×
×
Red Internacional
lid bot

¿Qué se puede leer? La rebelión indígena de Tupac Amaru y Micaela Bastidas

Se cumplen 240 años de los asesinatos de Tupac Amaru y de Micaela Bastidas. En ¿Qué se puede leer? presentamos un recorrido por los hechos de la rebelión que se extendió por los virreinatos del Perú y del Río de la Plata presentados en la “Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú”.

Martes 18 de mayo de 2021 11:50

La rebelión de Túpac Amaru y de su compañera Micaela Bastidas es considerada una de las principales sublevaciones contra el poder colonial en los Andes centrales. En un contexto de disputas de las potencias europeas por los mercados coloniales, la monarquía española impulsó en sus colonias sudamericanas distintas reformas (Reformas Borbónicas) tendientes a un control exacerbado de las economías regionales y sobre todo la minería de Potosí. La creación del virreinato del Río de la Plata permitió la aceleración del flujo de metales hacia el Atlántico vía el puerto de Buenos Aires. A su vez agravó aún más la explotación de los trabajadores indígenas en las minas acrecentando distintos gravámenes con impuestos o trabajo, contra esto se levantó Amaru.

La Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú publicada de manera virtual por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, editada en el año 2017 por Héctor Huerto Vizacarra y prologada por el historiador Charles Walker, presenta cuatro extensos volúmenes sobre la Rebelión de Túpac Amaru II. En ellos se recuperan diversas fuentes históricas sobre los sucesos protagonizados por el líder indígena entre 1776 hasta su asesinato en 1781 y luego se continúa con otras que reflejan la expansión del movimiento impulsado por Diego Túpac Amaru y Túpac Katari. A estos volúmenes se agregan otros tres referidos a las sentencias judiciales de quienes han participado en la rebelión. De este modo se presentan una gran variedad de fuentes que se encontraban dispersas en diversos archivos (De Indias en Sevilla, Archivo General de la Nación en Buenos Aires, Academia de la Historia de Madrid, Archivo regional de Cusco, Archivo General de la Nación de Lima, New York Public Library Rich Collection y Public Record Office de Londres, entre otros).

Esta colección y su repositorio digital virtual de acceso libre constituyen un importante aporte a quienes se interesen por la historia indígena en Sudamérica y en particular por la rebelión de Túpac Amaru y Micaela Bastidas. Presentamos una selección de algunas fuentes en la que se destaca el accionar de Amarú reflejado centralmente en los volúmenes 2, 3 y 4.

“La tiranía de los europeos, extinguir a los corregidores”

En el volumen 2 se recuperan diversos documentos que desde las reformas borbónicas de 1776 describen el accionar de Túpac. Entre ellos se destaca el escrito que envió a la Audiencia de Lima con el pedido de exoneración de la mita en Potosí (1776). En él se denuncian diversos tratos que recaían sobre los pueblos indígenas que trabajaban en la mina. En primer lugar denuncia la obligación de recorrer grandes distancias con sus familias y que por el trabajo sino mueren, no pueden regresar a sus comunidades. La dificultad del cumplimiento de la mita porque cada vez hay menos indígenas que trabajan y una gran cantidad de desocupados. Que muchos indígenas trabajaban en más de una mina para pagar la mita. Pide que los mineros paguen el recorrido hacia las minas y se los asista en el recorrido. Por último peticiona que los indígenas de las provincias de Canas y Canchis, no sean obligados a la mita de Potosí.

El volumen 3 recupera la mayor cantidad de escritos de Túpac Amaru y en él se describe detenidamente su política contra los gravámenes impuestos por la corona española que tenían en la figura de los corregidores su principal enemigo por ser los encargados de regular el trabajo en las mitas, los repartos de indios y el cobro de impuestos (alcabalas, aduanas, gabelas, entre otros). Se inicia con un documento fechado el 10 noviembre de 1780 en el que se relata el asesinato del corregidor de Tinta, Antonio Arriagada por órdenes de Túpac Amaru. Menciona que anteriormente, lo había obligado a escribir algunas cartas para aprovisionarse de dinero, armas y las mulas necesarias. Unos días después Túpac dirige una carta al cacique Choquehuanca con el pedido de “extinguir corregidores en beneficio del bien público, como también se quiten las mitas de Potosí, alcabalas, aduanas y otras muchas introducciones perniciosas” (Vol.3, p. 39, 40), invitándolo a tomar preso al corregidor y a embargar sus bienes y a poner horcas en los en los pueblos advirtiendo que es solo para los desobedientes.

