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OPINIÓN. José de San Martín y el rechazo a la “deuda externa”

A 170 años del fallecimiento del Gral. José de San Martín, les acercamos un hecho histórico poco divulgado por los relatos oficiales: su posicionamiento manifiesto por el desconocimiento soberano de la deuda externa odiosa.

Lunes 17 de agosto de 2020 00:00

A 170 años del fallecimiento del Gral. José de San Martín, nos proponemos acercarles un hecho histórico poco divulgado en las instituciones educativas y por los relatos oficiales. Los hechos después del Cruce de los Andes y su posicionamiento manifiesto por el desconocimiento soberano de la deuda externa odiosa. Una lección importante para la realidad nacional actual.

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Tanto los relatos de la historia liberal como los relatos revisionistas, aunque valoren de modo diferente acontecimientos y personalidades de la historia argentina, fueron concebidas como biografías de los “grandes” hombres, mistificaciones del “álbum de la Patria” a través de las narrativas edificantes de los diversos sectores de las clases dominantes argentinas. San Martín no será la excepción, y tanto para unos como para otros lo condecorarán como el “Padre de la Patria”. Pero como los recortes historiográficos nunca son inocentes, cabe preguntarse, ¿Por qué se conoce tan poco sobre su posicionamiento por escrito sobre la deuda externa cuando fue Protector del Perú?

Recordemos que un 25 de febrero de 1778 nacía José Francisco de San Martín en Yapeyú, actual provincia de Corrientes, siendo el menor de cinco hermanos. Tanto su madre, Gregoria Matorras del Ser, quien era sobrina del gobernador de Tucumán, como su padre, el teniente gobernador de Yapeyú, Juan de San Martín, fueron españoles que se conocieron en el Virreinato del Río de la Plata. A la edad de 6 años, él y su familia se mudaron nuevamente a España, donde fue educado y a favor de quienes luchó, desde 1808, contra las tropas del emperador francés Napoleón Bonaparte, quienes habían invadido la Península Ibérica y hecho prisionero al rey Fernando VII. Participó en 17 combates a favor de España, donde incluso en la Batalla de La Albuera (1811), integró las tropas anglo-ibéricas que estuvieron a las órdenes del general inglés William C. Beresford, el mismo que dos años antes, comandó la Primera Invasión Inglesa a Buenos Aires (1806). [1]

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Un año después de producida la Revolución de Mayo en 1810, San Martín renunció a su carrera militar en España, viajó a Londres donde se reunió con otros militares como Francisco de Miranda y Andrés Bello, todos con intenciones de embarcarse nuevamente a América. Ya en el Río de la Plata es aceptada su propuesta de crear un cuerpo de caballería, denominado Regimiento de Granaderos a Caballo, y funda secretamente la Logia Lautaro junto a Bernardo de Monteagudo y otros denominados independentistas. Hasta aquí, en gran parte lo que podrá encontrarse fácilmente en libros de historia y actos escolares.

Después del Cruce de los Andes, pasaron cosas...

Frente al prejuicio y la visión simplista que busca instalar una supuesta incapacidad de las corrientes políticas trotskistas para analizar y debatir la historia nacional y latinoamericana, mencionaremos los grandes aportes y la rigurosidad histórica de la obra compilada “Historia del Pueblo Argentino” de Milciades Peña y los 6 tomos que comprende “Nuestra Patria Vasalla: Historia del coloniaje argentino” de Liborio Justo.

Milcíades Peña partirá de señalar que: “el movimiento que independizó a las colonias latinoamericanas no traía consigo un nuevo régimen de producción ni modificó la estructura de clases de la sociedad colonial. Las clases dominantes continuaron siendo los terratenientes y comerciantes hispano-criollos, al igual que en la colonia”. [2] Al tiempo, que junto a Liborio Justo, coinciden en el “carácter determinante de las influencias exteriores, sobre todo de los intereses británicos, aunque se separan en tanto Peña sostiene la existencia de una burguesía comercial porteña ligada al comercio inglés, mientras Justo la niega, sosteniendo una explotación directa por parte de los comerciantes británicos instalados en Bs. As. del interior del país”. [3] Integrando los debates abiertos sobre el rol desempeñado por los intereses británicos en la región, es que abordamos el análisis de la época aquí analizada.

