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Red Internacional
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200 AÑOS DE MARX. Marx frente a la comunidad agrícola rusa. Una polémica con Dussel y la crítica decolonial*

En el marco de los dos siglos del nacimiento de Carlos Marx, publicamos este ensayo que aborda uno de los aspectos más interesantes de sus posiciones sobre el desarrollo histórico: su posición sobre la comunidad agrícola rusa (obshchina).

Martes 15 de mayo de 2018

Nota introductoria:

Aprovechamos el mes aniversario de Marx para presentar este ensayo, que constituye una pequeña parte de un trabajo más amplio (del año 2009, e inédito aún), dedicado a responder, desde el marxismo, a la crítica de la corriente decolonial.

De acuerdo con los pensadores de la “modernidad-colonialidad”, el marxismo sería una corriente de pensamiento “eurocéntrica”: el eurocentrismo será el pensamiento de la colonialidad, entendida esta como el componente subjetivo del colonialismo, que lo trasciende. Una perspectiva de conocimiento nacida en Europa que mira al resto del mundo desde la posición de un “yo” (o un “nosotros”) donde los “otros” no son más que pasado, atraso, irracionalidad, inferioridad, etc., en consecuencia, se justifican ideológicamente las empresas colonizadoras, la dominación, la explotación de todos los “otros”, en tanto Europa es la portadora del “progreso”, lo que la justificaría moralmente. Así, todos los pueblos del mundo tendrían que pasar, sí o sí, por las mismas etapas de desarrollo histórico por las que pasó Europa. Se supone que el marxismo tendría esta concepción del desarrollo histórico.

Es en este marco más general –abordado en el trabajo del que publicamos este extracto– en que se haya la discusión sobre cómo aborda Enrique Dussel –fundamentalmente¬– el posicionamiento de Marx sobre la comunidad agrícola rusa, donde el autor decolonial propone conseguir un Marx “ético”, diferente del Marx “científico”, es decir, distinto del Marx del materialismo histórico, que es lo que sería, según, la base del eurocentrismo y la concepción teleológica de la historia.

***

Son varios los autores que han señalado la posición de Marx alrededor de la vitalidad o no de la comuna agrícola rusa (obshchina), como un “viraje” en su posición europeísta y/o eurocéntrica del desarrollo social [1], al mostrarse este partidario de la misma, y no de su destrucción en sentido capitalista. Dussel verá aquí algún viraje, u “otro Marx”, distinto al del método científico que ha ostentando en toda su obra. En lo que sigue, podremos ver qué tan cierta o no resulta esta apreciación.

Como señala Dussel, uno de los países donde El Capital generó más debate entre el movimiento revolucionario fue Rusia, donde los “populistas” eran el sector más dinámico y grande del movimiento revolucionario de la época. Ante la realidad de la comuna rural rusa discutían entre sí y, se dirigieron directamente a Marx, para saber su opinión al respecto:

¡Honorable ciudadano! No ignora usted que su Capital goza de gran popularidad en Rusia. Pese a haber sido confiscada la edición, los pocos ejemplares que quedaron han sido leídos y releídos por el conjunto de las personas más o menos instruidas de nuestro país; y hay quien lo está estudiando seriamente. Pero lo que ignora usted probablemente es el papel que su Capital desempeña en nuestras discusiones acerca de la cuestión agraria en Rusia y de nuestra comuna rural. [...]
Una de dos: o bien esta comuna rural, libre de las exigencias desmesuradas del fisco, de los pagos a los señores de la administración arbitraria, es capaz de desarrollarse en la vía socialista, o sea de organizar poco a poco su producción y su distribución de los productos sobre las bases colectivistas [...]
O si, por el contrario, la comuna está destinada a perecer no queda al socialista, como tal, sino ponerse a hacer cálculos, más o menos mal fundados, para averiguar dentro de cuántos decenios pasará la tierra del campesino ruso de las manos de éste a las de la burguesía y dentro de cuántos siglos, quizá, tendrá el capitalismo en Rusia un desarrollo semejante al de Europa occidental. [...]
En los últimos tiempos hemos solido oír que la comuna rural es una forma arcaica que la historia, el socialismo científico, en una palabra, todo cuanto hay de indiscutible, condenan a perecer. Las gentes que predican esto se llaman discípulos por excelencia de usted: “marxistas”. El más poderoso de sus argumentos suele ser: “Lo dice Marx.”
[...] Comprenderá entonces, ciudadano, hasta qué punto nos interesa su opinión al respecto y el gran servicio que nos prestaría exponiendo sus ideas acerca del posible destino de nuestra comunidad rural y de la teoría de la necesidad histórica para todos los países del mundo de pasar por todas las fases de la producción capitalista [2]] .

Varios fueron los textos generados entre el movimiento ruso sobre el tema, Marx se dedicó asiduamente a estudiar el asunto al que consideraba de mucha importancia, esbozará respuesta a la carta de Vera Zasulich e intentará intervenir en el debate entre los revolucionarios rusos sobre el tema (Chernichevsky –principal teórico populista–, Tchakov, Mijailovsky) [3] , como queda constancia en unos manuscritos suyos que nunca llegaron a publicarse. La respuesta a Vera Zasúlich es parte de esos textos inéditos, y de la cual se consiguieron varios borradores hechos por Marx.

Con relación a lo planteado por Chernichevsky, quien toma partido a favor de la comuna agrícola contra su destrucción en sentido capitalista, dice Marx:

[...] éste ha planteado en algunos artículos notables el problema de si Rusia, para abrazar el sistema capitalista, necesitará empezar por destruir –como lo sostienen sus economistas liberales– la comunidad rural o si, por el contrario, sin necesidad de conocer todos los tormentos de ese sistema, podrá recoger todos sus frutos por el camino de desarrollar sus propias peculiaridades históricas. [...] Y he llegado, al resultado siguiente: si Rusia sigue marchando por el camino que viene recorriendo desde 1861, desperdiciará la más hermosa ocasión que la historia ha ofrecido jamás a un pueblo para esquivar todas las fatales vicisitudes del régimen capitalista [4].

En 1861 el Estado promulgó una reforma en el campo ruso en sentido capitalista, pero Marx toma nota de cómo la propiedad comunal de la tierra en las aldeas hacía que los terratenientes no consiguieran fácilmente mano de obra que se ofreciera para trabajar asalariadamente. La queja del terrateniente era tanto por falta de dinero como por ausencia de mano de obra, pero para Marx era más significativa la segunda, en tanto que, aún teniendo el dinero no se podría ejecutar completamente el trabajo, “el bracero ruso –dice– no está aún totalmente separado de su medio de producción” [5] , como fue el caso de los campesinos ingleses estudiados por él en El Capital.