El 15 de noviembre Túpac emite un edicto donde solicita encarcelar a los corregidores por mandato del Rey particularmente al de Tungasuca, inventariar sus bienes para resarcir a los agravios que los indios y otros individuos han sufrido hasta el momento (Vol. 3, p. 48). Este edicto es el primero de unos cuantos que irá impulsando en las distintas provincias del virreinato como en la de Chumbivilcas en la que “prohíbe y quita de raíz los repartos, alcabalas, aduanas y otros gravámenes que infieren los señores europeos” y ordena expediciones de criollos e indígenas a otras provincias para hacer efectivo su cumplimiento” (Vol. 3, p. 165). En el edicto de la provincia de Chichas del 23 de diciembre de 1780, amplia los motivos de su pelea explicitando que el asesinato del corregidor Arriagada, lo hizo en nombre de la religión católica y del Rey, bregando por la unidad de los criollos y los indios, para el “amparo, protección y conservación de los españoles criollos, de los mestizos, zambos e indios, y su tranquilidad, por ser todos paisanos y compatriotas, como nacidos en nuestras tierras, y de un mismo origen de los naturales, y haber padecido todos igualmente dichas opresiones y tiranías de los europeos”.

En los primeros días de 1781, Túpac envía dos importantes notificaciones. Una de ellas es una carta al obispo de Cusco en la que declara que su enemistad es contra los corregidores y proclama ser fiel y leal a la monarquía y a la iglesia. En el oficio al cabildo de Cusco, explicita nuevamente sus intenciones como representante de la sangre inca a los que llama “reyes de este reino”: “Mi deseo es, que este género de jefes (se refiere a los corregidores) se suprima enteramente. Que cesen sus repartimientos, que en cada provincia haya un alcalde mayor de la misma nación indiana, y otras personas de buena conciencia, sin más inteligencia que la administración de justicia, política cristiana de los indios y demás individuos, señalándoseles un sueldo moderado, con otras condiciones que a su tiempo deben establecérseles: entre las que es indispensable una, comprensiva a que en esa ciudad se erija Real Audiencia, donde residirá un Virrey como presidente, para que los indios tengan más cercanos los recursos” (Vol. 3, p. 242).

Un movimiento expansivo

En los volúmenes 2 y 3 se recopila información sobre los distintos levantamientos y sublevaciones en distintas provincias y ciudades de los virreinatos de Perú y del Río de la Plata, la mayoría entre los años 1780 y 1781: Charcas, Arequipa, Paso, Jujuy, Oruro. Los pasquines de denuncias políticas se expanden por todo el territorio con denuncias a las aduanas, contra la administración del tabaco, en las iglesias. En un Informe de un funcionario de la Real Caja al virrey Manuel de Guirior se mencionan los hechos ocurridos en Arequipa en enero de 1780. En la denuncia se menciona que la acción se inicia con pasquines amenazantes en la Aduana, que luego se profundiza con el asalto y saqueo, quemando al pasar papeles e hiriendo a los oficiales de custodia. Luego describe que la muchedumbre prosiguió con el ataque a la casa del corregidor Baltasar Sematnat llevándose fusiles y dinero (Vol. 2, p. 199, 200).

Otros pasquines resultan interesantes porque muestran solidaridad con otros levantamientos como el que fue colocado en Cusco contra las aduanas. Menciona que “Arequipa habló primero que Cusco que es la cabeza del Reino: Viva el Rey y muera el mal gobierno y la tiranía. Muera el Corregidor y los Regidores. Oh pobre Carlos III que engañado vivís” (Vol. 2, p. 220). En otro pasquín también colocado en Cusco se denuncia el manejo irregular del administrador de los tabacos: “Y si usted Señor Gobernador y Oficiales Reales no poneis remedio, lo pondremos los agraviados, que somos tantos como vecinos; y si ustedes piensan librar la vida, como los de Arequipa, se engañan; porque no lo ha de contar ningún cariblanco empleado de Rentas. ¡Viva el Rey … ¡Viva Arequipa! ¡Al arma, al arma! (Vol. 2, p. 218).

