El balance del 1° de Mayo motivó un asombroso artículo en Prensa Obrera. Pero también reaviva un debate que ciertamente tiene historia, y las propuestas del PTS para unir de ocupados y desocupados.
Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Martes 16 de mayo de 2017
Hace algunos días, Prensa Obrera publicó un asombroso artículo firmado por Alejandro Lipco donde asegura que el balance del PTS del acto del 1° de Mayo contendría “un ataque al Partido y al Polo Obrero”.
La increíble conclusión del autor surgiría de una frase de los “Apuntes militantes”, que plantea que: “La columna del PO estaba compuesta mayoritariamente por compañeros y compañeras del Polo Obrero, mientras que en términos comparativos la del PTS fue la más importante como fuerza partidaria en el acto”. Según el cronista, muy molesto, lo que harían esas palabras es “negar la capacidad de adoptar conciencia política, de clase y revolucionaria a los trabajadores –y especialmente TRABAJADORAS- más explotadas del país”. Semejante afirmación sólo estaría motivada porque señalamos una diferencia entre los compañeros y compañeras que se organizan en el Polo Obrero, que son mayoritarios en las columnas del PO desde fines del año pasado, y aquellos/as que se movilizan partidariamente como Partido Obrero, que son cada vez menos. Pero resulta que esta distinción… la hace el propio autor en la primera frase de su artículo (cuando distingue entre “el Partido y el Polo Obrero”). Algo obvio, que no ofende a ninguna organización del movimiento piquetero, que tiene muy clara la diferencia con una organización directamente partidaria. Sin embargo genera indignación en el PO.
Es que en realidad hay un debate de fondo, que “tiene historia” (la única verdad de todo lo que dice el artículo). Corramos el telón de comedia y vayamos al punto.
Primero el 1°
El 1° de Mayo – jornada que toma nuestro polemista como punto de partida – el Frente de Izquierda levantó en Plaza de Mayo una tribuna obrera, socialista e internacionalista. Desde el escenario se realizaron diez discursos. Tres de ellos apuntaron especialmente a la unidad de las filas obreras. ¿Quiénes fueron?
Carlos Artacho, candidato a secretario general en la lista unitaria de Foetra (Telefónicos) y dirigente del PTS, planteó “queremos recuperar los sindicatos, para que sean instrumentos de lucha del conjunto de la clase obrera. (…) Para unir las filas obreras en cada gremio y también la unidad con otros trabajadores, ocupados y desocupados”. Sus palabras despertaron un sincero aplauso de todos los rincones de la Plaza.
Lorena Gentile puso como eje de su discurso la situación de los sectores más explotados de la clase obrera – “especialmente TRABAJADORAS” – para plantear con palabras conmovedoras la única salida posible contra la desocupación y la superexplotación: reducir la jornada de trabajo para trabajar todos.
La misma cuestión había planteado antes Nicolás del Caño, al señalar que “la ciencia y la técnica permitirían que podamos trabajar todos menos horas, proponemos reducir la jornada laboral a 6 horas, 5 días, repartiendo las horas de trabajo entre ocupados y desocupados”.
Salvo una mención al pasar de Néstor Pitrola al principio de su discurso, fueron los oradores del PTS los que ese día plantearon un programa para unir ocupados y desocupados y que la crisis la paguen los capitalistas.
El movimiento piquetero y las orientaciones de la izquierda
Según afirma el artículo de Prensa Obrera, el “desprecio petesiano por el movimiento piquetero en general, y por las valientes compañeras y compañeros del Polo Obrero en particular, viene de lejos”. ¿La acusación? Que el “PTS se abstuvo” en el año 2000 de organizar fracciones de desocupados y “los caracterizó en forma diferenciada de la "clase obrera ocupada"”.
Pero, ¿cuál es la realidad?
El “movimiento piquetero” nace con los levantamientos protagonizados a mediados de los ‘90 por trabajadores desocupados de Cutral-Co, Plaza Huincul, Mosconi y otras ciudades azotadas por la crisis. Tras la consigna “trabajo para todos”, emergía una fuerza de resistencia al menemismo y luego a la Alianza.
Con el desarrollo de la crisis, el régimen burgués tuvo un plan para contener la miseria y también los movimientos de lucha que surgían. Entre otras cosas, masificó los planes sociales, buscando desviar la pelea de “trabajo para todos” hacia un reclamo centrado en esos planes. También apuntó a desarrollar una burocracia piquetera, mientras golpeaba y aislaba a los sectores más combativos.
En esa segunda etapa, los movimientos de desocupados se masificaron pero desarrollándose como colaterales de las distintas fuerzas políticas que administraban los planes.
