Se cumple un nuevo aniversario de la llamada “Noche de los lápices”. En los tiempos actuales la ultraderechista La Libertad Avanza intenta desplegar su discurso negacionista del genocidio de clase ejecutado por la última dictadura militar. Hoy es más necesario que nunca homenajear a los 10 estudiantes secundarios secuestrados en la ciudad de La Plata aquel 16 de septiembre de 1976 y a los 30 mil compañeres desaparecidos.
Walter "Pata" Moretti @patamoretti
Lunes 16 de septiembre 12:20
La vicepresidenta Victoria Villarruel, como fiel integrante de la familia castrense y familiar directa de genocidas, no solo es la más ferviente impulsora del discurso negacionista sino que también es una activa defensora de los genocidas. Es conocida una denuncia sobre distintas visitas de Villaruel al represor Miguel Etchelotaz, quien bajo la dictadura fue parte de la comandancia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires cuando los 10 jóvenes estudiantes platenses fueron secuestrados -la mayoría eran menores de 18 años- y luego víctimas de torturas y tormentos ejecutados en distintas dependencias de la policía bonaerense liderada por Camps y Etchecolatz que Villaruel visitaba en la cárcel. Pero todo esto se vuelve mucho mas grave porque este año, un grupo de diputados de La Libertad Avanza fue a visitar a los genocidas de la dictadura a la cárcel de Ezeiza, como vemos la impunidad sigue haciendo estragos a 48 años de la “Noche de los lápices”. Sin embargo, en esta nota repasamos los detalles de una noche infame e intentamos recuperar las lecciones que nos ofrece la historia para preparar los combates del presente y del futuro.
El sangriento operativo denominado la "Noche de los lápices", según consta en un documento firmado por el Comisario General Alfredo Fernández, que años después fue hallado en la propia Jefatura policial, tenía el claro objetivo quebrar a la vanguardia estudiantil platense que durante el año 1975 fue protagonista de la importante lucha por el boleto secundario, una pelea que había llegado a ocupar el centro de la vida política de La Plata durante el último gobierno peronista encabezado por Isabel Martínez de Perón. En aquel documento, los represores dejaban en claro su intención de terminar con lo que ellos definían como el "accionar subversivo que se había instalado en las escuelas".
La irrupción de la juventud secundaria en "el 75 platense"
El año 1975 fue muy convulsivo en el país y la ciudad de La Plata no se quedó al margen. Durante ese año el movimiento obrero de las principales concentraciones del GBA se puso de pie, desafió al entonces gobierno peronista con la primera huelga general, derroto al "Plan Rodrigo" (ministro de Economía), impuso la retirada López Rega (ministro de Desarrollo Social e impulsor de las bandas parapoliciales de la "Triple A" -Alianza Argentina Anticomunista-). Además los trabajadores crearon sus propias organizaciones de lucha, las Coordinadoras Interfabriles. La lucha de los estudiantes fue parte de ese ascenso de la lucha de clases. Para profundizar sobre este periodo recomiendo la lectura del libro "Insurgencia Obrera”de Ruth Warner y Facundo Aguirre.
Desde el comienzo de las clases de aquel año, la escalada inflacionaria y el colosal aumento de la carestía de la vida, había colocado en primer plano el reclamo de un boleto secundario que abaratara el costo del transporte que sufríamos a diario los estudiantes y nuestras familias. También luchábamos contra el autoritarismo que se vivía en escuelas de la ciudad. Pronto comenzaron las asambleas y empezaba a tomar cuerpo la "Coordinadora por el boleto secundario" que reunía los principales colegios de la ciudad. Así se llegó al mes de septiembre de 1975 -justo un año antes que se corporizara el ataque de la "Noche de los lápices"-.
Ante la falta de respuesta por parte de los funcionarios del gobierno peronista, el día 4 se realizó en el Normal 2 una asamblea que reunió a más de 300 estudiantes, en su mayoría éramos delegados de escuela; allí se confirmó para el día siguiente la movilización en el centro platense para imponer el boleto secundario. Hubo un acuerdo total de realizar la manifestación a pesar de que en esos primeros días de septiembre se vivía un momento muy duro. La misma noche en que se realizaba la mencionada asamblea realizada en el Normal 2, ocho jóvenes militantes del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) fueron secuestrados por bandas de la Triple A y luego aparecieron acribillados en la zona costera de Punta Lara. Ante este panorama represivo se resolvió organizar una seguridad propia (integrada por representantes por escuela) para defendernos de las amenazas de ataques. Así, el día 5 transcurrió la movilización al ministerio de Obras Públicas provincial ubicado en la esquina de 7 y 58 de La Plata (allí funcionaba la Secretaría de Transporte); el ministerio estaba rodeado por cientos de integrantes de la Infantería y la Policía montada bonaerense que rápidamente armaron una provocación para desatar una feroz represión que se extendió durante horas por las calles del centro platense.
