En días recientes se revelaron datos sobre algunos de los implicados que participaban en las fiestas de Jeffrey Epstein, en las cuales, ahora se sabe, varios menores de edad sufrieron abuso sexual y otro tipo de vejaciones. Esto solo revela el grado de degradación de los grandes empresarios y políticos de élite.
Miércoles 10 de enero
En 2019 el millonario Jeffrey Epstein se suicidio en su celda para no enfrentar un juicio por trata de menores y violación sexual. Según lo que se reportó en los medios, el pedófilo había construido una amplia red de contactos con personajes poderosos del mundo de la política, el espectáculo, etc., a los que les ofrecía adolescentes para que el interesado o interesada sostuviera relaciones sexuales en la comodidad de la isla privada de Epstein.
Luego de múltiples denuncias, las autoridades estadounidenses se vieron obligadas a iniciar un proceso judicial que, si bien, tuvo una pausa por la muerte del acusado, reveló una extensa trama de documentos con datos de los implicados, tanto cómplices, de los que solicitaban los servicios y personas que fueron mencionadas, pero no tienen relación con el delito. En este sentido, hace unos días una jueza de Nueva York ordenó que se hiciera pública parte del expediente por medio del cual la opinión pública se enteró de decenas de nombres.
Ahora, es de mencionar que hay algunas enumeraciones de nombres, en su mayoría de las personas mencionadas en contextos diversos, y algunos otras personas que cometieron actos sexuales con algunas de las víctimas. También, otras que aparecen solo de forma circunstancial, porque se pregunta por ellas porque son víctimas o empleados. Por ende, “casualmente” la mayoría de los mencionados no pueden ser relacionados con algún acto de violencia sexual, pero como sabemos, para que realmente todos los culpables salgan a la luz, se necesitaría impulsar una verdadera investigación independiente para tener certeza de la verdad.
En relación con lo anterior, no debemos confundirnos, pues, el hecho de señalar a ciertas personalidades –independientemente de que sean culpables— y exponerlas al escarnio público, no resuelve el problema de raíz, ya que esta situación se sustenta en un sistema político que lo permite, por ende, no sólo se debe buscar castigo a todos los culpables, sino se debe desmantelar las estructuras sociales que lo permite y hacen realidad estas aberraciones.
Degradación capitalista
¿Cómo es posible que se llegué a este tipo de atrocidades? La respuesta es sin duda altamente compleja, sin embargo, es posible dar una explicación a estos hechos. Debemos recordar que, en una sociedad dividida en clases sociales, en donde la burguesía -como dueña de los medios de producción y del mando de la sociedad-, está en posibilidad, aunque viole la (su) legalidad, de imponer su voluntad sobre todos los aspectos de la vida, entre los que el aspecto sexual no está exento. Miles son los casos que han salido a la luz donde los ricos y poderosos, violan, asesina y explotan de múltiples formas, y sus víctimas no son habitualmente gente de su nivel socioeconómico, sino, empleadas, servidumbres, etc.
Las redes de trata son otro de los factores elementales para que se dé la corrupción de menores en materia sexual. Estas redes a su vez son producto del patriarcado que, –siendo un factor fundamental en este sistema- cosifica y convierte los cuerpos de las mujeres y menores en simples mercancías, permitiendo que los ricos y poderosos trafiquen con ell@s.
Así, los miembros de esta clase, al tener medios materiales de sobra, -a costa del trabajo de millones de trabajador@s-, y estar en un escalón social que les otorga un poder inmenso, sienten, primero, un manto de impunidad, y por ende una autorización implícita para cometer cualquier acto delictivo, incluido la violación sexual de una o un menor de edad. Por otro lado, la degradación de la clase dominante se expresa en un vacío existencial y aburrimiento relativo de la vida que tratan de llenar por medio de explotar y aprovecharse de los más débiles.
Y por ello, no podemos esperar que la justicia venga de los tribunales oficiales, porque estos no están diseñados para dar justicia realmente, sino que son parte del régimen político de dominación contra los trabajadores y demás sectores populares que tienen el fin de desviar el reclamo e ir administrando el problema. Esto es así porque en el sistema actual, las redes de poder que se pueden constituir se basan el intereses económicos y políticos de la élite que requiere de complicidad y favores.
Entonces, nos podemos preguntar legítimamente ¿no hay nada que hacer?
A nuestro parecer, sí es posible cambiar la situación para que tan monstruosos crímenes no se repitan, y para ello es necesario cambiar la forma de producir y de repartir de la riqueza, pues si los trabajadores controlaran sus centros de trabajo, las mercancías y servicios que ahí se crean, y las ganancias millonarias se distribuyeran en función de las necesidades sociales, ninguna persona podría acumular tanto poder como para aprovecharse de los demás en su sentido amplio y en específico en el sexual.
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