubo muchos más votos a favor, probablemente 9 votos. Sin embargo, no estoy seguro de las cifras. La reunión duró toda la noche y culminó al amanecer. Yo y algunos camaradas pasamos allí toda la noche.
Hubo dos matices en la actitud hacia la insurrección. Por un lado, los petersburgueses (los que trabajaban en el Soviet de San Petersburgo) vincularon el destino de esta insurrección al curso del conflicto sobre la retirada de la guarnición. Vladímir Ilyich no temía a la insurrección e incluso insistía con ella, pero vinculaba el destino de esta sublevación no solo con el curso del conflicto en Petersburgo. Y no se trataba de un matiz, sino que era solo un enfoque diferente del caso. Nuestro punto de vista era petersburgués, que aquí estaba San Petersburgo dirigiendo el camino, mientras que Lenin procedía desde el punto de vista de un levantamiento no solo en Petersburgo sino en todo el país, y no asignaba tanto lugar e importancia al levantamiento excluyente de la guarnición de la capital.
El día de la insurrección se fijó para el 15 de octubre.
Podvoiskii: Según mis cálculos, la sesión fue antes, porque luego habría un retraso.
Trotsky: La reunión de los responsables fue seguramente posterior a la reunión del Comité Central, cuando la cuestión ya había sido decidida y, por lo tanto, a Zinóviev y Kalinin se les concedió el derecho a hablar en defensa de sus puntos de vista. Y la decisión del Comité Central ya estaba tomada. De esto deduzco que la reunión del Comité Central fue a principios de octubre, el día 3, porque recuerdo que se decidió llevar a cabo un levantamiento a más tardar el 15 de octubre. El matiz se expresó en la fijación del plazo. Insistí en que se instruyera al Comité Militar Revolucionario para que preparara el momento de la insurrección para el Congreso de los Soviets. No hubo gran controversia sobre este punto, pero se determinó que el levantamiento sería a finales de octubre o a principios de noviembre.
Kozmin: ¿Esta decisión se tomó después de que los bolcheviques abandonaran el Pre-Parlamento o antes?
Trotsky: Fue después. ¿Y cuándo fue la retirada del Pre-Parlamento?
Podvoiskii: En septiembre.
Trotsky: Dije que había sido después de la salida. Pero no, no puedo establecer el momento con precisión. En cualquier caso, esta decisión fue posterior a la sesión de la fracción, en la que se decidió la cuestión de entrar o no en el Pre-Parlamento, y en la que yo sostuve el punto de vista de boicotearlo, de no entrar, mientras Rykov sostuvo el de entrar. Solo después de esto recibimos una carta de Lenin desde Finlandia donde apoyaba el punto de vista del boicot de la fracción. Y después de esto, la sesión del Comité Central tuvo el carácter de un intento de poner los últimos puntos sobre las íes, de aportar una certeza total a la situación. Había una gran incertidumbre en el comportamiento de las células del Partido, en los regimientos, en el comportamiento de los comisarios.
Kozmin: Otro punto interesante es la continuación de la revolución en las instituciones, la formación del Comisariado del Pueblo de Asuntos Exteriores, que dirigía Lev Davídovich [Trotsky], y la creación del aparato.
Trotsky: En cuanto al Comisariado del Pueblo de Asuntos Exteriores, me gustaría recordar al camarada Markin. Él organizó, en cierta medida, el Comisariado; fue marinero de la Flota del Báltico y fue miembro del Comité Ejecutivo Central de los Soviets en el 2° Congreso. Llegó a conocer a mis hijos. Nadie tomaba nota de él, pero sin duda gozaba de la confianza de los marinos. A través de mis hijos llegué a conocerlo. Esto fue unas dos o tres semanas antes de la revolución. Ofreció sus servicios para todo tipo de encargos de responsabilidad, y por primera vez lo pusimos en la redacción del periódico Rabochii i Soldat, donde mostró la mayor energía. Y luego me acompañó en el Comisariado del Pueblo, que nunca frecuenté durante mucho tiempo, ya que estaba en el Smolny. El tema era un asunto militar - un ataque contra nosotros a manos de Krásnov. Había reuniones de representantes de las fábricas, de los ferrocarriles, etc., y Markin se encargaba de organizar el Comisariado. Al principio, no conocíamos dónde estaban ni las entradas ni las salidas, no sabíamos dónde se guardaban los documentos secretos; y el Soviet de San Petersburgo estaba bastante impaciente por conseguir esos documentos secretos. A mí no me sobraba tiempo para ir a ver.
