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Historia. Iskra: “La Chispa” de Lenin

Hace 120 años se creó el periódico revolucionario Iskra. ¿Cuál fue el rol que le adjudicó Lenin a la prensa en la organización de un partido revolucionario en ese momento?

Claudia Ferri

Claudia Ferri @clau.ferriok

Jueves 24 de diciembre de 2020

A sus treinta años Lenin pudo concretar uno de los proyectos más importantes de su intensa vida política: crear un periódico revolucionario que sentara las bases para una organización centralizada del marxismo ruso, que hasta ese momento se encontraba disperso en pequeños grupos aislados tanto en Rusia como en el exilio europeo.

El 24 de diciembre de 1900 se publicó el primer número de Iskra , o La chispa. Su lema era “una chispa puede encender la llama” y tiene su origen en un viejo escrito de Vladimir Odoyévski donde defendía a los intelectuales antizaristas ,conocidos como los “poetas decembristas”, que habían sido condenados al exilio en Siberia por el Zar Nicolás I.

Para Lenin, un hombre pragmático, el lema no era una simple frase hecha sino la expresión poética de un proyecto político que influenciaría enormemente en la organización de una nueva generación de cuadros obreros e intelectuales que intervendrían como vanguardia dirigente del Partido Bolchevique en los años siguientes. Lo que nos interesa en esta nota es recorrer la experiencia del periódico desde sus orígenes hasta 1903 –año en que Lenin abandonó el comité de redacción– y reflexionar acerca del rol que la prensa de izquierda puede tener como organizador colectivo en la formación de un partido revolucionario de trabajadores.

El Comité de Redacción estaba formado por seis miembros: Pléjanov, Axelrod y Vera Zazulich (“los viejos”), Martov, Potresov y Lenin (“los jóvenes”). Todos venían del Grupo de la Emancipación del trabajo. Aunque todos participaban el que dirigía en los hechos el períodico era Lenin, quién todavía firmaba como Uliánov (1). Su tensión estaba puesta en pensar su utilización, a quién llegaba, para qué servía. Fue algo constante en él, escribía cartas a los redactores, aportaba con críticas y sugería ideas para nuevos artículos.

Los “viejos” eran considerados como los más grandes teóricos marxistas, sobre todo Plejánov, quién había combatido al populismo ruso y planteado la hegemonía del proletariado. Considerado como padre del marxismo en Rusia y maestro de Lenin. Las diferencias políticas entre ambos comenzaron a hacerse evidentes, sobre todo cuando Plejanov se inclinó por los Mencheviques llegando a tener posiciones patrióticas frente a la Primera Guerra Mundial.

El número 1 de Iskra fue editado en Leipzig, en el taller del socialdemócrata Hermann Rauch, en una máquina vieja y grande. Los estrictos controles de la censura zarista llevaron a que el segundo número saliera tiempo después, a mediados de febrero, y que su impresión se trasladara primero a Munich y luego a Londres para continuar en Ginebra (2). Con el tiempo logró regularizar su publicación saliendo todos los meses. La tirada media era de ocho mil ejemplares.

Cuando Trotsky –conocido con el seudónimo de Pluma– escapó de Siberia, se incorporó como séptimo miembro del Comité, propuesto por Lenin y a pesar del voto en contra de Plejánov. En esos tiempos fue un aliado de Lenin en su enfrentamiento con el resto del Comité. Sabía que “los viejos, para esta época, ya habían pasado veinte años en el destierro. Para ellos Iskra y Zariá-que era una revista dirigida por Plejánov- eran ante todo empresas literarias. Para Lenin, por el contrario, el diario era un instrumento directo de la actividad revolucionaria” (3). También fue él quién convocó a Rosa Luxemburgo y Kautsky para que escriban en el períodico a pesar de las difrencias políticas para avivar la polémica y el espíritu crítico, claves en su concepción del periodismo. Lo que permite tirar abajo cualquier falsificación histórica que reduzca la personalidad de Lenin en un “líder totalitario”.

