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Red Internacional
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Entrevistas. Mónica Gordillo: “El acontecimiento Cordobazo obligó a optar, política y estratégicamente”

Doctora en Historia, investigadora y docente universitaria. Autora entre otras publicaciones de Córdoba rebelde: el Cordobazo, el clasismo y la movilización social, junto a James Brennan.

Sábado 29 de mayo de 2021 00:02

¿Cuáles fueron las condiciones generales que permitieron la emergencia del Cordobazo? ¿En qué medida expresa particularidades locales y en qué medida refleja las tendencias más generales de una dinámica de ascenso internacional de luchas obreras y juveniles?

Por mucho tiempo creo que se tendió a pensar el Cordobazo haciendo más hincapié en las condiciones específicas de Córdoba como consecuencia de la radicación de las empresas automotrices. Yo misma le di mucha importancia a ese proceso y se lo sigo dando, sin duda, porque en Córdoba como ya lo destaqué en varias oportunidades la radicación de las industrias automotrices permitió un nuevo tipo de obrero industrial con toda una serie de circunstancias que se dieron aquí de cercanía con el movimiento estudiantil que derivaron en una combinación muy interesante. De todas maneras, considero que todos los 60 no podrían pensarse sin una consideración más general del ascenso de luchas obreras y estudiantiles y de movimientos de liberación nacional como fue inicialmente la Revolución cubana que tuvo un impacto muy significativo en toda Latinoamérica y en el país en particular. Es decir, creo que hay que ampliar la mirada y ver la incidencia de esos otros movimientos de luchas obreras y juveniles para poder entender el Cordobazo. En particular, considero relevante destacar la importancia del 68 en Argentina, no tanto por una influencia directa de otros movimientos juveniles que se dieron como el Mayo Francés o el de México con Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas, sino básicamente porque en el caso argentino, atravesado por la situación creada por la dictadura de Onganía, se comenzó a plasmar a través de la CGT de los Argentinos un espacio que fue fundamental para la movilización social. Este espacio se convirtió en contenedor de diversas reivindicaciones, tanto de aquellas que desde el movimiento obrero exigían una reactualización salarial en oposición al plan de Krieger Vasena, que había congelado los salarios desde el año 1967, como de la situación que se vivía en las universidades de cercenamiento a las autonomías universitarias y de toda forma de acción gremial estudiantil, así como del movimiento de sacerdotes del tercer mundo. Todo eso cuajó también con las opciones que fueron tomando las diferentes corrientes de izquierda, algunas de las cuales comenzaron a pensar la opción de la lucha armada incluso dentro del propio peronismo, con lo que fueron las Fuerzas Armadas Peronistas y la experiencia de Taco Ralo en Tucumán. Todo eso comenzó a cristalizar en el 68 a través de esta estructura movilizadora fundamental que fue la CGT de los Argentinos que tuvo un papel muy importante para decidir la confluencia que se dio después en el Cordobazo.

¿Consideras que el Cordobazo fue un punto de inflexión dentro del ciclo de luchas obreras y estudiantiles del período?

Considero que el cordobazo efectivamente fue un punto de inflexión en el ciclo de luchas obreras y estudiantiles del periodo. Fue un verdadero acontecimiento, en el sentido del componente disruptivo que tuvo frente a lo que se esperaba de una movilización obrera en cierta forma planteada con un formato tradicional: de movilización al centro de la ciudad para hacer un acto. El formato de protesta obrera se había venido ejercitando sin interrupciones durante toda la década del ’60. Es decir que eso era inicialmente un tipo de acción colectiva más tradicional, pero lo que terminó ocurriendo es que al sumarse diferentes sectores sociales y convertirse en una rebelión popular tuvo un carácter fuertemente disruptivo. Y esto no tanto por las demandas que se instalaron allí -ya que eran demandas que se venían sosteniendo- sino por lo que significaban esas acciones de diferentes sectores sociales en las calles que desbordaron el accionar represivo de la policía. Eso fue efectivamente un acontecimiento. Sin embargo, como todo acontecimiento, no puede entenderse si no es inscripto en un período de más larga duración que, hacia atrás, podríamos rastrear hasta el año 55-56 cuando se instaura la proscripción del peronismo y, hacia adelante, como parte de lo que abre, que es un ciclo de protesta como lo he definido en varias oportunidades, en el sentido de que los sectores más movilizados difunden la acción a los sectores menos movilizados y se innova en los repertorios de acción, en las formas que adquiere la protesta. Este ciclo de luchas obreras sin dudas tuvo diferentes derivas, lo que también es importante ya que el Cordobazo abre la definición de diferentes posiciones políticas tanto en el peronismo -que no arrancan allí sino que venían gestándose a lo largo de la década del 60-, que profundiza la discusión frente a un Cordobazo cuya contundencia como acontecimiento obliga a tomar posiciones políticas y diferentes estrategias de lucha; como en espacios más amplios. Y esas derivas tienen que ver con las definiciones que habían sido dadas antes del Cordobazo pero que se ponen en la práctica luego de éste al evaluarse que estaban dadas las condiciones para la lucha armada como una de las derivas; por otro lado también otra de las derivas es una creciente radicalización del movimiento obrero con posiciones mucho más basistas (con el contenido diverso que eso tiene) de fuerte cuestionamiento de las bases a las dirigencias que van asumiendo diferentes características según los sectores. En el peronismo este proceso también tuvo su expresión con la deriva de la Tendencia Revolucionaria, con una deriva hacia la lucha armada por parte de Montoneros pero también una deriva hacia el peronismo de base, priorizando un componente de lucha desde el lugar de trabajo y una opción desde las bases obreras. En las izquierdas no peronistas también se expresaron las opciones por la lucha armada del PRT-ERP por un lado y, de la otra línea, la de Nahuel Moreno que se expresa en la creación del PST de aceptar la lucha en el plano político-partidario. Es decir, hay toda una serie de derivas que se habían planteado antes pero que el Cordobazo como acontecimiento motoriza e insta a tomar definiciones políticas.

