A 68 años del golpe de Estado en Irán, orquestado por la CIA, hacemos un recorrido histórico por uno de los eventos decisivos en la relación entre ambos países para sacar algunas conclusiones para derrotar al imperialismo y al régimen reaccionario de los ayatolás.
Santiago Montag @salvadorsoler10
Jueves 19 de agosto de 2021 14:00
El fin de la de la Segunda Guerra Mundial, estableció un nuevo orden mundial bajo la hegemonía norteamericana. El orden colonial construido por el Imperio Británico y Francés comenzó a resquebrajarse, cuya debilidad abrió la brecha al surgimiento de movimientos de liberación nacional en América Latina, Asia y África. Estos conflictos además estuvieron enmarcados en una situación global jamás vista de tensiones entre dos super potencias, la Unión Soviética y el imperialismo norteamericano: la Guerra Fría.
El Medio Oriente –como lo llama la cultura occidental- estuvo atravesado por luchas anticoloniales de masas. En Egipto voltearon al rey Faruk en 1952, en Irak y Siria surgió el partido Baat como principal oposición al pacto de Sykes-Picot donde Inglaterra y Francia delinearon las fronteras del antiguo Imperio Otomano en una servilleta. Particularmente en Irán, nace el Frente Nacional por el impulso de las masas para nacionalizar el petróleo, cuyo líder Mossadegh polarizó con el poder del Sha con un discurso nacionalista contra el imperialismo.
El Sha y la Guerra
El régimen del Sha Reza Khan, que asumió por un golpe de Estado con apoyo británico para frenar la influencia bolchevique, comenzó a rebajar algunos beneficios de explotación de la Anglo Persian Oil Company que dominaba la explotación petrolera en el Golfo Pérsico, al tiempo que le abría la puerta a los capitales alemanes. Para 1939 el Tercer Reich estaría superando a Inglaterra como principal socio comercial de Irán. Irán tomaba una dimensión estratégica en la guerra. Los aliados necesitaban de Irán para hacerse del petróleo y el inmenso ferrocarril trans-iraní que unía el Golfo Pérsico con el Mar Caspio para abastecer de armamento a la URSS. Por esta razón, en 1941, 15 divisiones de la Armada Británica y del Ejército Rojo cruzaron las fronteras iraníes, motivados por la admiración del Sha hacia Hitler.
La Conferencia de Teherán de 1943, reunió a Josif Stalin, Winston Churchill y Franklyn Roosevelt –la “precuela” de los pactos de Yalta y Potsdam- para discutir el reparto del mundo luego de la inminente derrota alemana en la guerra. El lugar no fue casualidad ya que había que definir quién dominaría un recurso vital como el petróleo. Allí Roosevelt le pregunta a Churchill sobre la situación del Sha. Él le cuenta que la Abwher –el servicio secreto militar alemán- estaba influenciando demasiado al Sha para romper la neutralidad e incorporarse al Eje junto a Hitler. Los británicos no permitirían que el petróleo caiga en manos de los nazis, y la URSS tendría un problema estratégico con otro enemigo acechando en sus fronteras. El líder británico concluyó aquella conversación con una frase que ilustraría la relación con el país persa mientras se encogía de hombros: "we brought him, we took him” (nosotros lo pusimos, nosotros lo sacamos).
La Posguerra y la guerra fria
Como la corona británica necesitaba un títere que reemplace al Sha, dejaron que asuma su dócil e influenciable hijo, Mohammad Reza Palhavi. El joven Sha sellaría un alianza con los británicos, mientras mantenía un débil equilibrio con URSS (que exigía concesiones petroleras) y los movimientos internos de socialistas, liberales y conservadores. Entre ellos estaban el Tudeh, fundado durante la ocupación en 1941 por los antiguos militantes del Partido Comunista de Persia (el más grande de Medio Oriente) de tendencia estalinista, que había conquistado influencia de masas y dirigía grandes sindicatos; el Frente Nacional con Mohammad Mossadegh a la cabeza fundado en 1949; y el sector conservador que va a sintetizar la famosa alianza entre el Bazar y la Mezquita, o sea entre el sector de la burguesía financiera y los clérigos chiitas. El nuevo régimen implicaba una monarquía parlamentaria, los partidos políticos y la prensa pasaban a ser legales, lo que impulsó a un proceso de enorme politización entre la población.
