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Red Internacional
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En su día. Literatura: historias en las que las infancias no solo juegan

De amigas descubriendo sus propios cuerpos, infantas y cartas, niños refugiados y deseos de "ser bonita". Cuatro historias en las que la voz es tomada fuertemente por niñas y niños, distantes de las novelas infantiles tradicionales. Aquí una recomendación apasionada. ¿Vos cuál preferís?

Sábado 20 de agosto de 2022 00:06

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En la literatura contemporánea, al igual que en otras épocas, las voces de los niños y niñas ocupan un espacio peculiar. A veces leales y a veces forzadas ( según la historia y la interpretación sutil y subjetiva del lector) que a la par de la de los adultos, tejen tramas lejanas a esos cuentos tiernos que alguna vez nos leyó en voz alta la seño de cuarto grado. En esta oportunidad comentaremos cuatro novelas en las que los personajes de niños pugnan por ser escuchados.

Panza de burro sinónimo de amistad

“Como un gato. Isora vomitaba como un gato. Jucujucujucu y el vómito se precipitaba dentro de la taza del váter para ser absorbido por la inmensidad del subsuelo de la isla. Lo hacía dos, tres, cuatro veces por semana. Me decía que duele un montón aquí, y se señalaba el centro del tronco, justo en el estómago” así comienza la novela Andrea Abreu.

La historia sucede en un pueblo del norte de Tenerife, allí donde las nubes acostumbra a volar bajo y por eso el cielo está casi siempre encapotado. Eso es panza de burro, un fenómeno meteorológico muy concreto, que es también un estado emocional, una paleta de grises. Y ellas, dos amigas, la narradora e Isora, las protagonistas, que son pequeñas pero no tanto, y que además de jugar y dar paseos, se masturban juntas.

Una novela que hace saltar por los aires toda la formalidad estilística y lingüística conocidas. A mí me pasó. Al principio me molesté un poco, luego entré en el libro y terminé pensando “¿qué maravilla acabo de leer?”. Y es que te volverá loca la destreza de Abreu para incorporar la oralidad de una niña pequeña, bruta y sensible conjugándolo con un acertadísimo tono de humor mientras recoge todo un universo de tradiciones y situaciones particulares del entorno rural tinerfeño. En Panza de burro hay bulimia, homofobia, menstruación, envidia, abandono, masturbación, maltrato, homosexualidad, desigualdad, tristeza y una amistad superadora.

Andrea Abreu López es escritora y periodista canaria. Con la publicación de esta novela la revista británica Granta la ha seleccionado como una de las 25 mejores escritoras de su generación.

Las infantas: fantasías, carencias y juegos

¿Querés descubrir cómo las letras pueden jugar a la rayuela en el relato, marearte y volver a intentar ordenar la imaginación?. Entonces leé Las infantas, de una de mis predilectas escritoras chilenas, Lina Meruane. La anécdota de esta novela aparece bifurcada en dos historias paralelas, las cuales sólo se cruzan en el espacio mental de la lectura. Una -que otorga una línea argumental- consiste en una versión paródica de los cuentos de hadas europeos: las infantas Blanca (Nieves) y Gretel (compañera de juegos de Hansel) huyen al bosque, ante la posibilidad de que el monarca les dé en prenda en una partida de cartas. Allí se separan, apareciendo luego Blanca, con otra apariencia, instalada en una pensión, cumpliendo labores domésticas junto a 12 enanos. El otro hilo de la anécdota es un conjunto de cuadros sin relaciones manifiestas entre sí, donde diversos seres (especialmente niñas y gente mayor, además de muñecas y bailarinas a cuerda) recrean escenas de abandono, celos y rivalidades en el seno privado de la casa familiar.

Juegos de niñas, sí. Rescate de lo reprimido, también. No hay aquí héroes sino heroínas y éstas se califican por su astucia, curiosidad y villanía. Como señaló Roberto Bolaño, la prosa de Lina Meruane posee una fuerte potencia literaria: “surge de los martillazos de la conciencia, pero también de lo inasible y del dolor”.

“¿Por qué me estás siguiendo?. Tenía voz de cristales rotos y venía detrás de mí, casi tocándome los talones con la punta de sus zapatos acharolados. pensé que se burlaba y me volteé buscando una sonrisa cómplice. Pero nada de sonrisas ni de complicidades: me encontré con una niña de pupilas enormes, dos agujeros negros que se confundían con el iris. Tenía las córneas irritadas”.