En aquellos hechos de septiembre terminaba de irrumpir el movimiento estudiantil platense que en medio de la crisis del gobierno peronista se había inspirado en las movilizaciones obreras que se habían desarrollado durante los meses de junio y julio de aquel convulsivo 1975. De aquellas jornadas obreras habíamos participado estudiantes de distintas escuelas de la ciudad: habíamos recibido en los accesos de la ciudad a las columnas que llegaban desde el Astillero Río Santiago y de Propulsora, con ellos nos movilizamos hasta la CGT regional al grito de "14250 o Paro Nacional" compartimos la resistencia a los ataques de policía, la burocracia y las bandas fascistas de la Triple A y de la CNU (Concentración Universitaria Nacionalista) y nos sumamos a los enfrentamientos que se extendieron por distintas calles de la ciudad. Aquellas jornadas fueron como un "bautismo de fuego". En la capital bonaerense, en medio de la crisis del último gobierno peronista, se empezaba a foguear un nuevo movimiento estudiantil secundario y resurgían las posibilidades de unidad obrero estudiantil que finalmente fue impedida por los "des tiempos" provocados por la traicionera política de la burocracia sindical peronista.
La lucha por el boleto se había ganado un importante apoyo popular en toda la ciudad y con esa fuerza a favor el gobierno tuvo que retroceder y finalmente en las primeras horas del 13 de septiembre se conoció el decreto 6809 del ministerio de Obras Públicas y el gobernador Victorio Calabró lo puso en vigencia. La lucha estudiantil había triunfado y por primera vez en La Plata existía un boleto secundario popular. Calabró era un hombre fuerte de la UOM y sus huestes organizadas en la CNU, los mismos que desde el principio del reclamo estudiantil se habían convertido en una avanzada que nos atacaba físicamente, nos montaba distintas provocaciones y se nos infiltraba como había sucedido días antes durante la marcha del 5; ahora se encontraban confundidos y desorientados por el triunfo estudiantil.
Pero a partir del golpe del 24 de marzo de 1976, la policía bonaerense y las fuerzas de seguridad volvieron a colocar la mira sobre nosotros; la instauración de la dictadura militar les allanó el camino para preparar su contraataque contra la lucha estudiantil y directamente aniquilar a la vanguardia de la juventud secundaria que había irrumpido en "el 75 platense". El sangriento operativo de la "Noche de los Lápices" fue esencial para la imposición de ese contraataque; se habían conjurado para terminar con "un potencial semillero subversivo" (tal como ellos lo definían) de jóvenes secundarios que nacíamos a la vida política enfrentando al régimen y al gobierno peronista y que nos habíamos incorporado a la lucha de clases para enfrentar la crisis económica que nos golpeaba a nosotros y a nuestras familias. Recuerdo que cuando logramos el boleto secundario, mi papá me felicitó por haber aportado para sostener la alicaída economía familiar.
Personalmente siempre sentí un gran orgullo de haber sido parte de la experiencia de aquella generación y al calor de la misma haber iniciado mi vida militante. Por aquel tiempo apenas tenía 15 años y cursaba el tercer año en el ENET N° 1. Era uno de "los pibes de los industriales" que, como escribe María Seoane en su libro sobre la Noche de los Lápices, nos movilizábamos "nutridos de nuestras limas, los overoles y las reglas ¨T¨". En síntesis, la experiencia de los secundarios platenses de 1975 hoy nos puede nutrir con sus enseñanzas para enfrentar los ataques y ajustes que aplica el gobierno neoliberal de Javier Milei y la "oposición" dialoguista a pedido del FMI.
