El 26 de mayo de 1940 en medio de la guerra, finalizaba en Nueva York la Conferencia de Emergencia de la Cuarta Internacional. Cuáles eran las causas de la guerra, cómo posicionarse ante el pacto de la Alemania nazi con la URSS, el llamado a defender la democracia, las colonias o el servicio militar; fueron algunas de las definiciones que se plasmaron en el Manifiesto sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial.
Con la guerra iniciada pocos meses antes, en septiembre de 1939, la Cuarta Internacional convoca una Conferencia de Emergencia en Nueva York que concluye el 26 de mayo de 1940, y de la que participan representantes de diez secciones [1].
León Trotsky no pudo participar por tener prohibida la entrada a Estados Unidos [2]. Frente a una Alemania nazi que había pactado con la URSS e iniciaba su ofensiva militar en Europa, el llamado de Gran Bretaña a la defensa de la democracia mientras se embarcaba en una nueva conflagración, y la política de los partidos comunistas y socialdemócratas que se habían alineado en los distintos bandos; la conferencia levanta la única voz que plantea una salida independiente para la clase trabajadora y los oprimidos. Sus resoluciones quedaron plasmadas en el "Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial" [3]. A 80 años de publicado este manifiesto, rescatamos algunas de sus definiciones más importantes y que caracterizaron la política del trotskismo frente a la Segunda Guerra Mundial.
Más allá de la letra del texto, es posible rastrear en este manifiesto así como en escritos previos de Trotsky [4], el desarrollo de una serie de criterios o definiciones estratégicas para el análisis de la situación en medio de la catástrofe. Destaca también, la búsqueda permanente de una opción independiente para la clase trabajadora y los oprimidos desarrollando una estrategia revolucionaria ante los distintos bandos en pugna.
La Primera Guerra Mundial había sido una prueba que solo Lenin y los bolcheviques habían sorteado, mientras la socialdemocracia de la Segunda Internacional se rendía ante el patriotismo y se lanzaba a las trincheras contra los obreros de otros países. Lenin había estudiado la teoría militar de Clausewitz y caracterizaba a la guerra como la continuación de la política por otros medios [5]. Si era una guerra imperialista de los estados burgueses por el reparto del mundo, para los revolucionarios correspondía siguiendo el método de la lucha de clases, la transformación de la guerra en guerra civil. Dejar de pelear por la revolución en un contexto de guerra solo llevaba a sostener a la burguesía nacional y su sistema. La Cuarta Internacional fue la única continuadora de la tradición revolucionaria.
Te puede interesar: Guerra y revolución: a cien años del final de la Primera Guerra Mundial
Las causas de la Segunda Guerra Mundial
En el manifiesto aprobado por la conferencia, en base al texto elaborado por Trotsky, se distinguen las causas generales de la guerra de las causas inmediatas. Respecto a las generales donde se caracteriza el período, destaca la competencia de las potencias imperialistas por el control de las materias primas, la decadencia del comercio exterior e interior entre las naciones, así como la intensificación del chovinismo y el antisemitismo. Estas contradicciones de los intereses capitalistas no hacían más que agudizarse, según el manifiesto “mientras el estado nacional siga siendo una herramienta manejada por estas camarillas, la lucha por los mercados, las fuentes de materias primas, la dominación del mundo asumirá inevitablemente un carácter cada vez más destructivo” [6]. Idea que es retomada de elaboraciones previas de Trotsky, como su texto La guerra y la Cuarta Internacional [7] de 1934, donde adelantaba la idea de que podía producirse una nueva guerra imperialista caracterizando la era como de guerras y revoluciones.
Entre las causas inmediatas, el texto destaca la rivalidad entre los viejos imperios coloniales ricos, Gran Bretaña y Francia, y los que llegaron retrasados, Alemania e Italia. Los primeros particularmente, se mantenían como potencias de primer orden por inercia y en contradicción con su efectivo poder económico. Alemania, como en 1914, es quien tomaba la iniciativa de efectuar una nueva división del mundo. En este caso de la misma Europa al no contar con colonias propias. Por otro lado, el manifiesto adelanta la posibilidad de la entrada en la guerra del imperialismo norteamericano aprovechando la debilidad de Gran Bretaña y Francia, como ya se había hecho en el análisis de 1934, cuando se insistía en que:
…el capitalismo de Estados Unidos se enfrenta con los mismos problemas que en 1914 empujaron a Alemania a la guerra. ¿Está dividido el mundo? Hay que redividirlo. Para Alemania se trataba de ’organizar Europa’. Los Estados Unidos tienen que ’organizar’ el mundo [8].