Marx dice claramente que de continuar por el camino de estas reformas, se desperdiciaría “la más hermosa ocasión” que la historia le haya dado a un pueblo para no tener que pasar por las fatalidades del capitalismo. Dussel se propone conseguir aquí un Marx “ético” (político), contrapuesto al Marx científico, un Marx que tomaría partido por lo colectivo contra lo individual-privado per se, como principio, sin atender a consideraciones científico-históricas.

Marx cuestionará que se pretenda hacer de su “esbozo” en El Capital una teoría suprahistórica del desarrollo capitalista y de la historia en general:


A todo trance quiere convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en la Europa Occidental en una teoría filosófico-histórica sobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias históricas que en ellos concurran [...] (Esto es hacerme demasiado honor y, al mismo tiempo, demasiado escarnio) [6].

En su respuesta a Vera Zasúlich dirá:

Al tratar de la génesis de la producción capitalista, yo he dicho que su secreto consiste en que tiene por base “la separación radical entre el productor y los medios de producción” (pág. 315, columna 1 de la edición francesa de “El Capital”) y que “la base de toda esta evolución es la expropiación de los agricultores. Esta no se ha efectuado radicalmente por el momento más que en Inglaterra... Pero todos los demás países de Europa Occidental siguen el mismo camino” (lugar citado, col. 2).
Por tanto, he restringido expresamente la “fatalidad histórica” de este movimiento a los países de Europa Occidental [7].

Porqué esta entrecomillada “fatalidad histórica” no tendría que ser la de cualquier pueblo en cualquier parte del mundo y, específicamente, la de pueblo ruso, lo explica Marx ayudado de sus propias citas de El Capital: “’El movimiento de eliminación, la transformación de los medios de producción individuales y dispersos en medios de producción concentrados socialmente, la conversión de la propiedad enana de muchos en propiedad colosal de unos cuantos, esta dolorosa y torturante expropiación del pueblo trabajador es el origen, es la génesis del capital... La propiedad privada, basada en el trabajo personal..., está siendo suplantada por la propiedad privada capitalista, basada en la explotación del trabajo ajeno, en el trabajo asalariado’ (pág. 341, col. 2)” [8] , en estos casos:

[...] tenemos el cambio de una forma de la propiedad privada en otra forma de propiedad privada. Habiendo sido jamás la tierra propiedad privada de los campesinos rusos, ¿cómo puede aplicárseles este planteamiento? [9]

Comienza Marx a sustentar la diferencia central entre el proceso en Europa occidental descrito por él, y el caso ruso. En aquel se trataba de pasar de una forma de propiedad privada a otra, mientras en este, por el contrario, era destruir una comunidad colectiva, por eso, entre otras cosas, la dificultad de los terratenientes para conseguir mano de obra en el campo que se ofreciese a convertirse en asalariada.

Contra los que sí o sí se empeñaban en que Rusia debía atravesar por las fatalidades históricas de la implantación del capitalismo europeo occidental, Marx decía: “¿acaso ha tenido Rusia que pasar, lo mismo que el Occidente, por un largo período de incubación de la industria mecánica, para emplear las máquinas, los buques de vapor, los ferrocarriles, etc.? Que me expliquen, a la vez, ¿cómo se las han arreglado para introducir, en un abrir y cerrar de ojos, todo el mecanismo de cambio (bancos, sociedades de crédito, etc.), cuya elaboración ha costado siglos al Occidente?” [10].

Hay un aspecto central que pierde de vista Dussel, como lo es la totalidad del sistema mundial presente en la perspectiva que traza Marx para analizar la comunidad rusa. Marx está aquí hablando, ni más ni menos, que del desarrollo desigual y combinado, de cómo “la técnica avanzada” desarrollada en Europa occidental se ha imbricado en la sociedad rusa, al tiempo que perviven en esta elementos precapitalistas. Allí está el quid del asunto:

[...] en Rusia gracias a una combinación única de las circunstancias, la comunidad rural, que existe aún a escala nacional, puede deshacerse gradualmente de sus caracteres primitivos y desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala nacional. Precisamente merced a que es contemporánea de la producción capitalista, puede apropiarse todas las realizaciones positivas de ésta, sin pasar por todas sus terribles peripecias. [11]

Precisamente porque existe al mismo tiempo que la producción capitalista es que la comunidad puede apropiarse de las realizaciones positivas de esta, no de otra manera, pues, como señalamos en otro momento, el desarrollo desigual y combinado se trata justamente de esto. Dussel, como veremos adelante, parece querer ver solamente el aspecto desigual del desarrollo histórico, sin atender a la combinación operada en la totalidad mundial del sistema capitalista.

Cierto es que Marx se mostrará cauteloso de acusar de la ruina de las formas económicas no capitalistas a “leyes económicas”: “Al leer la historia de las comunidades primitivas, escritas por burgueses, hay que andar sobre aviso. Esos autores no se paran siquiera ante la falsedad. Por ejemplo, sir Henry Maine, que fue colaborador celoso del Gobierno inglés en la destrucción violenta de las comunidades indias, nos asegura hipócritamente que todos los nobles esfuerzos del gobierno hechos con vistas a sostener esas comunidades se estrellaron contra la fuerza espontánea de las leyes económicas” [12].

Marx cuestionará a los liberales rusos que así se expresan sobre la “inviabilidad histórica” de la comuna rusa, mientras ocultan el papel perjudicial que para ésta han jugado las hostilidades a que se ha visto sometida por la acción del Estado y las clases dominantes, [13] esta “opresión desde fuera ha desencadenado en el seno de la comunidad misma el conflicto de intereses ya existente y ha desarrollado rápidamente sus gérmenes de descomposición”; el Estado y las clases dominantes han incursionado del tal manera “sin desarrollar lo más mínimo las potencias productivas de la agricultura”, mientras al mismo tiempo han hecho crecer un “nuevo parásito capitalista que chupa la sangre, ya de por sí escasa, de la ’comunidad rural’”; por todas estas razones se ha estancado la productividad agrícola llevando al agricultor a la miseria, la cual a su vez “ha contagiado la tierra, [volviéndola] estéril”, los años de hambre se alternan con los de las buenas cosechas, teniendo Rusia por primera vez que importar granos, en lugar de exportarlos; quienes se han beneficiado de tal expoliación hacia la comuna agrícola se dan cuenta que ya no puede seguir así la situación y pretenden entonces avanzar hacia una mayor reforma capitalista de la agricultura, cínicamente, mostrando “las heridas causadas a la comunidad [...] como síntomas naturales de la decrepitud de ésta”.

