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Red Internacional
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EL MITO FUNDACIONAL DEL PERONISMO. La clase obrera y el 17 de Octubre

Hace 73 años, la Plaza de Mayo era ocupada por una inmensa multitud salida de las barriadas obreras del Gran Buenos Aires.

Facundo Aguirre

Facundo Aguirre @facuaguirre1917

Miércoles 17 de octubre de 2018

“Aluvión zoológico” y “cabecitas negras” fueron los calificativos despreciativos con que la oligarquía y las élites de la época describían la irrupción de un movimiento obrero, cuyas raíces se encontraban en el interior del país. “Murga” y “malevaje” la definición elegida entonces por el Partido Comunista (Orientación 24/10/45). Ese día los trabajadores cruzaron los puentes que los separaban de la Capital Federal –adelantándose a la huelga convocada por los sindicatos para el día 18- y la hicieron suya en reclamo de la libertad del coronel Juan Perón detenido en la isla Martín García por orden de la Junta Militar en el poder.

Cómo se fue gestando

El desenlace de los acontecimientos tiene su razón en la destitución –el 9 de octubre- de Perón de sus cargos de Vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión como producto de una embestida de sectores oligárquicos y pro-yanquis, que el 19 de septiembre habían protagonizado una movilización exigiendo la renuncia del gobierno militar y la cesión del poder a la Corte Suprema. Rechazaban la política social implementada por Perón y la neutralidad en la Guerra mundial. Se trató de un golpe de palacio encabezado por el General Ávalos –Jefe de la guarnición de Campo de Mayo- y Vernengo Lima –Ministro de Marina. El regimen del GOU estallaba dejando grietas por donde se colara la movilización.

El 10 de octubre, a propuesta de una delegación sindical, Perón realizará su despedida pública llamando a los trabajadores a defender las conquistas otorgadas frente a la reacción. El 12 de octubre los sectores oligárquicos y pro-yanquis lanzan una nueva embestida contra la junta militar para forzar su caída. Un día después Perón es detenido y trasladado a la isla Martín García.

La cúpula sindical cercana a Perón se debatía inconsistentemente mientras que desde las organizaciones de base y los dirigentes medios comenzaron a presionar a la CGT para que convocara a la huelga general en defensa de los derechos y la libertad de Perón. Dirigentes sindicales como el mítico Cipriano Reyes o Luis Gay eran los que llamaban a impulsar la movilización, con el apoyo de representantes de Perón como el Coronel Mercante o la propia Evita. Los obreros de Berisso y Ensenada fueron los primeros en ganar las calles el 15 de octubre exigiendo la libertad de Perón. El 16 de octubre la CGT llama a la huelga general para el día 18, pero la presión desborda y el 17 de Octubre se produce la movilización obrera. Columnas de obreros ingresan a la Capital con la complicidad de la Policía que se mantenía leal a Perón.

Las patas en la fuente

La ocupación obrera de la Ciudad de Buenos Aires fue un acontecimiento extraordinario que mostró el enorme poder social de los trabajadores y de la fuerza arrolladora de su movilización y métodos de lucha: la huelga general política. El movimiento obrero irrumpió por las grietas producidas en las alturas, pero no se movilizó por un objetivo independiente, sino que lo hizo por la libertad de Perón a quién identificaban como garante de sus recientes conquistas. Así lo relata Raúl Scalabrini Ortíz: “Un pujante palpitar sacudía la entrada de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en un mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, aglutinados por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón". El hombre por el cual los obreros se habían movilizado, desde los balcones de la Casa Rosada, utilizó su autoridad para enviarlos obreros de regreso a los hogares.

El 17 de octubre de 1945 va a marcar la irrupción política de una clase obrera concentrada en la industria que desde entonces luchará por ampliar sus derechos sociales y defenderlos de los ataques de la reacción y el imperialismo. Pero también, de un movimiento político, el peronismo, que contendrá en su seno a esa enorme fuerza social puesta en marcha y garantizará la continuidad de la dominación burguesa mediante la cooptación y estatización de las organizaciones obreras. La clase trabajadora va a pagar muy caro el precio de haber perdido su independencia política e ideológica en función de los intereses políticos del nacionalismo burgués de cuño peronista.