En 1914 los distintos gobiernos habían propagado la idea de que era la "guerra que acabaría con todas las guerras". Afirmación que había sido puesta en duda por Lenin, quien es retomado en el manifiesto, por su sentencia de que solo el triunfo de unas cuantas revoluciones podría evitar una nueva conflagración. Sin embargo, la revolución española y el ascenso obrero en Francia del ‘36 fueron derrotados y traicionados por sus direcciones. Sobre la posibilidad de que Estados Unidos participe en la guerra, se apunta que solo la lucha de clases contra su política imperialista podría evitarla.
Con este análisis integral de la situación que combinaba el papel de la lucha de clases junto a la relación entre los estados y la economía; la Conferencia trazaba un mapa de la situación mundial y sus perspectivas. La meta que perseguía era la de delinear una política realmente revolucionaria ante la catástrofe de la guerra y la “sucia prisión” en la que convertían al planeta.
Te puede interesar: Causas e inicio de la Segunda Guerra Mundial
El bando de la clase trabajadora y los explotados
Frente a la guerra, rápidamente se conformaron los bandos. Hubo llamados a la defensa de la patria, a la conquista del “espacio vital” y a la conformación de una alianza democrática contra el fascismo. La socialdemocracia y la Segunda Internacional, que ya habían dado muestras de su patriotismo en 1914, se posicionaban junto a los aliados en el “bando democrático” y por la derrota de Alemania y la URSS. En el manifiesto se recuerda, que como ya había sido prevenido seis años antes, "la socialdemocracia seguirá siendo patriótica mientras el régimen político le garantice sus ganancias y privilegios" [9]. También se esperaba que su rol traidor a los intereses de los trabajadores en una nueva guerra pudiese acabar con ella, sin embargo el triunfo de los aliados sobre el nazismo al final de la guerra y la política de reconstrucción de Europa le darían aire.
La URSS estalinista por su parte, pactaba con Alemania como muestra de debilidad, tras haber desarrollado una política exterior que sacrificaba los intereses de la revolución mundial a los de su propia camarilla. Los partidos comunistas y la Comintern en ese contexto, denunciaban la política del “bloque imperialista” anglo-francés, mientras según el manifiesto, no emitían “¡ni una palabra de condena sobre la destrucción de Checoslovaquia y Polonia, la conquista de Dinamarca y Noruega y la chocante bestialidad de las bandas de Hitler hacia los pueblos polaco y judío!” [10]. La amistad de Stalin con Alemania no iba a ser eterna sin embargo, como bien anticipaba el manifiesto. En 1941 Alemania decide romper el pacto e invadir a la URSS que termina finalmente en el bando de los aliados.
Los sindicatos y su régimen interno, siguiendo el ejemplo del régimen de los estados a los cuales apoyaban, se volvían cada vez más autoritarios. Para la conferencia, en épocas de guerra la burocracia sindical se transformaba definitivamente en la policía militar del estado mayor del ejército dentro de la clase obrera. Por los que la tarea para rescatar a los sindicatos consistía en “transformarlos en organizaciones de lucha que se planteen como objetivo el triunfo sobre la anarquía capitalista y el bandidaje imperialista” [11].
La Cuarta Internacional con su manifiesto, era la única que adoptaba una política independiente, donde la lucha de clases contra la burguesía y sus estados se mantenía en el centro. Para ésta, en tanto no se expropiara a los trusts y los bancos en beneficio del pueblo, la lucha entre los estados sería tan inevitable como la lucha entre los mismos trusts. La tarea fundamental para ellos no era defender a los estados democráticos, lo cual equivalía a defender a la burguesía que gobernaba esos estados, sino la expansión mundial de la revolución. Se había afirmado antes que:
La fórmula de Lenin “la derrota es el mal menor” no significa que lo sea la derrota del propio país respecto a la del país enemigo, sino que la derrota militar resultante del avance del movimiento revolucionario es infinitamente más beneficiosa para el proletariado y todo el pueblo que el triunfo militar garantizado por “la paz civil” [12].
En este sentido, la “lucha por la democracia” contra el nazismo era considerada por el manifiesto como un engaño. Ya que Inglaterra y Francia así como por otras potencias, sometían o esclavizaban a sus propias colonias. En el caso de Estados Unidos, se considera que su poderío se basaba en la apropiación de recursos en todo el continente americano. A la hora de oír los reclamos de la clase obrera por otra parte, según el manifiesto, para la burguesía de estos países el enemigo fundamental estaba dentro del propio país. Por lo que la apelación a la lucha por la democracia se mostraba como una mascarada de una política imperialista.
