La primera etapa de implementación de la ley de 40 horas, evidencia una vez más que la vía de acuerdos para dejar tranquilos tanto a la derecha como a los empresarios solo va en desmedro de las y los trabajadores. Los empresarios ya están buscando todas las formas posibles de pulverizar y dejar sin efecto práctico las disposiciones de la reducción gradual empezando estos dos primeros años, con las 44 hs semanales.
Miércoles 1ro de mayo
La primera etapa de implementación de la ley 21.561 (ley de 40 horas) iniciada el pasado 26 de abril, evidencia una vez más que la vía de acuerdos para dejar tranquilos tanto a la derecha como a los empresarios solo va en desmedro de las y los trabajadores. Los empresarios ya están buscando todas las formas posibles de pulverizar y dejar sin efecto práctico las disposiciones de la reducción gradual empezando estos dos primeros años, con las 44 hs semanales. Tal como lo hemos alertado en nuestras notas (ver aqui), quien determinará la cantidad de horas de cada semana será el empleador, que bajo el supuesto “mutuo acuerdo” podrá imponer una distribución que no necesariamente será favorable para el o la trabajadora.
Si bien en las “disposiciones legales” se plantea una reducción de una hora un día de la semana para turno 5x2, y 50 minutos un día y 10 minutos el otro para turno 6x1, ya se denunciaron intentos de reducción de 30 minutos o 12 minutos -según el caso-, lo que generó indignación puesto que no resultaría una verdadera transformación de la jornada, además empujando a la confusión e incertidumbre a los trabajadores, que en diversos lugares aún ni siquiera reciben información correspondiente, quedando a merced de la arbitrariedad patronal, llegando incluso en algunos casos a afectar el tiempo de colación o descanso.
La demagógica promesa que con esta casi reforma flexibilizadora: “se podrá gozar del tiempo suficiente de descanso o con la familia”, resultó ser un verdadero fraude a largo plazo para las y los trabajadores, una hora menos de trabajo no significa nada para los empresarios, ya que de alguna u otra manera, encuentran la forma de garantizar los mismos resultados, y por otra parte, les permitiría aumentar la plusvalía del trabajo aprovechando el amplio margen que deja esta reforma mediocre del Partido Comunista, porque bajo ningún aspecto considera los altos índices de cesantía que hay en el territorio, no contempla que toda esa gran cantidad de personas sin salario, podría optar a uno si se hiciera una real repartición de la jornada laboral, en donde todos trabajemos menos, sin que se vea afectado el salario.
Evidentemente esto es el inicio de un proceso de mayor flexibilidad, tercerización y fragmentación de los trabajadores, que con la “letra chica” encubre las verdaderas pretensiones de esta reforma: intentar desviar la demanda de la reducción de las horas de trabajo, evitando afectar las ganancias de los empresarios y sin plantearse la apertura de nuevos puestos de trabajo -manteniendo la polifuncionalidad de tareas y el subcontrato- esta reducción horaria, implica una mayor carga de trabajo que deberá ser garantizada en menos tiempo.
En vísperas de un nuevo primero de mayo la CUT ya está preparando el escenario para darle micrófono a los funcionarios del gobierno, quienes reivindicaron esta reforma y llamarán a darle fuerza a otros proyectos que no garantizan las demandas de la clase trabajadora, tales como la reforma tributaria o previsional, que por caso, también tienen sus propias letras chicas.
Pero mientras tanto, la central sindical, no ha buscado que sean las y los trabajadores quienes discutan en asambleas sobre la reforma a la jornada laboral, qué problemáticas quedan al descubierto en sus lugares de trabajo, ni mucho menos que sea el conjunto de la clase trabajadora la que discuta qué solución darle a las jornadas extenuantes y con qué métodos de lucha conseguirlo. De esta forma, los partidos del Gobierno, con sus representantes a la cabeza de la CUT, le quita protagonismo a los trabajadores, para que siga siendo en "las alturas" donde las leyes se discutan.
El camino que hoy buscan impulsar las dirigencias burocráticas de la CUT, es precisamente ese, aprovechar el desencanto y rabia que comienza a aparecer, como presión para que el Gobierno pueda negociar en mejores condiciones con la derecha. Así lo planteó el diputado Daniel Núñez, militante del Partido Comunista, sobre el paro del 11 de abril, afirmando que para retomar el programa de Gobierno había que ejercer presión social.
Sin embargo, y a pesar de ese miserable llamado, decenas de trabajadores se organizaron junto a sus compañeros y se sumaron a marchar, mostrando una efervescencia nueva y una juventud que empieza a cansarse de dejar la vida en un trabajo precario y con malas condiciones. Ese es un camino que, contrario al de la CUT, debemos seguir, construyendo nuevas formas de organizarnos en sindicatos y una central de trabajadores al servicio de nuestras necesidades, levantando asambleas resolutivas y de base, discutiendo un pliego único de demandas que parta por de la reducción de las horas de trabajo a 30 horas, 5 días de la semana, sin afectar el salario (que debería ser acorde al costo de la vida de acuerdo a la inflación), con contratos de planta permanente, distribuyendo entonces las horas entre ocupados y desocupados. Para conquistarlo no sirven mesas de diálogo ni pactos por arriba con los empresarios, estas ya mostraron a dónde nos llevan, será con la movilización del conjunto de los trabajadores como le arrancaremos nuestras demandas a los empresarios.
Este 1 de mayo levantamos las banderas de los mártires de Chicago, quienes fueron parte de la lucha por la reducción de la jornada laboral mediante la huelga y la movilización en mayo de 1886.