Reforma de la ley de ART a medida de las ganancias capitalistas. El peronismo y sus "olvidos". Cristina, Parrilli y el mundo de los carpetazos.
Martes 24 de enero de 2017
Hace 150 años salía a la luz una de las obras más emblemáticas de la historia universal. Karl Marx publicaba El Capital. Allí, entre muchas otras cosas, podía leerse que “el capital no pregunta por el límite de vida de la fuerza de trabajo. Lo que a él le interesa es, única y exclusivamente, el máximo de fuerza de trabajo que pueda movilizarse y ponerse en acción durante una jornada. Y para conseguir este rendimiento máximo, no tiene inconveniente en abreviar la vida de la fuerza de trabajo”.
A pesar del siglo y medio transcurrido, la definición destila actualidad. La reforma de ley de Riesgos de Trabajo, publicada ayer como un DNU por el Gobierno de Macri, aparece como un medio para garantizar las ganancias del capital. Los beneficios correrán en detrimento de la salud y las vidas obreras.
La sentencia de Marx es ratificada por el casi medio millón de accidentes laborales denunciados en 2015. También la confirman las decenas de muertes obreras cada año. La desidia capitalista aparece indisolublemente ligada al miserable objetivo de obtener una mayor ganancia.
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Cambiemos se muestra -una vez más- como el representante genuino de los intereses del capital. CEOcracia en estado químicamente puro. El Estado como gestor de los negocios comunes de la clase capitalista, como reza otro gran texto, escrito por los jóvenes Marx y Engels dos décadas antes de 1867.
Rindiendo cuentas
Con los decretos de este lunes, el Gobierno buscar evidenciar voluntad política de garantizar al capital la gestión del Estado al servicio de sus intereses.
El empresariado reclama que ello ocurra, más allá de los avatares de la economía internacional y nacional. Pero también más allá del calendario electoral. Las ganancias no se miden en votos, sino en dinero. El pedido -reiterado en Davos- de “certezas" sobre la continuidad del modelo es respondido con DNU.
Cumplir sin tensiones ese objetivo obliga al Gobierno a evitar el pasaje por el Congreso Nacional. Su carácter de minoría en ambas cámaras lo empuja hacia allíe. El republicanismo tan declamado en épocas electorales sigue durmiendo en el baúl de los recuerdos.
La convocatoria a sesiones extraordinarias pueden traer costos políticos y sinsabores. El fantasma del debate por Ganancias en diciembre pasado, está allí para confirmarlo.
Sin embargo, esos días también traen a la memoria el aporte inestimable de la conducción burocrática de la CGT. No resulta fortuito que uno de los primeros argumentos de Triaca para defender los decretos, sea el aval de la dirigencia sindical.
"Memento" peronista
La gestión de Cambiemos juega a los malabarismos verbales. Estos expresan, en última instancia, la relación de fuerzas realmente existente. De allí que el ministro Triaca intente presentar la reforma de las ART como una medida “favorable a los trabajadores”. La famosa teoría del derrame hace tiempo fue archivada.
No son los únicos que intentan el juego del equilibro. La oposición kirchnerista-peronista trata de salir del pantano en el que ingresó durante 2016, cuando garantizó una suerte de co-gobierno a Macri. La urnas son el determinante de los pasos por venir. De allí la ofuscación con el "decretismo" macrista.
Señalemos que la reforma de las ART reconoce un precedente bajo el “modelo nacional y popular”. Fue en 2012, bajo el Gobierno de Cristina Fernández, cuando se liquidó la llamada “doble vía”, que permitía a los trabajadores accionar judicialmente en caso de considerar escasa la indemnización lograda con la ART. Por aquel entonces, el empresariado también saludó la medida. Obviamente, este hecho ocurrido “ayer nomás”, no fue recordado por nadie en el FpV este lunes.
La memoria no parece ser el fuerte peronista. El “olvido” está incluso ubicado aún más acá en el tiempo. Ayer tampoco nadie parecía recordar que fue el mismo FpV el que dio media sanción en el Senado, hace apenas un mes, al proyecto que fue publicado en el Boletín Oficial.
"Pelotudo"
La desmemoria no parece ser un problema que afecte solo a los representantes legislativos del FpV. Ayer, en el sugestivo diálogo que se conoció entre Parrilli y la expresidenta, quedó en evidencia el “olvido” que viene pesando acerca de los 12 años en los que el ex espía Stiuso fue parte central del mecanismo de control kirchnerista en la ex SIDE.
Los nombres de Larcher e Icazuriaga acompañan como la sombra al cuerpo a "Jaime". Lo mismo ocurre con el nombre del fallecido fiscal Nisman. Que hoy saen parte de las espadas con las que se ataca al kirchnerismo solo confirma su carácter de intocables durante la "década ganada".
Después de este lunes, lo que quedará en la memoria de millones será el arrogante "soy Cristina, pelotudo". Para quienes aprendieron "a odiar" las cadenas nacionales será como un ejercicio de memoria, que les recordará "lo tormentoso" del kirchnerismo y los escraches que la expresidenta gustaba hacer ante millones de televidentes. .
Señalemos, al pasar, que la aparición súbita de la grabación en el programa del ignífugo Luis Majul viene a demostrar que la técnica del “carpetazo” no fue patrimonio exclusivo del kirchnerismo. Esa turbia sociedad que constituyen la casta judicial y el mundo del espionaje sigue trabajando para Cambiemos.
El kirchnerismo denunció una suerte de Watergate local. La comparación suena pasmosamente exagerada. Máxime cuando se mensura que Cristina Fernández ya no ocupa el cargo presidencial. Sin embargo, precisamente ayer volvió a circular la noticia que habla de su posible candidatura en 2017. Tal vez sea difícil separar ambos hechos.
Limones
El "efecto Trump" empezó este lunes a tornarse más concreto. La limitación a la exportación de los conocidos cítricos se sumó al creciente costo del endeudamiento. El "modelo", además, sigue adoleciendo de la prometida "lluvia de inversiones" y nada indica que ello ocurrirá pronto. En esas tensiones de la economía hay que buscar las razones de la aceleración macrista hacia la derecha.
Aún es difícil determinar los contornos más precisos del año político que se inicia. Sin embargo, el mes en curso ya está dando pistas. Si alguien esperaba un tranquilo año electoral, posiblemente deba irse desengañando.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.