Partiendo de las elaboraciones de Georg Lukács en La novela histórica quisiéramos abordar la lectura comparada con el cine histórico actual.
Domingo 12 de enero de 2020
Entre los pioneros de la teoría literaria marxista, se destaca la obra del húngaro Georg Lukács como referencia ineludible de la contribución del marxismo a la teoría y crítica literaria del siglo XX.
En esta oportunidad queremos poner en tensión y problematizar algunas de las conceptualizaciones de Lukács sobre la novela histórica en relación a las recreaciones históricas plasmadas en series y películas del siglo XXI, producidas por la industria cinematográfica imperialista; (o industria cultural de masas parafraseando a los frankfurtianos).
La novela histórica clásica como género clauzewitziano
El género discursivo y literario analizado por el teórico húngaro nació con la obra del tory escocés Walter Scott (Ivanohe, Rob Roy, Waverley, etc.), fruto de la síntesis entre la novela realista inglesa de los escritores satíricos de los albores de siglo XVIII (Defoe, Richardson, Sterne, Fielding) y su aplicación a la historia; esta plasmación histórico-poética luego de Scott tendría su continuidad en algunas de los textos europeos más importantes, tanto del romanticismo como del realismo clásico del siglo XIX, por citar dos ejemplos: Los novios de Manzoni y Guerra y Paz de Tolstoi, respectivamente.
Otro precoz representante de la novela histórica al otro lado del atlántico fue el norteamericano James Fenimore Cooper, autor de uno de los textos imprescindibles del género como El último de los mohicanos.
La especificidad de este nuevo género o subgénero literario es expresado por Lukács con una extraordinaria lucidez materialista en el siguiente fragmento:
La grandeza de los clásicos de la novela histórica consiste en que realmente le hacen justicia a esta variedad de la vida popular. Walter Scott describe las más diversas luchas de clase (levantamientos realistas reaccionarios, luchas de los puritanos contra la reacción estuarda, luchas de clase de la nobleza contra el absolutismo incipiente, etc.), mas siempre añade la profusa variedad en las reacciones de las masas a esas luchas. (...)Sus acciones recíprocas producen así colisiones, conflictos, etc, cuya totalidad abarca realmente el ambiente social íntegro de las luchas de clase de una determinada época. (p.256)
Como vemos, Lukács entiende la novela histórica como la plasmación poética del fenómeno de la intervención de las masas populares en la historia, particularmente situada al calor de la Revolución francesa de 1789.
Es este período histórico caracterizado por la hegemonía de la naciente burguesía francesa sobre el campesinado, y la constitución de este último como factor militar novedoso en el campo militar lo que Lukács resalta al comienzo de su monografía:
Las guerras de los estados absolutistas de la época prerrevolucionaria habían sido realizadas por pequeños ejércitos profesionales. La práctica bélica tendía a aislar al ejército lo más posible de la población civil. (...) En su lucha de defensa contra la coalición de las monarquías absolutas, la República Francesa se vio forzada a crear ejércitos de masas. Y la diferencia entre un ejército mercenario y uno de masas es precisamente cualitativa en lo que respecta a la relación con las masas de la población. (p.20)
Aquí Lukács al explicar el cambio cualitativo producido en el campo de la guerra por la Revolución francesa como forma de historizar la aparición de la novela histórica, coincide en el análisis con las elaboraciones, en otro ámbito del conocimiento, formuladas por el general prusiano Carl von Clausewitz en su célebre obra De la Guerra.
Es quizá productivo plantear esta analogía, como una forma de entender la cohesión en el desarrollo del pensamiento marxista, o lo que Gramsci denominaría la traducibilidad de los lenguajes económicos, políticos y filosóficos, que tan atinadamente ha resignificado el marxista argentino Juan Dal Maso en su ensayo El marxismo de Gramsci.
Darkest hour y el simbolismo frustrado
Ahora bien, luego de este preámbulo, quisiéramos detenernos en el análisis del cine histórico de los últimos años; es evidente el triunfo ideológico del cine como industria cultural a la hora de imponer una óptica hegemónica en la visión sobre los procesos históricos, ese triunfo se puede asociar a lo que Lukács llamó para la novela, como "monumentalización" y que identificó principalmente en las novelas de Víctor Hugo y De Vigny.