En La guerra y la Cuarta Internacional, se adoptaba la defensa de la democracia contra el fascismo, pero por medio de las organizaciones y métodos del proletariado. Durante la guerra esto significaba sobre todo la lucha por preservar a la prensa y las organizaciones obreras contra la desenfrenada censura y la autoridad de los militares. En el texto además se planteaba la siguiente pregunta:
Si nos oponemos de manera irreconciliable a la mayor parte de los gobiernos “democráticos” en épocas de paz, ¿cómo podemos asumir la más mínima responsabilidad por ellos durante la guerra, cuando todas las infamias y crímenes del capitalismo se llevan a cabo de la manera más brutal y sangrienta? [13]
Por eso, en sintonía con el texto de 1934, la conferencia se pronunciaba contra la “defensa nacional” y planteaba la consigna de la destrucción revolucionaria del estado nacional. Consideraba además, que “es necesario oponer a la locura de la Europa capitalista el programa de los Estados Unidos Socialistas de Europa como etapa previa en el camino a los Estados Unidos Socialistas del Mundo" [14]. En una política que combinaba la oposición a la guerra imperialista con la apuesta a una revolución que desarrollando su carácter permanente podía acabar con los antagonismos entre los propios estados.
Respecto a las colonias y los países semicoloniales, que eran disputados por las distintas potencias, la Cuarta Internacional defendía la lucha por un estado nacional independiente como en los casos de China o India. Señalando sin embargo, que estos estados nacionales tardíos ya no iban a poder contar con un desarrollo democrático independiente bajo el capitalismo y sumergidos en las contradicciones imperialistas. De este modo, la independencia de un país atrasado estaba inevitablemente destinada a ser semificticia. Para el caso de Sudamérica y Centroamérica, la forma considerada posible para romper con el atraso y la esclavitud era la de unir a todos sus estados en una poderosa federación socialista.
No se trataba de que los pueblos coloniales tengan que aguardar pacientemente que el proletariado de los centros metropolitanos los libere. A diferencia de la socialdemocracia que era cómplice del colonialismo y la política ambivalente del estalinismo sobre la cuestión colonial; en el manifiesto se afirmaba que “la Cuarta Internacional no establece compartimientos estancos entre los países atrasados y los avanzados, entre las revoluciones democráticas y las socialistas. Las combina y las subordina a la lucha mundial de los oprimidos contra los opresores” [15]. En alusión una vez más al programa de la revolución permanente.
Para tomar posición ante la URSS, que era cuestionada desde la socialdemocracia por pactar con Alemania y había intentado invadir Finlandia, el manifiesto propone adoptar una escala histórica. El antagonismo entre el imperialismo mundial y la Unión Soviética era considerado infinitamente más profundo que los antagonismos que separaban entre sí a los países capitalistas. Ya que los fundamentos sociales impuestos por la Revolución de Octubre, de los cuales dependía en última instancia la existencia de la misma burocracia, seguía siendo un estado obrero que aterrorizaba a la burguesía de todo el mundo. La resolución adoptada por la Conferencia establecía que:
La derrota en la guerra mundial [de la URSS] no solo significaría el derrocamiento de la burocracia totalitaria sino la liquidación de las nuevas formas de propiedad, el colapso del primer experimento de economía planificada, la transformación de todo el país en una colonia, es decir, la entrega al imperialismo de recursos naturales colosales que le darían un respiro hasta la tercera guerra mundial [16].
Por lo que la defensa de la URSS, no era entendida como una mera defensa de las conquistas de la revolución, sino que era enmarcada en una estrategia global de la revolución socialista y en un análisis del conjunto de la relación de fuerzas entre las clases a nivel mundial. Para la Cuarta Internacional, solo la revolución mundial podía salvar a la URSS para el socialismo. Pero la revolución mundial implicaba también la lucha por la desaparición de la oligarquía del Kremlin.
Te puede interesar: El trotskismo y la Segunda Guerra Mundial
Un programa para la acción
El Manifiesto adoptado por la Conferencia de Emergencia de la Cuarta Internacional y su programa de acción, pueden ser entendidos como la continuación concentrada de la política trotskista en los años previos de paz. Tanto de la previsión de una nueva e inevitable catástrofe imperialista, como de la lucha contra la política de colaboración de clases de los “frentes populares” impulsados por la Comintern, y de la crítica al centrismo del POUM [17] ante la revolución española.
