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Debates. Marxismo y lucha transgénero: entrevista a Virginia Guitzel

Virginia Guitzel es travesti, columnista de Esquerda Diário y militante de la agrupación feminista socialista Pão e Rosas, de Brasil. Es auxiliar técnica de Educación y estudiante universitaria en San Pablo. Su artículo "Notas desde Brasil" fue publicado por la editorial británica Pluto Press en un libro sobre marxismo y transgeneridad en el que participan diversos autores y autoras internacionales.

Miércoles 10 de mayo de 2023 10:55

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¿Cuál es la importancia de Transgender Marxism (*)?

Transgender Marxism es la primera publicación de este tipo. Dar visibilidad a las personas trans que estudian y elaboran el marxismo. Es algo inédito y creo que es una expresión del momento que estamos viviendo, de la búsqueda de una teoría capaz de profundizar en los problemas sociales abiertos por la pandemia y el surgimiento de la lucha trans en todo el mundo. El marxismo es la única teoría capaz de ofrecer un balance histórico de la lucha por la emancipación sexual y de género y capaz de prepararnos para su plena realización.

Si miramos el mundo actual, no se puede negar que las realidades LGBT han cambiado de forma sin precedente en comparación con las vidas heterosexuales. Las identidades LGBT que nacieron y se desarrollaron a raíz de las posibilidades abiertas por el nacimiento del capitalismo -como explica John D’Emilio en su artículo Capitalism and Gay Identity, a través del predominio del trabajo "libre", la separación de los miembros de la familia de los círculos feudales de producción, las condiciones materiales para forjar comunidades de hombres y mujeres y personas que no se reconocían de ningún género unidas por su estilo de vida, sus afinidades culturales y sus deseos subversivos -que encontraron en pocos años un enorme límite para que esta posibilidad se concretara efectivamente. Esto porque, a pesar de estas posibilidades inscriptas en las profundas transformaciones sociales, la Iglesia nunca dejó de considerarnos pecadores y los Estados capitalistas buscaron desarrollar leyes criminalizadoras y el uso de la medicina para determinar qué identidades y sexualidades eran sanas y cuáles "desviadas". A pesar de ello, a través de décadas de luchas desde el levantamiento de Stonewall hasta las marchas LGBT en todo el mundo, hemos logrado una visibilidad sin precedentes en películas, series, discografía e incluso en posiciones de liderazgo, en gobiernos e instituciones financieras, además del reconocimiento en muchos países LGTBfóbicos y leyes que prometían garantizar derechos para nuestra comunidad.

este aumento de la representatividad y de los derechos civiles no se dio sin contradicciones y sin coexistir pacíficamente con la insistente marginalidad y abierta represión de las sexualidades no heterosexuales, como los más de 70 países que aún criminalizan el amor entre dos personas del mismo género o las identidades trans

Este proceso, ocurrido muy recientemente, podría dar una idea de que el capitalismo estaba "ajustando cuentas" con la no realización de las posibilidades que trajo en su nacimiento. Sin embargo, este aumento de la representatividad y de los derechos civiles no se dio sin contradicciones y sin coexistir pacíficamente con la insistente marginalidad y abierta represión de las sexualidades no heterosexuales, como los más de 70 países que aún criminalizan el amor entre dos personas del mismo género o las identidades trans. Tampoco significó cumplir con nuestros reclamos emancipatorios, sobre todo porque muchas de las leyes aprobadas no significan igualdad ante la vida. Estos logros que alcanzamos a través de nuestras movilizaciones y enfrentamientos con el Estado fueron utilizados por el neoliberalismo a través del desarrollo de una industria queer, en una especie de "McDonald’s de los placeres" que busca enmarcar el sexo y nuestros deseos en un mercado de consumo, aprisionándolos en lazos capitalistas y buscando promover un nuevo pacto social, una representación de un multiculturalismo progresista junto con el viejo neoliberalismo en crisis, lleno de ataques a las masas, especialmente a la clase trabajadora, que -en los países centrales, especialmente- es cada vez más femenina, inmigrante, LGTB y negra.