La guerra había devastado la economía iraní, que vivió la ocupación hasta 1946. La precarización de la vida impulsó grandes huelgas obreras -dirigidas por el Tudeh-. En la provincia de Khuzistan, se encontraban las principales industrias y el estratégico pozo petrolero Abadán, el más grande del mundo hasta el momentos, a manos de la Anglo-Iranian Oil Company (AIOC). Aquella gesta obrera exigía mejores condiciones de vida, pero centralmente que las leyes laborales estén bajo jurisdicción iraní y no británicas. Para liquidar esta huelga que duró largos meses, la corona contrató miles de rompehuelgas y ubicó dos buques destructores apuntando hacia los petroleros que ocupaban el pozo. El conflicto culminó con sometimiento de la AIOC a leyes iraníes. A pesar de los cientos de muertos y heridos, los trabajadores habían dejado instalada la idea de la necesidad de la nacionalización del petróleo como vía para la liberación nacional, desatando un extendido movimiento.
Luego de aquellas huelgas, el Sha prohibió al Tudeh y los sindicatos, pero además extendió la concesión a los británicos por la explotación del petróleo a cambio de regalías mínimas para el país permitiendo que la corona británica vaciara los pozos iraníes. La oposición masiva a esta medida dio lugar a la fundación del partido nacionalista burgués Frente Nacional, cuya figura máxima era Mossadegh. Lo componían sectores profesionales formados en Europa, y distintos partidos, algunos seculares como el Partido de los Trabajadores de Irán, e islamistas como el Mujahideen Islam.
Mossadegh fue ganando muchísimo prestigio dentro de la sociedad iraní por enfrentarse a los ingleses consiguiendo mejores acuerdos de reparto de la renta. El FN conquistaba mayoría de las bancas en el parlamento y un enorme apoyo de masas. Como parte de la política del estalinismo en la posguerra, el Tudeh apoyó las políticas del FN sellando la alianza del movimiento obrero con la burguesía nacional y sectores clericales. El Tudeh fue presionando con movilizaciones al Sha para que nombre a Mossadegh primer ministro en 1951 luego de que presentara al Majlis el proyecto de Ley para nacionalizar el petróleo. A los pocos días, Irán pasó a dominar el 100% de la industria petrolera.
El imperialismo británico no podía permitir que la mayor reserva del mundo sea nacionalizada y posiblemente caiga bajo la órbita de los soviéticos. Para presionar, retiraron a todo su personal de ingeniería y enviaron buques de guerra para hostigar barcos petroleros con bandera iraní, mientras llamaban a un boicot internacional.
EEUU al principio se mantuvo neutral. Truman dejó correr a los movimientos nacionalistas con la perspectiva de que favorezcan el comercio mundial dinamitando las relaciones coloniales de Inglaterra. Sin embargo, la administración de Dwight Eisenhower en enero de 1953 optó por una política internacional agresiva hacia la URSS, planteando la hipótesis de que Irán podría caer bajo la Cortina de Hierro (a pesar de que el Tudeh se autodefinía como “frente democrático patriótico” y había abandonado toda perspectiva socialista). De esta manera comienza la colaboración “hollywoodezca” entre el MI6 (servicio secreto británico) y la CIA para orquestar el golpe de estado en 1953.
La Operación TPAJAX
El plan para derrocar a Mossadegh supera la ficción. Se dividía en tres fases superpuestas: una campaña permanente de propaganda ideológica a través de periodistas mercenarios; una red extendida de oficiales militares para liderar el golpe; y la compra de parlamentarios para asegurar un cuerpo legislativo opositor a Mossadegh, además de captar a clérigos islamistas y convencer al Sha de que asuma el poder absoluto.
