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León Trotsky: una leyenda revolucionaria de hechos registrados y verdades comprobables

Santiago Trinchero

TROTSKY
Ilustración: Mar Ned - Enfoque Rojo

León Trotsky: una leyenda revolucionaria de hechos registrados y verdades comprobables

Santiago Trinchero

Ideas de Izquierda

La famosa trilogía de Isaac Deutscher será publicada por primera vez en Argentina por Ediciones IPS en coedición con LOM Ediciones, de Chile. Un esfuerzo editorial para poner al alcance de las nuevas generaciones una de las biografías más completas sobre la vida y obra de León Trotsky.

El historiador Thomas Carlyle dijo una vez que para escribir su biografía sobre el revolucionario inglés Oliver Cromwell tuvo que sacarlo primero de abajo de “una montaña de perros muertos”. Carlyle hablaba de las calumnias y falsificaciones de la historia oficial británica. Y Deutscher opinaba, creemos que con razón, que su rescate de la personalidad de Trotsky y de su rol en la Revolución rusa tuvo por delante una tarea similar.

Para los trotskistas del siglo XXI, y especialmente para los que crecimos y empezamos a militar en países donde el peso del trotskismo al interior de la izquierda anticapitalista es superior al de otras tradiciones, los obstáculos de la metáfora de Carlyle no nos son desconocidos. Pero a diferencia de varias generaciones anteriores a la nuestra, hoy contamos al alcance de un click de una bibliografía abrumadora que prueba, palabra tras palabra, el verdadero trasfondo político y social de la pelea entre la facción bolchevique-leninista (trotskista) y el estalinismo en uno de los debates ideológicos más importante del siglo XX.

Pero cuando Deutscher publicó el primer tomo de esta trilogía en 1952, Stalin se encontraba en la cima de su poder, erigido como uno de los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial a caballo de los logros del Ejército Rojo. La publicación de la obra en aquel momento significó un acto de valentía no solo al reivindicar a la figura de Trotsky, sino también a los militantes y dirigentes que fueron derrotados por la fracción estalinista. A lo largo de la década siguiente, Deutscher fue publicando los otros dos tomos de la trilogía, pero el nombre de Trotsky seguía siendo el del enemigo publico número uno dentro de la URSS aun durante el período de “desestalinización” de la burocracia.

La historia oficial soviética había borrado de los anales de la Revolución la participación de una generación entera de bolcheviques, tildados ahora de contrarrevolucionarios. Recordemos como el propio Trotsky, a propósito de los Juicios de Moscú, ironizaba sobre cómo podía ser posible que un Comité Central plagado de espías y traidores haya sido responsable de la victoria más importante de la clase trabajadora contra los capitalistas.

Los trotskistas del siglo XXI somos tributarios de esa lucha por la verdad histórica. Una lucha en el sentido político de la verdad, entendida como parte del arsenal de las armas de la crítica contra este sistema. Una tradición de rupturas y continuidades que se extiende a lo largo del siglo, plagada de miserias y heroísmos, permite rastrear los puntos de contacto y de ruptura con el legado de los vencedores de Octubre.

La trilogía de Deutscher se inscribe en esta lucha y, pese a las diferencias políticas que nos separan del autor, en sus páginas encontraremos algunas de las narraciones más hermosas, dramáticas e inspiradores que se hayan escrito sobre los hombres y mujeres que hicieron morder el polvo por primera vez a los capitalistas.

“Una enorme mesa llena de manjares”

El polaco Ryszard Kapuściński, cronista genial, decía que los libros gordos se parecían a una enorme mesa llena de manjares. Podemos usar esta metáfora para pensar la obra de Deutscher, porque efectivamente lo que encontraremos en sus páginas son esas pinceladas dramáticas y brillantes que reconstruyen en nuestra cabeza el imaginario de una época asediada por la guerra y la revolución.

Decimos enorme dando cuenta del fabuloso aporte de la tarea encarada por Deutscher y su esposa Tamara, que investigaron por primera vez el archivo privado de Trotsky, incluida su correspondencia personal, bajo el auspicio de Natalia Sedova.

