La huelga de los metalúrgicos de los Talleres Vasena que comenzó en diciembre, la posterior represión y resistencia, que pasó a la historia como la “Semana Trágica”, fue uno de esos heroicos hitos de la clase obrera que nos ha dejado muchas enseñanzas. No sólo se reclamó y se luchó por los derechos de los trabajadores, sino que no se dudó en enfrentar a las fuerzas policiales, al Ejército y a la Liga Patriótica, en una clara muestra de autodefensa de clase.
Viernes 18 de diciembre de 2015
La Plaza “Martín Fierro”
Una vez demolidos los establecimientos de la metalúrgica Vasena, se levantó en esos terrenos una plaza, que se propuso llamar “Parque Mártires de la Semana Trágica”, y el dirigente metalúrgico Augusto Vandor se opuso y decidió que se llamara “Plaza Martín Fierro”, nombre que hoy lleva.
Para el 1° de mayo de 1952, en Buenos Aires, el presidente Perón participó de un acto organizado por la UOM en dicha plaza para colocar una placa en honor a los caídos en enero de 1919. En la ocasión, pronunció un discurso en el cual expresó: “Es este un episodio de la vida argentina que representa una época de oprobio y de injusticia para los trabajadores argentinos. La semana de enero no fue sino la culminación de una lucha entre el capital y el trabajo cuando los obreros metalúrgicos se lanzaron a la calle después de aguantar muchos años de vergüenza y esclavitud. Se ha dicho en la campaña electoral que yo tuve intervención en esta zona en la semana de enero. Yo era teniente y estaba en el arsenal de guerra. Hice guardia acá precisamente, al día siguiente de los sucesos. Pude ver entonces la miseria de los hombres, de esos hombres que fingen y de los otros que combaten a la clase trabajadora. Allí una vez más reafirme el pensamiento de que un soldado argentino, a menos que sea un criminal, no podría jamás tirar contra su pueblo”1.
Perón en la represión: el debate
Por suerte, son muchos los que han escrito y lo siguen haciendo sobre la Semana Trágica. Pero son varios los que no dicen ni una palabra de que Perón participó de la represión, cuando él mismo lo cuenta y lo confirma. ¿Por qué ese silencio? Denuncian a todos los responsables de la represión, y eso está muy bien, pero ¿por qué ocultan ese dato, tan importante? Mientras que otros historiadores, ensayistas y actores de esas jornadas dan cuenta de ese detalle que no es menor en la vida de nada menos que el Gral. Perón.
Roberto C. Neira escribió: “Pero, el que mejor puede relatar estos hechos y sus implicancias fue un teniente de apellido Perón (Juan Domingo) que había ingresado en el Ejército Argentino en 1911 y los vivió estando a cargo del arsenal militar Esteban de Luca.
Los siguientes párrafos pertenecen a La novela de Perón del escritor Tomás Eloy Martínez: “En 1918, cuando me destinaron al arsenal Esteban de Luca, el capitán Bartolomé Descalzo, uno de los mejores jefes que ha tenido nuestro ejército dijo al despedirme: “estamos entrando en la oscuridad, teniente Perón. A las puertas de nuestra casa golpea la más atroz de las tormentas, y el presidente (Yrigoyen) no quiere o no sabe oírla. En Europa, la guerra ha terminado con la derrota del mejor ejército del mundo. Los anarquistas vuelven ahora sus ojos hacia nosotros".
“Sus palabras me emocionaron. ’Voy a pedirle un favor personal’, dijo Perón. ’Cuando llegue la hora de hacerle frente a ese enemigo, llámeme. Quiero pelear a su lado, mi capitán’. La profecía del capitán Descalzo se cumplió antes de lo pensado. Los anarquistas volvieron sus ojos hacia nosotros, 1918 había terminado con unas escaramuzas de huelga en los talleres metalúrgicos de Pedro Vasena. Algunos operarios, alentados por los ácratas, exigieron salarios más altos y condiciones de trabajo más relajadas. Hubo muchos que no quisieron plegarse y el movimiento fracasó, pero ya estaba sembrado el descontento. El 3 de enero de 1919 se armó la maroma".