Una de las cualidades más destacables del dirigente revolucionario era su perspicacia a la hora de realizar una lectura de la situación política y económica de Rusia y tratar de actuar en consecuencia. Su compañera, Nadehzda Krupskaia, lo recordaba siempre dedicado a conocer los datos y las estadísticas más importantes que utilizaba en sus artículos para explicar las condiciones de vida del pueblo ruso. Porque sin teoría revolucionaria, tampoco puede haber práctica revolucionaria.

En una obra clave del marxismo clásico como lo es ¿Qué hacer? publicado en 1902, Lenin no sólo sintetizó los primeros dos años de su trabajo en Iskra sino que también hizo un seguimiento de los conflictos y las huelgas obreras que se fueron incrementando en las ciudades rusas a partir de la década de 1890 y planteó la necesidad de combatir el carácter espontáneo que tienen las mismas. A partir de 1895 se produjo uno de los ascensos obreros más grandes de la época, que incluso alcanzó el medio millón de huelguistas.

En esta situación un importante número de obreros se iban acercando a las ideas del marxismo pero el problema que veía Lenin es que, a pesar de que en 1898 ya se había creado el POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), los dificultades de la clandestinidad, las detenciones masivas, las deportaciones y el asecho constante de la autocracia zarista desarticulaban velozmente a las células y direcciones regionales que se iban formando al calor de los conflictos, lo que debilitaba cualquier dirección centralizada de un movimiento revolucionario. Por este motivo la edición del periódico debía hacerse en Europa y desde allí distribuirlo a toda Rusia.

Los combates de Iskra contra el economicismo

En sus primeros años Iskra tuvo un rol clave en la lucha política contra las concepciones economicistas, predominantes en la socialdemocracia de la época. Conocidos como “marxistas legales”, reivindicaban las huelgas por demandas económicas pero despreciaban la lucha teórica y rebajaban el programa, que en ese momento era barrer de raíz al régimen, a reclamos sindicales aislados.

La necesidad de combatir estas concepciones reformistas se debía a que estas nuevas generaciones adoptaban el lenguaje ecléctico y lavado de los economicistas. A diferencia de las otras tendencias socialdemócratas que se adaptaron a estas presiones sindicalistas limitadas a denunciar, en la “Declaración de la redacción de ISKRA” Lenin planteaba “nosotros entendemos la socialdemocracia de otra manera: como un partido revolucionario dirigido contra el absolutismo, ligado indisolublemente al movimiento obrero. El proletariado, la clase más revolucionaria de la Rusia actual, solamente si se organiza en un partido así, será capaz de realizar la tarea histórica a la que está destinada: unir bajo sus banderas a todos los elementos democráticos del país y conducir esa lucha tenaz de tantas generaciones sacrificadas, hasta el triunfo sobre el detestado régimen”. En otras palabras, a diferencia de los economicistas que dividían la lucha sindical –en manos de la clase obrera– de la lucha política encabezada por los grandes teóricos e intelectuales; el periódico político revolucionario creado para el movimiento obrero, unificaría al conjunto del movimiento y elevaría el nivel teórico de la vanguardia.

Esta organización partidaria se contraponía, a su vez, con las salidas individuales que los populistas proponían desde hacía años. Los atentados terroristas espontáneos, aunque ya estaban en decadencia, no ofrecían una salida alternativa para terminar con las deplorables condiciones de explotación del proletariado y del campesinado ruso. Por el contrario, provocaba una represalia feroz del gobierno hacia el movimiento obrero. Lenin se refería incansablemente a estas acciones como actos individuales, independientes y aislados que no debilitan al régimen sino al conjunto de las fuerzas revolucionarias (4).

Iskra como el “andamiaje” del partido

Iskra buscaba “encender la llama”, luchando contra las endebles posiciones de los economicistas pero también construyendo una práctica militante a través del uso y la difusión del periódico. Mientras que en el extranjero los principales dirigentes de la socialdemocracia rusa se nucleaban en la redacción, la formación de una extensa red de agentes locales conformaban la columna vertebral del movimiento iskrista.

