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Red Internacional
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Frase sobre las tanquetas en Venezuela. Mujica, el conservador

El comentario de José Mujica de que “no hay que ponerse delante de las tanquetas”, que causa indignación en todo el mundo, expresa el conservadurismo del exguerrillero y su posición frente al poder.

Domingo 5 de mayo de 2019

En ocasiones algunas frases o comentarios sorprenden no solo por su contenido, sino también por el momento y el contexto en que se dicen.

En el medio de un intento de golpe de Estado promovido por Estados Unidos con la complicidad de las derechas latinoamericanas y la represión salvaje que se vio en las imágenes de los tanques avanzando contra los manifestantes, la frase sorprende aún más por la fama que supo ganarse el exguerrillero y expresidente, sobre todo en el exterior, donde es visto como un honesto político idealista que se planta frente a los poderosos.

Quienes lo hemos sufrido más de cerca por su actuación política, sabemos que por el contrario, más allá de alguna frase “combativa” sus posiciones revelan su acatamiento y respeto al poder económico, al que en todo caso, muchas veces casi por una especie de viveza criolla, se le puede arrancar alguna mínima concesión.

Por fuera de las declaraciones; de cuando le tocó gobernar lo que ha quedado es su defensa de torturadores genocidas (los "viejitos presos" que quiso liberar), sus ataques a los trabajadores públicos, o su proyecto de Participación Público Privado (PPP), herramienta que aún hoy se usa para privatizar y tercerizar obra pública.

Su famoso “como te digo una cosa te digo la otra” grafica también su perfil más acomodaticio frente a distintas situaciones donde hace malabares para justificar lo injustificable.

Sin embargo su frase sobre “las tanquetas”, que parece casi dicha sin querer y en un descuido, fue especialmente escandalosa: ¿que otra cosa nos quiere decir Mujica con este comentario, que no sea que al poder y su maquinaria hay que respetarlo y temerle?, y que en todo caso el que lo desafía o lo interpela es el que se pone en riesgo y por lo tanto el responsable de si le pasa algo.

Hasta su propio compañero Julio Marenales declaró que Mujica es un “showman internacional… que debería callarse la boca”. Que lejos quedó de aquel guerrillero, que aún con nuestras enormes diferencias, quería cambiar la sociedad de raíz.

De su posterior “desmentetida”, contradictoria y frágil, se puede rescatar algo que el mismo dijo: “solo trato de educar a la gente”. Y es cierto Mujica se pasa tratando de “educarnos”.

Nos “educa” en que hay que aceptar las cosas como son y que a las fuerzas represivas no se las puede enfrentar. Su prédica, y la de todo el Frente Amplio, en definitiva, es la predica del posibilismo, la renuncia a cualquier desafío al poder y que pensar en una revolución o en un cambio estructural es una idea “loca” que pone en peligro al que la piensa, y que prácticamente lo convierte en culpable de buscarse problemas.

Detrás de la “desafortunada” frase asoma en su pensamiento la estigmatización de la lucha social y la criminalización de la protesta. Por algo en su gobierno, el propio Mujica se encargo de comprar “muchas tanquetas” y reforzar el aparato represivo del Estado y de restringir el derecho a la protesta con medidas como las que impiden las ocupaciones de parte de los trabajadores públicos.