La primera prueba para esos movimientos serían las jornadas revolucionarias del 19 y 20 de 2001. Con la clase obrera desmovilizada por la burocracia sindical, las organizaciones que dirigían la Asamblea Nacional Piquetera (CCC y FTV) no solo descartaron cualquier política hacia los trabajadores ocupados, sino que se negaron a movilizar a la Plaza de Mayo junto a los miles de jóvenes y militantes que combatían con las fuerzas represivas. El 20 de diciembre los compañeros del PO, que habían planteado meses antes que la ANP “planteaba la cuestión del poder”, estuvieron combatiendo junto al PTS en la avenida Diagonal Norte. La ANP nunca apareció.
Meses más tarde, el 26 de junio de 2002, Duhalde y la Policía Bonaerense desatarían una brutal cacería contra las organizaciones piqueteras y de izquierda. Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, del MTD, serían asesinados. El PTS participaría esa jornada en el Puente Pueyrredón y otros cortes, como lo hizo en innumerables jornadas organizadas por los movimientos, teniendo entre sus militantes compañeras y compañeros que cayeron detenidos por la Bonaerense ese día.
Esta etapa encontraría al PO impulsando el Bloque Piquetero Nacional, junto al MTL del Partido Comunista y el MIJD de Raúl Castells. En un acto en agosto de 2002, Jorge Altamira plantearía que bajo la dirección del BPN el movimiento piquetero se convertía en “una guía histórica para la clase obrera de todo el mundo (...), una alternativa socialista a la barbarie capitalista” (Prensa Obrera N° 766).
El repudio y la crisis a la masacre del Puente llevarían a la renuncia de Duhalde. Néstor Kirchner concentraría su política en cooptar a los movimientos sociales (entre ellos los piqueteros) y aislar a los ligados a la izquierda. Pocos tiempo después, el PC cerraría filas con el kirchnerismo y el dirigente del MIJD comenzaría sus alianzas con distintos sectores del peronismo.
Mientras rechazaba la unidad con el resto de las corrientes trotskistas, el PO prometía forjar una dirección revolucionaria con acuerdos con esas corrientes reformistas y clientelares. A eso llama el PO “una lucha de tendencias sencillamente extraordinaria”.
La política del PTS
En algo tiene razón nuestro polemista. Hay un debate entre dos orientaciones profundas para unir las filas obreras y avanzar en la construcción de un partido de trabajadores revolucionario.
Por un lado, el PO y otras organizaciones de izquierda, subestimaron la ausencia del movimiento obrero ocupado y su importancia estratégica, y absolutizaron el papel que podía jugar el “movimiento piquetero” (que llegó al extremo de dedicarle una tapa de su prensa a “¡Nito Artaza piquetero!”). Nunca pusieron en el centro de su estrategia y su práctica cotidiana la lucha por el “trabajo genuino” ni la unidad entre trabajadores ocupados y desocupados. Optaron por organizar cada una sus agrupaciones “colaterales” que conseguían el control de una cierta cantidad de planes sociales, reproduciendo muchas veces prácticas clientelares como “pasar lista” en las marchas, algo que la izquierda siempre había criticado.
Así se terminó regimentando el movimiento de desocupados según sus filiaciones políticas. Esas prácticas y políticas permitieron que el kirchnerismo pudiera avanzar más fácilmente en su reaccionaria política de cooptar a los que serían “piqueteros oficialistas”, logrando además el retroceso y aislamiento de los que no aceptaban esa subordinación al gobierno.
El PTS propuso, desde aquellos años, poner en pie un movimiento único de las organizaciones combativas del movimiento de desocupados, independiente del Estado, con pluralidad de tendencias y dirigentes revocables, que se plantease la unidad con los trabajadores ocupados para pelear por trabajo genuino.
Sobre el “patrimonio del movimiento socialista”: la experiencia real de los bolcheviques
Para defender su método, el artículo hace una afirmación categórica, pero sin ningún fundamento. “La renuncia a meterse en las barriadas más profundas de la Argentina para organizar a los desocupados por sus reivindicaciones contra el Estado es un crimen de ‘lesa revolución’, toda vez que ni siquiera inventamos nada, porque la organización revolucionaria de los desocupados ha sido patrimonio del movimiento socialista”. ¿Ejemplos? Ninguno.
