Menos anticasta no se consigue. La Juventud del PRO y de la UCeDé bancaron al candidato liberfacho en Mendoza. Con aura de profeta, Milei decidió peinarse, guardar la “motosierra” y rodearse de banderas amarillas. Reivindicó el “aplastamiento de socialistas” y a San Martín, tiempo atrás descalificado por uno de sus máximos asesores. Pese a la ausencia de propuestas concretas, se coreó “¡sí, se puede!”
Daniel Satur @saturnetroc
Viernes 10 de noviembre de 2023 12:49
Foto El Canciller
La Policía de Mendoza dijo que a Javier Milei este jueves lo fueron a aplaudir y corear “diez mil personas” por las calles de la capital provincial. Sin embargo, como lo muestran las imágenes tomadas por sus apologistas, al momento de terminar la recorrida, cuando tomó el micrófono y dijo algunas palabras en la Plaza Independencia, frente a él sólo había una pequeña porción de esa cifra policial.
A su vez los propagandistas de La Libertad Avanza dijeron por las redes sociales que el discurso del candidato a presidente fue “histórico”. En rigor, el gatito mimoso del poder económico no hizo más que repetir los mismos eslóganes que desde hace meses lanza como loro cuando un micrófono o una cámara se enciende frente a él. Afirmaciones y conceptos de una vaguedad tal que tienen múltiples interpretaciones (algunas hasta opuestas) según quien lo escuche.
Lo que no se puede desmentir es que el acto en Mendoza tuvo cambios respecto a los habituales encuentros de campaña entre Milei y sus fans. Aunque algunos pocos pudieron verse inmiscuidos entre la concurrencia, los disfraces alegóricos a la “motosierra” le dejaron el lugar a banderitas argentinas y a otras con el logo del “león” que, como son amarillas, empalmaron perfectamente con el clima macrista reinante al calor del “¡sí, se puede!”.
De hecho entre las pocas banderas grandes se pudieron ver las de la Juventud del PRO y la de la UPAU , la ochentista agrupación juvenil de la UCeDé de la que salieron estrellas como Sergio Massa, Carlos Maslatón, Amado Boudou, Eduardo Feinmann o Fabián Doman. Una organización que en los 90 se sumó con armas y bagajes al gobierno peronista de Carlos Menem y Domingo Cavallo y de gobernadores como Duhalde en Buenos Aires o Kirchner en Santa Cruz.
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Un discurso vago y contradictorio
Durante poco menos de una hora Milei recorrió las calles céntricas de Mendoza saludando desde la caja de una 4x4. Junto a él estaban, entre otros, la diputada y excandidata a gobernadora bonaerense Carolina Píparo y Mercedes Llano, referente del jurásico Partido Demócrata mendocino que acaba de ser electa diputada nacional por las listas liberfachas. Al llegar a la Plaza Independencia, Milei tomó el micrófono y dio un discurso que no llegó a los diez minutos de duración.
Acomodándose al entorno, Milei arrancó destacando “la importancia que tiene Mendoza en la gesta libertadora de nuestro padre de la patria, el general San Martín”. De un plumazo, desautorizó a Emilio Ocampo, uno de sus máximos asesores económicos que suena como posible encargado de “explotar” el Banco Central. Hace un mes y medio, en una entrevista al diario mendocino Los Andes, Ocampo había dicho que San Martín es un mito creado por Bartolomé Mitre y que “no fue ni el padre de la Patria ni el libertador de América”.
Milei también aprovechó la efeméride para vomitar su odio contra el socialismo. Amalgamando hechos históricos para igualar mecánicamente al estalinismo con la corriente revolucionaria fundada por Carlos Marx y Federico Engels, dijo que “se cumplen 34 años de la caída del muro de la vergüenza, el día que se cayó el socialismo, el día que ganó el capitalismo”. Se refería, lógicamente, al muro de Berlín cuya destrucción comenzó el 9 de noviembre de 1989. Al escucharlo, la hinchada coreó “¡libertad, libertad!”.
