A pedido del arzobispo Fernández y con dinero que supuestamente debería destinar a los pobres, la ONG católica refaccionó parte de su casona del centro de La Plata para alojar al cura acusado de múltiples abusos sexuales y corrupción de menores.
Daniel Satur @saturnetroc
Estefanía Velo @Stefania_ev
Viernes 6 de diciembre de 2019 13:06
El cura Eduardo Lorenzo ingresando a su nueva "suite", en la sede central de Cáritas La Plata
De la casa parroquial de Gonnet a una casona en el centro de la ciudad, propiedad de Cáritas Diocesana La Plata y refaccionada específicamente para el excapellán del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). El arzobispo Víctor “Tucho” Fernández lo envío a la sede central de dicha organización hasta tanto se resuelva judicialmente la causa por múltiples abusos sexuales agravados y corrupción de menores. ¿Su próxima residencia será alguna las cárceles que ya conoce?
“El Padre Lorenzo está viviendo acá en Cáritas separado de la administración. Hemos dividido la casa. No puede ir a una parroquia, no puede ir a un privado tampoco, tiene que estar en un lugar de la Iglesia. Si no, van a pensar que se quiere fugar o cosas así, que no son reales. Él está enfrentando el juicio y esto es circunstancial”, responde el director diocesano de Cáritas La Plata, el presbítero Cristian Manuel Gonzalvez, cuando se le consulta sobre el nuevo huésped de la enorme casa ubicada en 4 entre 49 y 50, pleno centro de la capital provincial.
El organismo, según ellos mismos se definen, “anima, coordina y organiza la pastoral caritativa de la Iglesia procurando generar y dar respuestas integrales a las problemáticas de la pobreza desde los valores de la dignidad, la justicia y la solidaridad”. Entre sus objetivos no figura abordar el combate y la eliminación de la pedofilia eclesiástica. Por el contrario, predomina el ya tradicional y sistémico encubrimiento corporativista de la institución clerical.
Según pudo confirmar este medio, el director de Cáritas le confesó a un contribuyente de la institución, quien indagó con preocupación sobre el traslado de Lorenzo a la sede donde se atiende a personas vulnerables, que “el obispo (Víctor Fernández) no puede hacer nada porque no hay pruebas suficientes y él (Lorenzo) dice que es inocente. Hasta que nadie demuestre lo contrario...”.
Seguí todas las alternativas del caso Lorenzo a través de esta coproducción de Pulso Noticias y La Izquierda Diario
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Licenciado en impunidad
Lorenzo pidió licencia el 11 de noviembre por sentirse “hostigado” ante tantas denuncias y declaraciones sobre sus delitos sexuales y, rápidamente, el arzobispo Fernández le ordenó (con una formulación ambigua que abrió muchos interrogantes) realizar “tareas” en Cáritas.
Desde el momento en que dejó de ser párroco de la Iglesia Inmaculada Madre de Dios de Gonnet (donde permaneció impune por más de una década), declararon dos nuevas víctimas en la causa judicial que suman un total de cinco. Sin embargo, la fiscal a cargo de la investigación Ana Medina y la jueza Marcela Garmendia no creen tener las suficientes pruebas para detenerlo, procesarlo y elevar la causa a juicio. Ni siquiera consideran la posibilidad muy cierta de que el cura se fugue del país.
“No quiero esperar más”, dijo el denunciante Julián Bártoli en la conferencia de prensa de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina el pasado 14 de noviembre. “Yo esperé 20 años, Juan otros 15, León otros diez. Basta”, dijo con vehemencia.
Los (por lo menos) once años en la total impunidad de Lorenzo no cayeron del cielo. Por el contrario, fueron sostenidos por sus estrechas relaciones políticas y judiciales (con décadas al servicio del Ministerio de Justicia de la provincia y hasta hoy cobrando un abultado sueldo con rango de director siendo el Capellán General del SPB). Además, lógicamente, de sus fluidas y amistosas relaciones directas con las máximas autoridades eclesiásticas, desde el arzobispo Carlos Galán hasta Tucho Fernández, pasando por el conservador Héctor Aguer.