Nadehzda Krupskaia era la responsable de conectar todos los comités del interior de Rusia nutriendo al periódico de noticias y denuncias obreras. Algunos de los métodos más utilizados por los agentes locales para sortear los controles de la Ojrana (policía zarista) e introducir la prensa en Rusia era trasladándolos en maletas con fondos dobles o tinta invisible. Incluso se organizaron imprentas ilegales en Moscú, Odessa y Bakú para facilitar la reimpresión local. Iskra tenía además agentes en Berlín, París, Suiza y Bélgica que recogían los fondos destinados a sostenerla financieramente.

Toda esta estructura le daba vitalidad al periódico. Lenin la definía metafóricamente como un andamiaje porque permitía delinear los contornos de una organización sobre bases sólidas uniendo los grupos dispersos y sus conflictos; canalizando la indignación contra el hambre y la explotación en una organización real y activa (5).

El partido, a través del trabajo sistemático del periódico, dirigiría las acciones del movimiento golpeando mucho más fuerte que un cúmulo de explosiones espontáneas en regiones distantes.

La escisión de 1903 y el “nuevo Iskra

A diferencia de Plejánov que pensaba el marxismo desde una óptica conservadora y mecanicista, el plan de Lenin era adecuarlo a la nueva etapa imperialista combinando la agitación y propaganda con la organización colectiva revolucionaria.

La lucha política dentro del periódico permitió que salgan a la luz las diferentes tendencias que marcaron la escisión del POSDR en el II Congreso de julio/agosto de 1903 en Bruselas y Londres, organizado por los iskristas, y en el que participaron 50 delegados. En este Congreso se produjeron extensas discusiones acerca de la organización del POSDR: los bolcheviques se convirtieron en la mayoría y los mencheviques en la minoría. La clave de la discusión radicaba en si se podía considerar miembro del partido a cualquier persona que simpatizara con la socialdemocracia. Para Lenin todo miembro debía participar de alguna instancia de organización a diferencia de los mencheviques que tenían una posición más laxa y terminaron acercándose a posiciones de la burguesía liberal. El nuevo comité de redacción pasaría a estar integrado por tres miembros: Pléjanov, Lenin y Martov, convertido en dirigente menchevique. Cuando el viejo marxista se inclinó a brindarle concesiones a los mencheviques en las páginas del periódico, Lenin –en minoría – decidió abandonar la redacción el 1 de noviembre de 1903.

Hasta ese momento Iskra había publicado 51 números . A pesar del duro revés, Lenin denunció la usurpación del periódico y creo V Period (Adelante!) el 6 de enero de 1905, como órgano de prensa de los bolcheviques. Casi 10 años más tarde, con el periódico obrero Pravda se consolidaría la organización del partido revolucionario que triunfó en Octubre del ’17.

Como ya dijimos el rol de la prensa leninista tiene un rol completamente diferente al que le da la burguesía tanto en los tiempos de Iskra como en la actualidad. Pensar un periódico como organizador del partido, y retomarlo como herramienta de combate, permite no sólo continuar con el legado de la tradición revolucionaria sino recuperar la audacia y la iniciativa que permitieron a Lenin sembrar los cimientos del proceso revolucionario más importante de la historia de la humanidad.

Los marxistas revolucionarios de la actualidad tenemos como tarea de primer orden la organización política de la clase obrera. Desde el PTS, a través de La Izquierda Diario buscamos aportar en esta apasionante tarea.

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Notas

1. Es en diciembre de 1901, en la revista 2/3 de Zariá donde firma por primera vez como Lenin el articulo “La cuestión agraria y los críticos de Marx”. En Lenin y la Prensa, Cesar Coca García, Editorial de la Universidad del País Vasco, 1988.

2. Ver Coca García, ob cit.

3. En Lenin, LT. CEIP. “Lenin y la vieja Iskra”, p. 241.

4. Ver Por dónde empezar?, V.I Lenin

5. Para Lenin sin esta herramienta unificadora que era el periódico, los boicots, las huelgas, las manifestaciones, que eran la base del partido, “pierden las nueve décimas partes de su importancia”.


Claudia Ferri

Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.

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