Es simplemente aleccionadora la manera en que Marx se posiciona para develar el cinismo y la hipocresía de quienes desde el liberalismo intentan mostrar la inviabilidad de la comunidad agrícola adosándosela a algunas “leyes económicas”. Es allí donde Dussel propone encontrar un Marx “ético” en contraposición al Marx “científico”:

[...] el Marx que nos importa no es el que “entró en crisis” en Europa -allí era un Marx “científico” para el positivismo, teleológico históricamente, materialista dialéctico, etc. “Nuestro” Marx se sitúa, en cambio, en el nivel de las necesidades vitales básicas: es un Marx económico-antropológico, ético [...] [14]

Sin embargo, sería una observación superficial deducir que Marx está sugiriendo la vitalidad económica de la comunidad agrícola en sí misma, solo destruida por la acción desde afuera. Notemos con claridad que Marx señala cómo la acción desde fuera ha desarrollado el conflicto de intereses ya existente en la misma, acelerando así los síntomas de su descomposición, no habla de las posibilidades de la comunidad agrícola desde un punto de vista “ético” sin atender a su realidad económico-social, a las “leyes” del desarrollo histórico. En la comunidad agrícola, dice, existen tensiones propias que la hacen oscilar entre su desarrollo o su disolución, lo cual dependerá, en última instancia, del “ambiente histórico”:

Se comprende con facilidad que el dualismo inherente a la “comunidad agrícola” puede servirle de fuente de una vida vigorosa, puesto que, de una parte, la propiedad común y todas las relaciones sociales que se desprenden de ella le dan mayor firmeza, mientras que la casa privada, el cultivo parcelario de la tierra de labor y la apropiación privada de los frutos admiten un desarrollo de la individualidad incompatible con las condiciones de las comunidades más primitivas.
Pero no es menos evidente que este mismo dualismo puede, con el tiempo, convertirse en fuente de descomposición. Dejando de lado todas las influencias del ambiente hostil, la sola acumulación gradual de la riqueza mobiliaria, que comienza por la acumulación de ganado (admitiendo incluso la riqueza en forma de siervos), el papel cada vez mayor que el elemento mobiliario desempeña en la agricultura misma y una multitud de otras circunstancias inseparables de esa acumulación, pero cuya exposición me llevaría muy lejos, actuarán como un disolvente de la igualdad económica y social y harán nacer en la comunidad misma un conflicto de intereses que trae aparejada la conversión de la tierra de labor en propiedad privada y que termina con la apropiación privada de los bosques, los pastizales, los eriales, etc., convertidos ya en anexos comunales de la propiedad privada. Por esta razón, la “comunidad agrícola” representa por doquier el tipo más reciente de la formación arcaica de las sociedades, y en el movimiento histórico de Europa Occidental, antigua y moderna, el período de la comunidad agrícola aparece como período de transición de la formación primaria a la secundaria. Ahora bien, ¿quiere eso decir que, en cualesquiera circunstancias, el desarrollo de la “comunidad agrícola” deba seguir este camino? En absoluto. Su forma constitutiva admite la siguiente alternativa: el elemento de propiedad privada que implica se impondrá al elemento colectivo o éste se impondrá a aquél. Todo depende del ambiente histórico en que se halla... [15]

Marx cuestiona a tantos cuantos hablan de la imposibilidad de supervivencia de la comunidad rusa o de su inviabilidad histórica de manera superficial, abstracta o cínica, pero lo hace desde el materialismo histórico, desde el estudio concreto de la dinámica de la comuna en sus determinaciones económicas y sociales, en sus potencialidades y amenazas propias. Sus propias bases la predisponen a la disolución en razón del elemento de apropiación privada de los productos, del papel que juega el recurso mobiliario (privado) en la agricultura, etc., y la resolución de esta dualidad propia, que tiende hacia que el peso mayor lo cobre el elemento privado sobre el colectivo, dependerá entonces del ambiente histórico, que por el momento, le es hostil y la destruye, pero sin dar paso a ninguna forma superior; las reformas llevadas a cabo no han desarrollado en “lo más mínimo las potencias productivas de la agricultura”, al contrario, la han estancado. Este es el razonamiento de Marx.

¿Y cuál es el “ambiente histórico” más general en el que se encuentra la comunidad agrícola así caracterizada? El de la época del capitalismo. Rusia, dice Marx, “no vive aislada del mundo moderno”, por eso:

[...] la existencia simultánea de la producción occidental, dominante en el mercado mundial, le permite a Rusia incorporar a la comunidad todos los adelantos positivos logrados por el sistema capitalista sin pasar por sus Horcas Caudinas. [16]

Es bastante clara la relación que establece Marx, se muestra con nitidez una noción de desarrollo desigual y combinado, y de ubicación de la comunidad agrícola en la totalidad del sistema económico internacional. Pero incluso no sólo se trata de que la comunidad agrícola rusa exista simultáneamente con el capitalismo desarrollado en Europa y con sus adelantos, sino que, además, esta forma “arcaica” de propiedad común ha logrado sobrevivir hasta una época en la que el capitalismo ya no es mundialmente un sistema vigoroso con grandes períodos de porvenir por delante, sino que está en el momento histórico en que sus contradicciones lo llevan a la desaparición para ser superado por un régimen superior, basado –como la comunidad agrícola– en la propiedad común. Las particularidades de una y otra forma de propiedad común se verían las caras para potenciar la autorrealización humana, en una imbricación que no está escrita de antemano, pero que en todo caso no implicaría la conversión de la propiedad común de la comunidad en propiedad privada, al estilo capitalista.

La mejor prueba de que este desarrollo de la “comunidad rural” responde al rumbo histórico de nuestra época es la crisis fatal que experimenta la producción capitalista en los países europeos y americanos, en las que se ha desarrollado más, crisis que terminará con la eliminación del mismo, con el retorno de la sociedad moderna a una forma superior del tipo más arcaico: la producción y la apropiación colectivas. [17]

Es obvio que Marx falló en los tiempos de su pronóstico sobre el inicio de la revolución socialista, y las consecuencias de esto para el destino de la comunidad agrícola en Rusia los veremos en un momento. Por ahora constatemos que, de acuerdo con la perspectiva que delinea Marx, solo una revolución social anticapitalista, socialista, en Europa, para cambiar el ambiente hostil –procapitalista– que la sometía en la propia Rusia, podía salvar de la destrucción a la comunidad agrícola.

