Steven Spielberg abre el telón de Los Fabelmans (2022), su nuevo largometraje, con una secuencia que presenta un episodio significativo. El 10 de enero de 1952, en New Jersey, Sammy Fabelman (Mateo Zoryan) asiste por primera vez a una proyección cinematográfica. Ante los reparos que manifiesta el niño, sus padres, entusiasmados con la idea de que su hijo descubra el cine, intentan persuadirlo amorosamente de entrar a la sala para ver el estreno de una película de Cecil B. DeMille: El mayor espectáculo del mundo. El argumento de su padre, un entusiasta ingeniero informático, es preciso y eficaz en su función ilustrativa, casi tanto como lo es la propia secuencia y casi tanto como lo será la puesta en escena del film en su conjunto: describe, en pocas palabras, las características del cinematógrafo, se detiene en consideraciones de estricto orden técnico, introduce brevemente el concepto de la “persistencia de la visión”, lo cual revela una condición esencial de las imágenes en movimiento. La madre, en cambio, recurre a una definición más simple y sentimental, aunque no por eso menos determinante: las películas se parecen a los sueños que nunca se olvidan.
Un fragmento del film de DeMille, en donde un tren descarrilla y choca violentamente contra un automóvil, resulta suficiente para marcar a fuego la primera experiencia cinéfila del niño y su posterior –y cada vez más vehemente– pasión por el cine (lo mismo podría decirse del comienzo de la película de Spielberg: tan solo alcanzan un par de escenas para reconocer de inmediato el estilo despojado y sin demasiados secretos formales del cineasta norteamericano). A la salida del cine, Sammy tomará prestada de su padre una cámara Super-8 e intentará reproducir con exactitud la escena que no puede sacar de su mente. Mediante la representación fílmica, el niño logrará conjurar su influencia y conquistar para sí una primera enseñanza: ante cada adversidad emocional, el cine se erigirá como un procedimiento efectivo de contención.
Basado en la historia de su propia infancia y adolescencia, el nuevo largometraje de Spielberg se configura como un simpático y típico –por no decir cándido y convencional– relato de iniciación, centrado en las distintas etapas que atraviesa el personaje desde aquella revelación temprana durante su infancia en New Jersey hasta su llegada a la industria del cine. La primera parte del film desarrolla los primeros ensayos del niño con la cámara, no solo a través de unos divertidos cortometrajes que realiza junto a sus hermanas, sino también por medio de lo que esa cámara, involuntaria pero indefectiblemente, registra sobre la intimidad de su familia.
Para su padre (Paul Dano) el cine no significa más que un pasatiempo inútil alejado de la realidad. Su madre (Michelle Williams) será quien acompañe el fanatismo de su hijo por el cinematógrafo. Ella es una talentosa pianista que abandonó sus aspiraciones artísticas para dedicarse –no sin una velada frustración– al cuidado de sus tres hijos. Años más tarde, cuando ya sea un adolescente, el protagonista (interpretado, desde ese momento, por Gabriel LaBelle) descubrirá, al revisar la filmación de un viaje con su familia, un secreto que terminará por alterar la tranquilidad de su hogar.
En paralelo a esa nueva revelación, Sam comienza a filmar una serie de películas amateurs junto a sus amigos. En esas primeras incursiones como director, y debido a la exitosa repercusión que reciben sus trabajos, el protagonista asimilará rápidamente la capacidad del cine para sorprender o incomodar a los espectadores. Sus ejercicios permanecerán supeditados a buscar la forma más apropiada –es decir, la más transparente– de contar una historia y provocar en el público una profunda correspondencia emocional, lo que evidenciará la paulatina consolidación de un modo de hacer y pensar el cine (una concepción clásica que el futuro cineasta desarrollará en el transcurso de su filmografía). La tercera y última parte del relato se detiene en las contrariedades que padece el protagonista en su paso por la secundaria en California y en la lenta aunque irreversible disolución familiar.
Nominada a siete premios de la Academia, los mejores pasajes de Los Fabelmans (coescrita junto con Tony Kushner) acaso sean aquellos que expresan la trayectoria de una vocación en ciernes, cuando el protagonista filma y luego trabaja obsesivamente, encerrado en su habitación, en el montaje del material registrado con su cámara. Cada una de esas escenas brillan por su propio encanto. Es decir, lo hacen sin grandilocuencia ni subrayados.
FICHA TÉCNICA
Elenco: Michelle Williams, Paul Dano, Gabriel LaBelle, Seth Rogen, Judd Hirsch, Mateo Zryon, Julia Butters, Jeannie Berllin, Oakes Fegley, David Lynch
Dirección: Steven Spielberg
Guion: Tony Kushner y Steven Spielberg
Fotografía: Janusz Kaminski
Música: John Williams
Edición: Michael Kahn y Sarah Broshar
Diseño de producción: Rick Carter
Duración: 151 min.
País: EE. UU.
Año: 2022
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