Desde el pasado 28 de junio se exhibe en el MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) “Cindy Sherman - Richard Prince”, una muestra de dos grandes referentes del arte contemporáneo. Con una selección de treinta y cuatro obras, que pertenecen a la colección del Museo Astrup Fearnley de Oslo, con curaduría de Victoria Giraudo y Gunnar Kvaran, en dos salas podemos ver los diferentes estilos y temáticas que incluyen algunas de las obras más representativas de cada artista con un mismo sentido: mostrar la oscura naturaleza de la vida norteamericana que se esconde tras las luces del espectáculo o los flashes de la fotografía puestas al servicio de un consumismo voraz.
Cindy Sherman y Richard Prince son parte de la llamada pictures generation (generación de la imagen), un movimiento artístico surgido en la década de 1970 en New York que usó la fotografía para criticarse a sí misma, apuntando a la extensión y preponderancia que cobraba en la publicidad, en el mundo del espectáculo y en la vida cotidiana, funcionando como medio preferido de difusión de representaciones sociales en los medios masivos de comunicación. Una generación que creció a la par del entusiasmo y las contradicciones que pueden entreverse en una serie como Mad men, utilizaba la fotografía ya no como una “copia” de un determinado objeto, sino buscando crear desde ese lenguaje, transgredir los cánones estéticos, reivindicar los objetos cotidianos y cuestionar la idea de originalidad, la propiedad intelectual y autoría, mediante el señalamiento y el montaje de imágenes. Tomas que en muchos casos son el “negativo” de las brillantes imágenes del sueño americano.
Cuestionando estereotipos
Hay una crítica cultural presente en la exhibición por medio de los estereotipos. En la reconocida serie de Richard Prince, titulada “Cowboys”, podemos ver imágenes realizadas a partir de una popular publicidad de Marlboro, que buscaba asociar la masculinidad de los vaqueros/cowboys, con la acción de fumar. El artista suprimió las letras del producto, agrandando la imagen del cowboy y la imprimió en gran formato. También trabajó con imágenes, no tan anacrónicas, de mujeres desnudas junto a vehículos como las Harley Davidson. En esta serie, “Girlfriends”, se descontextualiza las imágenes para develar el uso del cuerpo femenino para vender.
Cindy Sherman, artista multifacética, desarrolló su obra en base a los estereotipos femeninos que se reproducían –y siguen reproduciéndose– en los medios masivos de comunicación y en las artes. En las mismas, Cindy se disfraza y maquilla para entrar y salir de los cuerpos de distintas mujeres, creando infinidad de personajes, sin descuidar los escenarios. Sus acciones son performáticas, mostrándonos el lado oscuro de cada estereotipo, la pintura que se resquebraja, la soledad y el aburrimiento.
La obra de la artista con la cual nos encontramos primero es Untitled #458: en gran formato hay una mujer mayor, maquillada excesivamente con un atuendo llamativo, que podemos intuir que se sometió a cirugías plásticas rindiendo culto al ideal de juventud eterna; es una editora de modas o una fashionista. La ironía es que esta imagen forma parte de una serie realizada para la revista Vogue en la que se muestra (y promociona de alguna manera), ropa de la marca Balenciaga, pero al mismo tiempo se hace una crítica a la industria de la moda.
Siguiendo con el mismo planteo, hay fotografías que hacen referencia directa a la historia del arte y sus estereotipos. En la serie “Retratos históricos, viejos maestros”, inspirándose en pinturas históricas compone poses, atributos y situaciones típicas del género del retrato, pero rompiendo con la representación tradicional. Los pechos de la madonna son prótesis, con un maquillaje exagerado, develando de esta manera cómo las representaciones de las mujeres en las pinturas son falsas y están sujetas a convenciones sociales.
En “Untitled Film Stills”, la serie con la cual se hizo conocida, representa escenas de películas en blanco y negro, típicas del cine de la segunda posguerra, a la manera de las tomas que se usan para sus afiches promocionales, donde los gestos marcados son sobreactuaciones dirigidas a vender la película. Pero Sherman, que imita poses, locaciones y vestuarios típicos de esas películas, deja abierto a la imaginación del espectador la historia de la que es protagonista.
En otras, Sherman también se plantea (en fotos sin título, mayoría en su obra) el punto de vista de una mujer clasemediera norteamericana, la que recibe y consume esos estereotipos, en diferentes situaciones que reconstruye la artista con ella como protagonista.
Apropiación en línea
Richard Prince, con la utilización de las publicidades, está además polemizando con la propiedad intelectual y la autoría por medio de la apropiación. Desde los años ‘70 Prince trabajó con las temáticas de las revistas de moda, re-fotografío imágenes publicitarias para su reutilización, destacando elementos que eran de su interés discursivo. Esta actualización que en algún punto hace de los ready-made (arte realizado con objetos que no se consideran artísticos) y del pop art (obras que se apropiabna de imágenes de la cultura popular) por medio de la apropiación de las imágenes, le valió al artista varios juicios en contra.
En la muestra podemos ver la obra Spiritual America, que es la responsable de grandes polémicas. Es la foto de la actriz Brooke Shields posando desnuda, maquillada y de manera sugerente, cuando tenía diez años. Dicha fotografía no fue originalmente tomada por Prince. La imagen de la niña fue publicada en una revista de la editorial Playboy tomada en 1975 por Garry Gross, de donde Richard Prince la tomó para volver a imprimirla y exponerla en los años ‘80. Cuatrocientos cincuenta dólares fueron pagados a la madre de Brooke por esa sesión de fotos, mientras que la copia del artista ha llegado a valuarse en más de tres millones de dólares, dejando al descubierto cómo actúan los espacios de legitimación del arte para imponer valores. Hubo un juicio en ese momento, pero no por la explotación de pornografía infantil, sino por a quién correspondían los derechos de autor y su utilización; toda una muestra de la lógica del medio. La misma obra fue censurada en el 2009 en el Tate Modern Museum de Londres y, actualmente ya se escucharon voces en contra de su exhibición en el MALBA.
Prince, más recientemente, trabajó con imágenes de Instagram. Se puede ver la fotografía de la modelo Alyssa Barbara, que fue parte de la muestra “Nuevos Retratos”, donde las obras son apropiaciones de las fotografías publicadas por diversos instagramers realizadas por capturas de pantallas y modificadas. Cuestión que generó polémica, pero que buscaba mostrar la utilización cotidiana y lo que hacen a gran escala las plataformas de redes sociales, lo que se vio en forma descarnada con los últimos escándalos alrededor de Facebook. Prince vendió la mayoría de sus obras a 90 mil dólares cada una, sin pedir permiso a ninguno de los retratados.
Hay obras del artista en otros formatos, objeto, escultura y pinturas, donde también se apropia de objetos de la vida cotidiana, o realiza un homenaje a Willem de Kooning trabajando a partir de sus pinturas para luego modificarlas.
Ambos artistas, con una trayectoria de más de cuarenta años, siguen planteando críticas que aún se encuentran vigentes. El gesto de apropiación de las imágenes sigue causando controversias sobre la originalidad de la obra artística y por el lucro que se realiza con el supuesto trabajo ajeno. La resignificación de las imágenes de los estereotipos (que se reproducen en los medios de comunicación y las redes sociales) sigue llamando a la reflexión, como también la crítica al american way of life. Especialmente hoy que es Trump, un político construido a través de la explotación de estereotipos en los grandes medios, en este caso negativos (xenófobos, misóginos, etc.) aquel que nadie esperaba pero que logró la foto de presidente de EE. UU. Lo malo es que no es solo una performance.
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