La transformación de la guerra imperialista en guerra civil era el objetivo estratégico general al que se subordinaba toda la política de la Cuarta Internacional. En ese sentido, si la guerra moderna entre naciones capitalistas traía aparejada la guerra de clases dentro de cada una de las naciones; la tarea del partido revolucionario consistía en preparar el triunfo del proletariado. En organizar y educar a la vanguardia proletaria para preparar una dirección revolucionaria.
El ascenso de Hitler en 1933 y las traiciones del estalinismo a la revolución en distintos países, habían motivado a Trotsky y la Oposición de Izquierda a impulsar la Cuarta Internacional que se concreta en 1938. Con la guerra, la Segunda Internacional una vez más se fundía con el patriotismo imperialista y la Comintern subordinaba su política internacional a los intereses de la camarilla estalinista. La Cuarta Internacional pese a sus modestas fuerzas y apostando a que una nueva oleada revolucionaria podía acelerar el desarrollo político de su organización, da una lucha incansable por formar una dirección revolucionaria.
Con la perspectiva de que en la guerra los grandes problemas se iban a decidir con las armas en la mano, la conferencia llamaba a los obreros a no tener miedo de las armas; por el contrario, aprender a usarlas. En la perspectiva de la auto-organización, se exigía:
…que el estado ofrezca inmediatamente a los obreros y a los desocupados la posibilidad de aprender a manejar el rifle, la granada de mano, el fusil, el cañón, el aeroplano, el submarino y los demás instrumentos de guerra. Hacen falta escuelas militares especiales estrechamente relacionadas con los sindicatos para que los obreros puedan transformarse en especialistas calificados en el arte militar, capaces de ocupar puestos de comandante.
Esta orientación había sido formulada antes por Trotsky a sus camaradas norteamericanos como parte de una política militar proletaria [18]. Más tarde, era desarrollada en el Programa de Transición y apuntaba a la sustitución del ejército permanente por una milicia popular vinculada a las fábricas, minas, granjas. La pelea de la Cuarta Internacional por la transformación de la guerra imperialista en una guerra de los obreros contra los capitalistas, por el derrocamiento de la clase dominante en todos los países y la revolución socialista mundial; llevaba con sigo una serie de medidas prácticas a realizar:
Explicamos a los obreros que sus intereses son irreconciliables con los del capitalismo sediento de sangre; movilizamos a los trabajadores contra el imperialismo; propagandizamos la unidad de los obreros de todos los países beligerantes y neutrales; llamamos a la fraternización entre obreros y soldados dentro de cada país y entre los soldados que están en lados opuestos de las trincheras en el campo de batalla; movilizamos a las mujeres y los jóvenes contra la guerra; preparamos constante, persistente e incansablemente la revolución en las fábricas, los molinos, las aldeas, los cuarteles, el frente y la flota [19].
Tareas que eran un desafío más que audaz, en la perspectiva de que la guerra podía acelerar el desarrollo político del partido a nivel mundial; mientras que las consignas transicionales revelarían toda su importancia en el proceso de movilización de las masas por la conquista del poder. Una perspectiva obturada por el asesinato del propio Trotsky a manos de un sicario estalinista en México y la persecución que sufrieron los trotskistas en todo el mundo; así como por el resultado de la guerra en el que la URSS salió represtigiada por haber sido uno de los vencedores. Con el cambio de situación que se da luego de la derrota estratégica de los nazis en Stalingrado, la lucha de clases vuelve a estar en primera plana. En Yugoslavia y Grecia, desde el inicio, la guerra se convirtió en guerra civil contra la ocupación alemana. Por otro lado, se generalizaron procesos de insurrección como en el Norte de Italia y se extendió la resistencia contra el fascismo en Francia. El trotskismo aunque debilitado, protagonizó acciones heroicas como en el caso francés sosteniendo las banderas del internacionalismo proletario.
Te puede interesar: La lucha del trotskismo contra el nazismo en la Segunda Guerra: el caso francés
En septiembre de 1940, el manifiesto era publicado por primera vez en español a través de la revista Clave que se editaba en México. Allí se destacaba que su texto no solo contenía una valoración de los acontecimientos inmediatos, sino de la época entera de guerra y revolución. Era además el primero en ser lanzado por cualquiera de las organizaciones internacionales del movimiento obrero desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial y el único con un programa para arrancar a la clase obrera internacional del caos hacia un mundo de paz y socialismo [20] .
Hoy en día a 80 años de su publicación, la lectura del Manifiesto de la Cuarta Internacional sobre la guerra imperialista y la revolución proletaria mundial es un aporte imprescindible para acceder a los problemas prácticos de la guerra y el método del internacionalismo proletario. Te invitamos a leerlo completo junto a La Segunda Guerra Mundial y la Revolución.
COMENTARIOS