La "Noche de los Lápices": un operativo miserable y cobarde para silenciar a una juventud que los desafiaba
En la noche del 16 de septiembre fueron secuestrados en distintos puntos de la ciudad Claudio de Acha (17), María Claudia Falcone (16); Francisco López Muntaner, María Clara Ciocchini, Horacio Ungaro (17) y Daniel Racero (18). Los ataques se continuaron los días siguientes: el 17 de setiembre fueron secuestradas Emilce Moler (17) y Patricia Miranda (17) y finalmente, el 21 - el propio Día de los Estudiantes- también fue secuestrado Pablo Diaz. Aquel semejante operativo fue "bautizado" por la propia policía bonaerense con el sádico nombre de "La Noche de los Lápices". Si bien las órdenes de detención fueron establecidas desde el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército; los secuestros corrieron por cuenta de integrantes de la Policía de la Provincia de Bs.As con la colaboración de la Marina. Como había sucedido con los secuestros de decenas de obreros del Astillero Río Santiago a partir del mismo día del golpe militar del 24 de marzo de 1976 los vehículos (los famosos Falcon verdes) para realizar el secuestro de los 10 estudiantes platenses también habían salido desde las instalaciones Batallón de Infantería de Marina (BIM 3) ubicado en los límites entre las ciudades de La Plata y Ensenada. A partir de los secuestros y luego de varios días de ser víctimas de violentas torturas, los estudiantes fueron trasladados por distintos centros clandestinos de detención que en todos los casos funcionaban en distintas dependencias de la policía bonaerense ubicadas en la propia ciudad de La Plata y en diferentes lugares de la zona sur del conurbano bonaerense. La propia CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), creada por el gobierno de Alfonsín en el año 1983, estableció que "los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer aberrantes tormentos en los centros clandestinos de detenciones conocidos con el nombre de Pozos de Arana (ubicado en las afueras de la ciudad de La Plata, NdR ), de Banfield y Quilmes así como en la propia Jefatura de la Policía bonaerense y en las comisarías 5°, 8° y 9° de la misma ciudad y en la comisaría 3° de Valentín Alsina entre otros lugares".
Según el testimonio de Nelva Méndez, madre de Claudia Falcone, se presume que habrían sido fusilados a principios de enero de 1977. De los 10 estudiantes secuestrados a partir de aquel 16 de setiembre de 1976, seis de ellos (Claudio de Acha, María Claudia Falcone, María Clara Ciocchini, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro) siguen desaparecidos, aunque hoy los ultraderechistas de La Libertad Avanza pretendan negarlo.
Hoy, a 48 años de aquellos hechos, la lucha continúa y nuestras energías seguirán puestas para construir una organización revolucionaria de trabajadores, mujeres y jóvenes estudiantes que esta vez nos permita vencer.
A modo de un breve homenaje a les mártires de la "Noche de los Lápices
El 22 de junio de 2023, el querido amigo y compañero, Cesar Gómez me invitó a una función especial de su unipersonal "Inespulnable" en las instalaciones del ex "Pozo de Banfield". Era la primera vez que estaba en aquel lugar que a pesar de haber sido maquillado y remodelado no puede esconder su siniestra historia.
La obra transcurre en los años de la niñez y la primera adolescencia del propio Cesar en el barrio de Villa Centenario, particularmente en la canchita donde él y sus amigos pasaban los días jugando al fútbol. El potrero estaba al lado del pozo, lo separaba "un paredón enorme, altísimo e inespulnable" tal como declamaba el personaje de la obra al que le costaba pronunciar la palabra “inexpugnable”. Según la narrativa del cuento los pibes de Villa Centenario se sentaban a la sombra del paredón para descansar entre partido y partido y en ese tiempo se dedicaban a golpear sobre el mismo y en un momento empezaron a sentir que cada golpe era respondido desde el otro lado. El misterioso entretenimiento se continuó por varios días hasta que los golpes dejaron de tener respuesta. La obra estaba llegando a su final mientras pensaba que el silencio nunca nos hizo callar: las y los queridos mártires de la Noche de los Lápices siguen vivos en nuestros corazones y en la lucha por la transformación socialista de este mundo miserable para alcanzar una vida que valga la pena de ser vivida.
Cada golpe que los pibes de Villa Centenario recibían del otro lado del paredón me hizo imaginar que volvía a sentir cerca a mis compañeras y compañeros secundarios del ´75, como los sentía 47 años atrás cuando surcábamos juntos las calles con nuestra lucha, cuando compartíamos las "tertulias de rateros" en el recordado bar "Don Julio" de 6 y 49 donde pasábamos horas charlando de estrategia política (en su mayoría ellos y ellas eran militantes peronistas de la UES) de música y de amores; cuando las hermosas plazas de la ciudad eran nuestras; cuando formábamos parte de aquel "semillero" de jóvenes que cuestionábamos el orden imperante.
A 48 años volvemos a levantar nuestros puños para gritar una vez más: ¡¡María Clara, Claudio, María Claudia, Francisco, Daniel y Horacio, presentes, ahora y siempre!!
Walter "Pata" Moretti
Junta Interna de ATE - Ministerio de Desarrollo Social PBA