Luego Perón relató las jornadas de represión y concluyó: “Mi función en el arsenal consistía en asegurar la provisión de municiones para la tropa. Tuve muchísimo trabajo porque solo en la Ciudad de Buenos Aires estaban acuartelados entre ocho y diez regimientos. Tal como se esperaba, los funerales degeneraron en combates callejeros. Murieron más de 600 personas. El Gral. Luis J. Dellepiane convocó el 11 de enero a Sebastián Marotta, uno de los jefes anarquistas, y aplacó los ánimos. Los obreros de la fábrica Vasena consiguieron algún beneficio de aquella tragedia: la empresa redujo la jornada de trabajo a 8 horas y aumentó los salarios en un 30 por ciento.
“Pero las heridas, cuando son profundas, no cicatrizan de un día para otro. Hay que estar vigilándolas. Mi antiguo profesor Manuel Carlés, apoyado por el vicealmirante Domecq García, fundó la “Liga Patriótica Argentina”, en la que se inscribieron muchos jóvenes católicos y nacionalistas. Disponían de una tropa de choque cuya misión principal era poner en vereda a los agitadores extranjeros. A veces usaban métodos violentos, pero eran bien intencionados...”2.
Por su parte, Milciades Peña en su obra Masas, Caudillos y Elites. La dependencia Argentina de Yrigoyen a Perón escribió que “frente a la fábrica donde se había iniciado la huelga (los Talleres Vasena), un destacamento del ejército ametralla a los obreros. Lo comanda un joven teniente, llamado Juan Domingo Perón”3.
Según el testimonio de Diego Abad de Santillán, dirigente de la FORA del V Congreso, en un reportaje de la revista Panorama, al evocar los acontecimientos, expresó: “entre los oficiales del ejército que reprimieron a las manifestaciones en esa sangrienta jornada, se encontraba un joven teniente: Juan Domingo Perón. Quizás ahí afirmó su política demagógica, al ver que la represión sólo produce el divorcio del Gobierno con el pueblo”4.
Norberto Galasso en su libro Perón, Formación, ascenso y caída (1893-1955) se pregunta cuál fue la participación de Perón en esos acontecimientos. Cita a la obra colectiva El hombre del destino dirigida por Enrique Pavón Pereyra, luego a Fermín Chávez, la opinión de Tomas Eloy Martínez en la novela mencionada y en Las Memorias del General, y la opinión del mayor Vicente Aloe. Finalmente concluye que “aunque no es posible asegurar la veracidad de una u otra de las distintas versiones parece más creíble el relato que el propio Martínez adjudica a Perón –colaborando en la entrega de material en el Arsenal de Guerra– que la opinión de Aloe, así como más probable que las otras conjeturas de Pavón Pereyra. Es decir, se trataría de un teniente, sometido a la disciplina castrense, en su tarea de aprovisionamiento de material bélico. Por otro lado, su evidente animadversión hacía los anarquistas –en aquellos tiempos, ’los anarquistas tirabombas’ en el lenguaje común– no sorprende en un hombre del Ejército, habida cuenta de que el anarquismo profesa la abolición del Estado y de la Fuerza Armada...”5.
Por su parte, Luis Alberto Romero, en su libro Breve historia contemporánea de la Argentina, se explaya sobre esta temática.
La versión peronista, en cambio, sostiene “que Perón no tiró contra los obreros, por el contrario, habría dialogado con ellos, en el tono paternal que caracterizaría treinta años más tarde su relación con el movimiento sindical”.
Por lo que hemos investigado, luego de conocer la opinión del propio Perón y de distintos investigadores, y como surge de estos relatos, Perón no sólo participó de la represión a los trabajadores en aquellas jornadas de 1919, sino que elogió a su profesor “Manuel Carlés, apoyado por el vicealmirante Domecq García, fundadores de la ‘Liga Patriótica Argentina’”.
Antisemitismo
Herman Schiller nos comenta que “El antisemitismo estaba muy arraigado en las clases altas de entonces. Algunos ejemplos: en 1890 apareció en La Nación, en forma de folletín, una furiosa novela antisemita llamada La bolsa de Julián Martel; en enero de 1888 (apenas ocho meses antes de morirse), el mismísimo Domingo Faustino Sarmiento publicó varios artículos antijudíos en El Nacional; el diario La Prensa, en distintas oportunidades, manifestó su oposición a que los judíos formen comunas agrarias en Entre Ríos y Santa Fe; y, sobre todo, la “acción” del 15 de mayo de 1910, diez días antes del Centenario, cuando jóvenes de clase alta, salidos de la muy exclusiva “Sociedad Sportiva Argentina” bajo la conducción del barón Demarchi, asaltaron las sedes del Avangard, órgano del “Bund”, agrupación obrera socialista judía, y la denominada “Biblioteca Rusa”, para quemar luego sus libros en Plaza Congreso.