En el marco de un territorio en disputa, el apogeo de Inglaterra y una potencia colonial en declive, José de San Martín asume la tarea, con las lecciones bélicas del propio ejército napoleónico contra el que combatió, de derrotar el ejército realista en la región. Pero entendió que no podría derrotarlo si no avanzaba sobre todo su dominio en el territorio, “no solamente para salvar las Provincias Unidas de las invasiones que sufrían desde el Norte contraatacando por el flanco, sino para destruir el poder colonial español concentrado en Lima”. [4] Con ese objetivo se ideó lo que se conoció como “Plan Continental”, para lo cual el 10 de Agosto de 1814 San Martín se hizo nombrar Gobernador Intendente de Cuyo y comenzó a reclutar y equipar el Ejército de los Andes. Los trazos del Plan consistían en cruzar la Cordillera de los Andes, reconquistar la independencia de Chile junto con fuerzas “chilenas” al mando de Bernardo O’Higgins (la cual se obtuvo con las decisivas batallas de Chacabuco en 1817 y Maipú en 1818) para continuar su marcha por mar hasta Perú.

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La Deuda Externa como Deuda Odiosa que no se debe pagar

Como nos recuerdan las fuentes históricas, el 28 de julio de 1821, San Martín proclama en Lima la Independencia del Perú, redactado por político y abogado Manuel Pérez Tudela y firmado por 339 residentes de la ciudad, y tras unos meses, el 8 de Octubre, dicta un Estatuto Provisional en el cual expresa por escrito en uno de sus artículos: “Animado el Gobierno de un sentimiento de justicia y equidad, reconoce todas las deudas del Gobierno Español que no hayan sido contraídas para mantener la esclavitud del Perú, y hostilizar a los demás pueblos independientes de América.” [5] Fue durante su mandato como Protector del Perú, que duró apenas un año, un mes y diecisiete días, cuando San Martín generó un antecedente histórico de lo que un siglo más tarde se denominaría “deuda odiosa” en relación a los empréstitos tomados por los gobiernos sin el consentimiento del pueblo y para ser usados en contra de sus intereses. El abogado y constitucionalista Jorge Cholvis fue uno de ellos, el cual a través de su artículo “San Martín y la deuda odiosa” desempolvó este estatuto ignorado por los programas escolares y discursos oficiales. [6]

La vigencia del Estatuto Provisorio de 1821 duró apenas dos años. En 1823 se sancionó la “Constitución Política de la República Peruana”, una vez que San Martín había renunciado a su cargo y José de la Riva Agüero fue designado presidente de ese país y Simón Bolívar como comandante supremo del ejército independiente por mandato del Congreso. Pero en esa Constitución no figura la norma que ya hemos citado sino que en el artículo 161 “La Nación reconoce la deuda pública, y su pago depende del honor nacional” tras lo cual dejó al Poder Legislativo la tan ambigua sentencia “para cuyo fin decretará el Congreso cuanto estime necesario a la dirección de este importantísimo negocio”. [7]

Esta ambigüedad le permitió a José de Canterac (tras ser herido y tomado prisionero el entonces virrey José de La Serna) obtener el compromiso del General Antonio José que “El Estado del Perú reconocerá la deuda contraída hasta hoy por la hacienda del gobierno español en el territorio” como manifiesta el artículo 8° de la Capitulación de Ayacucho de 1824. [8] Esto implica según el historiador y profesor universitario peruano, Carlos Contreras Carranza, que la metrópolis pretendía que “se honrara” alrededor de 21 millones de pesos. Lejos de eso, para 1826 Perú ya se había tenido que declarar en moratoria, situación que se mantuvo hasta 1849.

