Reseña de Tariq Ali, The Lenin Scenario, Londres, Verso, 2024.
EXT./INT. EL MISMO DÍA.
La Aurora dispara munición contra el palacio. En el interior, los ministros se encuentran en un estado de colapso nervioso. Kerensky desaparece y reaparece vestido de mujer de limpieza. Lo miran horrorizados. Les hace un gesto patético con la mano y desaparece. Los cadetes que defienden el Palacio de Invierno hacen algunos disparos por nerviosismo. Es la señal para la ofensiva. Los guardias rojos armados entran en el palacio y disparan contra los cadetes, que huyen o se rinden. Las masas entran en el palacio y lo ocupan. Afuera ondea una bandera roja. Petersburgo ha caído en manos de la revolución.
Pocas veces biografía e historia aparecen tan unidas al punto en que una es indivisible de la otra. Es el caso de Lenin, cuya vida personal es también el relato de cómo sucedió la primera revolución socialista triunfante. De eso se trata The Lenin Scenario, el guión para cine que escribió el historiador pakistaní Tariq Ali en el marco de los cien años de la revolución rusa. Sin embargo, luego de una ardua e infructuosa búsqueda de financiamiento, el autor cae en la cuenta, sorprendido, que ni la industria cultural ni la llamada cultura independiente están interesadas en el proyecto: a cien años de esa gran hazaña obrera, parecería más fácil hacer la revolución que una película sobre ella.
¿Por qué nadie quiere hablar de revolución? Para un capitalismo que ha absorbido todo –slogans, modas que copian la estética soviética, merchandising del Che Guevara, recuerdos vintage para nostálgicos de una época derrotada que recorren las páginas de compra venta–, los acontecimientos de 1917 continúan siendo un tabú para la cultura oficial. “Demasiado intelectual y muy poco sensual”, cuenta Ali que le respondió Oliver Stone al leer el guión. Por esas fechas, sin embargo, viaja a Sudáfrica a ver una obra de teatro de un amigo británico. “Fue entonces que se me ocurrió –escribe–, ¿por qué no explorar la posibilidad de hacer una versión negra de Lenin?”; una versión libre, original, sin las ataduras del estilo clásico de la biopic hollywoodense, anclada en el sufrimiento y la historia sudafricana. Un Lenin tercermundista, un Petrogrado bajo el sol ardiente y la tierra roja; en vez de un zar, la ocupación británica. Una revolución africana. La imaginación de Ali volaba. Con su amigo consiguen que un multimillonario de la tecnología, “fan” de Lenin y Mao, les financie el proyecto, pero termina declinando a último momento. Es que la revolución, y en particular la revolución rusa, aunque sea ficticia o soñada, para el capitalismo nunca podrá ser inofensiva.
Parafraseando al mismo Ali, si escribir un libro sobre Lenin ya es de por sí un acto de resistencia, publicar un guión de película sobre Lenin también podría serlo. El guión, a grandes rasgos, relata los hitos en su vida: la muerte del hermano en manos del zarismo cuando él era niño, que lo marcará profundamente en su personalidad y trayectoria política –no por nada, es la escena con la que comienza el film–, las discusiones con Martov, su amigo menchevique, con quien funda el periódico Iskra, su relación con Inessa Armand, y por supuesto, la relación con Trotsky, quien aparece particularmente desde el momento en que se une al partido bolchevique en 1917. Sin embargo, el enfoque de Ali no es biográfico, es decir, no relata linealmente la juventud de Lenin ni aborda su vida en el exilio, sino que comienza con la insurrección de febrero, a partir de la cual cada escena irá hacia el pasado o hacia el futuro con la intención de responder la pregunta mágica: ¿cómo pudo suceder esto? Una pregunta que en el momento escapó hasta al Zar, quien ese mismo día en su diario solo atinó a escribir: “Hoy no ha sucedido gran cosa”.
