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Malvinas y rock inglés: oposición a la guerra y artistas que apoyan el reclamo argentino

Augusto Dorado

MALVINAS

Malvinas y rock inglés: oposición a la guerra y artistas que apoyan el reclamo argentino

Augusto Dorado

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Si en Argentina el rock se vio cruzado por la guerra, del otro lado del Atlántico, aunque sin la masividad que tuvo acá, hubo expresiones de rechazo al conflicto y artistas que tomaron una posición anticolonialista.

A 40 años del comienzo de la Guerra de Malvinas, una de las dimensiones importantes que se suelen rescatar de aquel 1982 (y años posteriores) es el impacto cultural que tuvo este episodio en el rock argentino. La derrota en la guerra fue un momento muy traumático de la historia argentina reciente, pero además el inicio del conflicto militar en abril redundó en el paso a la masividad de este movimiento musical heterogéneo que empezó a conocerse como “rock nacional”, producto de la consabida prohibición dispuesta por la Junta Militar de emitir en los medios música de raíz anglosajona (prácticamente el 80 % de las producciones musicales de aquella época rotuladas como rock y sus derivados) para dar espacio a expresiones consideradas “nacionales” como el tango y el folklore, lo que también abría un enorme espacio al rock en castellano producido en Argentina. Malvinas fue un momento bisagra. Pero ¿cuál fue el impacto “del otro lado”?

En el Reino Unido, Estado de larga trayectoria imperialista que para ese momento estaba en su ocaso como imperio tras los procesos de lucha anticolonial y liberación nacional de posguerra, no llegó a producir demasiado: Malvinas fue una conflagración relativamente corta como para que se desarrollen un movimiento antiguerra importante y fenómenos culturales relacionados, como sí pasó en Estados Unidos durante la guerra de Vietnam.

En el rock británico se desarrollaron interesantes movimientos culturales ligados a fenómenos sociales en la previa y posteriormente a los dos meses y pico de conflicto armado en el Atlántico Sur: el Rock Against Racism [Rock contra el racismo] de fines de los 70 como respuesta al crecimiento de expresiones políticas xenófobas y nacionalistas filofascistas como el National Front y a posicionamientos racistas de artistas consagrados como Eric Clapton; y luego hacia 1984 el movimiento de músicos en apoyo a la dura huelga de los mineros que duró prácticamente un año y que fue otra de las guerras (en este caso, de clases) que emprendió la conservadora Margaret Thatcher. En el medio estuvo Malvinas y cierta incomodidad con la guerra entre artistas británicos tal vez tuvo más que ver con el rechazo a las políticas del gobierno torie de la impopular “Maggie” que con el conflicto en sí mismo, y no llegó a plasmarse mucho en canciones o declaraciones públicas durante la guerra. Como para ilustrar esta conjetura vale considerar la respuesta de Joe Strummer, todavía cantante de The Clash en 1982, al periodista argentino Roque Casciero en una entrevista de 2001 para Página/12:

RC: Hay una leyenda que dice que la Guerra de Malvinas tuvo gran influencia en la composición del disco Combat Rock, de The Clash. ¿Tiene algo de real?
JS: No. De hecho, después de hacer el disco pensamos bastante en cómo titularlo hasta que a mí se me ocurrió, no sé por qué, ponerle Combat Rock. Y un mes después saltó lo de Malvinas
.

Para abril del 82, una de las bandas más importantes y politizadas del rock británico –que venía de hacer en 1980 el disco triple Sandinista plagado de referencias geopolíticas– estaba enfrascada en su propio conflicto interno: ya despuntaba una tensión entre sus miembros que desembocaría en la virtual disolución de The Clash; no se ponían de acuerdo en la mezcla de los temas de lo que terminó siendo Combat Rock y Malvinas les pasó por el costado. Si la banda de la que tal vez se esperaría alguna posición no llegó a desarrollarla, no quedaba mucho que esperar del resto.

Melancolía en los astilleros de Merseyside

Sin embargo, hubo una composición musical destacada durante la guerra, aunque editada y lanzada unos meses después: “Shipbuilding”, con letra compuesta por Elvis Costello y música de Clive Langer, grabada por el reconocido artista Robert Wyatt (simpatizante del Partido Comunista Británico) que estaba incrementando el nivel de politización en sus canciones y encontró en la letra de Costello la composición que buscaba y no lograba desarrollar. La voz narrativa del tema es la de un obrero del astillero de Binkerhead (pueblo vecino de Liverpool) que reflexiona amargamente sobre cómo se reactiva una industria naval al norte de Inglaterra que estaba en decadencia, con la consecuente recuperación del empleo, pero a costa del envío de sus hijos a una guerra a morir y matar a hijos de otros obreros. El resultado es un brillante tema de tono melancólico. Aunque el primer lanzamiento como simple realizado por el sello independiente Rough Trade en agosto de 1982 pasó un poco desapercibido, un relanzamiento de abril de 1983 tuvo bastante más impacto, llegando al lugar 35 del UK Chart Singles. “No estaba mal tener éxito comercial, aunque fuera relativo, con una grabación tan apresurada y llena de dolor”, recuerda el autor. Ese mismo año, Elvis Costello hizo una versión propia en su disco Punch the Clock (se puede escuchar acá bien traducida al castellano), que también tuvo buena repercusión por el plus de contar con la trompeta de Chet Baker (un prócer del jazz) como toque distintivo. Hasta donde conoce este cronista, “Shipbuilding” es el primer tema dedicado a Malvinas en el rock británico y tal vez el único compuesto durante el desarrollo de los acontecimientos.

