Las dificultades del ejército ucraniano en el terreno empujaron a las potencias imperialistas a dar un paso adelante y autorizar a Kiev a atacar a Rusia en su territorio. Una decisión que entraña enormes peligros para todo el continente.
Martes 4 de junio 11:51
El miércoles pasado, Emmanuel Macron expresó su intención de autorizar el uso de armas francesas por parte de Ucrania para atacar sitios militares rusos directamente involucrados en la ofensiva en curso contra Járkov. Estas declaraciones, como era de esperar, fueron bien recibidas por los partidarios de una línea más belicosa contra Rusia. Sin embargo, faltaba un factor determinante para marcar el punto de inflexión: la luz verde de Estados Unidos, principal apoyo militar, logístico, financiero y político de Ucrania. Sin embargo, según información publicada al día siguiente por Politico, Joe Biden ya había decidido autorizar el uso de armas estadounidenses para atacar a Rusia en su propio territorio. Después de Estados Unidos, Alemania hizo lo propio, confirmando su seguimiento subordinado hacia Washington a la hora de tomar decisiones difíciles respecto a la guerra en Ucrania.
Autorizar el uso de armas de la OTAN para atacar a Rusia en su territorio no fue la única buena noticia para Ucrania. La semana pasada Washington también propuso en Kiev un acuerdo bilateral entre los dos países. Éste, según el Financial Times, "sería el más importante de una serie de acuerdos que Ucrania ha firmado con los países de la OTAN y que prevén compromisos de apoyo a largo plazo, en particular en materia de formación militar, intercambio de información y asistencia económica". Este acuerdo bilateral podría firmarse al margen de la próxima cumbre del G7 en Italia.
Sin embargo, el uso de armas estadounidenses para atacar a Rusia es limitado y condicionado. También según Politico, "Ucrania ahora puede utilizar armas suministradas por Estados Unidos, como cohetes y lanzacohetes, para derribar misiles rusos lanzados en dirección a Kharkiv, contra tropas concentradas al borde de la frontera rusa, cerca de la ciudad, o sobre bombarderos rusos que lanzan bombas hacia territorio ucraniano. [Sin embargo] Ucrania [no puede] usar estas armas para atacar infraestructura civil o lanzar misiles de largo alcance, como el sistema de misiles tácticos del ejército, para atacar objetivos militares dentro de Rusia”.
Dificultades del ejército ucraniano
A pesar de estas limitaciones, la decisión marca un importante punto de inflexión en la política de la OTAN en esta guerra. Al comienzo de la guerra, dicha autorización fue considerada por el propio Biden un peligro importante y un riesgo de escalada, como no dejaron de señalar numerosos analistas. Pero ciertos factores han cambiado y explican este cambio tan arriesgado.
El primero está sin duda relacionado con los reveses sobre el terreno que sufre el ejército ucraniano desde hace varios meses. El peligro de una derrota ucraniana contra Rusia empuja a sus aliados imperialistas a hacer apuestas arriesgadas. En este sentido, el periodista del Financial Times Gideon Rachman afirma que "esta última decisión de los países de la OTAN refleja una mezcla de confianza y nerviosismo. En el lado positivo, Estados Unidos y sus aliados europeos están hoy menos preocupados por la amenaza de la nuclearización rusa que hace 18 meses. En el lado negativo, también están cada vez más preocupados por la situación en el campo de batalla. La nueva disposición a permitir que Ucrania tome represalias contra posiciones de artillería y bases de misiles enemigas -incluso si están dentro de la propia Rusia- refleja temores de que Ucrania esté perdiendo gradualmente el control de la guerra. Como resultado, los partidarios occidentales de Kiev se sienten obligados a tolerar un mayor nivel de riesgo para mantener a Ucrania en la lucha".
A esta situación hay que sumar también las muy tensas relaciones entre Washington y Kiev en los últimos meses. Según un líder ucraniano que habló bajo condición de anonimato con el Financial Times, el presidente Zelensky se encuentra en una situación crítica y teme que Joe Biden busque poner fin a la guerra y abrir negociaciones con Putin antes de las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Otro foco de tensión es la cumbre de paz organizada por Ucrania en junio en Suiza (de la que Rusia está excluida), en la que no participarían ni Biden ni Xi Jinping.
Así, en Washington se espera que la decisión de Biden de permitir el uso de armas estadounidenses para atacar a Rusia calme las relaciones. La reacción de Zelensky al escuchar la noticia el viernes pasado fue bastante mesurada. Algunos analistas temen, con razón, que esta decisión llegue demasiado tarde y que las consecuencias sobre el terreno sean demasiado limitadas: "El viernes, el señor Yaroslavsky [comandante de un batallón de reconocimiento de la 57.ª brigada ucraniana] aún no sabía hasta dónde podría atacar en Rusia. Si el alcance es suficiente sólo para atacar a grupos de infantería, ’no es nada’, afirmó. No poder atacar más profundamente los lanzadores S-300 -un sistema de misiles de defensa aérea ruso que ha sido reconfigurado para ataques a objetivos terrestres- y los aeródromos para aviones que transportan bombas de largo alcance, dijo, ’no cambiará radicalmente la situación’.", escribe el Washington Post.
Escalada peligrosa
"Si tienes derecho a la autodefensa, no hay fronteras geográficas", afirmó el Ministro de Asuntos Exteriores holandés. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, estuvo de acuerdo: "Ucrania debe ser capaz de defender su territorio, incluyendo, por supuesto, atacar la artillería y los misiles que se han lanzado contra ella desde el interior de Rusia. Sin embargo, advierte que espera que Ucrania lo utilice "responsablemente".
En efecto, mientras muchos analistas burgueses más bien señalan los límites de la decisión de los dirigentes de los Estados de la OTAN, explicando que esta medida llegaría "demasiado tarde" y que no es suficiente, otros más bien se mantienen en guardia contra la peligrosa escalada que esta situación significa. Éste es particularmente el caso del ex corresponsal extranjero y analista español Rafael Poch. Esto indica que la decisión de la OTAN se produce pocos días después de los ataques con drones ucranianos contra dos radares antinucleares rusos. Poch afirma que "estas dos instalaciones forman parte del sistema ruso de alerta temprana de misiles nucleares. Su función es identificar el vuelo de misiles intercontinentales estadounidenses hacia Rusia. Ninguno de estos radares se ve afectado por el conflicto en Ucrania. Por otra parte, estos sistemas son muy importantes en caso de guerra nuclear, porque destruirlos significa cegar la vigilancia estratégica de Rusia. En otras palabras, son irrelevantes para el conflicto actual, pero cruciales desde la perspectiva de la seguridad estratégica global". Cita además al experto en seguridad suizo Léo Ensel, para quien atacar estos radares con drones "es difícilmente imaginable sin consulta y quizás sin instrucciones de los principales aliados de Ucrania".
Para Poch, cualesquiera que sean los límites que le impongan a Ucrania sus aliados occidentales, esta decisión está llevando al mundo hacia un conflicto a gran escala. Poch, que ha trabajado extensamente en Rusia, advierte que no podemos descartar una respuesta rusa directamente contra un país de la OTAN. Así, "entre los otros escenarios de respuesta mencionados por los expertos en los debates televisivos rusos, con más preocupación que alardes, se encuentran un ataque ruso al centro logístico de la OTAN en Rzezów, Polonia, donde se encuentran los misiles destinados a atacar a Rusia y ser distribuidos en Ucrania, o la destrucción de los drones estadounidenses que guían estas armas desde el Mar Negro, algo que el general retirado Evgeny Buzhinsky, uno de los principales comentaristas militares de Rusia, ha mencionado varias veces en televisión en los últimos meses es una hipótesis".
Entre estas hipótesis de respuesta no se puede excluir el uso de armas nucleares tácticas. Las potencias imperialistas y su establishment son muy conscientes de este riesgo. Sin embargo, los líderes occidentales saben que no pueden permitirse el lujo de perder esta verdadera "guerra por poderes" que están librando en Ucrania, manipulando la cuestión de la autodeterminación ucraniana y a costa de la población ucraniana, en primer lugar, pero también de la rusa.
Sin embargo, no podemos descartar que las potencias imperialistas busquen fortalecer las posiciones de Ucrania pero al mismo tiempo presionen a Kiev para que negocie, a costa de ciertas concesiones, antes de que su posición sobre el terreno se degrade demasiado. Zelensky parece oponerse por el momento a esta perspectiva, pero su situación sobre el terreno, la situación de desmoralización y agotamiento de sus tropas (sumadas a las dificultades de reclutamiento) son presiones que pesan mucho sobre el gobierno ucraniano.
Pero si no podemos descartar un intento de negociación por parte de los imperialistas, tampoco podemos descartar la posibilidad de nuevos pasos hacia una escalada. Esto podría resultar en permitir a Ucrania utilizar armas occidentales para atacar territorio ruso con menos restricciones, o incluso enviar tropas de la OTAN en diferentes formas, como ya ha anunciado Macron.
Lo hemos dicho desde el comienzo de esta guerra reaccionaria: los trabajadores y las clases populares en Ucrania, pero también en Rusia, son prisioneros de dos campos reaccionarios, la Rusia de Putin por un lado y Zelensky/OTAN por el otro. Hoy el futuro de los explotados y oprimidos en ambos países parece más que comprometido, atrapados en una situación profundamente reaccionaria. El surgimiento de un campo proletario, independiente de todas las facciones burguesas ucranianas o rusas y de las potencias imperialistas, sin duda habría ofrecido otras perspectivas para la clase trabajadora. Pero las fuerzas del movimiento obrero están muy debilitadas y desorientadas, y al mismo tiempo el movimiento obrero en los países imperialistas ha sido incapaz de defender tal alternativa de independencia de clase frente a la agresión de Putin y las manipulaciones bélicas de la OTAN. Sin embargo, esta orientación sigue siendo decisiva para evitar aún más sufrimiento a los pueblos ucraniano y ruso y, más en general, a los trabajadores de todo el continente hoy amenazados por el aventurerismo guerrerista de las burguesías imperialistas.