Enrique Dussel dice tajantemente que no contaba Marx con la perspectiva de una revolución social en Europa, achacándole tal conclusión a Engels, en supuesta contraposición con la lógica de pensamiento sostenida por Marx [18]. Afirma que, para Marx, para la sobrevivencia de la comunidad bastaba con una revolución en la propia Rusia, sin mencionar Dussel, sin embargo, qué carácter tendría la misma y qué fuerzas la harían, según lo que induce de lo expuesto por Marx. Es cierto que Marx no desarrolla estos elementos, pero solo un examen poco profundo puede extraer tales conclusiones. Dice Marx, ante la amenaza que pesa sobre la comunidad que:

Para salvar la comunidad rusa hace falta una revolución rusa. Por lo demás, el Gobierno ruso y los “nuevos pilares de la sociedad” hacen lo que pueden preparando las masas para semejante catástrofe. Si la revolución se produce en su tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre desarrollo de la comunidad rural, ésta se erigirá pronto en elemento regenerador de la sociedad rusa y en elemento de superioridad sobre los países sojuzgados por el régimen capitalista. [19]

De aquí extrae su conclusión Dussel: “la ’comuna rural’ debe ser el punto de partida de la regeneración de Rusia si se produce la revolución rusa (y Marx no habla para nada de la necesidad de una revolución socialista en la Europa Occidental como condición necesaria para ello)” [20]. Veamos de qué mas “habla” Marx en su texto. No se debe olvidar que está hablando de que la comunidad rural sería elemento de la regeneración de la sociedad rusa y mostraría su superioridad sobre el capitalismo, por la posibilidad de asimilarse los adelantos... del capitalismo. Luego, esto sería posible “Si en el momento de la emancipación las comunidades rurales se viesen en unas condiciones de prosperidad normal” [21], si se segura el “libre desarrollo” de la misma. Se trata de unos “si” condicionales.

Alguien pudiera afirmar sin embargo que estos condicionales están circunscritos al proceso endógeno ruso. Además de que eso sería una mirada parcial, igualmente estaría equivocado el pronóstico porque, precisamente, lo que describe Marx es que no está la comunidad agrícola, al interior de Rusia, en condiciones de “libre desarrollo” ni de “prosperidad normal” –por el ambiente hostil que la cerca y además alimenta los elementos disolventes que ya ella misma tiene presentes. Haría falta, sigue Marx en el desarrollo de los supuestos, que “la inmensa deuda pública, pagada en su mayor parte a cuenta de los campesinos, al par que otras sumas enormes, concedidas por mediación del Estado (siempre a costa de los campesinos) a los ’nuevos pilares de la sociedad’ convertidos en capitalistas, si todos estos gastos se empleasen en el fomento ulterior de la comunidad rural, a nadie le ocurriría ahora la idea de la ’fatalidad histórica’ de la aniquilación de la comunidad”. Es necesario preguntarse, ¿Quién habría de garantizar esas condiciones de que habla Marx al interior de Rusia? Por si fuera poco, a la posibilidad de colocar a la comunidad agrícola “en unas condiciones normales sobre su base actual [...] le hace frente la propiedad sobre la tierra, que tiene en sus manos la casi mitad, y, además, la mejor parte del suelo, sin hablar ya de los dominios del Estado”. No es poca cosa esta. Nuevamente, ¿Qué fuerza social y qué tipo de régimen político habrá de garantizar la tierra para que la comuna se desarrolle en “condiciones normales”?

Marx dice más aún. Afirma que la organización del trabajo productivo en la comunidad agrícola, estando ésta libre de las trabas que la acosan desde fuera podría facilitar “el tránsito del trabajo parcelario al colectivo, que se practica ya en cierto grado en los prados indivisos, en los trabajos de avenamiento y otras empresas de interés general”, pero:

[…] para que el trabajo colectivo pueda sustituir en la agricultura propiamente dicha el trabajo parcelario, fuente de apropiación privada, hacen falta dos cosas: la necesidad económica de tal transformación y las condiciones materiales para llevarla a cabo. [22]

¿Y qué dice con relación a esta necesidad económica y a las condiciones materiales?

Cuanto a la necesidad económica, la “comunidad rural” la sentirá tan pronto como se vea colocada en condiciones normales, es decir, tan pronto como se le quite el peso que gravita sobre ella y tan pronto como reciba una extensión normal de tierra para el cultivo. Han pasado ya los tiempos en que la agricultura rusa no necesitaba más que tierra y agricultor parcelario pertrechado con aperos más o menos primitivos. Estos tiempos han pasado con tanta más rapidez porque la opresión del agricultor contagia y esteriliza su campo. Le hace falta ahora el trabajo colectivo organizado en gran escala. Además, ¿acaso el campesino, que carece de las cosas indispensables para el cultivo de 2 ó 3 desiatinas de tierra, se verá en una situación mejor cuando el número de sus desiatinas se decuplique?

Pero, ¿cómo conseguir los equipos, los fertilizantes, los métodos agronómicos, etc., todos los medios imprescindibles para el trabajo colectivo? Precisamente aquí resalta la gran superioridad de la “comunidad rural” rusa en comparación con las comunidades arcaicas del mismo tipo. Es la única que se ha conservado en Europa en gran escala, a escala nacional. Así se halla en un ambiente histórico en el que la producción capitalista contemporánea le ofrece todas las condiciones de trabajo colectivo. [23]

El panorama no puede ya aparecer confuso. Dussel, muy interesado y estudioso de estos textos, y sinceramente preocupado por las vías para la “liberación latinoamericana”, tiene la enorme ventaja de no estar revisando esta discusión y estudiando las notas de Marx en las últimas décadas del siglo XIX, o incluso en 1905, o en 1917, sino que está escribiendo sobre esta cuestión, a diferencia de Marx, con una diferencia de un siglo, después de los propios acontecimientos, luego que la historia ocurrió, es decir, tiene delante de sí –y tras de sí– el curso real de los hechos, lo que le brindaría la posibilidad de una gran disminución del margen de confusión al respeto. Pero no es así, y tiene que ver con el método… o con el empeño en descubrir “otro” método en Marx.