¿Por otro 17?

En la década del ’70, las columnas Montoneras solían corear “Fusiles, machetes, por otro 17”. La consigna deja ver la concepción pequeñoburguesa de Montoneros que esperaba suplantar movilización de las masas obreras por la acción aventurera y desligada de la lucha de clases de un grupo guerrillero, todo puesto al servicio de un 17 de Octubre, es decir, poner en movimiento la fuerza y combatividad de los trabajadores y los explotados para que se beneficien políticamente los que quieren mantener en pie la dominación capitalista. Era una respuesta al “luche y luche, no deje de luchar, por el gobierno obrero, obrero y popular” coreada en las calles de Cordoba en 1969. La consigna coreada era también un ocultamiento del carácter del peronismo como fuerza de contención de la clase trabajadora.

El 17 de Octubre no se volvió a repetir en la historia argentina porque la función política del peronismo fue precisamente impedirlo. Como señala el historiador Alejandro Horowicz en su trabajo “Los cuatro peronismos”: “Perón se dedicó a lo largo de toda su carrera política a impedir los 17 de Octubre, es decir, a impedir que los trabajadores zanjaran las diferencias de las clases dominantes a través de la movilización directa; ésta era tarea del propio Perón”. Por eso, cuando las masas irrumpieron nuevamente fue desbordando al peronismo y aún más, contra su voluntad.

En junio y en septiembre de 1955, ante el golpe gorila auspiciado por el imperialismo, Perón y los dirigentes del peronismo, prefirieron capitular antes que permitir la movilización y el armamento de los trabajadores. Lo mismo sucedió durante la llamada resistencia peronista. En enero del 1959, los obreros del frigorífico Lisandro De la Torre, lo ocuparon y protagonizaron una huelga legendaria con ribetes insurreccionales en el barrio de Mataderos, contra el gobierno de Arturo Frondizi, que era apoyado por Perón. Lo mismo sucedió en el Cordobazo de mayo de 1969, una autentica insurrección obrera y popular, donde los dirigentes peronistas poco tuvieron que ver, y que va a destacar a una vanguardia clasista, anticapitalista y antiimperialista enfrentada al peronismo. El instrumento ideado por Perón para contener a las masas fue el Pacto Social y la fuerza de choque contra la vanguardia obrera y juvenil va a ser la Triple A.

En los meses de junio y julio de 1975, la clase obrera va a llevar a cabo una especie de 17 de Octubre pero contra el peronismo. El Rodrigazo, paquete de ajuste económico del gobierno de Isabel Perón, va a provocar una extraordinaria huelga general política, cercando y ocupando desde la periferia del Gran Buenos Aires a la metrópoli, enfrentando la represión policial y a las bandas de la ultraderecha de la Triple A y la burocracia sindical, que va a terminar expulsando a Celestino Rodrigo y José López Rega del poder e hiriendo de muerte a aquel peronismo incapacitado ya de cumplir su rol de contención de los trabajadores. Si el 17 de Octubre de 1945 los sindicatos se transformaron en el gran instrumento de organización de los trabajadores, finalmente estatizados y puestos al servicio del régimen burgués; la huelga de junio y julio de 1975 mostró a las Coordinadoras Interfabriles, que agrupaban a las comisiones internas combativas, como el embrión de un doble poder fabril, que señalaba el camino de la independencia política de los trabajadores.

Desde 1945 el peronismo es garante del orden burgués y la contención de la fuerza social de los trabajadores. La conquista de la independencia política de la clase obrera es una tarea pendiente.


Facundo Aguirre

Militante del PTS, colaborador de La Izquierda Diario. Co-autor junto a Ruth Werner de Insurgencia obrera en Argentina 1969/1976 sobre el proceso de lucha de clases y política de la clase obrera en el período setentista. Autor de numerosos artículos y polémicas sobre la revolución cubana, el guevarismo, el peronismo y otros tantos temas políticos e históricos.

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