Y es por eso que el marxismo es tan necesario hoy, ya que la liberación sexual y de género requiere una organización para conquistar el placer. Este proceso [en referencia a las luchas por la liberación sexual de las décadas de los ’70 y ’80] se dio en medio de uno de los momentos más dramáticos para la comunidad LGBT, que fue el descubrimiento del SIDA, el cual fue utilizado políticamente para imponer un límite a nuestras aspiraciones y transformar la fisonomía del movimiento de liberación sexual y de género que estaba en marcha, para centrar todas nuestras energías en la simple supervivencia, ya que se necesitaron más de diez años para tener el primer plan internacional para combatir la enfermedad.

Estas transformaciones en nuestras vidas, si por un lado son el resultado de décadas de luchas por la liberación sexual y trans, también son el resultado de un proceso interrumpido de demanda de grandes transformaciones sociales. En la actualidad, marcada por la crisis del neoliberalismo desde 2008, agudizada aún por la pandemia del coronavirus, estos cuestionamientos sobre las identidades trans se presentan como un síntoma de la crisis orgánica internacional, que, como diría Antonio Gramsci, produce nuevas formas de pensar en la izquierda y en la derecha, y ha permitido la aparición de un fenómeno no binario y menos clasificador, como analiza Peter Drucker en una entrevista que concedió a La Izquierda Diario. Se expresa un espíritu de época que plantea cuestiones ideológicas en medio de una fragmentación de nuestras identidades y de nuestra organización política como nunca antes.

La fractura de las identidades LGBT bajo el capitalismo neoliberal, de Peter Drucker

Esto también dio un nuevo espacio a la acción política de las personas LGBT. A diferencia de los activistas de los años ’60 y ’70, profundamente marcados por el auge de la lucha de clases internacional y las posibilidades de un cambio profundo en todas las esferas de la vida, y también a los activistas de los años ’80 y ’90, restringidos a las ONGs e instituciones dedicadas a garantizar los tratamientos médicos, el acceso a la vivienda y temas asistenciales, hay un nuevo sector que cuestiona el poder del Estado para regularizar nuestros derechos, pero le falta ver la importancia de prepararse para los enfrentamientos que ya se están dando, que son el resultado de una mayor polarización social, en el que las organizaciones financieras y la extrema derecha miran a la comunidad LGBT como chivo expiatorio de sus teorías conspirativas.

Estas transformaciones en nuestras vidas, si por un lado son el resultado de décadas de luchas por la liberación sexual y trans, también son el resultado de un proceso interrumpido de demanda de grandes transformaciones sociales.

Transgender Marxism aparece, entonces, como una expresión de estas cuestiones y sus expresiones en la izquierda. Es la primera publicación de este tipo que se atrevió a volver al marxismo, aunque con una diversidad de interpretaciones de su legado, para pensar los problemas de la liberación trans. La coyuntura actual lleva a sectores de la academia y de los movimientos sociales a cuestionar los límites de las teorías posmodernas que proliferaron junto a este nuevo espacio de visibilidad, pero que chocan brutalmente con las imposiciones de austeridad de las instituciones financieras internacionales, que inevitablemente imponen polarizaciones sociales y resurgen sectores de mayor virulencia de la extrema derecha, como hemos visto desde Trump a Bolsonaro, y también en los golpes de estado reaccionarios en Bolivia y Myanmar. Al mismo tiempo que hoy, con la cámara de un celular es posible captar que en manifestaciones desde Colombia hasta Myanmar, las travestis están al frente de la lucha de clases y son parte de una generación de jóvenes que se levanta, como en Chile y EE.UU., que comienza a cuestionar los problemas de fondo de la sociedad capitalista en medio de la crisis económica y sanitaria.

El libro también permite cuestionar los límites de la propia izquierda internacional, que se ha venido dividiendo en dos polos: los que se niegan a retomar las banderas de la liberación sexual, siguiendo el legado estalinista, y los que se diluyen en los movimientos, contribuyendo a acotar los horizontes de nuestra emancipación en los justos derechos civiles, sujetos a retrocesos en medio de la crisis capitalista. Esta publicación puede servir para iniciar un ajuste de cuentas sobre estos problemas, apuntar a la reconstrucción de una poderosa alianza entre la única teoría científica sobre nuestra emancipación con los movimientos emergentes que apuntan a las aspiraciones de un mundo nuevo.

(...)

Algunos en la izquierda argumentan que el marxismo está fundamentalmente limitado por el hecho de que fue desarrollado por un hombre europeo, blanco y heterosexual. Este libro hace una declaración significativa en contra de esa perspectiva. ¿Por qué crees que es importante que los grupos oprimidos como la comunidad queer recurran al marxismo?