Lina Meruane (Santiago de Chile, 1970) es escritora y ensayista. Ha publicado las novelas Póstuma (2000), traducida al portugués en 2001, Cercada (2000) y Fruta podrida (2007). Actualmente, dicta cursos y talleres de ficción en el nuevo Máster de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Nueva York.

Niños refugiados y el desierto de la frontera

Desierto sonoro es la novela de Valeria Luiselli en la que ecos, silencios, audios y grabaciones, son distintas formas que toma las voces de niños refugiados que intentan cruzar la frontera entre México y EE UU. Ambientada en la crisis de refugiados del 2015 ( gobierno de Barak Obama y una fuerte ofensiva contra latinoamericanos que intentaban cruzar la frontera) en la que imágenes de niños enjaulados y solos cruzaban el mundo.

En esta historia, madre, padre y dos hijos –una de 5 y uno de 10— realizan un desplazamiento con paradas en moteles temáticos, hosterías que parecen embrujadas, bares y restaurantes donde los miran de costado, explorando y analizando todo el ancho y desangelado paisaje del suroeste de los Estados Unidos. Ellos son una pareja de “documentalistas sonoros” y llevan en el portaequipaje micrófonos y grabadoras con los que van a registrar el entorno auditivo.

La protagonista se acerca a una mujer mexicana que le pide ayuda para recuperar a sus hijas pequeñas que quedaron detenidas en la frontera, a la espera de la deportación. Entonces, sensibilizada con lo que ocurre con las pequeñas, indaga en esa realidad cruel de los indocumentados que deben irse lo más rápido posible, aunque estén pidiendo asilo.
«No habrá alegría en el brillo intenso de la luz», había dicho la abuela de las dos niñas al describir el largo tramo de aguas revueltas que tendrían que atravesar. Y era verdad que no había alegría en los rayos que les rebotaban en las frentes, ni belleza en los destellos de luz que rebotaban en los pliegues.

Laura Luiselli nació en la ciudad de México en 1983 y actualmente reside en Nueva York. Escribe indistintamente en inglés y español, publicó Desierto sonoro en el año 2019. En 2016 había escrito Los niños perdidos, un amargo ensayo acerca de estos niños en los tribunales donde se evalúan las circunstancias que los llevaron a migrar a Estados Unidos y se les da o no la posibilidad de quedarse.

Ojos azules en una niña de color

Y esta es la yapa, la tentación, la que no podía dejar de mencionar porque la descubri hace poco y me maravilló. Porque Pécola, una de las niñas protagonistas, es negra y cree que es fea porque no se parece a Shirley Temple. Es esa pequeña inocente que descubre el mundo desde los dolorosos cánones de belleza inalcanzables. ¿Quién no se ha sentido así alguna vez?.

Y tiene un truco para desaparecer cuando sus padres se pelean o su padre la molesta por las noches: sueña que tiene unos preciosos ojos azules y que todo el mundo admira su belleza y que las otras niñas la envidian. Tiene una prima que se llama Claudia, le gustan las muñecas y las caléndulas, que no le gustan a nadie excepto a ella. “El lenguaje nunca puede fotografiar la esclavitud, el genocidio, la guerra. Ni debería lamentarse por la arrogancia de poder hacerlo. Su fuerza, su felicidad radica en lanzarse hacia lo inefable”, dijo alguna vez Toni Morrison, quien con maestría y lirismo narró los dobladillos de la vida de los negros.

Ojos azules, publicada en 1970, es una primera aproximación a lo que seguirá luego en su vida literaria. Chloe Ardelia Wofford, conocida por su nombre de pluma Toni Morrison (Lorain, Ohio; 18 de febrero de 1931-Nueva York, 5 de agosto de 2019),​ fue una novelista, ensayista, editora y profesora estadounidense ganadora del Premio Pulitzer en 1988 y del Premio Nobel de Literatura en 1993.

Cerrando esta especie de propuesta de lecturas, quiero retomar las palabras de Silvia Hopenhayn en su última novela, refiriéndose a los niños y adolescentes: "A los que no saben que saben, que para mí son los niños, y a los que saben que no saben". Para ellos, para nosotros y para todo aquel que guste disfrutar una historia nueva en cada libro.

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