Comenzaba 1912 y las obreras textiles de Estados Unidos empezaban una huelga histórica que culminaría en la victoria de sus demandas económicas y sociales. ¿La primera huelga de mujeres?
Celeste Murillo @rompe_teclas
Domingo 8 de marzo de 2020
En las asambleas, charlas y reuniones para preparar el 8 de marzo y el próximo paro internacional de mujeres se habla de las huelgas de mujeres y las protestas que inspiran movilizaciones masivas en diferentes partes del mundo. Una de las más comentadas hoy es el llamado “viernes largo” de Islandia, cuando las mujeres no fueron a trabajar ni realizaron tareas domésticas para hacer sentir su fuerza y su reclamo de igualdad.
Existe una larga tradición de huelgas de mujeres, incluso antes de que las mujeres tuvieran derecho a votar, las trabajadoras hicieron sentir su voz y su fuerza. La historia del movimiento obrero suele tener asociada la imagen de un varón aguerrido, sin embargo, las mujeres agotaron días y noches peleando junto a sus compañeros, por sus derechos y los de toda la clase trabajadora. Esa es la historia de la huelga de las obreras textiles de Lawrence, cuya victoria no se limitó su fábrica.
La huelga de Lawrence
En 1912 en Lawrence (Massachusetts, Estados Unidos) las obreras textiles iniciaron una huelga que será conocida como la huelga de “pan y rosas”. La huelga culminaría con la implementación de la jornada reducida, el aumento de salarios y el reconocimiento de los sindicatos.
La primera década del siglo XX comenzó con una ola de huelgas en Estados Unidos, centradas en el ramo textil, la industria pujante del momento. Las jornadas interminables, los salarios miserables y las condiciones inhumanas de trabajo arrojaban a miles a la huelga.
En 1908 las obreras del vestido de Chicago hicieron una larga campaña por la reducción de la jornada laboral y la mejora de condiciones de trabajo. El año siguiente, en 1909, Nueva York vio la primera acción obrera de gran magnitud de la historia de la ciudad, a manos de las “niñas” que no llegaban a las dos décadas de vida, lideradas por la “veterana” Clara Lechmil de 23 años. Y 1911 fue el año de la famosa huelga textil que terminó en desastre, por el incendio provocado por los dueños de la Triangle Shirtwaist Company.
Año nuevo de 1912
El año nuevo, lejos de los banquetes de los ricos, trabajadoras y trabajadores de Lawrence salían a la huelga. Unos días antes, se había votado una nueva legislación que reducía la jornada laboral de 56 a 54 horas semanales para las mujeres y los menores de 18 años.
La industria textil empleaba mano de obra inmigrante, femenina e infantil. Más de la mitad eran mujeres y muchas eran menores de 18 años. Una de sus banderas principales era conquistar el pan (simbolizando los derechos laborales) y las rosas (como símbolo de la exigencia de mejores condiciones de vida).
La enorme mayoría de las obreras de Lawrence no estaba organizada en sindicatos, ya que la AFL (American Federation of Labor, central sindical oficial) solo afiliaba obreros calificados, es decir, varones blancos. Por ende, la industria textil estaba totalmente desorganizada.
Organización y lucha, con las mujeres al frente
Al frente de la huelga estaba la IWW (Industrial Workers of the World), que fue una de las primeras organizaciones obreras que alentó a las mujeres a ocupar puestos dirigentes y que peleaba por métodos democráticos en las luchas. Intentó seguir la huella de los Caballeros del Trabajo, que habían inaugurado la tradición de sindicatos mixtos (integrado por obreros blancos y negros) y la incorporación de las mujeres.
El 10 de enero se realizó la primera reunión en la IWW, donde mil obreras, que acababan de recibir su cheque con un salario menor (por la reducción de horas), decidieron llamar a la huelga. Horas después todo estaba en marcha. Las primeras en salir fueron las obreras polacas de la Everett Mill el 11 de enero, el 12 las siguieron las de American Wollen Company (una de las empresas más grandes). Y se extendió a la mayoría de los talleres.
Se eligió un comité de huelga con 56 titulares y 56 suplentes, para reemplazar al grupo titular en caso de que fueran arrestados, algo común durante las huelgas. El comité representaba todas las nacionalidades; en las reuniones se hablaban 25 idiomas y 45 dialectos, y había intérpretes de todos ellos. Todos los días se realizaban asambleas al final del día, donde se hacía un balance y se resolvían los pasos a seguir.
Las dos primeras medidas votadas fueron: fondo de huelga y piquete masivo alrededor de las fábricas. Los enfrentamientos con la Policía y las milicias del gobierno local eran cada vez más violentos y se hacía difícil bloquear la entrada de los carneros. Se resolvió formar una línea “infinita” alrededor de los talleres, un piquete que se mantenía las 24 horas y se movía constantemente. De esta manera era imposible entrar a la fábrica.
A las pocas semanas, los dirigentes son arrestados, acusados por incitación a la violencia y por la muerte de una obrera. La IWW envía a Elizabeth Gurley Flynn, Joe Hill y Carlo Tresca, para suplantar a los dirigentes presos.
Nuevas medidas para alentar la participación femenina
El nuevo comité de huelga instaló guarderías y comedores comunitarios para hijos e hijas de las obreras. Las medidas apuntaban facilitar la participación de las mujeres. Además se realizaban reuniones solo de mujeres, ya que también es necesario combatir el machismo entre los obreros, incluso entre los activistas. Una de las impulsoras más entusiastas de esta política fue Elizabeth Gurley Flynn.
La IWW también se dirigía especialmente a niños y niñas, que debían soportar ataques en la escuela y el barrio, la ciudad está divida por la huelga. Se empezaron a realizar reuniones infantiles del sindicato y una escuela donde se discutían los motivos de la huelga. La medida fue tan exitosa, que luego se llevaría a cabo nuevamente durante la huelga de Paterson en 1913.
Por la creciente violencia se decidió enviar a los niños a otras ciudades, donde serían albergados por familias solidarias. En el primer tren salieron 120 chicos. En el momento en que se disponía a salir el segundo tren hacia New York, la policía desató una represión desmedida en la estación. Este episodio lleva la huelga a las páginas de los diarios nacionales y al Congreso.
Todos hablaban de Lawrence. Los dirigentes de la central sindical oficial tuvieron que pronunciarse, pero no apoyaron la huelga: tildaron a las obreras de izquierdistas, anarquistas y revolucionarias, no querían saber nada con los comités de huelga. Pero las obreras de Lawrence contaban con un apoyo amplísimo. Se realizaban mitines de solidaridad en todo el país. Las universidades cercanas, como la prestigiosa Harvard tenía comités estudiantiles que colaboraban con la huelga y si tenían que ausentarse de los exámenes, la universidad los daba por aprobados. La participación de estudiantes de universidades de mujeres, recolectaban dinero, difundían la lucha y viajaban a Lawrence para colaborar directamente con el comité de huelga.
La gran difusión, la firmeza de las obreras, y el miedo a que se extendiera la huelga, hizo ceder a los empresarios: aceptaron la jornada laboral reducida y el aumento de los salarios. Después de una larga lucha, durante casi todo el invierno, el 12 marzo la huelga de “Pan y Rosas” culmina con una de las primeras victorias del movimiento obrero en Estados Unidos, con la implementación de la jornada reducida, aumento de salarios y el reconocimiento de los sindicatos.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.