Una de las discusiones que atravesaron las lecturas tanto políticas como historiográficas sobre el Cordobazo tiene que ver con su grado de planificación, es decir, en qué medida estuvo organizado por las direcciones sindicales y en qué medida éstas se vieron sobrepasadas por la acción de las bases. ¿Qué lectura hacés de esta cuestión?

Con respecto a la discusión si el Cordobazo fue organizado o no creo que en la actualidad no tiene mucho sentido pero vale la pena recordarla. El Cordobazo fue definido en el marco de un plan de lucha nacional del movimiento obrero de las dos CGTs, tanto la CGT de los Argentinos como de la CGT Azopardo que habían convocado a un paro nacional para el 30 de mayo. En este sentido fue claramente planificado: se planificó como un paro general nacional y en ese marco Córdoba lo que hace es adelantarlo al día 29 de mayo y darle una modalidad de paro activo con asistencia a los lugares de trabajo y luego abandono desde allí para marchar hacia el centro y luego confluir tanto el movimiento obrero con los gremios como las organizaciones estudiantiles, porque la jornada fue planificada como acción conjunta entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero. En este sentido fue claramente planificado y condensaba formatos bastante clásicos de acción colectiva. Pero lo que ocurrió, y aquí fue fundamental el rol de la represión del gobierno, de la violencia estatal, que en cierta forma enardeció los ánimos de distintos sectores que, sin haber sido convocados inicialmente, encontraron la oportunidad de aliarse, porque lo que ocurrió en las calles fue una alianza de diversos sectores sociales -que inicialmente tal vez no pensaban participar- pero ante la represión policial y teniendo demandas propias -aunque no fueran explicitadas como tales-se sumaron a la acción.

Luego de los años que siguieron al Cordobazo, la dictadura de la “Revolución Argentina”, con Lanusse a la cabeza, tuvo que comenzar a negociar las condiciones del retorno del peronismo al poder ¿Qué relación hacés entre el Cordobazo y el retorno del peronismo al poder, en el sentido de cómo se ubicó el tercer peronismo frente al legado del Cordobazo?

Fue luego de lo que se conoció como segundo Cordobazo o Viborazo, -es decir la movilización que tuvo lugar en marzo del año 1971 como consecuencia de las acciones fundamentalmente de los sindicatos FIAT, de SitTraC-SiTraM, pero también del movimiento obrero cordobés en general-, que Lanusse lanzó desde Córdoba el Gran Acuerdo Nacional. Se buscaba asegurar la convocatoria a elecciones libres, sin la proscripción del peronismo, luego de 16 años de proscripción. Ahora bien, ¿qué relación podemos establecer entre el Cordobazo y el retorno del peronismo al poder? Me parece que fue básicamente una de las derivas del Cordobazo la que en cierta forma llevó a Lanusse a lanzar el GAN para evitar una radicalización que no pudiera ser controlada: la deriva de la lucha armada. Las acciones que venían desarrollándose desde el año 70 instalaron otro escenario en el país, implicaron el recambio de Onganía por Levinsgton y, luego del segundo Cordobazo, la asunción por parte de Lanusse de la conducción del proyecto de la Revolución Argentina. Creo que fue esta deriva de la lucha armada, fundamentalmente, la que llevó a Lanusse a abrir el juego y lanzar el GAN más que la de la radicalización obrera que podía ser controlada por otros medios. De hecho, en Octubre del año 71, se habían intervenido militarmente las plantas de la FIAT Córdoba donde se había gestado una de las expresiones del clasismo, el del SitraC-SitraM. Esa experiencia fue reprimida y desarmada rápidamente a través de una intervención a la planta y el despido del cuerpo de delegados y de los dirigentes. Pero la lucha armada creo que era más peligrosa desde la perspectiva de los militares que estaban en el poder, lo que llevó a Lanusse a pactar con Perón la salida.