Para nosotros es claro que para la época, Marx sostenía que el que la comunidad agrícola pudiera ser elemento de la regeneración de la sociedad rusa estaba dado por la posibilidad de que le fuera quitado el peso hostil de encima, de que fuera destruida la propiedad feudal de la tierra y que pudiera tener acceso a los adelantos, productos y métodos para la producción agrícola propios del capitalismo; todo esto sería soporte para transitar del trabajo parcelario al trabajo colectivo –sin tener que pasar “antes” por la “etapa histórica” de su disolución en sentido capitalista. Ahora bien, ¿cómo habrían de tener acceso los campesinos de las comunidades agrícolas, acechados por los terratenientes y capitalistas rusos, a los adelantos del capitalismo sin una revolución socialista en Europa? ¿Cómo habría de concretarse una revolución agraria nacional sino con la conquista del poder político por parte de una alianza obrera-campesina, dirigida por los trabajadores (una fuerza social propia del capitalismo) –como de hecho ocurrió en 1917?

En este punto de la discusión interesa recordar un aspecto de la crítica decolonial en general: sería eurocéntrico pensar que (del siglo XIX en adelante, fecha en que se desarrolla el pensamiento marxista) un desarrollo superior de los pueblos del mundo está dado por las fuerzas económicas y sociales propias del capitalismo “europeo”. Por eso Dussel, aunque argumentando correctamente que Marx descarta la prescripción de un etapismo supra-histórico, según el cual todas las sociedades deban recorrer el mismo camino de la “historia parroquial europea”, niega sin embargo que Marx contemplara para este “salto histórico” las fuerzas económicas y el conflicto de clases propio del capitalismo “occidental”.

Dussel no define qué tipo de revolución social habría de ser “la revolución rusa” a la que estaría apostando Marx, limitándose a señalar, a favor de su tesis, que “Rusia siguió el camino previsto por Marx. Sin agotar el ’pasaje’ por el capitalismo, realizó su revolución permitiendo que la ’comuna rural rusa’ pasara, en gran medida, directamente de la propiedad comunal a la propiedad social del socialismo real, desde la revolución de 1917” [24].

La fragilidad del esquema que monta Dussel no puede ser mayor: a diferencia del pronóstico de Marx, pronóstico que Dussel se niega a reconocer, el capitalismo en Europa occidental no fue superado por “una forma superior de la propiedad comunitaria arcaica”, sino que siguió con vida, expandiéndose; tampoco hubo revolución social “a tiempo” en Rusia, sino que esta ocurrió cuatro décadas después de que Marx escribiera, largo período durante el cual los elementos hostiles a la comunidad agrícola, y su descomposición propia –en sentido de lo privado sobre lo colectivo–, continuaron actuando y; en consecuencia, al triunfar la revolución de Octubre, no fue la colectivización de la tierra y la socialización de sus productos el programa que abrazó la mayoría del campesinado sino el del reparto de las tierras, para la producción y comercio privado; pero además, por darse la revolución en un país atrasado en el sentido de la técnica y recursos disponibles en los países capitalistas centrales –donde no triunfó la revolución socialista–, y en medio de una guerra civil con la contrarrevolución, se sucedieron enormes conflictos entre el interés general del Estado basado en la propiedad colectiva y el de los productores campesinos privados. Esa revolución rusa debió entonces recurrir al “comunismo de guerra”, las confiscaciones a los productores campesinos para poder alimentar a las ciudades... varios años después, llegó la colectivización “completa”, forzosa y brutalmente, contra la voluntad del campesinado, llevada de la mano de la burocracia contrarrevolucionaria, en su empresa utópica y reaccionaria de “construir el socialismo en un sólo país”.

Más aún, Dussel no alcanza entonces a comprender que esta oposición entre la ciudad con propiedad socialista y el campo con propiedad privada, la colectivización contra la voluntad de la mayoría campesina, el hecho de que no hubiesen las “condiciones materiales” para el tránsito pleno –y el convencimiento del campesinado– hacia la colectivización, así como el desarrollo de la propia burocracia en el Estado que la llevó a cabo, son consecuencia, precisamente, ¡de no haberse concretado la revolución socialista en Europa occidental!

Así, mientras Lander le endilga a Marx un eurocentrismo clásico, al supuestamente no reconocer la posibilidad de “otras” vías del desarrollo histórico que no sean las de las etapas recorridas por la Europa capitalista, Dussel pretende ver en Marx, sí la proposición de “otras” vías de desarrollo, pero aisladas, desconectadas del mundo real, de su existencia como parte de la totalidad mundial en la época del capitalismo.

Por su parte, Aníbal Quijano afirma que “a pesar de sus muchas y muy marcadas diferencias”, entre el liberalismo y el marxismo se puede concebir un “común linaje eurocéntrico” en sus supuestos para la comprensión de la historia, en tanto que ambas corrientes de pensamiento “presuponen una estructura configurada por elementos históricamente homogéneos, no obstante la diversidad de formas y caracteres, que guardan entre sí relaciones continuas y consistentes –sea por sus ‘funciones’, sea por sus cadenas de determinaciones– lineales y unidireccionales, en el tiempo y en el espacio” [25]. Pero, se pregunta Quijano, “¿qué pasa si nos enfrentamos a totalidades que consisten en una articulación de elementos históricamente heterogéneos, cuyas relaciones son discontinuas, inconsistentes, conflictivas?”. Se supone que el marxismo, como todo el pensamiento eurocéntrico, no sabría qué hacer con la totalidad, pues ésta implicaría aceptar la simultaneidad de diversos modos de producción y de formas sociales, con lo que no podría luego sostenerse la idea de “Europa” con su sociedad como “presente”, y las demás como “pasado”, sino por el contrario, como partes constitutivas de un mismo presente.

La percepción de que un campo de relaciones sociales está constituido de elementos homogéneos, continuos, aunque contradictorios (en el sentido hegeliano), lleva a la visión de la historia como una secuencia de cambios que consisten en la transformación de un conjunto homogéneo y continuo en otro equivalente. Y el debate sobre si eso ocurre gradual y linealmente o por “saltos”, y que suele pasar por una confrontación epistemológica entre el “positivismo” y la “dialéctica” es, en consecuencia, meramente formal. No implica en realidad ninguna ruptura epistemológica”. [26]

De esta manera el marxismo postularía una visión de modos de producción homogéneos que cambian sucesivamente de unos a otros igual de homogéneamente distintos, en una visión que implicaría “la salida completa del escenario histórico de una totalidad con todos sus componentes, para que otra derivada de ella ocupe su lugar”, y es tal homogeneidad artificial la que permite configurar un pasado y un presente de acuerdo al cual todos los pueblos y sociedades han de pasar por el mismo camino que Europa para llegar al presente.

