Esta semana de movilización promete ser decisiva. El gobierno pretende confiar en la aprobación de la ley en el Parlamento -que la votaría a partir del 16 de marzo-, o acudir al artículo 49.3 de la constitución francesa que le permite sacar por decreto la odiada reforma jubilatoria. Por otra parte, las direcciones sindicales siguen negándose a cambiar de estrategia y a trabajar para prolongar y extender la huelga renovable.
Miércoles 15 de marzo de 2023 07:30
Esta semana de movilizaciones promete ser decisiva. El Gobierno pretende contar con la aprobación de la ley previsional en el Parlamento y si ese escenario se le complica, promete firmar un decreto -alimentando su bonapartismo- que la habilite, basándose en un artículo constitucional que se lo permite. Busca así poner fin al movimiento masivo que comenzó el 19 de enero. Si un texto aprobado siempre puede ser retirado, como demostró la masiva lucha contra la ley de Contrato de Primer Empleo (CPE) en 2006, Macron espera que prevalezca la resignación.
Sin embargo, hay que reconocer que la intersindical no está preparada para resistir tal escenario. "Si hay votación, la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT) reconocerá la legitimidad del voto", declaró el domingo su Secretario General Laurent Berger, al tiempo que criticaba un "vicio democrático" en alusión al artículo constitucional 49.3. Por su parte, Philippe Martinez (Secretario General de la Confederación General del Trabajo -CGT-) explicó que la movilización podría continuar si la reforma se aprobaba por la fuerza, pero sin precisar cómo. Mientras que el pasado sábado, la Intersindical presentó como única perspectiva la convocatoria de un referéndum y una nueva huelga el 15 de marzo.
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Por parte de las direcciones sindicales, sigue predominando una estrategia de presión sobre el Parlamento, con la esperanza de inclinar el voto de los diputados. Este objetivo es impotente frente al hecho de que el gobierno dispone de todos los resortes antidemocráticos para aprobar su texto, y no tendrá ningún problema en utilizarlos. La situación es clara: no habrá forma institucional de conseguir la retirada de la reforma y el gobierno sólo entenderá la relación de fuerzas que puede imponer la clase trabajadora.
Aunque la estrategia de días de paro aislados ha demostrado su ineficacia, son los trabajadores en huelga renovable (huelgas que cada tantos días, los trabajadores van definiendo su continuidad) los que llevan la voz cantante. En los últimos días, la huelga de los recolectores de residuos acumula basura y hace aullar a las clases dominantes. En las refinerías, continúa el bloqueo de los envíos, mientras que en la SNCF (empresa estatal que opera los ferrocarriles) los maquinistas siguen muy movilizados, al igual que los trabajadores de la energía, que prosiguen sus acciones. Mientras muchos se preguntan cómo ayudar a estos sectores, la única manera de ganar es unirse a ellos y así extender el movimiento de bloqueo de la economía hasta la retirada de la ley.
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La intersindical sigue negándose a hacerlo, y Laurent Berger incluso se desmarcó de los recolectores el domingo en la cadena de televisión francesa BFM TV. Sin embargo, la única forma de ganar es romper con la lógica de la presión e imponer que la intersindical llame claramente a todos los sectores a reanudar la huelga a partir del 16 de marzo, para permitir que el máximo número de trabajadores se movilice tanto el día que se apruebe la reforma, como después. Las convocatorias de concentraciones que los dirigentes sindicales empiezan a formular para el día 16 no tendrán fuerza sin convocatorias de huelga.
Todo esto implica ampliar el programa, para incluir por fin reivindicaciones que den ganas de luchar a toda la clase trabajadora, lo que incluye a los más precarios, especialmente en materia salarial. Los sectores en huelga tienen un papel que desempeñar en la consecución de tal objetivo. Mientras cinco federaciones de la CGT organizan la huelga, así como varios intersindicales, en particular en la RATP (empresa pública que gestiona el metro de París y otros transportes) y la SNCF. Estas organizaciones pueden y deben llamar a la ampliación del movimiento, pero también impulsar una coordinación de los sectores en lucha.
Además la huelga renovable favorece las acciones entre sectores, pero también es necesario proseguir el desarrollo de marcos de autoorganización, seguir construyendo la movilización en la base y dotarnos de herramientas que nos permitan retomar el control del movimiento. Los trabajadores de la Red por la Huelga General reunidos en un encuentro interprofesional este último lunes lo subrayaron: ¡necesitamos otro plan de batalla y rápido!
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