Considero que la opción que terminó triunfando en las elecciones de marzo de 1973, el FREJULI, en cierta forma contenía varios de los reclamos que habían sido planteados en el Cordobazo, si bien no en forma explícita –ya que las que se explicitaron allí fueron las reivindicaciones obreras y estudiantiles- pero que sí estaban en la atmósfera del Cordobazo, como la de los sacerdotes para el tercer mundo, de una lucha de liberación nacional que tuviera un contenido humanista dentro de los parámetros de la teología de la liberación. Y considero que el FREJULI representó a todos esos sectores. Un frente que contenía tanto a sectores del peronismo, como los sectores juveniles, los sectores de la Iglesia, los sectores desarrollistas. Lo que le dio el triunfo al FREJULI es que no era solo el peronismo sino encarnaba esta confluencia de sectores que compartían cierta visión sobre cómo debía ser la salida.

Con relación a la ubicación del tercer peronismo frente al legado del Cordobazo me parece que primero hay que hacer una distinción muy clara al interior del tercer peronismo, ya que no es homogéneo. Hubo un primer momento, hasta fines del año 1973, donde se creía posible asumir esas propuestas que se habían abierto a partir del Cordobazo, pero luego de ese primer momento, cuando se da la nueva ley de asociaciones profesionales, se empiezan a intervenir las provincias donde se habían conseguido gobiernos apoyados por la Tendencia Revolucionaria del peronismo y se empieza a desvanecer el pacto social, el rol del gobierno es claramente otro y sin duda se deja de lado absolutamente ese legado del Cordobazo.

¿Qué conclusiones deja el Cordobazo para pensar el presente?

Me parece que lo sucedido en el Cordobazo es equiparable a lo sucedido en diciembre de 2001, ya que más allá de que las demandas fueron muy disímiles ambos acontecimientos compartieron el elemento común de la violencia estatal como violencia política ejercida contra los ciudadanos que reclamaban. En el caso del Cordobazo, recordemos que inicialmente fue planteado como una marcha al centro conjunta del movimiento obrero y estudiantil, para confluir en un gran acto en la CGT con el objeto de plantear demandas que no estaban siendo atendidas, como levantar el congelamiento salarial y restablecer las negociaciones colectivas y terminar con el autoritarismo que reinaba en las universidades. Creo que una cuestión que debe tenerse en cuenta para pensar el presente es que siempre los actores sociales se movilizan por memorias históricas, por experiencias, por sedimentaciones históricas que determinan qué considerar justo o injusto. No se puede sostener mucho tiempo aquello que los actores sociales consideran injusto. La dictadura de Onganía decidió desde arriba congelar salarios y suspender negociaciones colectivas, mecanismo que había sido incorporado por el movimiento obrero como el mecanismo justo para determinar sus salarios, sobretodo en épocas de expansión económica. Lo propio sucedió con las conquistas obtenidas por el movimiento estudiantil desde la Reforma Universitaria. Entonces hay ciertos límites de tolerancia social que no se pueden transponer, porque cuando se transponen actúan esas memorias y sedimentaciones históricas que juegan en cada caso y la gente considera justo movilizarse, se construye colectivamente una representación de injusticia que lleva a la acción y a no aceptar que se cercenen ciertos derechos. Tanto en el Cordobazo como en el 2001, las acciones se convirtieron en expresiones de violencia colectiva de los manifestantes básicamente como respuesta a la violencia estatal anterior, a la violencia que se ejercitó contra los manifestantes. Toda vez que esa violencia estatal se ejerce sobre los manifestantes se traspasa un límite que la sociedad no está dispuesta a tolerar, y creo que ahí está una de las grandes lecciones para el presente.

Como todo acontecimiento, no puede entenderse si no es inscripto en un período de más larga duración que, hacia atrás, podríamos rastrear hasta el año 55-56 cuando se instaura la proscripción del peronismo y, hacia adelante, como parte de lo que abre, que es un ciclo de protesta.

Acerca de la entrevistada

Mónica Gordillo es Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), investigadora del Conicet en el Instituto de Humanidades (IDH-UNC) y profesora titular ordinaria de Historia Argentina II en la Escuela de Historia, de la Facultad de Filosofía y Humanidades UNC). Autora de numerosas publicaciones, entre las que se destacan El movimiento obrero ferroviario desde el interior del país (1916-1922) (1988); Córdoba en los ‘60. La experiencia del sindicalismo combativo (1996); Córdoba rebelde: el Cordobazo, el clasismo y la movilización social, junto a James Brennan (2008); Piquetes y cacerolas. El argentinazo de 2001 (2010): y como coautora, La protesta frente a las reformas neoliberales en la Córdoba de fin de siglo (2012), y La reconstrucción democrática en clave provincial (2015).