Pero resulta que el propio PO tradujo hace años un extenso artículo del dirigente bolchevique Nikolai Preobrazhensky, publicado en inglés por el grupo Solidarity de EEUU, donde relata la extraordinaria experiencia del Soviet de Desocupados de la Revolución Rusa de 1905. Allí cuenta cómo se organizó a los desocupados, eligiendo delegados por barrios, donde intervenían las distintas tendencias del movimiento obrero: “Por ejemplo, los lunes en Galernyi Ostrov, se reunían los círculos de las unidades de combate; los martes, varios partidos mantenían sus reuniones; y los miércoles se reunían todos los partidos en conjunto, cada uno presentando sus propios oradores”. “El Soviet de los Desocupados en 1906 y 1907 era la única organización obrera no partidaria activa en toda la ciudad”. ¡Horror! ¡Organización obrera “no partidaria”! ¡Qué “desprecio por el movimiento piquetero en general” que tenían los bolcheviques!
La crónica cita artículos de la época que explican que el eje de la lucha era el reclamo de “trabajos públicos” donde los trabajadores cobraran un salario, con jornada de 8 horas, pero cuando “el comienzo de los trabajos se demoró y su situación devino crecientemente sin esperanzas, comenzaron a darse cuenta de que no estaban en condiciones de rechazar la ayuda de la ciudad, que se transformó de un adelanto de sus salarios en una caridad sin ocultamiento. Más tarde, en la medida en que el nudo corredizo del hambre se hacía más fuerte, el sentido del insulto por la caridad de la ciudad fue reemplazado por un sentimiento diferente, una combinación de irritación y odio hacia aquellos que estaban al frente de las finanzas de la ciudad”. Persisten en la lucha por trabajos públicos, lo conquistan pero surgen problemas con la administración de los fondos y es nuevamente el Soviet quien discute cómo controlar, echar a los corruptos, etc. ¿Qué tiene que ver este “patrimonio del movimiento socialista” con la organización de colaterales de los partidos que se reivindican revolucionarios?
Evidentemente lo que se más se aproxima a la autoorganización de los desocupados por sus reclamos, con el fin de conquistar “trabajo genuino”, es la política que levantamos desde el PTS de “Movimiento Único”, independiente del estado y los gobiernos, con libertad de tendencias, que lamentablemente la mayoría de las tendencias piqueteras rechazó.
Las experiencias concretas que impulsó el PTS
En cada lugar que tenía influencia, impulsamos esa política de manera concreta. En Neuquén, junto al Sindicato Ceramista, pusimos en pie la Coordinadora del Alto Valle junto al Movimiento de Trabajadores Desocupados de Neuquén, estatales, docentes. Pero además, Zanon bajo gestión obrera marcó un hito que quedará para la historia de la clase obrera del mundo: los primeros puestos de trabajo que generó fueron ocupados por los movimientos de desocupados de la región, entre ellos el MTD y el Polo Obrero. También impulsamos, desde Brukman y Zanon, los Encuentros de Fábricas Ocupadas que donde participaban no solo los “obreros sin patrón”, sino otros sectores combativos y movimientos de desocupados. El PO se negó sistemáticamente a participar tanto de la Coordinadora en Neuquén como de los encuentros de fábricas ocupadas.
El PTS renunció a la idea de organizar su propia “colateral” mediante la administración de planes, pero no renunció a ninguna pelea. Ante las disyuntivas estratégicas en que se encontraba la izquierda, tomamos otra opción. Con las fuerzas que teníamos, apostamos al fenómeno obrero más radicalizado, el de las fábricas ocupadas, desde donde intentamos confluir e influir – “la lucha de tendencias es sencillamente extraordinaria” – en otros sectores de trabajadores y jóvenes, ocupados y desocupados. Años más tarde, esa opción nos permitió jugar un importante rol en los sectores de izquierda de lo que dio en llamarse “sindicalismo de base”. Un fenómeno que el PO “lo vio pasar”.
En esa etapa, lejos de la infundada acusación de que negamos “la capacidad de adoptar conciencia política, de clase y revolucionaria” al movimiento piquetero, el PTS difundió masivamente la “Propuesta del PTS a todas las organizaciones, dirigentes y activistas obreros, piqueteros, asambleístas y estudiantes, que reivindican la lucha por la revolución obrera y socialista, es especial al PO y al MAS: Organicemos un gran Congreso de fundación de un Partido de Trabajadores Revolucionario Unificado”.
Pero el PO despreció la propuesta. Estaba desarrollando “una guía para la clase obrera de todo el mundo”…con el Partido Comunista y Raúl Castells.
Trabajo genuino y unidad de ocupados y desocupados
Nuestro crítico asegura que el PTS no puede soportar que “con el Polo Obrero a la cabeza, protagonizan luchas que conmueven al país, por trabajo genuino, el reparto de las horas de trabajo y contra el ajuste”.
