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Opinión. La malla curricular y la educación pública en debate ¿por qué educación pelear?

La Confederación de Trabajadores de Educación Urbanos de Bolivia (CTEUB), anunció un paro de 48 horas para este jueves 30 y viernes 31, con el levantamiento de piquetes de huelga, bloqueos de caminos y cierre de algunas rutas fronterizas. Es en este escenario de paro y movilizaciones que queremos dar continuidad al debate sobre el rechazo a la malla curricular por parte de la CTEUB, las unidades educativas privadas y las diferentes iglesias. En esta nota vamos a debatir sobre la presencia en el programa de estudios de los saberes y conocimientos de las naciones indígenas originarias, el carácter sindicalista del paro y las movilizaciones, y la educación por la que luchamos los revolucionarios y las revolucionarias.

Martes 28 de marzo de 2023

Foto: redes sociales

Foto: redes sociales

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El paro y las movilizaciones que viene realizando el magisterio urbano tiene como origen el cuestionamiento a la malla curricular y en especial a los contenidos que ponen de manifiesto el golpe de estado del 2019, la educación sexual integral y las expresiones culturales de las naciones indígenas originarias. Sobre el golpe de estado y la implementación de un programa de educación sexual integral ya se ha realizado un debate -en dos notas publicadas anteriormente en La Izquierda Diario Bolivia- con la Confederación de Trabajadores de la Educación Urbana de Bolivia (CTEUB), las unidades educativas privadas y las diferentes iglesias.

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Si bien la ley Avelino Siñani - Elizardo Pérez y, por lo mismo, la malla curricular tienen un enfoque progresista en sus postulados: “Es descolonizadora, liberadora, revolucionaria, anti-imperialista, despatriarcalizadora y transformadora de las estructuras económicas y sociales; orientada a la reafirmación cultural de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, las comunidades interculturales y afrobolivianas en la construcción del Estado Plurinacional y el Vivir Bien”, se podría afirmar que no han sido suficientes en sus buenas intenciones y en los logros simbólicos que se han alcanzado durante el gobierno del MAS, pues, podemos afirmar que la educación no ha cambiado en su esencia. Es decir, sigue siendo una educación que califica la fuerza de trabajo y adiestra a las y los trabajadores para que sean dóciles, facilita la división de clases, favorece la socialización de valores e ideas de la clase dominante, a partir del golpe de Estado el odio racializado se ha hecho evidente, y, a decir de Paulo Freire, sigue siendo una educación bancaria.

Es más, la injerencia de la iglesia en temas educativos no se ha cortado de raíz, lo cual se evidencia en las campañas y movilizaciones que ha realizado en contra de la educación sexual integral o el golpe de Estado de 2019; a esto se suma el hecho de que no se ha centralizado el sistema educativo, lo cual se expresa en la desarticulación de los cuerpos orgánicos de la educación pública como son los trabajadores de la educación, las y los estudiantes, los padres y madres de familia, las organizaciones barriales y obreras, capaces de disputarle al Estado el control de la malla curricular. En definitiva, la calidad de la educación no ha cambiado y su constatación se manifiesta en las condiciones en las que se hayan los estudiantes, las escuelas y los maestros: bajos niveles en cuanto al desarrollo de capacidades personales y sociales de los estudiantes, presupuesto miserables para educación, déficit de ítems, infraestructura deficiente e insuficiente, entre otros.

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La “revolución democrática y cultural” que impulsó el MAS a lo largo de estos años de gobierno, y que es el resultado de los grandes levantamientos e insurrecciones que se dieron en el país durante los años 2001 al 2005, introdujo importantes reformas buscando resolver el problema histórico de la exclusión social de las grandes mayorías nacionales de origen aymara, quechua o guaraní, demandas y reivindicaciones de naturaleza identitaria y nacional que al ser sumamente sentidas, representan una fuerte carga simbólica y un poder de movilización como se expresó en las manifestaciones espontáneas de rechazo al golpe en las barriadas populares de Senkata y Sacaba.

Ante estas manifestaciones identitarias que expresan valores y conocimientos ancestrales, el POR (Partido Obrero Revolucionario) se ha referido como anticientíficos y retrógradas, posición que coincide de cierta manera con la derecha y la iglesia medieval, las mismas que señalan que estas formas de conocimiento de nuestras culturas están plagadas de hechicería, brujería, salvajismo y otros apelativos que le quitan la esencia y el valor que tienen en un momento actual principios y prácticas comunitarias como el ayni, la minca y la reciprocidad como cimientos fundamentales para pensar en una nueva sociedad.