Un tiempo después, Wyatt profundizó su interés por la situación latinoamericana con temas como “We Will Win” (“Venceremos”, de 1984, dedicado al pueblo chileno en su resistencia a la dictadura de Pinochet) mientras Elvis Costello ya en 2013 compondría “Cinco Minutos con Vos” (sí, con título en castellano rioplatense) como tema relacionado con “Shipbuilding” pero desde la perspectiva de una argentina y sus temores por las atrocidades de la dictadura militar: “Mi canción se abre con una mujer de Buenos Aires que está viendo un noticiero con un discurso triunfal de Margaret Thatcher (…) una hija que explica que su padre (opositor a la dictadura) planea fugarse y le sugiere un encuentro en Montevideo”, cuenta Costello en su autobiografía Música infiel y tinta invisible. La canción finaliza con el padre de la mujer detenido y asesinado en un “vuelo de la muerte”, lo que denota conocimiento e interés del músico por esa etapa de la historia argentina. Incluso llegó a visitar el monumento a los soldados fallecidos en el hundimiento del General Belgrano en Ushaia y recuerda haber quedado impresionado por las edades de los caídos.

Canciones contra el sentido de la guerra

“Shipbuilding” es de alguna manera una crítica a la guerra desde una perspectiva humanista y pacifista, lo cual no es poco de parte de artistas que viven en las fauces de la nación más poderosa económica y militarmente en la contienda: tiene una carga progresiva la oposición al ataque de una potencia imperialista contra un país dependiente, en última instancia logra un efecto de alguna manera favorable al bando oprimido. En años inmediatamente posteriores hubo otras composiciones en ese tono como gran parte del disco The Final Cut (marzo de 1983) de Pink Floyd, concebido por Roger Waters como un álbum conceptual que encierra una crítica al carácter irracional de la guerra en general y de Malvinas en particular, con referencias explícitas en varios temas como “Get Your Filthy Hands Off My Desert” [“Saca tus sucias manos de mi desierto”]. Con el tiempo, Waters desarrollaría una posición más profunda sobre Malvinas, como veremos luego.

Dentro del mismo tipo de enfoque podemos ubicar a temas como “Another´s Man Cause” de The Levellers (de 1991, con versos como “Tu papi, bueno, murió en las Falklands / Luchando por la causa de otro hombre”), aunque expresa solamente desacuerdo con la participación británica en una aventura militar, lo mismo que “Tango Atlántico” de Joe Jackson, compuesta en 1986 luego de un encuentro casual con un argentino con el que, tras un momento de tensión contenida, arribaron ambos a la conclusión de que “fue una guerra estúpida”. En la letra critica a Galtieri y a Thatcher (“El general y la dama bailan / Ella muestra signos de victoria y fuma cigarros / Él exhibe sus medallas brillantes para una última oportunidad”), aunque victimiza a los soldados ingleses que garantizan la ocupación militar de Malvinas (“Oh, lo siento Tommy / ¿Perdiste un pie? / Sangrientas minas terrestres / No más fútbol para ti”), y en algunas declaraciones este músico de la escena new wave británica ridiculiza el escenario de la guerra (“Unas rocas perdidas en el Pacífico Sur (sic)”), con lo que el intento de alguna crítica a la guerra es bastante confuso y pierde efecto. Como dice el mayor hit de Joe Jackson, “You Can’t Get What You Want (Till You Know What You Want)”: no podés tener lo que querés hasta que no sepas qué querés, y tal vez es lo que le sucedió con este tema que solamente registró en un álbum en vivo del año de “la mano de Dios” maradoniana.

Crass: anarquía antiguerra en el Reino Unido

En esos primeros años posteriores a la guerra, los que echaron sal en la herida fueron los Crass, banda de activistas anarcopunks de Essex que marcaron dos hitos. El primero es la leyenda –confirmada al periodista José Bellas de Clarín por el baterista Penny Rimbaud– de que fueron los artífices de un escándalo conocido como Thatchergate tapes: “Lo que se nos ocurrió entonces fue simular una conversación telefónica entre Ronald Reagan, entonces presidente de los Estados Unidos, y Thatcher", donde ella reprochaba el uso de armas nucleares estadounidenses en Europa y él, "el hundimiento del Belgrano, que claramente estaba en retirada”. “¿Cómo lo conseguimos? Cortando y pegando cintas de dos discursos, manipulando voces y buscando maneras de conseguir la verosimilitud. Esas cintas fueron enviadas anónimamente a periódicos de toda Europa continental”, explica en esa entrevista de 2018. La iniciativa de los casetes truchos la tuvieron en 1983 con la intención de complicar la reelección de Thatcher en 1984. Pero el escándalo estalló una vez consumada la reelección porque el Departamento de Estado yanqui (el Pentágono) puso la lupa sobre ellos sospechando que estaban trabajando para la KGB soviética. No pasó a mayores, pero quedaron como una “nota al pie” en esa etapa de áspera “Guerra Fría” entre la URSS y EE. UU.

