A 147 años del nacimiento de este celebre escritor norteamericano. A principios del siglo XX se encontraba dentro de las más famosas figuras de la literatura mundial y se reivindicaba hijo de la clase obrera y militante revolucionario. Recordamos algunas anécdotas que tuvieron Lenin, Trotsky y el "Che" Guevara con sus escritos.
Jueves 12 de enero de 2023 19:32
Lenin: amor a la vida
En su libro "Recuerdo de Lenin", Nadia Krúpskaya, su compañera de vida, dirigente del Partido Bolchevique, de enormes aportes a la educación en el estado obrero soviético, cuenta que en los últimos días de vida de Lenin, sin poder hacerlo él, pedía que le leyera literatura. Una de esas lecturas fue un cuento de Jack London, titulado “Amor a la vida” (Love of Life, 1905). Una trama que habla sobre la voluntad de un hombre en la soledad y el abandono, que sobrevive a diferentes situaciones como el hambre y la desolación, y que al final del camino, donde divisa un horizonte que se le aparece como la salvación a sus pesares, libra una batalla final, la batalla final entre un hombre agonizante y un lobo enfermo que ha seguido sus rastros de sangre para comerlo ni bien muera. Posiblemente Lenin, quien sentía especial interés por los libros de literatura que reflejaban ideas sociales, se identificase con ese personaje, que aún a merced de la muerte seguía sosteniendo esa mecha de vida para seguir batallando, para enfrentarse a ese lobo que era personificado por una burocracia que se alzaba como usurpadora de la revolución.
"Sabía que no podía arrastrarse ya ni media milla, y, sin embargo, quería vivir. Sería una locura morir después de todo lo que había soportado. El destino le exigía demasiado. Y aun muriendo se resistía a morir. Quizá fuera una completa locura, pero al borde mismo de la muerte se atrevía a desafiarla y se negaba a perecer".
Trotsky: el talón de hierro
En 1929, León Trotsky y su compañera, Natalia Sedova, fueron desterrados de la Unión Soviética por decisión de la dictadura burocrática dirigida por José Stalin. Los dos habían sido actores fundamentales en las revoluciones de Rusia de 1905 y 1917, así como en la defensa del Estado Obrero de la Unión Soviética. Trotsky se había encargado de la organización y conducción del Ejército Rojo, que tuvo el honor de vencer a los 14 ejércitos imperialista que acechaban la revolución. Luego de peregrinar de forma precaria por Turquía, Francia y Noruega: perseguidos, vigilados, presos por momentos, sorteando atentados contra su vida, llegaron a México en 1937.
Instalados en Coyoacán, Trotsky recibió un archivo con las obras escritas de Jack London. En una carta que acompañaba las mismas Joan London, hija del reconocido escritor norteamericano, pedía que las leyera y diera su opinión. Si bien Trotsky no pudo leer todo el material, si se detuvo en una de su más lograda novela, "El talón de hierro".
En carta fechada el 16 de octubre de 1937, dice:
"Con un retraso de treinta años, he leído por primera vez El talón de hierro. Este libro me ha producido -sin exagerar- una viva impresión. El movimiento obrero mundial se ha desarrollado, a fines del siglo pasado y comienzos del presente, bajo el signo del reformismo. De una vez para siempre parecía establecida la perspectiva de un progreso pacífico y continuo del desarrollo de la democracia y las reformas sociales. Desde luego, la revolución rusa fustigó al ala radical de la socialdemocracia alemana y dio por algún tiempo un vigor dinámico al anarcosindicalismo en Francia. El talón de hierro lleva, por otra parte, la marca indudable del año 1905. La victoria de la contrarrevolución se afirmaba ya en Rusia en el momento en que apareció este libro admirable. En la arena mundial, la derrota del proletariado ruso dio al reformismo no sólo la posibilidad de recuperar posiciones perdidas un instante, sino incluso los medios de someter completamente al movimiento obrero organizado."
En 1905, London había recibido con entusiasmo las noticias que llegaban de Rusia sobre la revolución dirigida por los socialistas. Fue parte de la campaña impulsada por los socialistas en EE.UU. que convocan a asambleas populares para expresar su simpatía por sus camaradas en combate, y hacer una colecta de dinero para los revolucionarios rusos.