La tarea más importante para el autor es desenmarañar la imagen de Lenin que se ha construido luego de su muerte por el estalinismo, que lo presentó como figura casi religiosa, padre y protector del socialismo real, cuyo continuador se encarnaba en la figura de Stalin. La momificación del cuerpo fue el punto de partida de la profanación de su obra que duró décadas, censurada a través de fotos retocadas, anécdotas falsas y citas entrecortadas que conformaron una verdadera pesadilla benjaminiana. La persecusión y asesinato de sus viejos camaradas hizo el resto. De esta manera, el estalinismo también intentó, como sus pares occidentales, hacer que la vida y obra de Lenin fuera inofensiva. El mito Lenin sustituyó al sujeto, con la intención de borrar la historia detrás suyo. Imagen en todos lados, ideología en ninguno –lo cual podría llevar a preguntarnos cuán realista fue ese socialismo. En muchos casos, esa fue la imagen que se trasladó a América Latina. Por el contrario, Ali busca desmitificar a Lenin, mostrarlo como la personalidad que fue, una figura humana que duda y se equivoca, flexible en la táctica pero intransigente en sus convicciones políticas. Lenin intenta ser un contrapeso tanto a los soñadores –su hermano– como a los indecisos –Martov–, por lo que su tarea fundamental es planificar la revolución, estudiando los errores y obstáculos que tuvieron las experiencias cercanas más importantes: la revolución de 1848, la comuna de París y la insurrección de 1905 en Rusia. Una imaginación realista que concluyó en la primera revolución en la historia programada en el calendario.
Si la “máquina de eliminar la historia” del estalinismo reemplazó la realidad por pura ilusión, la revolución por el contrario, ese momento de impetuosa inspiración en la historia, es una condensación de lo individual y lo colectivo, de lo inconsciente y lo consciente, la transformación que sucede en el interior de las masas proyectada en la acción directa, a veces violenta, muchas veces conmovedora. El partido leninista logró darle un cauce al sufrimiento insoportable de la población que, agotada luego de años de guerra y hambre, se animó a soñar despierta e hizo propia las consignas de paz, pan y tierra. Según Tariq Ali, las mujeres fueron especialmente atraídas por las ideas de Lenin, ellas, doblemente oprimidas, que habían comenzado la revolución en el día de la mujer. En el guión, vemos en escena a Aleksandra Kollontai, reconocida luchadora por la emancipación de las mujeres y la primera en ingresar al Comité Central del partido bolchevique unos meses antes de octubre. Es una de las primeras en apoyar las famosas “Tesis de abril” que propone Lenin al llegar a Petrogrado. En este mes, en efecto, se lleva a cabo otra fusión fundamental: la incorporación de Trotsky al partido bolchevique, luego de que “ya nada nos divida”, momento en el que se unen el partido leninista con la revolución permanente. Hasta esa época, el ala predominante del marxismo continuaba bregando por una revolución democrática burguesa, para más adelante, en un futuro abstracto, llegar paso a paso al socialismo –idea que conducirá a una derrota profunda en Alemania. Trotsky, por el contrario, creía que en Rusia, tierra de contradicciones económicas y sociales, estaban las condiciones dadas para la toma del poder por parte de los obreros y campesinos, sin intermediarios ni dilaciones. Al llegar a Petrogrado, Lenin orienta las tareas del partido en esta dirección, formulando la que luego sería la consigna de la revolución: ¡Todo el poder a los soviets!
Estas pujas se ven reflejadas en el guión de Ali, particularmente en la relación de Lenin y Martov, quien nunca estará de acuerdo con la toma del poder por los bolcheviques. “Martov y sus amigos nos acusan de golpe de Estado, pero no estamos conspirando en secreto. Estamos diciendo abierta y públicamente a los trabajadores y soldados de Rusia: es hora de tomar el poder”, escribe Lenin en el periódico. En las semanas anteriores al 25 de octubre, la discusión se transforma en un debate sobre los tiempos:
EXT. MOSCÚ. GRAN MANIFESTACIÓN. 18 DE OCTUBRE 1917
Varios miles en las calles, con soldados uniformados como el elemento más dominante. Al fondo, el Kremlin. Agitadores portando pequeños taburetes acompañan la marcha. El ambiente es de enfado e impaciencia.
La pancarta que encabeza la manifestación, llevada por soldados reza: “PREFERIMOS MORIR EN MOSCÚ EN LAS BARRICADAS QUE IR AL FRENTE".Se canta La Marsellesa, pero un grupo de manifestantes la tapa con una nueva canción, La Internacional. Se pasan la letra.