Esta discusión es importante ya que el POR desde hace años dirige las federaciones departamentales del Magisterio Urbano en La Paz, Chuquisaca y Cochabamba y desde lugar devalúan la importancia de estas demandas democráticas estructurales referidas a los pueblos originarios. Desconocen o intentan negar que los pueblos originarios a lo largo de la historia han aportado culturalmente con conocimientos que abarcan desde la ciencia, la tecnología, la arquitectura, la astronomía y valores que son fundamentales para una vida en comunidad. No se trata de romantizar nuestra cultura, sino de reconocer el valor que representan los saberes y conocimientos ancestrales en el contexto actual, y, al mismo tiempo, repudiar la instrumentalización y folclorización de la que ha sido objeto por parte del gobierno del MAS.

Paro, movilizaciones y los límites del sindicalismo corporativo

La política que el POR-URMA está sosteniendo en el paro y las movilizaciones del magisterio urbano, está reduciendo a la clase obrera a un mero sujeto de demandas corporativas y sindicales, es decir, a un sujeto economicista. Si bien hay legitimidad en varias de las demandas que exigen (presupuesto, ítems o jubilación al cien por ciento), lo cierto es que su lucha, al ser despojada de toda dimensión política de clase, termina sirviendo de convergencia para las concepciones más reaccionarias y de derecha de la sociedad (las Iglesias evangélicas y católicas, los grupos provida y “con mis hijos no te metas”) que son las que establecen y marcan la naturaleza del movimiento actual en las calles.

Desde la LOR-CI, organización que impulsa La Izquierda Diario Bolivia, pensamos que la única forma de vencer es impulsando y constituyendo -política y estratégicamente- un frente único que aglutine al conjunto de sectores explotados y oprimidos de la sociedad, que luche, sobre la base de la autoorganización y la independencia de clase, por un conjunto de demandas amplias, como las del movimiento de mujeres, movimiento indígena, campesino y el movimiento LGTBI+.

Una muestra donde se evidencia un frente único con los métodos de lucha de la clase trabajadora es en Francia. Tras la aprobación de la contrarreforma de las pensiones por parte de Macron, la clase trabajadora francesa (como de la energía y del gas, el refinamiento del petróleo, las terminales petroleras que reciben y almacenan el crudo en los puertos, de los portuarios, los ferroviarios, los recolectores de basura) en alianza con las organizaciones estudiantiles y de mujeres, viene desarrollando una importante lucha contra el gobierno de Macron.

Es justamente que, al calor de las luchas en las calles, las demandas del movimiento estudiantil universitario y liceísta contra la negativa del parlamento de mantener los almuerzos universitarios o de la posible reforma del servicio nacional universal (SNU), se funden con las de la clase obrera. Lo mismo podríamos decir del movimiento de mujeres de Francia que en las voces de Pain et Des Roses (parte de la agrupación internacional Pan y Rosas) manifiestan que “Defendemos [que es necesario] hacer del 8M el inicio de una huelga política y reconductible [renovable] por el retiro de la reforma jubilatoria, pero también por todo lo demás: aumento de salarios y su indexación a la inflación, reparto de las horas de trabajo, presupuesto para servicios públicos como salud y educación, y por la regularización de todos los trabajadores y trabajadoras sin papeles. También defendemos que con este programa podemos garantizar el derecho al aborto libre para todxs y luchar contra la violencia patriarcal y racista”.

En este sentido, pensar a las y los maestros como visagra entre la clase obrera y lxs estudiantes y los padres y madres de familia, es romper con la lógica corporativista y sindicalista del POR-URMA, y favorecer la creación de un frente único que tenga -como razón de ser- las acciones de masas por objetivos de lucha.

¿Por qué educación peleamos los revolucionarios y revolucionarias?

Abordar esta pregunta nos plantea el delimitarnos frente a dos concepciones básicas y constitutivas del pensamiento pedagógico contemporáneo. Por un lado, a demarcarnos del reformismo pedagógico cuya idea central es que la educación tendría por finalidad el cambio de conciencias, como si la educación fuera el motor del cambio de la sociedad con lo cual se le estaría otorgando a la educación el rol central de preceder a la acción revolucionaria y se la estaría ubicando por encima de la sociedad de clases. Por otro lado, está la pedagogía reproductivista que parte del postulado de que al ser la educación y el sistema educativo el espacio donde se reproducen las formas de opresión y de explotación del capitalismo, y se instalan relaciones sociales de dominación, lo que se estaría planteando desde esta mirada es que no tendría sentido o no sería factible defender la escuela tal como es.