“El ensañamiento de esos sectores vinculados con el poder contra los trabajadores judíos durante la “Semana Trágica” produjo en América latina el primer pogrom (vocablo ruso de antigua data que significa "matanza de judíos"). Muchos lo consideraron una suerte de venganza por la acción del joven judío Simon Radowitzky diez años antes, aunque el régimen, ya en ese entonces, inmediatamente después de producirse la ejecución del coronel Falcón el 14 de noviembre de 1909, se había cobrado una buena dosis de revancha al encarcelar a más de 3.000 obreros y deportar a Europa a centenares de anarquistas y socialistas".
“En aquellos días fue detenido un joven periodista judío –Pedro Wald– que también ejercía el oficio de carpintero. La acusación, tan burda que parecía tragicómica, fue aceptada durante bastante tiempo por los voceros del régimen: Wald estaba destinado por los maximalistas a convertirse en el primer presidente del soviet argentino. Wald fue salvajemente torturado en la 7ª (ubicada en el mismo lugar donde está hoy: Lavalle, entre Paso y Pueyrredón), pero se negó a “confesar”. La intensa movilización popular logró que se lo dejara en libertad y, diez años después, en el libro titulado Koshmar (Pesadilla), relató algunos episodios de la represión durante la Semana Trágica. Uno de ellos decía: “Salvajes eran las manifestaciones de los ’niños bien’ de la Liga Patriótica, que marchaban pidiendo la muerte de los maximalistas, los judíos y demás extranjeros. Refinados, sádicos, torturaban y programaban orgías. Un judío fue detenido y luego de los primeros golpes comenzó a brotar un chorro de sangre de su boca. Acto seguido le ordenaron cantar el Himno Nacional y, como no lo sabía porque recién había llegado al país, lo liquidaron en el acto. No seleccionaban: pegaban y mataban a todos los barbudos que parecían judíos y encontraban a mano. Así pescaron un transeúnte: ‘Gritá que sos un maximalista’. ‘No lo soy’ suplicó. Un minuto después yacía tendido en el suelo en el charco de su propia sangre”6.
Donaciones de las familias patricias
Los miembros de la burguesía se mostraron muy agradecidos con los miembros de las fuerzas represivas y quisieron premiarlas con lo único que a ambas partes les interesa a la hora de los homenajes: dinero. Las empresas beneficiadas con la “disciplina social”, las “damas de beneficencia y otras entidades “de bien público” iniciaron colectas “pro defensores del orden”. Así lo detalla La Nación: “En el local de la Asociación del Trabajo se reunió ayer la Junta Directiva de la Comisión pro defensores del orden, que preside el contralmirante Domecq García, adoptándose diversas resoluciones de importancia. Se resolvió designar comisiones especiales que tendrán a su cargo la recolección de fondos en la banca, el comercio, la industria, el foro, etc., y se adoptaron diversas disposiciones tendientes a hacer que el óbolo llegue en forma equitativa a todos los hogares de los defensores del orden. [...] Un grupo de jóvenes radicados en la sección 15 de la policía ha iniciado una colecta entre los vecinos con objeto de entregar una suma de dinero a los agentes pertenecientes a la citada comisaría, con motivo de su actuación en los últimos sucesos”.
“La comisión central pro defensores del orden recibió ayer las siguientes cantidades: Frigorífico Swift $ 1.000, Club Français 500, Eugenio Mattaldi 500, Escalada y Cía. 100, Leng Roberts y Cía. 500, Juan Angel López 200, Matías Errázuriz 500, Horacio Sánchez y Elía 7.000, Jockey Club 5.000, Cía. Alemana de electricidad 1.000, Arable King y Cía 100, Elena S. de Gómez. 200, Las Palmas Produce Cía. 1.000, Mac Donald 300, Frigorífico Armour 1.000”7.
El tango: “¡Se viene la maroma!”