Bueno, ese punto de vista suena como alguien que ciertamente no ha leído a Marx. Y eso cayó en una construcción artificial que históricamente se creó buscando separar a los sectores más oprimidos de la única teoría que propone una respuesta totalizadora para dar respuesta al problema de la opresión y la explotación. Sí, creo que este libro también puede ser un aporte inicial en ese sentido, para oponerse a esta caricatura y la herencia estalinista que representaba lo contrario al marxismo. Y esto es de enorme importancia para estas nuevas generaciones de jóvenes y trabajadores que han venido protagonizando procesos de lucha de clases con carácter disruptivo, ya que no está marcado por la idea fuerte con la que creció mi generación, escuchando hablar contra un "socialismo real", que era en realidad la práctica de las burocracias de estos estados obreros, que preparaban la restauración capitalista.

Creo que la importancia de rescatar los hilos de continuidad de Marx y los socialistas científicos es entender cómo empezaron las cosas, sus orígenes, la raíz, la fuente de nuestra opresión para poder construir una estrategia que pueda aniquilar su esencia. Y no quedarnos atrapados en la apariencia de las cosas que nos hacen repetir los mismos errores. Por ejemplo, la enorme contribución de Engels en su libro El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, cuando rastrea el surgimiento del patriarcado entrelazado con el surgimiento de la propiedad privada, nos ayuda a determinar la base material que constituyó la "derrota del sexo femenino" siendo la monogamia la única forma efectiva de asegurar un linaje hereditario para el traspaso de la propiedad privada o la afirmación de Marx de que "no se puede emancipar el trabajo de piel blanca donde se marca con hierro el trabajo de piel negra", son algunos de los ejemplos de su importancia histórica.

Y, filosóficamente, podríamos pensar en Marx como un gran revolucionario que produjo una obra primordial como tarea preparatoria, como si levantara una torre que permitiera a nuestras generaciones ver las tareas históricas del movimiento de lucha de clases por nuestra emancipación. A través de un método de extraer lecciones de cada uno de los procesos de lucha de la clase obrera, ya que las derrotas son también fuente de lecciones estratégicas. Marx no solo nos dio un método para analizar la realidad, sino también un programa y una estrategia para pensar cómo avanzar, incluso después de la toma del poder, donde hay que poner todas las energías disponibles para promover todas las condiciones que permitan enfrentar siglos de opresión y de ideología burguesa, que se apropió e instrumentalizó el patriarcado. Es fabuloso para poder sacudirnos la vieja conciencia conservadora que aceptaba la domesticación de nuestros deseos y tener las condiciones materiales para su realización.

Marx no solo nos dio un método para analizar la realidad, sino también un programa y una estrategia para pensar cómo avanzar, incluso después de la toma del poder, donde hay que poner todas las energías disponibles para promover todas las condiciones que permitan enfrentar siglos de opresión

Poder conocer a Marx también nos ayuda a conocer las falsificaciones que se le atribuían intencionadamente. Hoy, estamos obligados a dilucidar el papel de la burocracia soviética en el retroceso de los derechos pioneros en la lucha por la emancipación sexual y de la mujer, mientras se preparaba para la restauración capitalista. Buscando refutar la idea de un “socialismo real” ajeno a la diversidad, cuando en realidad no se trataba de los desarrollos de la revolución, sino de la contrarrevolución burocrática que no solo criminalizó nuevamente la homosexualidad en 1934, o prohibió el aborto y extinguió las medidas de socialización del trabajo doméstico, sino que también hizo campaña para que las mujeres tuvieran más hijos y regresaran al hogar, como bien documenta la historiadora Wendy Goldman en su libro La mujer, el Estado y la revolución. Pero también prohibió a sus organismos internacionales establecer cualquier relación con grupos de liberación sexual, como lo denunció el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria en Francia.

Vos sos trotskista desde hace muchos años ¿podés hablar sobre el significado de las ideas de Trotsky, como la Teoría de la Revolución Permanente, en la lucha por la liberación trans?

Uno de los argumentos que más cristalizó en los movimientos para combatir la opresión es que el estado capitalista puede arbitrar sobre la opresión. Se creó la ilusión de que las democracias capitalistas podrían transformar de alguna manera el contenido de clase del Estado. Creo que Trotsky, uno de los principales líderes revolucionarios de la Revolución Rusa, tiene un aporte fundamental para pensar la emancipación trans, porque es muy interesante cómo estas cuestiones sobre el papel del Estado son una gran preocupación de millones de jóvenes de todo el mundo, que no tienen confianza en que la policía sea reformada, y que además exige que su género no sea tipificado por el Estado y sea regularizado por él. O que sienten preocupación sobre si tenemos garantías de que el socialismo garantizará nuestra liberación.

