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Armas de la critica

SUPLEMENTO

Nueva publicación: Sobre el materialismo, de Sebastiano Timpanaro

Entrevista con Juan Dal Maso

Variación de la tapa original del libro publicada por Ediciones IPS

Nueva publicación: Sobre el materialismo, de Sebastiano Timpanaro

Lucio Prieto

Ezequiel Silva

Ideas de Izquierda

En los próximos días estará en la calle Sobre el materialismo, de Sebastiano Timpanaro. Desde Armas de la Crítica conversamos con Juan Dal Maso -quien participó de la edición del volumen y es autor, junto con Ariel Petruccelli, de la presentación del libro- sobre los contenidos de esta publicación de Ediciones IPS, que inaugura la nueva colección de Marxismo y Filosofía de la editorial.

Antes que nada, contanos un poco sobre la nueva colección que inaugura Ediciones IPS con este libro

Sí, la idea con esta colección de Marxismo y Filosofía es publicar obras de autores marxistas que hayan abordado de manera específica distintos aspectos de las problemáticas filosóficas, así como -tal su nombre lo indica- la relación entre filosofía y marxismo. En su Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, Engels planteó este tema de que el proletariado alemán era el heredero de la filosofía clásica alemana. Él se refería a la identificación entre el movimiento de la clase obrera y su organización política (en ese momento la socialdemocracia) y la continuidad de la actitud teórica que había sido característica del pensamiento filosófico del idealismo alemán, luego de la descomposición del sistema hegeliano y de la superación de la izquierda crítica hegeliana por el desarrollo del capitalismo y la lucha de clases. En este texto, Engels auguraba también el fin de la filosofía tradicional y su disolución en "la lógica y la dialéctica". Aclaremos, de paso, que su interés en el desarrollo de las ciencias fácticas, particularmente las ciencias naturales, reforzaba su convicción de que los sistemas filosóficos de tipo tradicional habían sido superados por la historia.

Pero, en definitiva, por una serie de razones históricas y políticas, la filosofía no solo no se terminó, sino que continuó su actividad en paralelo con el desarrollo de la lógica y las ciencias durante el siglo XX, disputando sus exponentes muchas veces con el marxismo en torno de problemas como la explicación de la historia, la concepción de la naturaleza humana o la experiencia del ser humano ante el mundo moderno, la concepción de la política, etc. En este marco, aunque en segundo plano comparado con problemas económicos o políticos, el tema de la relación entre marxismo y filosofía nunca se dejó de debatir al interior del marxismo de la II y la III Internacionales hasta la Segunda Guerra Mundial. La discusión se hizo más amplia en los años de la segunda posguerra, ya con un escenario distinto. La cuestión sigue en debate -por distintas vías- en la actualidad, tanto al interior de quienes reivindican el marxismo y ofrecen distintas lecturas del problema, como entre las corrientes antimarxistas, que suelen atribuirle determinadas posiciones filosóficas y epistemológicas. Y digo epistemológicas también porque el marxismo siempre estuvo vinculado a algún tipo de lectura de la relación entre la política revolucionaria y el conocimiento científico, lo cual se ocupan de recordar las tendencias antimarxistas cuando dicen -con más hábito que consistencia- que Marx era "positivista".

Este libro de Sebastiano Timpanaro que inaugura la nueva colección, se toca -por los temas tratados- con otros trabajos publicados en los últimos años por Ediciones IPS en las colecciones Ciencia y Marxismo y Ecología y Marxismo, pero sobre todo en la colección Debates Marxistas Contemporáneos, particularmente Althusser y Sacristán (2020), que escribimos Ariel Petruccelli y yo, en lo que tiene que ver con la relación entre marxismo, filosofía, ciencia y dialéctica. También guarda relación con Tras las huellas del marxismo occidental (2022), de Santiago Roggerone, en cuanto al panorama del marxismo (o una parte de él) en la segunda mitad del siglo XX. Timpanaro tuvo mucha influencia en Perry Anderson, que fue el sistematizador de la categoría de “marxismo occidental”, cuestión que Roggerone también rescata. Con esto no quiero decir que estos tres libros digan lo mismo, más bien diría que dicen cosas bastante distintas, pero sí busco señalar que los de este libro son temas sobre los que venimos reflexionando, reflexión en la que habría que incluir también de manera destacada diversas intervenciones en Ideas de Izquierda, particularmente las de Ariane Díaz, sobre marxismo, dialéctica y filosofía, por nombrar las más recientes.

¿Quién fue Sebastiano Timpanaro y por qué decidieron publicar este libro como el primero de esta nueva colección?