A pesar de los posteriores intentos de Occidente por relatar los sucesos del 25 de octubre como una conspiración, en realidad consistió en un proceso de gran democracia, como se ve reflejado en esta escena. Para ese entonces, el partido bolchevique había conquistado la mayoría en los principales soviets de Rusia. Las masas, como en febrero, estaban por delante de los titubeos y las dudas de muchos dirigentes. La reacción y la burguesía ven impotentes cómo sus soldados desoyen las órdenes de los oficiales y se unen al proceso revolucionario. La audacia de Lenin reside en percibir el cambio de ánimo en la población y conducir a esa efervescencia revolucionaria hacia la toma del poder. Sin embargo, si bien la historia daba muchos consejos y lecciones sobre las derrotas pasadas, nada estaba escrito sobre los triunfos. La revolución socialista, por ser la primera, tuvo mucho de improvisaciones y de traspiés, propios de quienes escriben la historia a medida que caminan. Los bolcheviques no eran ingenuos sobre los límites y los problemas que podían sucederse, pero confiaban en que pronto se realizaría la revolución en Alemania, país clave para la expansión del comunismo en los países centrales de Europa. La posterior derrota de la revolución alemana y la enfermedad de Lenin –antes el intento de asesinato contra él– lo debilitan para batallar contra la burocratización que comenzó a avanzar dentro del partido, pero de igual manera es a este combate al que le dedicará los últimos años. En las últimas líneas de su testamento, ocultadas hasta 1956, llama a los camaradas a remover a Stalin como secretario general por considerarlo muy bruto y vulgar para el puesto. El guión finaliza con el funeral de Lenin, ya momificado, siete meses después de escritas estas líneas.
¿Por qué recuperar la historia de Lenin? Mucho se habla hoy de comunismo –en general de manera igual de vulgar que antes–, pero poco se entiende sobre su significado. Recuperar a Lenin es recuperar la posibilidad de que, así como lo hicieron los revolucionarios del siglo pasado, puedan ser transmitidas y estudiadas las experiencias de millones de mujeres, jóvenes y trabajadores que en una época no tan lejana se atrevieron a soñar sus propios destinos. Y junto a ellos, Lenin, el constructor de una estrategia subversiva que aún hoy continúa siendo censurada. ¿Cómo presentarlo a las nuevas generaciones? En un presente en el que la fase contemporánea del capitalismo sólo ofrece imágenes de destrucción cada vez menos distópicas, en donde la vida de las grandes mayorías se hace cada vez más intolerable, rescatar a Lenin es rescatar la idea de que, si se quiere otro futuro despojado de la opresión y la explotación, es preciso militar por él. The Lenin Scenario no pudo ser filmada, pero tal vez en un futuro sea posible recrearla en la realidad. No se trata solamente de recuperar una verdad histórica; se trata de una lucha política que aún continúa.
INT. SMOLNY. SESIÓN DEL SOVIET / 25 DE OCTUBRE DE 1917
TROTSKY
Hoy no se ha derramado sangre. Aún no hemos tomado el Palacio de Invierno, pero eso sucederá muy pronto. Camaradas, estamos a punto de construir un nuevo Estado, que será un instrumento del pueblo y lo liberará de todas las formas de esclavitud. Tenemos un camarada esperando para dirigirse a ustedes, el mayor responsable de crear la fuerza política tan necesaria para preparar el camino hacia este glorioso día. Vino anoche al Smolny para asegurarse de que no hubiera ningún cambio a último momento. Les presento al camarada Lenin.Gran aplauso mientras Lenin camina hacia la tarima. Luego, silencio absoluto cuando comienza a hablar.
LENIN
Ahora procederemos a construir el orden socialista.
(aplausos que agradece y luego detiene)
Las masas oprimidas deben crear su propio gobierno, su propio Estado. Hay que destruir de raíz el viejo Estado y crear una forma de organización soviética que sustituya al viejo aparato administrativo. Pero lo primero es lo primero. Debemos terminar la guerra de inmediato. Sin demoras. Debemos aniquilar la propiedad terrateniente. Los trabajadores deben controlar las industrias en las que trabajan. Ellos saben cómo dirigirlas mejor que los estafadores y chupasangres que las poseen...
(aplausos sostenidos)
COMENTARIOS