El primer tomo, que lleva el nombre de El profeta armado, abarca el periodo desde el nacimiento de Trotsky en 1879 hasta el final de la guerra soviética-polaca en 1921. El profeta desarmado continúa desde 1921 hasta que fue desterrado secretamente hacia Alma Ata, territorio soviético en el actual Kazajistán, en enero de 1928. La obra concluye con El profeta desterrado, donde seguiremos a Trotsky desde Prinkipo, en Turquía, hasta su asesinato en Coyoacán en 1940.

Porque decir que Deutscher escribe bien (¡y qué bien!) no le hace justicia a su mecanismo literario. Las palabras no se arrastran pidiendo permiso, ninguna frase está de más. Cada oración está construida para meter un ritmo en el corazón del lector, una especie de crescendo literario que prepara el pulso para la cruda descripción del drama histórico que adquiere las tonalidades de una épica.

En las páginas de El profeta… seguiremos el desarrollo de Trotsky desde sus primeras rebeldías en Odessa hasta su infame final en Coyoacán. Veremos una descripción de la insurrección de Octubre que complementará nuestra lectura de la Historia de la Revolución rusa del propio Trotsky, conoceremos hasta los huesos las personalidades de esos hombres y mujeres que se atrevieron a tomar por asalto las puertas del Cielo.

Nos describe las batallas de la guerra civil con una crudeza y una brutalidad que nos llenará de espanto y admiración. Deutscher nos narra la vida dentro del tren blindado y los frenéticos viajes entre los frentes recorriendo un kilometraje que excedió la circunferencia de nuestro planeta.

Veremos al Trotsky victorioso, “agobiado por el peso de su armadura” y lo veremos también luchando a puño limpio, cargado de optimismo en el porvenir, incluso mientras es arrastrado desnudo por el barro. Aún humillado, alejado del Comité Ejecutivo de los Soviets, Deutscher nos presenta a un Trotsky casi desconocido, que va a las universidades a disertar sobre química, física o ingeniería civil. Que trabaja incansablemente incluso desde las oficinas marginales a las que lo confinaron antes del exilio definitivo.

La marcha de la primera Revolución china de 1927 hacia el desastre nos la cuenta con el vértigo que sentía el propio Trotsky, y es imposible no dejarse llevar por la emoción de sentirse testigo de los acontecimientos. Todo el debate de la oposición a la burocracia está escrito bajo el pulso de una épica secular, que va a fascinar al militante ya convencido pero también a cualquier persona medianamente interesada en la política.

Veremos a los campesinos ricos, temerosos de la colectivización forzada de la década del 30, hacer sus hecatombes de ganado. Matando miles de animales y devorándolos sin hambre, vomitando el suelo de carne y de vodka y volviéndose a poner en pie para seguir devorando con tal de que la revolución no se lleve lo que creen que les corresponde.

Deutscher nos narrará las terribles escenas de los gulags, de los miles y miles de presos políticos que enfrentaron al pelotón de fusilamiento gritando “¡viva Trotsky!”, y cómo los otros presos entonaban “La Internacional” mientras el pelotón los enfrentaba. Podríamos desde acá desafiar a cualquier trotskista a que lea sin emocionarse las páginas dedicadas a la heroica huelga de hambre de los presos del gulag de Vorkuta y no se hermane con el dolor y la fuerza de esos camaradas caídos, cuya entereza es una de las piedras angulares de nuestra tradición porque demuestra que ninguna adversidad es suficiente para doblegar la voluntad de acción de quien quiere dar vuelta todo y se organiza para ello.

De conjunto, la obra de Deutscher posee un valor incalculable como combustible de nuestros sueños. Nos ayuda a recrear un imaginario en tiempos no revolucionarios de una época donde la revolución era la regla, del tipo de hombres y mujeres que parían estas revoluciones, sus motivaciones y su entrega total a la causa de abolir la opresión y la explotación. Describir todos los pasajes sobresalientes de la obra excedería los límites de esta breve reseña. Pero créannos, este es un libro que les va a cambiar la vida y va a alimentar la imaginación de cualquier persona que lo lea.