El otro hito sí fue musical: en su disco Best Before (1984) incluyeron una crítica corrosiva con nombres y apellidos llamada “Sheep Farming in the Falklands” [“Criando ovejas en las Malvinas”] donde dicen cosas como “Otra farsa imperialista / Otra página de la historia británica para limpiarse el culo nacional / La realeza donó al príncipe Andrés como muestra de su apoyo / ¿Fue solo suerte que el único barco no atacado fue en el que peleaba él?”. Hicieron tanto ruido que por mucho tiempo quedaron sindicados como la única banda británica en patalear contra la guerra y a la vez se desató sobre ellos una histeria nacionalista que les complicó su futuro. Se disolvieron en ese año y su último recital fue en apoyo a la huelga minera (aunque luego hubo algunos regresos de los Crass ya en los años 2000).

No llores por mí, Argentina

Ya en este siglo XXI, con la reflexión que permite la distancia temporal, comenzaron a aparecer casos concretos de apoyo explícito de músicos ingleses a la posición de que las Malvinas son argentinas. Sham 69 fue una de las bandas pioneras de un subgénero del punk conocido como Oi (nombre que proviene del vocablo utilizado para saludar en la jerga cockney que utilizaba la juventud de los barrios obreros), una variante de punk más “callejero”. Como para tener algún parámetro como referencia, un exponente cercano a este estilo en Argentina podría ser 2 Minutos, por la estética, la temática de la cerveza, el barrio, el fútbol. En el festival punk Rebellion (que se hace todos los años en Blackpool, noroeste de Inglaterra) de 2017, Jimmy Pursey, legendario cantante de Sham 69, salió a escena con una remera con la inscripción “Las Malvinas son argentinas” en castellano y con un dibujo en celeste y blanco de las islas. Aunque es difícil encontrar declaraciones sobre su posición, plantarse en el corazón del Reino Unido con una remera así es muy jugado y no parece dejar mucho lugar a dudas, sumado a que lo hizo con total personalidad, como evidencian registros de aquel show. Pursey es un miembro muy respetado de la camada original del punk británico de los años 70.

Pero también artistas ingleses de mayor alcance masivo tuvieron el valor de tomar posición clara: Morrissey sorprendió en un show en 2012 en el Teatro Orfeo de Córdoba explicando en pleno recital que “Las Malvinas pertenecen a Argentina, no culpen al pueblo inglés porque sabemos que les pertenecen a ustedes”. Se cumplían 30 años de la guerra y fue noticia en varios medios. En visitas posteriores llegó a posar para fotos en murales por los caídos argentinos y en 2015 escribió un texto en formato de carta en la que plantea cosas como “La matona Thatcher asesinó a varios jóvenes argentinos y le levantó el pulgar al mundo (…) el piloto fanfarrón voló el buque General Belgrano aun cuando no representaba una amenaza a las tropas británicas (…) Nunca habrá un monumento de Thatcher en pie en suelo británico, pues sería derribado en un instante por ser un símbolo del terror envenenado”, además de que fundamenta su posición con “Las Malvinas pertenecen a la gente de Argentina, principalmente porque están exactamente acá, en el cálido y ventoso aire argentino. No están tres millas al oeste de Knightsbridge”.

La posición anticolonial de Morrissey (artista de sangre irlandesa pero corazón inglés, como él mismo se ha definido) en relación a Malvinas es muy radical y valorable, pese a que en los últimos años tuvo gestos lamentables de defensa del Estado de Israel –summum del colonialismo contemporáneo basado en la ocupación de la Palestina histórica y el etnocidio y hostigamiento permanente a la población árabe– que llegó a plasmar en temas como “Israel” o “The Girl from Tel Aviv Who Wouldn’t Knee” en donde ni siquiera hace mención alguna a los padecimientos del pueblo palestino.

Finalmente, entre los posicionamientos más contundentes está el de Roger Waters, que en una entrevista televisiva declaró que las Malvinas “deberían ser argentinas” y que está avergonzado del pasado colonial de Inglaterra y del robo y el saqueo imperialista. Waters en una de sus visitas a Buenos Aires estuvo reunido con familiares de soldados argentinos caídos.

Cuando se cumplen cuatro décadas de aquel capítulo tan determinante de la historia argentina, las poco abundantes pero significativas expresiones de oposición a la guerra en la música británica merecían un rescate para darse a conocer.


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Augusto Dorado

@AugustoDorado