Obra del maestro Norman Briski. Barrio, política, fútbol, amor, sexo, poca guita, amistad y berretines varios.
Domingo 3 de noviembre 14:37
Alerta spoiler para esta obra que sorprende.
La poética del fútbol callejero, los amigos, la pared del barrio privado que divide realidades y oculta mucho. Y allá lejos Gaza.
El dolor del desamor, la disputa por el amor de esa piba que no se casa con nadie.
Berretines: todos. Picardía: más. La falta de guita: siempre.
La intimidad, la complicidad, la risa, la charla de un largo viaje en bondi.
El deseo desplegado públicamente, con desparpajo y bien sarpado, como nos gusta. El sexo intenso, atrevido y bien gozado.
Los hijos, el paso del tiempo y por sobre todo la solidaridad.
Interpretada hasta el detalle, con complejidad y simpleza, sin exageraciones ni edulcorantes; Agustín Dieguez (Juan), Mariel Beninca (Fragata) y Emiliano Cáceres (Briantes) encarnan esas vidas de un barrio cualquiera sin el sabor metálico que dejan muchas interpretaciones del mainstream.
La mirada aguda de su director, el rosarino Hernan Caleca, se refleja en cada vértice de esta obra que al final confunde porque esas historias no terminan de terminar nunca. Llega al espectador con la carga de emocionalidad qué cruzan a esas vidas en la calle de cualquier barrio pero desde el escenario. Aplausos.
Mención especial para la pequeña India De Prisco (Cristina y niña del country) que sabe aportar intensidad y frescura.
Desde la trinchera del escenario, La oreja de la calle promete sacar el teatro a comedores, facultades y barrios a escuchar y contar historias.
Desde acá también enviamos toda la solidaridad con su autor, Norman Briski, premiado recientemente con un Martin Fierro y actualmente perseguido tras apoyar al pueblo palestino contra el genocidio de Israel en un encendido discurso desde el escenario de esa famosa gala, en donde denunció también las políticas de ajuste del gobierno de Milei.
Si queres presentar tu obra en la Casa Cultural Socialista contactate con nosotrxs al 1158105936