La popularidad de Mossadegh lo enfrentó al poder del Sha Palhavi que era visto hasta por los sectores clericales como un agente extranjero. Mossadegh, manteniéndose fiel a su clase, supo utilizar este apoyo popular junto al Tudeh que aportaba la fuerza de los sindicatos estratégicos como base de maniobra para socavar el poder del Sha, y aumentar sus cuotas de poder como ministro. Esto lo enfrentó a los islamistas dentro del Frente Nacional que tenían el objetivo de islamizar la nación. Aquella interna política abrió la brecha para que los servicios de inteligencia imperialistas ganaran influencia en un famoso ayatolá, Ghasem Kashani.
Este acercamiento fue decisivo para enfrentar a un sector de la población empobrecida que recibía el impacto del estancamiento económico contra Mossadegh. De esta manera, los sectores religiosos comenzaron a colaborar con el imperialismo y el Sha.
Mossadegh sufre un intento de golpe donde el Sha lo destituye del cargo, pero es alertado por las redes de inteligencia del Tudeh, y logra sobrevivir. El fracaso obliga al Sha a huir de Irán a Roma, lo que brinda un impulso a las masas que aspiran quitarse de encima a la monarquía y a frenar el golpe, por lo que toman varios edificios del gobierno inundando las calles.
Mossadegh intenta sostenerse en el poder buscando apoyo de Eisenhower -que lo acusaba de ser comunista- en La Haya denunciando la conspiración en la corte internacional. Sin embargo, sus opciones son sostenerse con el poder de las masas que avanzaban rápidamente a enfrentar al imperialismo, y una conspiración internacional que intentaba derrocarlo. Temiendo que las masas sobrepasen su propio poder y para dar un gesto de orden a EEUU, decide reprimir ferozmente con el ejército a las masas.
Mossadegh mismo, abrió la puerta a que Kermitt Roosevelt -nieto de Franklyn Roosevelt-, al mando de la Operación TPAJAX, comenzara un bombardeo de decretos falsos del Sha (exiliado) para influir en la opinión pública contra el primer ministro. El 18 de agosto hay una manifestación organizada por la oposición (entre ellos clérigos colaboradores de la CIA) contra Mossadegh y destruyendo locales del Tudeh. Pero el Tudeh ordena a sus militantes quedarse en sus casas sin intervenir.
El 19 de agosto, el general del ejército iraní Zahedi, agente de la CIA, rodeó la casa de Mossadegh con 35 tanques Sherman. Luego de un enfrentamiento de nueve horas, Mossadegh es capturado y condenado de por vida a prisión. El Sha asumió a los pocos días con una represión sin igual hacia el Frente Nacional, pero mayor aún contra los líderes del Tudeh: 5000 personas fueron encarceladas y ejecutadas, otros se exiliaron. El botín para Gran Bretaña y EEUU fue una renegociación de las concesiones a sus compañías petroleras: 40% y 60% respectivamente.
El Sha Reza Palhavi sería el gobernante absoluto del país hasta ser derrocado en 1979 por la Revolución Iraní que instauró la actual República Islámica.
Recién en el año 2000, EEUU reveló informes de inteligencia donde muestran la actividades conjuntas con el MI6 en Irán. En 2009 Barack Obama, casi 60 años después, admitió la participación estadounidense en el golpe como un gesto de conciliación para comenzar a discutir el Acuerdo Nuclear que limite las aspiraciones iraníes.
Es necesario extraer conclusiones de los procesos que se dieron en Medio Oriente para poder abordar los acontecimientos actuales de la lucha de clases que están cuestionando a los distintos regímenes reaccionarios desde la "Primavera Árabe". El régimen de los ayatolás que gobierna en Irán desde 1979, si bien se ubica contra la política de EEUU, de ninguna manera es anti-imperialista. Sólo la auto-organización de las masas que derroten a ese régimen reaccionario puede generar las bases para expulsar al imperialismo del Medio Oriente. En una próxima entrega analizaremos la Revolución de 1979.
Seguí leyendo Irán 1979: la revolución obrera que fue islámica
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Fuentes:
Santiago Montag
Escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.