Sebastiano Timpanaro (1923-2000) fue un investigador de filología clásica y literatura italiana, escribió varios libros, de los que se puede mencionar La filología de Giacomo Leopardi (1955), La génesis del método de Lachmann (1963), Clasicismo e Iluminismo en el Ochocientos italiano (1965), Sobre el materialismo (1970), Antileopardianos y neomoderados en la izquierda italiana (1982). Si se sigue el esquema de Perry Anderson -del cual no soy muy partidario- y se lo ubica dentro del llamado “marxismo occidental”, hay que decir que su participación en esa categoría sería muy pero muy específica y también incómoda. Dedicado al estudio de la filología y la literatura, interesado en uno de los poetas italianos más renombrados de todos los tiempos, se embarcó a su vez en una polémica sólida, bien fundamentada, pero también muy áspera, incluso -como el mismo decía- un poco unilateral o un poco rústica, en defensa del materialismo, que a su vez se articula con una muy original vinculación del marxismo con Leopardi. Además, Timpanaro fue militante del ala izquierda del Partido Socialista Italiano, luego integrante del Partido Socialista Italiano de Unidad Proletaria y después fue parte del Partido de Unidad Proletaria. Estas dos últimas formaciones políticas estuvieron ubicadas claramente a la izquierda de la socialdemocracia y del Partido Comunista Italiano, con posiciones más afines a la democracia de base y la independencia de clase. En síntesis, estamos ante todo un personaje.

Este libro de Timpanaro, publicado en italiano en 1970 por la editorial Nistri/Lischi (que gentilmente nos cedió los derechos para poder publicarlo en esta oportunidad), traducido al castellano unos años después, es una intervención muy original, que aborda la cuestión de los fundamentos filosóficos del marxismo, desde una mirada crítica respecto de las características del debate marxista europeo-occidental de la segunda posguerra. Timpanaro pensaba que lo que unía distintas lecturas del marxismo europeo en esos años era el rechazo del materialismo. Sartre, los marxistas humanistas y praxeológicos, Althusser (especialmente el de la "edad de oro"), los comunistas italianos con su lectura humanista-historicista-liberal de Gramsci, competían, según Timpanaro, en quién se presentaba más lejos del materialismo. Otros, como Lucio Colletti, que no pertenecía a la corriente principal del PCI en términos teóricos y trataba de reivindicar el materialismo, lo hacía de manera inconsecuente y ubicando a Engels como creador del marxismo vulgar y repetidor de Hegel al mismo tiempo.

La propuesta de publicarlo fue de nuestro compañero Emilio Albamonte, fundador del PTS, que es un lector entusiasta de Timpanaro. Nos pareció que era una buena oportunidad de promover el debate marxista sobre la cuestión del materialismo, en un contexto en el que priman posiciones más bien antimarxistas, tanto en la filosofía como en las ciencias sociales (con las excepciones del caso). Además, como decía antes, son debates que nos interesan y sobre los que venimos planteando distintas intervenciones.

¿Cuáles son los principales debates de este libro?

El libro tiene cuatro capítulos, tres de ellos son textos que habían sido publicados previamente en la revista Quaderni Piacentini y constituyen los primeros tres capítulos del libro: “Consideraciones sobre el materialismo”, “Praxis y materialismo” y “Engels, materialismo y ’libre arbitrio’”. El cuarto capítulo, escrito especialmente para la publicación del libro es “El estructuralismo y sus sucesores”.

Timpanaro partía de la idea que te comentaba antes: para él, el marxismo europeo-occidental de la segunda posguerra, buscaba todas las formas de evitar ser identificado como materialista. Pero esta circunstancia, para Timpanaro, se remontaba a los años ’20, con autores como Karl Korsch o Lukács. La razón era la presión que el pensamiento burgués -hegemonizado por la “reacción antimaterialista”, también conocida como “reacción antipositivista”- ejercía sobre el marxismo en Europa. Acá me interesa señalar esta caracterización de la reacción antimaterialista. A diferencia de otros marxistas, como Lukács, Gramsci y sobre todo Mariátegui, que decía que La evolución creadora de Bergson había sido más importante que la creación de Yugoslavia, el crecimiento de tendencias subjetivistas, voluntaristas, vitalistas y relativistas, en los primeros años del siglo XX, para Timpanaro no tenía nada de afín con el marxismo. Tampoco consideraba que la fenomenología, el existencialismo o la filosofía de la ciencia de tipo platonizante o el estructuralismo pudieran ser puntos de apoyo para el marxismo. En su mirada, la cuestión del materialismo remitía a los condicionamientos biológicos de la vida social de las personas y en función de ello cuestionaba que se pudiese considerar que los seres humanos vivían en un ambiente totalmente artificial, sin otros condicionamientos que los de la propia praxis social o -peor aún- los del pensamiento teórico o el lenguaje. La materialidad de la realidad era irreductible a sus aspectos sociales, culturales o simbólicos. De allí que, en polémica con quienes resaltaban el rol activo de la praxis como forma de esquivar la discusión sobre las determinaciones materiales de esa praxis, resaltaba que el “lado activo” era “precisamente eso, un lado” y que no se podía dejar de lado el elemento de pasividad que existía en la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Acá con pasividad se refería a la circunstancia de que las personas organizadas socialmente no solamente actuaban sobre la naturaleza, sino que esta actuaba también sobre aquellas y que esta actuación de la naturaleza sobre la sociedad humana era determinante y en, última instancia, ineludible (lo cual se puede ver, aunque parezca una obviedad, en que la gente se muere).