Pesimismo de la voluntad, optimismo de la (sin)razón

En varias oportunidades Deutscher se lamentará de la deriva de la IV Internacional, empresa que él juzgará hasta el último día de su vida como prematura. Para Deutscher, Trotsky debería haberse retirado de la vida pública y dedicar su enorme cerebro a sintetizar las conclusiones de la época que le tocó vivir. Cabe preguntarse si esa opción era posible para Trotsky, sí puede separarse al revolucionario de la acción para convertirlo en solamente un teórico.

En la obra de Deutscher que ahora reseñamos también se expresa una esperanza del autor: que la burocracia soviética podía reformarse desde dentro. En un cáustico artículo fechado dos años después de la publicación del primer tomo de El profeta, el trotskista norteamericano James Cannon se despacha contra Deutscher abriendo un serie de controversias entre el movimiento trotskista y la trilogía. Este optimismo genuino de Deutscher lo podemos encontrar en varios pasajes del libro, pero en especial en las esperanzas que albergaba el autor de que la obra sirviera para que las nuevas generaciones soviéticas recobraran el honor de Trotsky frente la historia oficial.

A treinta años de la caída del Muro de Berlín, cuando la burocracia soviética se arrojó como una manada de hienas sobre la propiedad estatal para reciclarse como una nueva burguesía, podemos afirmar que el optimismo de Deutscher no estaba justificado y que fue Trotsky el que mejor comprendió la dinámica social de la burocracia de Stalin, pero también la de Malenkov, Kruschev y la lista que vino después, que jamás volvió a rehabilitar a la obra de Trotsky ni a su figura dentro de la URSS.

Una realidad a la altura del mito

Deutscher no militó mucho tiempo en las filas del trotskismo pero siempre fue opositor por izquierda al régimen burocrático. Toda su obra desborda admiración y contagia su entusiasmo por la figura de Trotsky. “No puede ser”, dice en un momento,

…sería contrario a todo sentido histórico, que una energía intelectual tan poderosa, una actividad tan prodigiosa y un martirio tan noble no hayan de tener ricas consecuencias a la larga. Ese es el material del que están hechas las leyendas más sublimes e inspiradoras, solo que la leyenda de Trotsky se compone de principio a fin de hechos registrados y verdades comprobables. En ella, ningún mito revolotea sobre la realidad, sino que la realidad misma se eleva a la altura del mito.

Deutscher no escribió su trilogía para pintar un Trotsky quijotesco, un soñador impotente chocando contra molinos de viento. Más bien arroja otra luz sobre hechos que nos resultan conocidos o familiares para los que estamos relacionados con la obra de Trotsky pero también para el público general que desee conocer los entretelones, sueños y pasiones de uno de los principales protagonistas de la primera mitad del siglo XX, y nos brinda un panorama más que documentado en el que el lector también es libre de llevarse sus propias conclusiones.

Si podemos afirmar que las esperanzas de Deutscher sobre el fin del régimen burocrático por la vía de la reforma interna se demostraron infundadas, también podemos afirmar con la misma convicción que la obra que escribió dedicada a esa generación soviética de la posguerra es capaz de inspirarnos a nosotros, del otro lado del tiempo, el mismo deseo de transformación radical de la realidad, mirándonos en el espejo de los que lucharon antes de que nosotros llegásemos a tomar su lugar en el campo de batalla de la lucha de clases.

La honestidad intelectual de Deutscher, incluso en sus diferencias, contrasta dulcemente con la máquina de mentir estalinista y con los payasos apócrifos contemporáneos como Robert Service, en quien se basaron para la reciente serie rusa sobre Trotsky.

¿Qué más podemos agregar? Para quienes empezamos a militar a comienzos de este siglo, el libro de Deutscher era una rareza. Algunos que cruzaban la cordillera se traían de Chile la edición de LOM, pero continuó siendo una rara avis en cualquier biblioteca particular. Hay un lapso de muchos años donde el libro no estuvo disponible a un público amplio en Argentina y donde muchos debimos leerlo de prestado. No podemos sentir más que alegría al pensar que una nueva generación de jóvenes tendrá en sus manos esta obra para encontrar en ella la inspiración para edificar su convicción sobre las sólidas bases de nuestra tradición revolucionaria.


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