Los hechos de la Semana Trágica fueron y siguen siendo investigados, se han publicado varios libros, documentales y películas. Además, varios años después se conoció el tango “¡Se viene la maroma!”, con música de Enrique Delfino y letra de Manuel Romero. Testimonios de esos días dicen que el mismo se refiere a aquellas jornadas de huelgas, luchas y una terrible represión:
“Cachorro de bacán,
anda achicando el tren;
los ricos hoy están
al borde del sartén.
El vento del cobán,
el auto y la mansión,
bien pronto rajarán
por un escotillón.
Parece que está lista y ha rumbiao
la bronca comunista pa’ este lao;
tendrás que laburar pa’ morfar...
¡Lo que te van a gozar!
Pedazo de haragán,
bacán sin profesión;
bien pronto te verán
chivudo y sin colchón.
¡Ya está! ¡Llegó!
¡No hay más que hablar!
Se viene la maroma sovietista.
Los orres ya están hartos de morfar salame y pan
y hoy quieren morfar ostras con sauternes y champán.
Aquí ni Dios se va a piantar
el día del reparto a la romana
y hasta tendrás que entregar a tu hermana
para la comunidad...
Y vos que amarrocás
vintén sobre vintén,
la plata que ganás
robando en tu almacén.
Y vos que la gozás
y hacés el parisién,
y sólo te tragás
el morfi de otros cien...
¡Pa’ todos habrá goma, no hay cuidao...!
Se viene la maroma pa’ este lao:
el pato empezará a dominar...
¡cómo lo vamo’ a gozar!
Pedazo de haragán,
bacán sin profesión;
bien pronto te verán
mangando pa’l buyón".
A modo de conclusión
Desde su origen en las últimas décadas del siglo XIX, la clase obrera de nuestro país fue protagonista de las más variadas experiencias, con derrotas y triunfos, con luchas en la legalidad y la clandestinidad, años de negociaciones y enfrentamientos, con poder creciente como clase y de sus organizaciones sindicales, sufriendo fuertes represiones y persecuciones.
Pablo Pozzi en su libro Oposición obrera a la dictadura puntualizó que “este peso del movimiento obrero sobre la evolución socio-política y económica de la Argentina ha originado numerosas polémicas, análisis y discusiones. La clase obrera como factor de desestabilización y crisis social, como gestora de un futuro mejor; base del autoritarismo fascistoide o combativa y latentemente revolucionaria; una clase consciente y madura o poco desarrollada y aburguesada; estas son todas interpretaciones parciales del pasado social argentino”.
Debemos ver a la huelga de los metalúrgicos de los Talleres Vasena, la posterior represión y resistencia, que pasó a la historia como la “Semana Trágica”, como uno de esos heroicos hitos de la clase obrera, que nos ha dejado muchas enseñanzas.
Se reclamó por sus derechos, se fue a la huelga, se realizaron asambleas, se recibió la solidaridad de todos los trabajadores, se resistió, se luchó en las calles y no se dudó en enfrentar a las fuerzas policiales, al Ejército y a la Liga Patriótica, en una clara muestra de autodefensa de clase.
Y lo que quedó en claro fue la decisión de la clase dominante de recurrir a la represión, que fue despiadada y cruel, para solucionar un conflicto entre el capital y el trabajo. Esas jornadas forman parte de la larga lista de “Esa Maldita Costumbre de Matar”.
Esta nota es un homenaje a todos los que lucharon y perdieron su vida en esas jornadas heroicas de la clase obrera del país.
Citas:
1. La Capital, 2 de mayo de 1952, p. 4.
2. Roberto C. Neira, cita a La novela de Perón del escritor Tomás Eloy Martínez (Legasa. 1985).
3. Milciades Peña, Masas, Caudillos y Elites. La dependencia Argentina de Yrigoyen a Perón. p. 8, Ediciones Fichas, Bs.As, 1973.
4. Diego Abad de Santillán
5. Norberto Galasso, Perón, Formación, ascenso y caída (1893-1955). Tomo I, pp. 56, 57, 58. Ediciones Colihue.
6. Herman Schiller, El primer “pogrom” en la Argentina.
7. Agencia Walsh de La Semana Trágica de Enero de 1919, Julio Godio.
FUENTES CONSULTADAS