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Como quedó demostrado, esta definición no es un juego de palabra ni mucho menos inocente, sino un intento por parte de un estratega como San Martín para que, por un lado, su llegada a Lima generara expectativas entre sectores de su élite criolla, al tiempo que limitar el saqueo de las riquezas de sus territorios por parte de los países colonialistas a través del endeudamiento. Simón Bolívar en carta del 14 de junio de 1823 a Francisco de Paula Santander sostuvo: “La deuda pública es un caos de horrores, de calamidades y de crímenes. Colombia es una víctima cuyas entrañas despedazan esos buitres; ellos devoran con anticipación a los sudores del pueblo de Colombia; ellos han destruido nuestro crédito moral, en tanto que no hemos recibido sino los más escasos auxilios. Cualquiera que sea el partido que se tome con esta deuda, es horrible: si la reconocemos dejamos de existir [...]”. [9]

El 26 y 27 de julio de 1822 tanto San Martín como Simón Bolívar se reunieron en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil. Las disputas al interior de las élites, que integrarán la burguesía criolla, demostraron como lo progresivo de la abolición que hicieron de la mita, la encomienda y otras formas de servidumbre indígena, contrastaba con la evidente impotencia como clase para garantizar medidas que atenten en este aspecto contra los intereses coloniales, y posteriormente imperialistas, primero tras la penetración de capitales británicos y los empréstitos con la Baring Brothers, y posteriormente con los capitales estadounidenses. Como contrapartida, fue el propio Estados Unidos quien, tras concluida la guerra con España en 1898, como potencia imperialista ocupante de Cuba, se negó a reconocer, con idénticos argumentos a los de San Martín, la deuda contraída por la isla bajo el gobierno colonial español, que había durado cuatro siglos desde que Colón puso pie en América en 1492. Este principio, luego reconocido en el derecho internacional bajo el término “odious debt” tiene una enorme actualidad para el pueblo trabajador. [10]

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Romper con el “coloniaje” del FMI y la deuda odiosa

Casi la totalidad de la enorme deuda que tiene la Argentina, sobre la que se renegocia y paga una y otra vez, pertenece a esta “deuda odiosa” (tal como se ha definido), ya que fueron contraída con plena consciencia de la ilegitimidad (y en algunos casos ilegalidad) de sus fines. El endeudamiento externo se ha convertido en el principal instrumento de dominio imperialista sobre miles de millones de trabajadoras y trabajadores. Desde la dictadura a esta parte el pueblo argentino pagó más de U$S 600 millones de dólares. Pero la deuda no paró de crecer, pasó de ser U$S 8 mil millones en 1976 a elevarse a U$S 321 mil millones al término del mandato de Mauricio Macri, quien incluso emitió bonos a 100 años. Ha financiado la fuga de capitales y continúa haciéndolo. Los canjes de deuda no resuelven el problema, sólo “patean” el problema hacia adelante. Pagar la deuda lleva al “default”, sólo el no pago soberano pone punto final a este saqueo.

Sin embargo, en el marco de una crisis social como la actual, el gobierno vuelve a destinar miles de millones para pagar estas deudas, manteniendo el sometimiento a los especuladores y el FMI. Las futuras generaciones, las más perjudicadas, ya comienzan a sentir sus efectos. El país llegará a diciembre con el 63 % de la infancia en situación de pobreza: habrá 8,3 millones de niñas y niños pobres a fin de año. Esto también debería ser parte del aprendizaje escolar.

“¡Abajo el imperialismo!” (Grito de Liborio Justo al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt en la recepción que le dio Agustín P. Justo en el Congreso de la Nación, 1936)


[1Terragno, Rodolfo; “Las Fuentes Secretas del Plan Libertador de San Martín”, publicado en: Félix Luna (Dir.); 500 Años de Historia Argentina, Editorial Abril; Buenos Aires; 1988.

[2Peña, Milcíades; Historia del pueblo argentino, Emecé, Buenos Aires, 2012, p. 83.

[3Dal Maso, Juan; “Los mitos de la colonización y la revolución de Mayo (a propósito de Milcíades Peña y Liborio Justo)”; 5 de Julio de 2007.

[4Otero, José Pacífico; Historia del Libertador don José de San Martín; Círculo Militar; Buenos Aires, 1978

[6Cholvis, Jorge. “El general San Martín y la deuda odiosa”. Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE).

[8De Sucre, José Antonio; Capitulación de Ayacucho, 9 de Diciembre de 1824.

[9Britto, Luis, El pensamiento del Libertador - Economía y Sociedad, BCV, Caracas, 2010, p. 405.