La propuesta de la líder del PRO de enviar a las Fuerzas Armadas a “combatir el narcotráfico” en barrios y asentamientos populares alteró a las alas progresistas del oficialismo. Pero quienes hoy se alinean con el ministro de Economía “olvidan” que Massa también propuso lo mismo si llegaba a ser presidente. ¿Se puede medir a la derecha con distinta vara según dónde pone los porotos?
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Daniel Satur @saturnetroc
Jueves 2 de febrero de 2023 12:42
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Foto Prensa Frente Renovador
Hace un par de días, en una recorrida de campaña preelectoral, Patricia Bullrich aprovechó para hacer demagogia sobre el supuesto combate al narcotráfico que encararía un gobierno encabezado por ella. La exministra de Seguridad planteó la necesidad de cambiar las leyes vigentes para que las Fuerzas Armadas intervengan en seguridad interior (algo que está prohibido) con la excusa de “terminar” con las mafias que manejan el ilegal, hipermillonario y protegido negocio de la producción y comercialización de estupefacientes.
“Es necesario desarmar este modelo de cuajo”, dijo Bullrich y aseguró estar “absolutamente convencida” de que, si llega a ser presidenta, va a “cambiar las leyes para que el Ejército pueda acompañar, y de esa manera utilizar las herramientas del Estado para el combate de esas organizaciones”. Lógicamente, puso el ya clásico ejemplo de Rosario, pero haciendo más hincapié en los altos niveles de violencia en las barriadas que en la estrecha relación de las bandas narco con el empresariado que maneja y las fuerzas estatales que controlan los puertos de esa zona estratégica para la exportación a mercados internacionales.
La propuesta de Bullrich recibió críticas hasta desde dentro del propio Juntos por el Cambio. Este martes su excolaboradora Florencia Arietto dijo (nada menos que en TN) que Bullrich busca impresionar con una medida efectista que no resuelve el problema sino que lo agrava. “Pedís como demagogia que vaya el Ejército a hacer seguridad interior y un soldado está entrenado para matar en una guerra, no para hacer prevención. Después tenés una montaña de muertos en el combate contra la inseguridad y el Ejército termina imputado por violencia institucional”, dijo la camaleónica abogada.
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Arietto llegó a reconocer que Santiago Maldonado y Rafael Nauhel murieron por la represión comandada por su exjefa política, lo que motivó reacciones de ambos lados de la grieta. Del lado de Bullrich, lógicamente no gustó nada el “fuego amigo” de quien hoy milita para Horacio Rodríguez Larreta. Desde el oficialismo, particularmente del ala “progresista”, sin perder tiempo se subieron a esas declaraciones para meter cuña en la grieta entre las dos coaliciones gobernantes.
En algunos casos, sin pudor, algunos voceros oficialistas usaron los casos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel para pegarle a Bullrich. Lo curioso es que lo hacen mientras el mismo gobierno que integran sigue sin explicarle a la sociedad qué hicieron en ambos casos la Gendarmería y la Prefectura que el Frente de Todos conduce desde 2019. Las gestiones de Sabina Frederic y Aníbal Fernández no hicieron pública ninguna investigación seria, a fondo, sobre aquellos hechos. Hasta hoy las tropas que mataron a Santiago y Rafael siguen en funciones. Y el Gobierno volvió a reprimir en Villa Mascardi.
Pero hay otro aspecto a destacar de la reacción del oficialismo a los dichos de Arietto. Se trata de la “indignación” de referentes kirchneristas y operadores mediáticos afines que pusieron el grito en el cielo por la propuesta de Bullrich de enviar a las Fuerzas Armadas a los barrios populares. El dato es por demás curioso, ya que en el mismo espacio político que integran hay importantes referentes que propusieron lo mismo que Bullrich en campañas electorales.
Por las mismas horas en que la líder del PRO lanzaba su diatriba manodurista, en una quinta de Merlo se reunían importantes referentes kirchneristas como Máximo Kirchner, Axel Kicillof, Wado de Pedro, Mario Secco y Jorge Ferraresi con “compañeros” como Martín Insaurralde, Cecilia Moreau, Gabriel Katopodis y… Sergio Massa.
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Además de ser un socio del FMI, de la embajada estadounidense y de grandes corporaciones, Massa siempre fue un cultor de la mano dura. Inspirado en íconos reaccionarios como el exalcalde neoyorquino Rudolph Giuliani, durante su intendencia en Tigre aplicó medidas represivas (luego “exportadas” a otros municipios) que dejaron un tendal de muertos, heridos y presos en causas armadas a manos de la Policía. Y en su campaña presidencial de 2015, al enfrentar a Mauricio Macri y Daniel Scioli, también propuso mandar al Ejército a las calles.
En aquel spot electoral, Massa se animó a ironizar sobre el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, al que de soslayo identificó como “enemigo que tiene poder, dinero y no le importa cobrarse vidas”. Y allí mismo lanzó su “propuesta concreta”: cambiar las leyes para que las Fuerzas Armadas “puedan atacar y bloquear la frontera, pero también ayudar y entrar a los barrios más humildes que es el lugar donde los narcos infectan a los más jóvenes” (no a Nordelta y otros refugios de mafiosos, claro). ¿Algo que envidiarle a Bullrich?
Ningún vocero del oficialismo (sea político, intelectual o mediático) desconoce que en muchos aspectos, con más o menos matices, Massa piensa lo mismo que la conductora del espacio creado por Macri. Pero mientras polarizan con Bullrich, se reúnen, comen, brindan y bancan al ministro derechista. Doble vara, que le dicen.
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Esto no sorprende. No hay que olvidar que el kirchnerismo tuvo, entre 2003 y 2015, como jefe de su bancada de senadores a Miguel Ángel Pichetto, un reconocido xenófobo, militarista, anti pueblos originarios y manodurista de paladar negro. Se trata del mismo que en 2019 se fue del Frente de Todos para secundar a Macri en la fórmula presidencial para las elecciones de ese año. Obviamente, una vez que dejó el espacio liderado por CFK, Pichetto pasó a ser un despreciable para el “progresismo”, tal como lo era Massa hasta 2019.
¿Se puede medir a la derecha recalcitrante con distinta vara según dónde pone los porotos? Para algunos espacios en decadencia, parece que sí.
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Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc