El 24 de mayo cumplirá 75 años y, respetando lo que establece el Derecho Canónico, le elevó su renuncia y pedido de retiro a Jorge Bergoglio.
Jueves 10 de mayo de 2018
El 24 de mayo Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, cumplirá 75 años. Por eso, respetando lo que establece el Derecho Canónico, ya presentó formalmente su renuncia al cargo.
Si bien el Papa Francisco tiene un plazo máximo de dos años para aceptar o rechazar esta decisión, todo parece indicar que no demorará mucho en dar el sí.
No es una novedad la “sinuosa” relación que mantienen desde hace años estos dos jerarcas de la Iglesia Católica. El origen del encono se remonta al año 2008, cuando Jorge O’Reilly, miembro del Opus Dei y asesor de Sergio Massa (en ese momento jefe de Gabinete de Cristina Fernández), intentó mediante una maniobra con el secretario de Juan Pablo II, Angelo Sodano, sacar a Bergoglio de la Catedral de Buenos Aires y mandarlo a Roma. La intención era designar en ese lugar, precisamente, a Héctor Aguer.
Sin embargo, más allá de los roces de sotanas, Aguer sigue siendo uno de los jerarcas eclesiásticos más sostenidos y menos cuestionados por el Vaticano.
En sus 18 años al frente del siempre influyente Arzobispado platense, Aguer se destacó por estar a la vanguardia de la misóginia y la homofobia. Para el monseñor las “teorías de género” solo pretenden negar las diferencias biológicas entre el varón y la mujer. Y tampoco tuvo pelos en la lengua para cuestionar no solo la cifra de desaparecidos por la dictadura cívico-militar-eclesiástica sino que criticó que la Legislatura haya aprobado el término “cívico militar” para designar al proceso genocida.
Hace apenas unos días, en medio de los casos de pedofilia que envuelve a una gran cantidad de curas, Aguer dijo que “la Iglesia no tapa ni esconde” pero que los casos de abusos deben denunciarse “en el momento y lugar que corresponde”.
Ante tamaña declaración la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico de Argentina emitió un duro comunicado donde se reclaman “hechos y no palabras”, en clara alusión a la necesidad de llevar a juicio a los curas responsables de abusos sexuales.
El sucesor
Son varios los nombres que empezaron a circular desde que se conoció la fecha de renuncia de Aguer. No solo porque el Arzobispado de La Plata es un lugar clave para la Iglesia, sino porque además el Papa Francisco es el que, desde Roma, se encarga de elegir a miembros de la Curia que le son cercanos.
Así lo hizo con su sucesor en la Arquediócesis de Buenos Aires, Mario Poli. Y también con Santiago Olivera, un cura de Cruz del Eje a quien designó como Obispo Castrense, un puesto muy importante que estaba vacante desde hacía diez años.
Las críticas de Bergoglio a las políticas neoliberales se traducen en las designaciones que apoya para cubrir los puestos en la curia argentina. En ese sentido designó al cura villero Gustavo Carrara como Obispo Auxiliar porteño. Y no son pocas las presiones que estaría ejerciendo para que Oscar Ojea sea nombrado como el nuevo presidente del Episcopado.
El nombre que se ha hecho más fuerte en los últimos días para reemplazar a Aguer es el de Víctor Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina (UCA) que dejó ese cargo recientemente. Es reconocida la cercanía de Fernández con Bergoglio, así como su muy buen vínculo con María Eugenia Vidal, gobernadora de la Provincia de Buenos Aires.
De esta forma, sin prisa pero sin pausa, Bergoglio va armando su red de curas afines en el entramado de la Curia argentina. Un entramado que parece preocuparle especialmente y que empalma con sus simpatías políticas, donde apoya a determinados referentes de los llamados movimientos sociales basados en la territorialidad, que adquieren un importante rol en esta situación crítica a nivel social.