Cada 16 de septiembre vuelven a la memoria aquellos estudiantes secundarios desaparecidos por la última dictadura cívico militar eclesiástica en La Plata. A 45 años, la hermana de Horacio Ungaro reflexiona sobre aquella juventud que luchó por una sociedad más justa. Lucha que sigue vigente al igual que el reclamo por juicio y castigo a los responsables.
Valeria Jasper @ValeriaMachluk
Jueves 16 de septiembre de 2021 07:08
Marta Ungaro: "El boleto estudiantil fue una reivindicación económica, política y solidaria - YouTube
Lunes por la tarde. Marta abre las puertas de su casa y de la historia militante de su familia que quedó marcada para siempre aquel 16 de septiembre de 1976.
En septiembre de 1976 fuerzas conjuntas del Estado (Ejército y Policía) irrumpieron en las casas de varios estudiantes secundarios en la ciudad de La Plata. En su mayoría, eran estudiantes nucleados en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). En 1975, los estudiantes de escuelas secundarias de la ciudad se habían organizado y movilizado en reclamo del boleto educativo gratuito.
“Había una hiperinflación muy grande, que se llamó el Rodrigazo, y aumentaban continuamente los pasajes. Era un gasto muy grande y muchos compañeros no podían solventar el viaje. No era solo por el boleto, el boleto tenía una reivindicación política, económica y solidaria”, afirma Marta para quien este día es una reivindicación de los más de 400 jóvenes adolescentes desaparecidos a lo largo del país, en la última dictadura.
El 16 de septiembre, Horacio Ángel Ungaro y Daniel Racero fueron secuestrados de su casa y llevados al Pozo de Arana primero y al Pozo de Banfield después, donde padecieron todo tipo de tormentos y vejámenes. Los operativos continuaron en los días siguientes en los que fueron secuestrados Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, y Emilce Moler.
Los operativos fueron realizados por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por Ramón Camps y por Miguel Osvaldo Etchecolatz, el jefe de la Dirección de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos durante la dictadura, con múltiples condenas por crímenes de lesa humanidad.
Claudio de Acha (17 años), Horacio Úngaro (16 años), María Claudia Falcone (16 años), Francisco López Muntaner (18), María Clara Ciocchini (18) y Daniel Alberto Racero (18) continúan desaparecidos. Sobrevivieron Pablo Díaz (secuestrado el 21 de septiembre), Patricia Miranda (secuestrada el 17 de septiembre) y Emilce Moler (secuestrada el 17 de septiembre).
Marta recuerda los sueños de Horacio, su vocación estudiar Medicina, su amor por el ajedrez. Su trabajo solidario en los barrios y la pelea por un mundo mejor. “Toda la generación del 70 era una generación que quería cambiar las cosas. La pelea era por igualdad de derechos, derechos que todavía no están”.
La búsqueda de Horacio fue el motor de su lucha. La hizo caminar las plazas con las madres y con las abuelas. Su padre se incorporó a la APDH, su madre fue una de las primeras Madres. Su permanente lucha, la hizo enfrentarse con sacerdotes, denunciando la complicidad de la Iglesia católica. Y logró encontrar a uno de los genocidas responsables del pozo de Banfield, Juan Miguel Wolk, quien se hizo pasar por muerto durante 20 años y hoy se encuentra con prisión domiciliaria.
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Décadas pasaron para que la justicia ponga en el banquillo a algunos de los hacedores del terrorismo de Estado, aunque la impunidad sigue inclinando la balanza a su favor. Marta denuncia cómo el poder judicial mantiene la impunidad de los responsables del genocidio, dilatando los procesos judiciales. “En el 99, 2000 cuando declaré, les dije a los jueces que esta era la última oportunidad del siglo. Hoy estamos en 2021 y todavía hay impunidad”.
Para Marta, las cuentas pendientes de la dictadura son muchas. “El delito de los desaparecidos en todos los días”, por lo que la apertura de los archivos como la cárcel común, perpetua y efectiva es una exigencia permanente.
Cae la tarde y, entre cuadros, fotos y el guardapolvo que Horacio no pudo terminar de pintar, Marta deja una reflexión final. “En una corta vida, todo lo que hicieron y todo lo que nos enseñaron. Todas las mañanas pienso ¿Qué hice hoy por mi hermano y por los 30 mil”. La lucha por memoria, verdad y justicia continúa.
Equipo de producción: Natalí Sznek, Agos Fernweh, Manu Badenes y María Luz Santos Morón