Nos parece que lo expuesto hasta acá, sobre la posición de Marx en torno a la cuestión de la comunidad agrícola rusa, desmiente claramente este aspecto de la crítica de Quijano, así como la de que el marxismo prescribiría para todas las sociedades repetir las etapas de la historia europea.

Ahora bien, como vemos, la posición de Dussel es que la toma de partido de Marx a favor de la comunidad agrícola se debe a que el socialismo no viene necesariamente después del capitalismo, o, para ser más precisos, que al socialismo no necesariamente le precede el capitalismo, sino que una sociedad de nuestra época basada en la producción y apropiación colectiva puede prescindir de las fuerzas económicas y sociales creadas por el capitalismo.

El propósito de Dussel es fundamentar que, desde las ideas Marx, se puede concebir un desarrollo histórico en el que los países sin gran desarrollo capitalista no deban “esperar” un dogmático “cumplimiento de las etapas del desarrollo” para hacer sus revoluciones contra el capitalismo, es decir, mostrar que no hay tal “plantilla” por la cual deban pasar todos los pueblos. Por supuesto, no podemos menos que estar de acuerdo. El problema está en que para Dussel ese no tener que transitar tal “plantilla”, puede darse prescindiendo de las propias fuerzas y sujetos sociales incubados por ese desarrollo del capitalismo en otras latitudes en el mismo tiempo histórico en que existen estas sociedades que se plantearían su revolución anticapitalista y, más aún, siendo tales relaciones sociales y fuerzas (gran desarrollo de la técnica y la producción, contradicción capital-trabajo, existencia del proletariado como sujeto social y potencialmente político) las que marcan la pauta del sistema económico mundial en el que se inscriben tales formaciones sociales.

Es patrimonio común del decolonialismo considerar eurocéntrica la afirmación marxista de que un desarrollo histórico superior al actual debe contar con las condiciones económicas y sociales que trajo a escena el desarrollo capitalista, por eso, en tanto que unos autores de esta corriente cuestionan a Marx por “eurocéntrico” al contar con el desarrollo de las fuerzas productivas (operado por el capitalismo) y el proletariado como elementos centrales de la ruptura revolucionaria con la época actual, Dussel pretende encontrar un Marx que prescinde de tales elementos. La tesis de Dussel es que Marx no habría roto con el eurocentrismo en sus trabajos científicos, ni aun en “el último Marx”, pero que sí puede observarse un “viraje” en textos que no son propiamente “científicos” sino más “políticos”, el Marx que interesa rescatar, dice, es aquel donde este desarrolla un discurso político, donde sus afirmaciones estarían “dentro del campo opinable, intuitivo (en el sentido de “hipótesis”, “pálpitos”, “perspectivas” pero no “categorías”) [27]. Parado en esta idea, señala que en una época “Marx exageró la importancia de las naciones europeas, de la burguesía, y por ello no pudo captar ni el problema “nacional”, ni el “popular” o del campesinado, sino solamente la función histórica del proletariado”, pero que al final de su vida experimentó un “viraje” –en la cuestión de la comunidad agrícola rusa– que lo llevó a considerar al campesinado (ruso), y no al proletariado ni al desarrollo europeo, como base de la “regeneración” de Rusia” [28] .

Marx plantea la posibilidad de que no haya que pasar por las “Horcas Caudinas” del capitalismo, lo dice muy explícitamente, contundentemente, pero, precisamente por existir simultáneamente, en el mismo tiempo y espacio histórico que el capitalismo avanzado europeo, en el que una revolución social habría de colocar a disposición de la comunidad agrícola los elementos necesarios para potenciar su trabajo y apropiación colectiva, contra el espacio hostil que la cercaba y contra los propios elementos de apropiación privada existentes en la misma, que podrían ser base para su desintegración. Si la comunidad agrícola podía asimilar los adelantos de la técnica capitalista, es evidente que sería por intermedio de una de las clases del capitalismo, más exactamente, por la clase revolucionaria de la sociedad capitalista. Rusia no tendría que pasar por la fatalidad de la separación de los productores campesinos de los medios de producción, porque tendría la posibilidad de aprovechar los resultados positivos de la separación del productor de los medios de producción operada ya en Europa central, que fue fundamental para el desarrollo industrial portador de la técnica, la productividad y demás elementos que eventualmente podría aprovechar la comunidad agrícola rusa: si la obshchina y los campesinos rusos podían evitar las Horcas Caudinas era porque otras formas de producción y otros pueblos ya las habían soportado, y estaban ahora en relación con la sociedad rusa.

Marx y Engels parten de reconocer el aumento de la productividad social como movimientos inherentes a nuestro ser genérico y base para un desarrollo a escala superior de las potencialidades y capacidades humanas. Estos avances, no son unilaterales, la historia no es “positiva” o “negativa” solamente, y vista dialécticamente, comprende períodos en que las ganancias en pos de la realización humana, las potencialidades que desata o desarrolla, permiten superar los elementos de pérdida que con ellas conviven: la cuenta resulta en un mayor haber, dependiendo siempre de su resolución histórica concreta.

En el capitalismo, el marxismo reconoce un enorme avance con relación a la forma feudal-monárquica de la organización social y productiva en Europa, el capitalismo ha desatado enormes fuerzas y capacidades productivas en comparación con cualquier otro régimen social de producción, lega importantes conquista científico-técnicas que continúan y superan las de otros períodos que le han antecedido históricamente; así mismo el capitalismo sienta las bases para su propia superación, para la superación dialéctica (aufhebung) y revolucionaria de los elementos desintegradores y destructivos hacia la vida social y hacia los seres humanos que este contiene. Pero como el desarrollo social es desigual y combinado, las conquistas de un modo de producción social pueden conjugarse con elementos de otros modos existentes sin que estos tengan que pasar necesariamente por el proceso que aquellas sociedades debieron pasar para alcanzarlas, más aún si contienen elementos constitutivos comunes, como por ejemplo el carácter comunitario de la propiedad de la tierra en la comunidad agrícola rusa y el carácter común de la propiedad en la sociedad socialista. Una posición un tanto absurda sería, a nuestro parecer, negar los avances y conquista históricas a lo largo del desarrollo social de la humanidad, y tomar postura desde un relativismo en cuanto a las formas sociales.