“En un estado que parecía una araña”

Viernes 18 de mayo de 1781. Plaza de Cusco, la horca cercada con mulatos armados con fusiles y bayonetas. Salen los y las prisioneras, un total de nueve, con sus grillos y esposas, los acompañan los sacerdotes y la custodia de la guardia, todos de una u otra manera recibirían su muerte. A Micaela le practicaron golpes en la horca. A Túpac le cortaron la lengua, lo pusieron en el suelo y le ataron en sus pies y manos cuatro lazos para ser linchados por cuatro caballos. Sin embargo, no pudieron dividirlo, “lo tenían en un estado que parecía una araña”. Luego se le cortó la cabeza y se descuartizó su cuerpo, lo mismo ocurrió con los otros prisioneros, excepto a su hijo de 10 años que fue deportado. Así reza la Sentencia en la pronunciada en Cuzco contra José Gabriel Túpac Amaru, su mujer e hijos el 19 de mayo de 1781 (Volumen 4, pp. 126, 127, 128). Posteriormente, en diversos documentos se señala la distribución de las partes de los cuerpos. En Tinte donde se inició la rebelión ira la cabeza de Túpac, un brazo de Tunguasuca, uno de Bastidas… En Cusco el cuerpo de Túpac y el de Bastidas junto a su cabeza. En la sentencia se menciona que son culpables de que las haciendas están destruidas, sin gente que las cultive por estar todos en guerra, en las estancias no hay ganado ni siquiera para alimentar a la población. Se alude al libertinaje de los soldados por desconocer el uso de las armas y ser mal disciplinados, robando y talando las tierras por donde pasan; de manera que “el antídoto, se ha convertido en veneno” (Relación de las últimas actuaciones judiciales obradas por el visitador en la causa. Vol. 4, pp. 141, 142).

“Memorias del escarmiento”

Por último, en un documento escrito por el virrey Juan José de Vertiz del Río de la Plata, fechado el 15 de enero de 1781, se describe el pedido de captura de Túpac Amaru por revelarse contra la monarquía y enemigo del Estado ofreciendo recompensa para quien lo ejecute o lo entregue prisionero (Vol. 3, p. 298). En una carta del obispo de Cusco al rey Carlos III del 13 de abril de 1781, se describen las estrategias militares impulsadas por los realistas bajo las órdenes del visitador español Areche enviado por el monarca para derrotar a Túpac Amaru. Con tono religioso y de alabanzas al monarca español explicita la formación de varias columnas (en otros documentos de menciona 17 mil soldados) con la finalidad de reconquistar los pueblos y el núcleo hegemónico de la rebelión en Tinta. Los capitanes capturados por los realistas eran ahorcados para que “sirvan de terror y funesta memoria de escarmiento” (Vol. 3, p. 857). Finalmente el 6 de abril de 1781 fue capturado Túpac Amaru y su comitiva.

La rebelión de Túpac es caracterizada como uno de los movimientos políticos que anteceden a las revoluciones hispanoamericanas de la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, esta rebelión que fue muy extendida y con carácter insurreccional en algunos momentos, tenía por detrás móviles netamente económicos contra los gravámenes que sufrían las poblaciones indígenas, pero careció de objetivos políticos tendientes a modificar el régimen de dominación española.

Nueva Colección Documental de la Independencia del Perú. La Rebelión de Túpac Amaru II

Volumen 1 , Volumen 2, Volumen 3, Volumen 4

Te puede interesar: ¿Qué se puede leer? Napoleón, la revolución burguesa y el bonapartismo


Hernán Perriere

Nació en Bahía Blanca, es historiador (UNS) y docente. Integra el PTS y colabora con la sección historia de La Izquierda Diario.