Trotsky, continua: "...hay que destacar muy particularmente el papel que Jack London atribuye en la evolución próxima de la humanidad a la burocracia, vía la aristocracia obrera. Gracias a su apoyo la plutocracia americana logrará aplastar el levantamiento de los obreros y mantener su dictadura de hierro en los tres siglos venideros. No vamos a discutir con el poeta sobre un plazo que no puede dejar de parecernos extraordinariamente largo. Aquí lo importante no es el pesimismo de Jack London, sino su tendencia apasionada a espabilar a quienes se dejan adormecer por la rutina, a obligarlos a abrir los ojos, a ver lo que es y lo que está en proceso". Las tendencias reformistas dentro de la Segunda Internacional, que planteaba un desarrollo Pacífico al socialismo, se apoyaron para sostener esto en la llamada aristocracia obrera y la burocracia sindical que comenzaba a desarrollarse. Algo que London describe muy bien en la novela. Ernesto Everhard, el personaje principal, discute con los dirigentes sindicales, que luego de la Primer Gran Huelga General reniegan de ese método y planteaban que habían pagado esa experiencia con sudor y sangre. O’Connor, dirigente sindical de los trabajadores mecánicos, lo describe así, "merecemos todo lo que nos suceda. La caridad bien entendida empieza por casa. Soy el presidente de la Asociación de Mecánicos y mi misión es considerar los intereses de los hombres que represento, eso es
todo", desconociéndose como parte del conjunto del movimiento obrero y sus métodos históricos de lucha.
Trotsky reinvidicaba el atrevimiento y la independencia de previsiones en el terreno de la historia, y afirma que, "en 1907 no había un marxista revolucionario, sin exceptuar a Lenin y a Rosa Luxemburgo, que se representara con tal plenitud la perspectiva funesta de la unión entre el capital financiero y la aristocracia obrera". Esto basta para definir el valor específico de la novela. Recordemos que esta novela se publica en 1908, en pleno auge del reformismo en la socialdemocracia alemana, que dirigía La Segunda Internacional de Trabajadores. Tal vez, como sostuvo Ernesto Everhard, Trotsky leyó en voz alta:
“Hemos perdido esta vez, pero no será así la próxima vez. Hemos aprendido mucho de la derrota. Mañana, la causa volverá a levantarse, más fuerte, más preparada y más disciplinada”.
El "Che" Guevara: encender una hoguera
En su libro Él último lector (2005), Ricardo Piglia, rescata una imagen de el "Che" y la literatura. Una imagen que será una constante en la vida del revolucionario y que se remonta a su infancia. incluso, en los últimos días de vida, en Bolivia, el "Che" Guevara tiene atado a la cintura un portafolio de cuero, en su costado derecho, donde guarda su diario de campaña y sus libros. También poseía una pequeña biblioteca en una gruta. Hay fotos donde se lo ve leyendo en plena campaña.
Es una imagen del primer intento de desembarco en Cuba. Un primer intento frustrado que pone al "Che" frente a la muerte. En ese momento en que presiente que luego de ser herido va a morir, recuerda un cuento de Jack London, "Encender una hoguera" (1908), que así como en "Amor a la vida", en él aparece el mundo de la aventura, el mundo de la exigencia extrema, los detalles mínimos que producen la tragedia, la soledad de la muerte. "Inmediatamente me puse a pensar en la mejor manera de morir en ese minuto en el que parecía todo perdido. Recordé un viejo cuento de Jack London, donde el protagonista apoyado en el tronco de un árbol se dispone a acabar con dignidad su vida, al saberse condenado a muerte, por congelación, en las zonas heladas de Alaska. Es la única imagen que recuerdo", escribe el "Che" en sus "Pasajes de la guerra revolucionaria".
"Guevara encuentra en el personaje de London el modelo de cómo se debe morir. Se trata de un momento de gran condensación. No estamos lejos de don Quijote, que busca en las ficciones que ha leído el modelo de la vida que quiere vivir", dice Ricardo Piglia, y agrega que, en esta imagen, "la vida se completa con un sentido que se toma de lo que se ha leído en una ficción". La literatura como herramienta moral en una situación adversa. Una herramienta de donde rescata el valor para enfrentar el final trágico del héroe que asumió insubordinarse contra una sociedad de explotación y opresión. Tal vez, en ese momento donde la salida hubiese sido rendirse, el revolucionario, recordó:
"Pensó primero que había perdido el tiempo al correr como corre la gallina con la cabeza cortada. Cuando hubo recobrado el aliento y el control, se sentó y recreó en su mente la concepción de afrontar la muerte con dignidad."
Que la lectura sirva para elevar la imaginación y abra tantas grietas hasta tirar abajo la pared gris de la rutina y que ello nos permita no sólo pensar, si no, construir una sociedad sin explotadores ni explotados, sin dinero y sin Estado.