Tanto para fijar posición con relación a la dominación británica en la India [29] como para hacerle frente a la comunidad agrícola en Rusia, Marx se guió por la comprensión materialista y dialéctica de la historia humana –que por supuesto no puede excluir errores de apreciación–, no hay un divorcio entre un pretendido Marx “científico” para apreciar la dominación inglesa en India y un Marx “ético” para hacerlo con relación a la obshchina rusa. El marxismo, obvio, contempla caracteres morales, que serían, como señalaba Eagleton, los de la autorrealización humana, y se esfuerza sobremanera por tomar partido, intervenir revolucionariamente, en el sentido en que el estudio celoso de las leyes y tendencias del propio desarrollo histórico indiquen que se puede avanzar hacia una mayor realización humana, hacia mayores niveles de libertad. En este sentido, tampoco hace el marxismo un reduccionismo de las esferas de la vida social a la producción, pero no las libera/escinde (a las naciones, nacionalidades y las razas, por ejemplo) de su base material.

Desde esta perspectiva, hay una continuidad en el método para la interpretación de la realidad histórico-social, desde Marx hasta los teóricos y dirigentes que hicieron la más grande revolución social de la historia contemporánea, donde la totalidad, la heterogeneidad, la simultaneidad, lo desigual y combinado, las excepciones, etc., no son algo desconocido, sino por el contrario, captadas en su integridad, en razón de ser un método cuya postura epistemológica, como lo señalamos antes, busca sencillamente corresponder con los fundamentos y el movimiento mismo de la realidad.

Dussel, sin embargo, dice que Marx no habría roto resueltamente con su postura lineal de la historia, y lo que fundamenta en que, habría firmado un texto en común con Engels –en 1882, el prólogo a una nueva edición del Manifiesto Comunista– “por compromiso”, donde la posibilidad de la regeneración de la comunidad agrícola rusa se colocaba en dependencia de una revolución socialista en Europa [30] es por eso, dice, por lo que dejó “señales contradictorias” para el futuro. Entonces, a pesar de todo, Marx “propuso una filosofía unilineal de la historia que Engels defendió, y que de inmediato pasó a ser la esencia del ‘marxismo’, es decir, un ‘marxismo’ contra Marx” [31] Dice Quijano con base a esto que, aún cuando en medio de este debate Marx “se dio cuenta” que su teoría dejaba “fuera de la historia otras decisivas experiencias históricas”, y “llegó así a ser consciente del eurocentrismo de su perspectiva histórica”, este “no llegó a dar el salto epistemológico correspondiente”. [32]

Después de todo lo desarrollado, nos parece que la postura decolonial de exigirle a Marx, y a los marxistas, un “salto epistemológico”, queda solamente como una exigencia cuyo único objetivo sería el abandono del método dialéctico y materialista para la comprensión de la historia –al que denominarían, sin fundamento, “eurocentrismo” .

Cuando Marx habla de lo “bello” que sería poder evitar los tormentos de la transformación capitalista de las sociedades europeas, no se ubica meramente en una posición romántica, , no está solo “desarrollando un discurso político” diferente de sus convicciones científicas, dice que esta posibilidad es dada porque existen ya los enormes adelantos surgidos con el desarrollo del propio capitalismo; no hace Marx una diferencia meramente nominal y espacio-temporal entre las distintas formas sociales, no ve como irrelevantes los pasos dados desde la disolución de la comunidad primitiva hasta el capitalismo, sino que evalúa positivos y necesarios los gigantescos avances en cuanto al desarrollo de las capacidades humanas en materia de producción alimentaria (para evitar hambrunas, por ejemplo), de procurarse vestido y refugio seguro, mejores y mayores volúmenes de medicamentos y procedimientos médicos (para evitar, por ejemplo, que mueran millones por enfermedades perfectamente prevenibles o curables), mayor conocimiento del funcionamiento del cuerpo humano, de la vida de la materia y la energía, del universo donde existimos, etc., y sobre todo, muy importante, cómo todo el avance de la productividad social posibilita la liberación de tiempo para el ocio creativo, que pudiera disfrutar la inmensa mayoría de la humanidad, los millones de seres que producen. En los marcos del capitalismo, eso no será así, pero sí en otro régimen social, en manos de la clase de los productores y productoras.

Pero lo que llamarían “eurocentrismo” los autores decoloniales es el hecho de reconocer precisamente que esa misma organización social que hoy limita grandemente estas potencialidades –y que ya hasta pone en riesgo la vida misma de la especie–, el capitalismo, es la que ha brindado históricamente estas posibilidades. En general, cuestionarán que el materialismo histórico plantee que es en los grandes cambios y avances dados en la producción social a lo largo de miles y miles de años, hasta el presente, donde está la posibilidad para la humanidad de pasar de una vida meramente animal, donde la mayoría trabaja para cubrir las necesidades elementales, “animales”, a una “verdadera historia” humana.

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Notas

* Este texto corresponde al apartado III.5 del trabajo de grado inédito “Elementos para una reivindicación de la concepción marxista de la historia y su pertinencia para América Latina, a propósito de la crítica decolonial”, presentado en abril de 2009 para obtener el título de Sociólogo, en la Universidad Central de Venezuela (UCV). En este apartado se hacen varias referencia a planteamientos de los autores decoloniales, partiendo de la base que ya han sido citados o explicados en apartados anteriores del trabajo, en tal sentido, para esta publicación se han hecho algunos ajustes o agregados puntuales, tomando algunos fragmentos de otras partes del trabajo completo, allí donde era necesario para que se pueda comprender la discusión de conjunto.

[1] Ver Néstor Kohan, Marx en su (tercer) mundo, 2da edición (corregida y aumentada), La Habana, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2003; y Enrique Dussel, El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, México, Siglo Veintiuno Editores, 1990.

[2] Vera Zasulich, citada por Enrique Dussel, op. cit., p. 257. [Disponible el texto completo de la carta en: https://blognooficial.wordpress.com/2016/08/23/vera-zasulich-a-karl-marx-respuesta-de-karl-marx/

[3] Cfr. E. Dussel, “Manuscritos inéditos del libros II (Manuscritos II al VIII, de junio de 1865 a 1878)”, op. cit., p. 243 y ss.

[4] Citado en E. Dussel, op. cit., p. 254.

[5] Ibid., p. 256.

[6] Ibid., p. 254.