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A renglón seguido, apeló al esoterismo mesiánico para justificar su odio violento contra las ideas comunistas. “El muro de Berlín se cayó y aplastó a los socialistas. Por lo tanto, no importa cuán gris se vea el horizonte, no importa cuán difícil parezca la batalla, las fuerzas del cielo siempre se van a imponer”. Muchos de los presentes estallaron en aplausos y vítores. Nada que envidiare a los pasajes más bizarros de la serie El Reino protagonizada por Diego Peretti y Mercedes Morán.
A esa altura ya se hacía necesario tirar algo propositivo. Pero como las propuestas de Milei brillan por su abstracción y efectismo, mucho no se podía esperar. Por eso no le quedó otra que volver a replicar su frase de cabecera, adjudicada a su “máximo prócer de todos los tiempos” (más que San Martín incluso) Alberto Benegas Lynch (hijo).
“Nosotros venimos a traer el modelo de la libertad, ese modelo que lo llevamos tatuado en la frase que dice: el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, cuyas instituciones son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia, la división del trabajo y la cooperación social; donde solamente es posible ser exitoso sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad o mejor precio”, recitó a coro con varios de los concurrentes. Y agregó enseguida una afirmación cuasi delirante: “Por lo tanto los emprendedores (empresarios, NdR) somos benefactores sociales”. Dicen que hasta hubo risas alrededor del escenario.
Milei insistió en su intento de pintar con épica “alberdiana” sus bravatas. Dijo que el “modelo” que propone (sobre el que sólo da títulos rimbombantes) “empezamos a aplicarlo a partir de 1860 y en 35 años, de ser un país de bárbaros (sic) nos convertimos en la primer (sic) potencia mundial. Por lo tanto quiero decirles que sí se puede cambiar la realidad, podemos poner de pie la Argentina y vamos a hacerlo”.
De un plumazo, el economista y encantador de canes se guardó en el bolsillo más de un siglo y medio de historia, como si en todo ese tiempo no hubieran "pasado cosas" (diría Macri) en el mundo y en el país que dejan esos eslóganes facilistas pedaleando en el aire.
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Elevando otra alabanza ante sus fieles, Milei sentenció: “Es importante que tengamos magnitud del evento histórico que estamos viviendo, estamos frente a la elección más importante de los últimos cien años”, en referencia al balotaje que lo tiene como protagonista. Agregó: “Estamos frente a la posibilidad de terminar con el modelo de la casta”, mientras a su alrededor aplaudían dirigentes del Partido Demócrata, uno de los sellos políticos más “casta” de Mendoza. Y sumó otras vaguedades: “Estamos frente a la posibilidad de terminar con la inflación, de terminar con la inseguridad, de terminar con el populismo y poner a la Argentina de pie de una vez por todas y para siempre”.
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El “¡sí se puede, sí se puede!” volvió a resonar entre las banderas amarillas y celestes y blancas. Macrismo explícito, dijeron varios analistas locales. Y no faltan a la razón.
Por último Milei arengó: “Tenemos los votos, podemos ganar, vayan y fiscalicen porque los votos están. Quiero invitarlos a ser parte de la historia, parte de la reconstrucción de la Argentina. ¡Viva la libertad carajo!”.
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Para no generar nuevas reacciones populares que lo hagan quedar aún más en falsa escuadra, el candidato presidencial decidió borrar de su discurso las apelaciones a la violencia extrema como medio para la resolución de los problemas. Ni motosierras, ni deseos de reventar radicales, ni dinamitas en el Banco Central, ni libre portación de armas ni compraventa de corazones, riñones y páncreas. Mucho menos la reproducción negacionista de las afirmaciones de Videla y Massera. Pero a esta altura nadie puede creer, en su sano juicio, que Milei no siga considerando al genocidio argentino de la década del 70 como una acción más que justificada para salvar a “la Patria”.
Hasta su candidata a vicepresidenta y reconocida defensora de genocidas, Victoria Villarruel, quiso dejar del lado el tema el miércoles durante el debate televisivo con Agustín Rossi. Pero a ella su genio la traicionó y no dejó pasar la oportunidad para negar a los 30 mil detenidos desaparecidos y reivindicar al terrorismo de Estado. Es que a diferencia de su compañero de fórmula, ella no sólo es de la familia militar sino que lleva años militando activamente por el olvido, la impunidad y un mayor empoderamiento de las Fuerzas Armadas y el aparato represivo estatal de conjunto. Lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir, dicen Los Redondos.
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Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).