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Frente a estas dos miradas de la que nos delimitamos, planteamos la lucha y la conquista de una educación liberadora e igualitaria, pero no dentro de los marcos del sistema capitalista, sino en una educación para otra sociedad y otra sociedad para otra educación, pues, como señalaba Vigotski “La vida se convierte en creación solo cuando se libera definitivamente de las formas sociales que la deforman y mutilan. Los problemas de la educación se resolverán cuando se resuelvan los problemas de la vida”.

La experiencia de la escuela soviética que se dio durante la revolución rusa, fue la experiencia en la que se pudo resolver los problemas de la educación, pues se pudo poner en práctica una educación que favoreció el desarrollo integral e igualitario de niños y jóvenes, que articuló dialécticamente lo manual y lo intelectual a través de la institucionalidad de los politécnicos que eran establecimientos de educación en los cuales el trabajo productivo no solamente era un oficio, sino una amplia gama de procesos productivos que tuvieron como fin el trabajo social y no el trabajo alienado o enajenado. También se eliminaron los exámenes; se liberaron de horarios; se educaba desde la infancia en la autonomía y no en la obediencia acrítica y el conformismo; se promovió la autogestión de los niños desde la escuela y en la organización; se unificó en un sistema único de educación en lugar del sinnúmero de escuelas (parroquias, iglesias, escuelas agrícolas, escuelas de comercio, gimnasios para niños, escuelas secundarias completas, gimnasio para niñas, etc.); es más, la educación favoreció a que las mujeres se liberen del trabajo doméstico y se socialice el cuidado infantil.

En la aspiración de poder conquistar una educación para otra sociedad y otra sociedad para otra educación, se hace necesario educar y pelear para exigir y defender la educación pública, laica, gratuita y de calidad, luchar por un presupuesto acorde a las necesidades que demanda la educación pública y no a los dictados de la clase dominante y sus ganancias. Por lo mismo, exijamos al Estado el financiamiento de la educación y las garantías de acceso para el conjunto de la población, lo cual no significa que tenemos que dejar el control de la misma en manos del Estado que defiende los intereses capitalistas. La enseñanza puede ser pública, pero sin estar bajo control del Estado. En este sentido, es necesario luchar por arrancar de sus manos el control de los planes de estudio, del presupuesto y el destino de los fondos, y ponerlo en manos de los verdaderos actores de la educación como una forma de control obrero de la escuela. Qué medidas tenemos que empezar a tomar: separación de la iglesia del Estado y expropiación de todos sus bienes, impuestos a las grandes ganancias y reducción del presupuesto a la policía y a las fuerzas armadas, es más, luchamos por su disolución de tal manera que contemos con el presupuesto de estos aparatos de la represión y los volquemos al servicio de la salud, educación y trabajo.

Finalmente, al ser la escuela un producto histórico que ha surgido en un momento dado de la historia, evidencia que no es natural ni eterna y está destinada a desaparecer o cambiar junto con la sociedad de clases. Las formas educativas, por lo tanto, están también indefectiblemente destinadas a transformarse junto con las transformaciones de la sociedad.

“La burguesía educa de distinta manera a los hijos de los trabajadores y a los hijos de los terratenientes y capitalistas. De los primeros trata de hacer sumisos esclavos, y de los segundos, jefes. Cuando se trata de los hijos de los trabajadores, procura impedir el desarrollo de la personalidad del niño; todos los métodos de educación están enderezados a hacer de los niños seres sin personalidad, pasivos, pero si eso no se logra con algunos muchachos, entonces se les destaca, contraponiéndolos a los demás, con el fin de convertirlos en fieles servidores de la burguesía. En lo que atañe a los hijos de las clases dominantes se aplican otros métodos de educación. La burguesía trata de hacer de ellos individualistas que se contrapongan a la masa, a la colectividad, y sepan dominarla.
La educación soviética está orientada a desarrollar las aptitudes de todos los niños, a elevar su actividad, su conciencia y a robustecer su personalidad, su individualidad. Por eso, nuestros métodos de educación son distintos que los de la escuela nacional burguesa, y se diferencian radicalmente de los métodos de educación de los hijos de la burguesía.
La burguesía procura hacer de sus hijos individualistas que ponen su “yo” por encima de todo y se contraponen a la masa. Nosotros procuramos hacer de nuestros hijos personas multifacéticamente desarrolladas, conscientes y sanas de cuerpo, que no sean individualistas, sino colectivistas, que no se contrapongan a la colectividad, sino que constituyen su fuerza y acrecienten su importancia. La educación comunista emplea otros métodos. Estimamos que la personalidad del niño sólo puede desarrollarse plena y multifacéticamente en la colectividad. La colectividad no absorbe la personalidad del niño, pero influye en la calidad y el contenido de la educación.”
(Nadeshda Krupskaya - La educación de la juventud).