[7] Karl Marx, “Proyecto de respuesta a la carta de V. I. Zasulich”, este es el primer borrador de respuesta, versión digital disponible en el Marxists Internet Archive (MIA), www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/81-a-zasu.htm (Consulta del 15-02-09). (Todos los énfasis son de Marx).

[8] Idem.

[9] Idem. (Énfasis de Marx).

[10] Idem.

[11] Idem. (Destacados nuestros).

[12] Idem.

[13] “Desde la llamada emancipación de los campesinos, la comunidad rusa se ha visto colocada por el Estado en unas condiciones económicas anormales, y desde entonces éste no ha cesado de oprimirla con ayuda de las fuerzas sociales concentradas en sus manos. Extenuada por las exacciones fiscales, se ha convertido en una materia inerte de fácil explotación por el comercio, la propiedad de tierras y la usura”.

[14] E. Dussel, op. cit., 268.

[15] Idem. (Destacados de Marx).

[16] Idem. (Destacados de Marx). También dirá que Rusia no se encuentra sometida a algún poder imperial extranjero, “como ocurre con las Indias Orientales”, lo que agrega un elemento más a favor de la posibilidad de supervivencia y desarrollo de la comuna rusa.

[17] Idem.

[18] Ver E. Dussel, op. cit., p. 264.

[19] Idem.

[20] E. Dussel, op. cit., p. 258. (Destacados del autor).

[21] Marx, “Proyecto de respuesta...”, op. cit. (Destacados nuestros).

[22] Idem. (Destacados nuestros).

[23] Idem. (Destacados nuestros).

[24] Dussel, op. cit., p. 261.

[25] Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder y clasificación social”, Journal of World-Sistems Research, Special Issue: Festrchrift for Immanuel Wallerstein, Parte I (Riverside) vol. XI, No. 2 (Summer/Fall, 2000), pp. 345-346.

[26] Ibid., p. 355.

[27] Dussel, op. cit., pp. 269-270.

[28] Ibid, pp. 272-273. Este desarrollo de Dussel está puesto en función de fundamentar, desde el marxismo, la perspectiva de revoluciones “nacional-populares”, que no “proletarias”, en América Latina, donde la cuestión de clase pasa a ser diluida en la cuestión “nacional-popular”. Un aspecto que se trata en un apartado del último capítulo de este trabajo

[29] Hace referencia a otra parte del trabajo de investigación, desarrollada bajo el subtítulo “Marx frente a la dominación inglesa en India e Irlanda”.

[30] Cfr., Ibid., p. 262.

[31] Ibid., p. 263.

[32] Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder y clasificación social”, Journal of World-Systems Research, Special Issue: Festrchrift for Immanuel Wallerstein, Parte I, (Riverside) Vol. XI, No. 2 (Summer/Fall, 2000), p. 360.


[1Ver Néstor Kohan, Marx en su (tercer) mundo, 2da edición (corregida y aumentada), La Habana, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2003; y Enrique Dussel, El último Marx (1863-1882) y la liberación latinoamericana, México, Siglo Veintiuno Editores, 1990.

[2Vera Zasulich, citada por Enrique Dussel, op. cit., p. 257. [Disponible el texto completo de la carta en: https://blognooficial.wordpress.com/2016/08/23/vera-zasulich-a-karl-marx-respuesta-de-karl-marx/

[3Cfr. E. Dussel, “Manuscritos inéditos del libros II (Manuscritos II al VIII, de junio de 1865 a 1878)”, op. cit., p. 243 y ss.

[4Citado en E. Dussel, op. cit., p. 254.

[5Ibid., p. 256.

[6Ibid., p. 254.

[7Karl Marx, “Proyecto de respuesta a la carta de V. I. Zasulich”, este es el primer borrador de respuesta, versión digital disponible en el Marxists Internet Archive (MIA), www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/81-a-zasu.htm (Consulta del 15-02-09). (Todos los énfasis son de Marx).

[8Idem.

[9Idem. (Énfasis de Marx).

[10Idem.

[11Idem. (Destacados nuestros).

[12Idem.

[13“Desde la llamada emancipación de los campesinos, la comunidad rusa se ha visto colocada por el Estado en unas condiciones económicas anormales, y desde entonces éste no ha cesado de oprimirla con ayuda de las fuerzas sociales concentradas en sus manos. Extenuada por las exacciones fiscales, se ha convertido en una materia inerte de fácil explotación por el comercio, la propiedad de tierras y la usura”.

[14E. Dussel, op. cit., 268.

[15Idem. (Destacados de Marx).

[16Idem. (Destacados de Marx). También dirá que Rusia no se encuentra sometida a algún poder imperial extranjero, “como ocurre con las Indias Orientales”, lo que agrega un elemento más a favor de la posibilidad de supervivencia y desarrollo de la comuna rusa.

[17Idem.

[18Ver E. Dussel, op. cit., p. 264.

[19Idem.

[20E. Dussel, op. cit., p. 258. (Destacados del autor).

[21Marx, “Proyecto de respuesta...”, op. cit. (Destacados nuestros).

[22Idem. (Destacados nuestros).

[23Idem. (Destacados nuestros).

[24Dussel, op. cit., p. 261.

[25Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder y clasificación social”, Journal of World-Sistems Research, Special Issue: Festrchrift for Immanuel Wallerstein, Parte I (Riverside) vol. XI, No. 2 (Summer/Fall, 2000), pp. 345-346.

[26Ibid., p. 355.

[27Dussel, op. cit., pp. 269-270.

[28Ibid, pp. 272-273. Este desarrollo de Dussel está puesto en función de fundamentar, desde el marxismo, la perspectiva de revoluciones “nacional-populares”, que no “proletarias”, en América Latina, donde la cuestión de clase pasa a ser diluida en la cuestión “nacional-popular”. Un aspecto que se trata en un apartado del último capítulo de este trabajo

[29Hace referencia a otra parte del trabajo de investigación, desarrollada bajo el subtítulo “Marx frente a la dominación inglesa en India e Irlanda”.

[30Cfr., Ibid., p. 262.

[31Ibid., p. 263.

[32Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder y clasificación social”, Journal of World-Systems Research, Special Issue: Festrchrift for Immanuel Wallerstein, Parte I, (Riverside) Vol. XI, No. 2 (Summer/Fall, 2000), p. 360.

Ángel Arias

Sociólogo venezolano, nacido en 1983, ex dirigente estudiantil de la UCV, militante de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) y columnista de La Izquierda Diario Venezuela.

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