En el tercer capítulo, Timpanaro acometía una polémica más específica, muy interesante para pensarla en su contexto. Es una de las cosas más impopulares que se podían hacer en los años ’60 y ’70 en la escena del marxismo académico (pero también en buena medida entre la extrema izquierda) en Europa occidental: una defensa de Engels. La discusión era contra Lucio Colletti, autor del clásico libro El marxismo y Hegel (1969) y Timpanaro le cuestionaba su planteo de considerar a Engels como el fundador el marxismo vulgar -separado del “sofisticado” Marx-, tanto como la lectura de la Dialéctica de la naturaleza como si esta obra fuera una mera réplica de la dialéctica hegeliana en el análisis de las ciencias naturales. Timpanaro consideraba que el tema de la formulación de leyes dialécticas era complejo, dado que resultaba dificultoso precisar el concepto de ley tanto como su carácter específico. Tenía muchas reservas al respecto. Pero, a su vez, destacaba que para Marx y Engels esta tentativa estaba ligada a la comprensión de los procesos de la realidad, a diferencia de las posiciones de tipo subjetivista o idealista. Desde allí, Timpanaro cuestionaba la reivindicación de Kant puesta en práctica por Colletti como antecedente del materialismo marxista, así como rescataba la concepción de Engels respecto de la relación entre la sociedad y la naturaleza, en términos que podrían ser perfectamente compatibles con una mirada marxista atenta a las problemáticas ecológicas.

El último capítulo constituye un análisis detallado del desarrollo del estructuralismo en la lingüística, que para Timpanaro se había realizado bajo la presión de las tendencias antimaterialistas. Pasaba luego Timpanaro a la polémica con Lévi-Strauss, a quien consideraba un autor que había degradado el estructuralismo, haciendo una mezcla de “cientificismo matematizante” e intuición estética solo accesible al propio Lévi-Strauss. Desde aquí, Timpanaro consideraba inconsistente la tentativa althusseriana de releer el marxismo bajo la inspiración estructuralista. Cabe aclarar que Timpanaro discutía con la imagen instalada del Althusser de la “edad de oro”, sobre todo el de Para leer El Capital, pero le atribuyó algunas posiciones que este no sostuvo, como la de que el capitalismo era una estructura impermeable a las crisis, como señalamos en la presentación que escribimos con Petruccelli. Sin embargo, y más allá de Althusser, del cual la publicación de su obra póstuma ha permitido trazar una imagen diferente de la tratada por Timpanaro en su momento, la reflexión sobre las incompatibilidades entre marxismo y estructuralismo resulta sugerente y merece ser tenida en cuenta muy seriamente. Hay otros debates también, como cuando critica el “innatismo” de Chomsky y hay un diálogo con otro filósofo marxista muy importante de esos años, como era Lucien Sève. Pero lo central pasa por el proceso de difusión del estructuralismo desde la lingüística hacia las ciencias sociales y el marxismo y su mutación hacia el postestructuralismo, caracterizado como una “nueva forma de idealismo”, acorde a la “situación político-social” del momento.

¿Cuál es la actualidad de estos debates?

Me parece que hay varios aspectos a considerar. Como intervención realizada en un contexto específico, sirve para conocer mejor un conjunto de debates, desde poder tener otra versión de las discusiones al interior del marxismo italiano de la segunda posguerra, hasta volver sobre las polémicas sobre temas como la relación del marxismo con Hegel, el rol de la praxis y -por supuesto- el lugar del materialismo dentro de la concepción teórica marxista, todos temas en los que Timpanaro aporta una visión propia. Su interés por el “elemento de pasividad” en la relación sociedad-naturaleza, es muy productivo para volver sobre la cuestión ecológica, que de hecho es un punto de reflexión de una parte importante del marxismo actual y su crítica del idealismo y el subjetivismo aporta también para pensar los debates con corrientes antimarxistas que hoy continúan en muchos aspectos las posiciones que criticaba Timpanaro, pero en otro contexto, entre las que se destaca la ideología decolonial, que es antimaterialista, subjetivista y relativista. Junto con Ariane Díaz y Ariel Petruccelli estamos preparando un curso del Campus virtual de La Izquierda Diario para abordar estos debates, el cual estará disponible en la segunda quincena de octubre. Es un libro muy original, que no tiene desperdicio y vale la pena leer y debatir.


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Lucio Prieto

Es miembro del Comité Editorial de Armas de la Crítica. Estudia Psicología y Lic. en Historia en la Universidad Nacional de Rosario. Milita en la Juventud del Partido de los Trabajadores Socialistas.

Ezequiel Silva

Historia-UBA