Fronteras cerradas por el coronavirus, discursos xenófobos y persecución, pero el trabajo de miles de migrantes es esencial para alimentar a las grandes potencias. Qué pasa con ellos.
Diego Sacchi @sac_diego
Lunes 25 de mayo de 2020 12:20
De esos temas habló Diego Sacchi en su columna sobre noticias internacionales del programa de radio El Círculo Rojo, que se emite todos los domingos de 21 a 23 hs por Radio Con Vos.
Con el coronavirus se habla mucho de los sectores “esenciales”. La semana pasada les conté qué pasaba en la industria de la alimentación, un poco se toca con el tema de hoy.
En estos días se conoció un decreto del Gobierno italiano que permite a miles de migrantes sin papeles regularizar su situación si trabajan en varios sectores “esencial”, pero sin incluir a otros entre el que están los trabajadores del campo.
Esto último revela algo de lo que se habla poco, que los países de Occidente hace tiempo adaptaron su sector agrícola a la mano de obra barata de migrantes temporales.
Millones de trabajadores viajan todos los años de Europa del Este y de África a los principales países de Europa, o de México y Centroamérica a Estados Unidos y Canadá para trabajar en los campos.
Pero la pandemia trastocó la “normalidad”. Las fronteras se cerraron y trajeron un problema para los dueños del campo ¿Quién iba a trabajar por salarios mínimos y en condiciones de precaridad total?
Y acá es donde aparecen los “esenciales”, esos migrantes que son perseguidos por las
legislaciones racistas, que Gobiernos autodenominados "progresista" mantienen, que son señalados por gobiernos como el de Trump o sectores de la ultraderecha europea, pero que generan grandes ganancias al sector agrícola.
Para darnos una idea, en el Estado español hay problemas con la cosecha de las frutillas. El Gobierno tuvo que dar permisos especiales para que los dueños de los campos puedan traer a las mujeres desde Marruecos que año a año recogen las frutillas.
Por qué tanta importancia. Una casechadora puede ganar unos € 30 por día, en un sector que en 2018-19 tan solo en Huelva recaudó € 533 millones de euros.
Esta situación se repite en toda Europa. Alemania durante una temporada necesita a unos 300.000 trabajadores. Italia unos 250.000; en Francia hacen falta unos 200.000, mientras que España y el Reino Unido necesitarían entre 70.000 y 80.000 trabajadores agrícolas temporales.
En Estados Unidos se vive la misma situación, se calcula que más de 200.000 trabajadores usan cada año una visa especial que les permite trabajar en el campo.
Los empleadores no proporcionan material de seguridad a los trabajadores agrícolas ni
condiciones seguras en los campamentos donde los albergan. Con la pandemia “No han cambiado nada”, dice Erik Nicholson, vicepresidente del sindicato United Farm Workers.
Pero con el coronavirus algunas cosas empiezan a cambiar.
Les hablé de Italia al principio, ahí cientos de miles de trabajadores migrantes se movilizaron este jueves.
Estos trabajadores decían “Somos útiles cuando se trata de recoger tomates y calabacines...pero molestamos mucho cuando pedimos derechos para las personas sin importar el origen,
como un salario decente o la posibilidad de tener acceso a un médico, a una vivienda decente y a una vida humana.”.
Si la pandemia transformó a los que hasta ahora eran “invisibles” en “esenciales”, seguramente tenemos que prepararnos para verlos luchar porque como ellos dicen “la dignidad y los derechos no caducan".
Diego Sacchi
Nacido en Buenos Aires en 1977, militante del Partido de Trabajadores Socialistas desde 1994. Periodista, editor en la sección Internacional de La Izquierda Diario y columnista de temas internacionales en el programa de radio El Círculo Rojo.