Compañeros, ustedes saben que esa no es la realidad del movimiento piquetero en la actual etapa. Lo cierto es que las movilizaciones de los últimos meses se han dirigido hacia el Ministerio de Desarrollo Social que comanda Carolina Stanley, con el justo planteo de que se otorguen cupos al Programa Argentina Trabaja y otros planes que administra el gobierno. El brutal ajuste que aplican el macrismo – y los gobernadores – plantea movilizarse para arrancarles distintas reivindicaciones y paliativos para los compañeros y compañeras más explotados, pero no podemos ocultar la realidad de los procesos que protagoniza hoy la clase obrera. Si se lleva adelante la campaña por trabajo genuino y obra pública que anunciaron los compañeros este último fin de semana, sería un importante avance.
En otro de sus pasajes, asegura que “la reducción de la clase obrera como "aquella-que-está-frente-a-una -máquina-y-participa-en-el-sindicato" es impropia del marxismo”. Estamos de acuerdo. Ya explicamos la posición y la práctica del PTS en relación a la unidad de las filas obreras. Pero, ¿hay alguna campaña que plantee más claramente un programa para unir a “los-que-están-frente-a-las-máquinas” y el “ejército industrial de reserva” que nuestro planteo de la reducción de la jornada y el reparto de las horas de trabajo?
Sin embargo, a pesar de los duros términos, los compañeros del PO muchas veces pecan de lo que acusan.
Dos ejemplos. Hace algunos meses, Prensa Obrera informaba sobre la realización de la “Imponente conferencia de la Coordinadora Sindical Clasista”. Sin embargo, en su extensa crónica no nombra ni una sola vez al movimiento piquetero, ni a los trabajadores desocupados, ni al Polo Obrero. Tampoco en el discurso de cierre de Néstor Pitrola. Ni una. La nota que refleja la mesa de la conferencia, “compuesta por 30 destacados dirigentes obreros y secretarios generales”, solo nombra a un joven compañero como representante del Polo Obrero. Parece que en “la constitución de una nueva dirección de la clase obrera” el movimiento piquetero será prácticamente despreciado. Lo pueden confirmar en Prensa Obrera 1418.
Otro. Los compañeros y compañeras del Polo Obrero han sido, sin dudas, parte fundamental del acampe y las movilizaciones de la lucha de los obreros de AGR. El PTS lo sabe porque también estuvo ahí, con todas sus fuerzas, cada día de los más de 80 de ocupación, en cada una de las movilizaciones.
Durante esos meses los compañeros y compañeras del Polo realizaron distintas movilizaciones por sus reivindicaciones. Sin embargo, en ellas las agrupaciones de la Corriente Sindical Clasista no se jugaron a movilizar o solo lo hizo alguna delegación.
Así no se construye la “unidad entre ocupados y desocupados” ni se avanza en la pelea por trabajo genuino, compañeros.
Quizá por eso fue al PTS a quien le tocó proponer en la convocatoria del polo del sindicalismo combativo y la izquierda que marchó el 7 de marzo al acto de la CGT, la consigna “Pase a planta de los contratados y tercerizados. Por trabajo genuino. Pase a planta y bajo el convenio correspondiente a los trabajadores de las cooperativas”.
Salgamos a pelear la conciencia política de millones contra los partidos patronales
Así se titulaba el artículo que de Fredy Lizarrague que utilizó la Prensa Obrera para forzar un debate que, de cualquier manera, ayudó a clarificar algunas cosas. Mucho más fructífero hubiera sido debatir las tareas que plantean esos “Apuntes militantes”.
Por ejemplo, cómo enfrentar el ajuste o recuperar los sindicatos. O el llamado a lanzar una gran agitación política para disputar la conciencia política de millones. “Una agitación que retome los planteos anticapitalistas que hicimos en la Plaza”.
Y una idea fundamental para esa batalla es la propuesta con la que ya estamos recorriendo fábricas, barrios, escuelas y lugares de estudio: “Nuestra vida vale más que sus ganancias”. Una campaña que como dijo Del Caño en la Plaza propone “reducir la jornada laboral a 6 horas, 5 días, repartiendo las horas de trabajo entre ocupados y desocupados, sin rebaja salarial y que nadie cobre menos de lo que cuesta una canasta familiar”.
Una consigna heredada del “patrimonio del movimiento socialista”, porque como decía Nico, “si esta demanda es tomada en sus manos por la clase trabajadora, estaríamos más cerca de la lucha revolucionaria contra el poder de los capitalistas, por eso, es parte de nuestro programa transicional que plantea como salida de fondo un Gobierno de los trabajadores”.
Estamos convencidos que, lejos del desprecio con que la describe Prensa Obrera, nuestra propuesta no sólo apunta a unir ocupados y desocupados, sino a elevar las aspiraciones de la clase obrera y a convencer de la necesidad de organizarse contra este sistema de explotación.
Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.