Trotsky no era ingenuo y no le parecía fácil enfrentar siglos de ideología patriarcal con solo la derrota del estado capitalista y el surgimiento de un estado de transición al socialismo. Pero aunque no le pareció fácil, se dedicó –basándose en Marx, Engels, Lenin y la tradición revolucionaria– a adelantar estas reflexiones en un pequeño libro llamado Problemas de la Vida Cotidiana. Su concepción consideraba que era imposible separar la lucha contra todas las formas de opresión de la lucha contra todas las formas de explotación, porque aunque eran fenómenos diferentes, estaban entrelazados, había un matrimonio entre capitalismo, patriarcado y represión sexual. En ese sentido, estas luchas no estarían separadas en diferentes etapas, primero la lucha por la toma del poder y luego la lucha por la transformación de la vida.

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Un tema que abordé en mi ponencia durante el lanzamiento de Transgender Marxism fue la relación entre una de las leyes de la Teoría de la Revolución Permanente desarrollada por Trotsky luego de las experiencias de revolución y contrarrevolución internacional, que habla de cómo la lucha no termina con la toma de poder, sino que se agudiza. Y cómo la revolución tiene un carácter permanente en su búsqueda por la construcción de una nueva forma de sociedad, no sólo nacional, sino mundial. Me parece fundamental retomar aquí esta idea, y que pueda ser objeto de mayor estudio entre la comunidad trans, ya que concentra nuestras aspiraciones y sueños de emancipación en torno a las experiencias concretas que más se acercaron a esta realización. El marxismo, como traté de decir brevemente antes, es una teoría basada en la experiencia de la lucha de clases internacional, busca fusionar lo mejor de la tradición de la lucha por nuestra emancipación con la creatividad, la pasión y la energía de las nuevas generaciones. Esto es para que miremos el movimiento de liberación sexual y entendamos sus transformaciones internas y hacia dónde queremos ir ahora. La Teoría de la Revolución Permanente se opone a la idea de que los países del tercer mundo, como Brasil, tendrían que esperar a que la revolución venga de países más avanzados. Se opone a la idea de que hay países maduros o no maduros para el socialismo y es inflexible en su internacionalismo. Y si hablamos de emancipación trans y sexual, ¿cómo no podría ser de otra manera? ¿Cómo podríamos pensar en una emancipación aceptando que millones sigan sufriendo la criminalización de su identidad?

El marxismo, como traté de decir brevemente antes, es una teoría basada en la experiencia de la lucha de clases internacional, busca fusionar lo mejor de la tradición de la lucha por nuestra emancipación con la creatividad, la pasión y la energía de las nuevas generaciones.

Pero hay una última idea que me gustaría al menos mencionar en esta entrevista, que concierne a una de las leyes de esta teoría, que es que la clase obrera es, en la época imperialista, la única clase progresista en nuestra sociedad, capaz de transformar toda esta podredumbre capitalista. Y que en esta lucha, es deber de los revolucionarios luchar para que nuestra clase, de la que formamos parte la mayoría de la comunidad LGBT, pueda tomar en sus manos nuestras demandas como colectivo oprimido y que, poniéndose en marcha, pueda garantizar las condiciones fundamentales para nuestro libre desarrollo. Esta lucha porque la clase obrera sea un sujeto capaz de arrastrar consigo a las demás clases sociales, que pueda abrazar y llevar adelante con fuerza los dolores y angustias de los más oprimidos, necesita estar en confrontación con el Estado capitalista, que busca aparecer como capaz de arbitrar sobre nuestros derechos, cuando sabemos que es, de hecho, directamente responsable de estructurar la sociedad basada en la desigualdad, la opresión y la explotación como engranaje de las ganancias capitalistas.


(*) Jules Joanne Gleeson y Elle O’Rourke (comp), Transgender Marxism, Pluto Press, Londres, 2021.

Este es un fragmento de la entrevista realizada por Esquerda Diário a Virginia Guitzel. Su versión completa en portugués, puede leerse aquí.

Traducción de Andrea D’Atri.