Cuando fui una vez, y no fue el primer día, sino cinco o siete días después de que nos hiciéramos cargo, me dijeron que no había nadie. Un tal Príncipe Tatishchev dijo que no eran sirvientes, que no habían venido a trabajar. Exigí que se reuniera a los que aparecieran, y luego resultó que se había presentado un número enorme. En 2 o 3 palabras les expliqué de qué se trataba, que el asunto era más o menos irremediable y que los que quisieran servir fielmente se quedaran. Pero me fui sin suerte. Después de esto, Markin arrestó a Tatishchev y al barón Taube y los llevó al Smolny, los metió en una habitación y les dijo: “Voy a conseguir las llaves en un rato”. Cuando le preguntaron por las llaves, Taube le envió a Tatishchev, y cuando Markin me convocó dos días después, este Tatishchev nos llevó por todas las habitaciones y nos mostró claramente dónde estaba cada llave y cómo girarla. En ese momento se temía que algunos documentos estuvieran ocultos. Sin embargo, esto no fue así. Cuando le preguntamos dónde estaban los documentos secretos, dijo que la idea que teníamos de ellos adolecía de cierto fetichismo, como si tuvieran que estar escritos en pergaminos, etc. Estos documentos secretos han perdido su importancia, estos acuerdos de saqueo fueron redactados simplemente mediante una transmisión telegráfica encriptada, y las copias de los mismos yacen de forma bastante prosaica, escondidas en armarios.
Markin se puso a publicarlos. A menudo, junto a él se encontraba un joven de unos 25 años a quien le faltaba un brazo, su apellido, creo, era Polivanov, quien ejercía de docente particular. Markin me lo recomendó y le sirvió de ayuda. No sé en qué departamento estaba, pero tenía información sobre el tema. Parece que incluso conocía las lenguas asiáticas. Si era filólogo o no, no puedo decirlo con exactitud. No trabajaba en asuntos secretos. No sé quién se lo recomendó a Markin. También estaba, del partido, Zalkind. Markin más o menos lo adoptó como a un hijo. Pero luego resultó que Polivanov era miembro de la Unión del Pueblo Ruso. Si había perdido un brazo, al menos no había sido en las barricadas. Entonces le descubrió una gran adicción al alcohol, e incluso se enteró de que recibía dádivas. La embajada persa le envió una cesta con algún tipo de dádiva. En ese momento fue eliminado. Al principio era bastante activo. El propio Markin recogía paquetes que venían de otros países. Resultaron contener seda, zapatos de mujer, etc. En aquella época no se llevaban a cabo negociaciones diplomáticas, y todo el trabajo consistía en la publicación de documentos y la venta del contenido de estas valijas. Nuestras actividades diplomáticas tuvieron lugar en el Smolny sin ningún aparato del Comisariado. Solo cuando el camarada Chicherin llegó y fue designado para el Comisariado se empezó a trabajar en el propio edificio, contratando nuevo personal, pero a muy pequeña escala.
Kozmin: Recuerdo que usted decía que era el comisariado más controvertido, que ningún poder lo reconocía, que no había nadie con quien hablar.
Trotsky: Markin había trabajado en la Comisión de Investigación del Soviet de San Petersburgo antes del Comisariado del Pueblo, y de ahí pasó al Comisariado de Asuntos Exteriores. La Comisión de Investigación había comenzado a emplear ciertos métodos que no gustaban a los mencheviques y a los socialrevolucionarios de la época, y Markin se distinguía también en este sentido por aplicar estos métodos, en lo que se refiere a la captura de contrarrevolucionarios, con mucha asiduidad.
Markin era, creo, obrero o campesino. Un hombre muy inteligente, con una gran voluntad, pero que escribía con errores. Todo tipo de documentos escritos por él fueron redactados de forma bastante incorrecta. Luego estuvo al mando de nuestra flotilla militar en el Volga y allí murió.
Debo decir que durante el primer período el papel de los oficiales fue sorprendente. Cuando Lenin y yo celebrábamos reuniones de oficiales de la guarnición de San Petersburgo, donde se estaba reclutando el personal de mando contra Kérensky, había muy pocos comandantes nuevos; todos venían del ejército zarista, pero aun así la mayoría de estos viejos oficiales estaban a favor nuestro. Evidentemente, en la mayoría de los casos existía ese deseo de ayudarnos a derrocar a Kérensky. Nadie asumía la responsabilidad, y M. Muravyov, que tomó la iniciativa, organizó más tarde destacamentos de partisanos cerca de Tsaritsyn. Y en las colinas de Púlkovo estuvo al mando el coronel Walden. Rodeó a Krásnov con grandes destacamentos, y este choque decidió el destino de la ofensiva de Kérensky. Este Walden era un típico coronel, y todavía no entiendo lo que dijo cuando se pasó a nuestro bando. No era un coronel joven, había sido herido muchas veces. No podía simpatizar con nosotros, porque no entendía nada. Pero aparentemente su odio a Kérensky era tan fuerte que le hizo sentir una simpatía temporal por nosotros.
Traducción e introducción: Guillermo Iturbide
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