Diego Pérez (a quien durante un tiempo se llamó públicamente León) denunció junto a sus padrinos a Lorenzo en el año 2008. La causa se tramitó en la UFI 1 de la fiscal Ana Medina quien, en muy pocos meses y sin producir medidas de prueba básicas, la archivó. El silencio judicial duró hasta el último verano, cuando el nombre de Eduardo Lorenzo empezó a aparecer en todos los medios: las madres del colegio Nuestra Señora del Carmen de Tolosa, donde pretendían trasladarlo, se organizaron para rechazar la llegada del cura denunciado por abusos sexuales agravados que estaría cerca de sus niñes.
Tanta fue la presión que la fiscal Medina, ante el pedido del abogado Juan Pablo Gallego (quien empezó a hacerse cargo de la querella), decidió desarchivar la causa el 21 de marzo. Tres días después, el domingo 24 (en nuevo aniversario del golpe cívico-militar-eclesiástico de 1976), el arzobispo Fernández dio una misa junto a Lorenzo en la parroquia de Gonnet avalando y alabando al cura denunciado. Desde esa celebración hasta el día de hoy, las máximas autoridades resguardan al excapellán.
Doná, aportá y… ¿bancamos al abusador?
Cáritas es muy conocida por su “labor caritativa”, también porque tiene ferias de ropa usada (barata y de buena calidad, esa que descarta la gente de alta sociedad), porque ayuda (adoctrinamiento mediante) a los niños y niñas, entre otras actividades financiadas por los aportes de contribuyentes pudientes, por subsidios de los diferentes organismos del Estado y por las colectas anuales.
Los recursos de Cáritas no provienen de los bolsillos de obispos y curas sino de la propia comunidad, incluyendo los impuestos de quienes no profesan la religión católica y hasta de quienes la odian. Y recibe esos recursos a cambio de desarrollar una amplia “contención” de la población empobrecida con la lógica bajada de línea de que “hay que llevar la pobreza con dignidad” y sin cuestionar mucho las razones que la generan.
Desde hace algunas semanas, parte de esos fondos se usan para construirle una “suite” a Lorenzo, quien camina muy tranquilo por la calles del centro de La Plata y se pasea en su Ford Focus blanco, que guarda en un estacionamiento pagado por la misma curia.
Como ya informó este medio, el 10 de noviembre, en su última misa de Gonnet, Lorenzo anunció que estaba esperando las refacciones de su nuevo destino para mudarse. “Estamos esperando que los albañiles, que son medio lentejas, y el herrero que es un chanta dejen todo en condiciones”, dijo a sus feligreses con ironía. Más allá del chiste malo, efectivamente las bolsas de cemento y arena llevan días en la puerta de Cáritas y en estos últimos días este medio comprobó un intenso entrar y salir de albañiles de la casona.
Queda en evidencia que los gastos del cura Lorenzo siguen siendo cubiertos por el mismo Arzobispado que se llena la boca diciendo que no encubre abusadores. De hecho, fuentes confiables afirman que fue el mismo Tucho Fernández el que reclamó las refacciones de la “suite” de la sede de Cáritas.
Fernández es el mismo que no quiere brindar una entrevista a este medio, ni tampoco responder las preguntas enviadas al mail oficial de la institución justificándose estar “bastante ocupado” y no “tener tiempo para responder tantas preguntas”.
La inmensa casona del centro platense no es un refugio más. Además de estar protegido por sus superiores en un lugar más que íntimo, hay que decir que cualquier persona o familia que quiere alquilar en esa zona tiene que gastar alrededor de $ 45.000. Aparte, los servicios.
En conclusión, la máxima jerarquía eclesiástica regional (y una de las más influyentes a nivel nacional) no solo sigue consagrando la impunidad para Lorenzo por sus actos del pasado sino que le “arma la escena” para actos futuros. En esa sede funcionan oficinas durante parte del día, quedando las instalaciones a disposición del cura el resto del tiempo.
Este medio comprobó que actualmente, llave en mano, varias personas entran y salen del lugar en horario extralaboral. Incluyendo varones jóvenes, como lo eran las cinco víctimas que ya declararon en el expediente sobre los abusos cometidos por Lorenzo años atrás.
Colaboración especial: Valeria Machluck y Paola Álvarez
Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).