Este tipo de películas que son legión, miran la historia desde el reductor recinto del palacio, ignorando a las masas, o en el mejor de los casos utilizando a las mismas como marco decorativo para la acción del líder histórico; sobran los ejemplos de este tipo de producciones tales como The Iron Lady o Bride of Spies, por mencionar tan sólo dos ejemplos de la última década.
Darkest hour, que ya analizamos, no es la excepción a esta regla, y su retrato de Churchill está en consonancia con lo criticado por Lukács en el siguiente pasaje:
Así, en los escritores modernos sólo se producen cuadros simbolistas. Ya que tales novelas se proyectan como biografías de determinados grandes personajes, agrupándose todos los acontecimientos a partir del desarrollo psicológico de aquéllos, no es de extrañar que también adquiera un carácter místico-caótico el momento en que aparece sobre el escenario el pueblo en la realidad, y no sólo como objeto de las reflexiones del protagonista. (p.375)
Sin embargo este tipo de narrativas cinematográficas pueden ser coherentes en su concepción interna e incluso verosímiles, el problema está cuando se producen imprevistos giros efectistas, y ahí es donde radica el fracaso estético de Darkest hour; la escena en que por única vez al pueblo inglés es retratado en el subterráneo de Londres hablando con Churchill, momento que rompe el marco de verosimilitud planteado por la misma película, refleja la decadencia de cierta concepción de la historia y las masas, que nuevamente Lukács subraya con incisiva agudeza:
Los movimientos de masas adquieren con ello cierto carácter místico fetichista. Las masas ya no constan de seres humanos auténticos, vivos, con afanes vivos; la acción masiva deja de ser la continuación, la expresión intensificada de la vida popular anterior, sino que llega a ser algo independiente, un símbolo histórico. (p.375)
Chernobyl, la epopeya soviética
Si alguna producción cinematográfica plasma en nuevas formas el viejo espíritu de la novela histórica es la reciente serie Chernobyl; a través del relato de una las mayores tragedias ambientales y sociales del siglo XX desfilan los más diversos tipos de la sociedad soviética; desde los heroicos mineros y bomberos hasta los más altos cargos del politburó y la nomenclatura de la burocracia rusa, pasando por los protagonistas: el profesor Legasov, el burócrata Shcherbina y el personaje colectivo ficcional de la camarada Khomyuk.
Al contrario de las narrativas anteriormente citadas, en la serie el peso de la figura de Gorbachov y su intervención es pequeña y sutil, obedeciendo otra de las leyes lukacsianas más importantes con respecto a la plasmación poética de las figuras históricas:
Cuando en situaciones importantes el poeta (...) mantiene a la figura central durante un largo lapso fija en el nivel de la vivencia directa de los acontecimientos, por fuerza rebaja el nivel de esa figura. El sitio que ocupa en la composición obliga al lector a esperar de ella algo importante y directivo en cada una de las situaciones, y a considerarlas experiencias inmediatas y sólo personales como mero vehículo hacia lo históricamente universal, y no como un fin en sí mismo. (p.359).
Chernobyl lejos de centrarse en la burocracia soviética, enfoque tan afín a la propaganda imperialista en los abordajes de la Unión Soviética, constituye un recreación histórica seria, que apunta a contar la historia de una tragedia social, donde por supuesto que los altos cargos de la nomenclatura juegan un papel histórico, pero que no se reducen a estos, ni en ellos se agota la explicación de los procesos históricos.
Al contrario lo que la serie refleja con descarnado realismo histórico es la degradación moral y la bancarrota política de la burocracia rusa por un lado, y por otro el heroísmo de las fuerzas vivas de los trabajadores y científicos de la URSS ante un episodio de la historia del siglo XX de hondo contenido trágico pero también de indudable épica de masas.
Lukács, Georg. La novela histórica.México: Editores Era.1966.Impreso.