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Internacional. Ofensiva antitrans en Estados Unidos: entrevista con Enid Brain, de Left Voice

En Estados Unidos, la ofensiva contra los derechos de las personas trans se intensifica a medida que la crisis económica y política se profundiza, marcando pautas para su reproducción en otros países. Enid Brain, docente y militante queer de Left Voice y Bread and Roses en Nueva York nos da un análisis marxista de este fenómeno.

Lunes 26 de junio de 2023 05:20

[1] Woke y antiwoke: la equivalencia en castellano de "woke" (término popularizado en internet) sería "con conciencia", en un sentido que puede referirse al compromiso con las luchas sociales de forma tanto a favor como peyorativa, según la intención del emisor. En el caso del texto, esta es peyorativa.

[1] Woke y antiwoke: la equivalencia en castellano de "woke" (término popularizado en internet) sería "con conciencia", en un sentido que puede referirse al compromiso con las luchas sociales de forma tanto a favor como peyorativa, según la intención del emisor. En el caso del texto, esta es peyorativa.

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Nota publicada originalmente en RP Dimanche: Offensive anti-trans aux États-Unis : entretien avec Enid Brain, militante à Left Voice

En los últimos meses, hemos sido testigos de un creciente número de grandes ofensivas antitrans en Estados Unidos, ¿podrías decirnos cuáles son y cómo están vinculadas a la crisis abierta por y durante la presidencia de Trump?

Este es un debate realmente clave, creo. A menudo existe la idea de que las nociones reaccionarias surgen de forma aleatoria o simplemente como resultado de fenómenos sociales. Esta lógica se ve mucho entre los sectores liberales del movimiento antitrans, que afirman que la reacción antitrans se debe a que ahora hay más personas trans o a que somos más prominentes y visibles. Y, por supuesto, los fenómenos sociales son un factor -y el crecimiento y la visibilidad de la identidad trans ha sido sin duda un factor que ha hecho que haya más interés público entre las masas por la identidad trans-, pero aquí hay un componente político realmente clave.

Estados Unidos está en crisis: una crisis de hegemonía internacional, una crisis económica en desarrollo, una crisis de reproducción social y una crisis política en la que las instituciones del régimen se encuentran en mínimos históricos de aprobación entre las masas. Esta crisis se abrió en 2008 y se profundizó con el ascenso de Trump. Los ataques a los derechos trans y otros derechos democráticos deben entenderse en este contexto de crisis.

Por un lado, podemos entender estos ataques a los derechos trans como parte de un proyecto de construcción de unidad política post-Trump. Trump puso en crisis al Partido Republicano y a todo el establishment político, presentándose y ganando como opositor al establishment, a algunos elementos del régimen y a ciertos elementos del neoliberalismo. Estos factores, además de la política exterior bastante distinta de Trump en comparación con otros presidentes, realmente pusieron al Partido Republicano en una situación difícil a partir de 2020.

Trump es la figura más dominante del Partido Republicano y en gran medida es el líder de la base. Trump fue capaz de unir a muchos sectores dispares del movimiento conservador en el "trumpismo" y mantener a estos sectores dentro del Partido Republicano es clave para que los republicanos retomen el poder en las próximas elecciones. Sin embargo, la contradicción de esto es que el establishment del Partido Republicano, sectores del capital y gran parte del régimen se oponen profundamente a Trump y a los elementos del trumpismo.

Por lo tanto, lo que surgió para resolver esa contradicción (o al menos intentarlo) es lo que hemos llamado "Trumpismo sin Trump", donde la idea es recoger ciertos elementos del trumpismo y tratar de fusionarlos con la política republicana más dominante con el fin de mover el partido más allá de Trump.

Un elemento clave del "trumpismo sin Trump" es la dependencia de las cuestiones sociales -lo que hemos llamado "las nuevas guerras culturales"-, que permiten a los republicanos presentarse contra "el establishment" (definido en sentido amplio) y contra elementos de lo que Nancy Fraser llama "neoliberalismo progresista", el proceso en el que el neoliberalismo incorporó a sectores de los oprimidos a la corriente dominante y les hizo algunas concesiones limitadas.

En lugar de tener que discutir sobre las profundas diferencias políticas internas en torno a la economía y la política internacional, los republicanos pueden unir a toda su base y mantener a la base trumpista en el partido presentándose principalmente sobre una cuestión de asuntos sociales que pueden utilizar como espejismo para pretender hablar a un descontento más amplio sobre el neoliberalismo.

El gobernador de Florida (y aspirante republicano a la presidencia) Ron DeSantis es un ejemplo útil en este sentido, ya que ha hecho que todo su perfil político se base casi exclusivamente en cuestiones sociales, con un enorme protagonismo de los derechos de las personas trans. DeSantis ha acuñado la frase "la guerra antiwoke" [1] para describir su proyecto político y se presenta como una figura que puede restaurar los "valores" estadounidenses tras el neoliberalismo progresista y ha desatado algunos de los peores ataques del país contra las personas trans, los inmigrantes, los trabajadores y muchos otros.

El conservador Ron DeSantis lanza su candidatura por un "Gran Resurgimiento Estadounidense"

La forma de hacer política de estos temas sociales sirve para ocultar las enormes lagunas del resto del programa de DeSantis. Dos ejemplos: tras la quiebra del Silicon Valley Bank, la respuesta de DeSantis fue decir que el banco quebró porque estaba demasiado centrado en la "ser woke", ocultando por completo tanto las razones económicas por las que el banco quebró como las posibles consecuencias de la quiebra del banco. Al apoyarse en cuestiones sociales, DeSantis pudo hablar de un descontento más amplio sobre los bancos y las corporaciones sin proponer realmente nada que pudiera abordar la crisis económica.

Como otro ejemplo, después de anunciar su campaña presidencial, un periodista preguntó a DeSantis por su postura sobre la guerra en Ucrania -un tema en el que el Partido Republicano está profundamente dividido-, a lo que DeSantis respondió que la primera tarea era sacar la "ideología de género" del ejército. Una vez más, podemos ver cómo la política de "guerra antiwoke" sirve para ocultar la falta de soluciones (incluso incompletas e insuficientes) de este sector del Partido Republicano.

La eficacia de esta estrategia es una cuestión abierta. Sondeo tras sondeo muestran que estos ataques son impopulares y que la mayoría del país no siente que estas sean las preocupaciones centrales. Sin embargo, estos ataques siguen avanzando porque son capaces de movilizar a una base que, en el hiperpolarizado mundo de la política estadounidense, es lo que se necesita para ganar elecciones. Queda abierta la cuestión de hasta qué punto será eficaz nacionalizar esta política. DeSantis se encuentra actualmente a la cola de Trump en las encuestas de forma bastante significativa y está luchando para que su "guerra antiwoke" sea tan eficaz como el trumpismo. Sin embargo, el impacto del auge de esta política es que ha empujado la situación política general hacia la derecha. Trump está adoptando una postura más dura en cuestiones sociales para intentar flanquear a sus oponentes de la derecha y Biden y los demócratas se están alejando del apoyo a la comunidad trans con la esperanza de dialogar con un sector del centro que se está viendo conmovido por esta política.

La cuestión del centro también es increíblemente importante. Hay un sector de votantes -mujeres blancas de clase media situadas principalmente en los suburbios- que se encuentran entre el único grupo que "se la juega" en cualquier elección, dado lo polarizado que está el conjunto de la población votante. Tanto los republicanos como los demócratas se dirigen a este centro proponiendo una política específica en torno a las escuelas, los niños, las familias y cualquier otra serie de "cuestiones de la mesa de la cocina". El espectro de la identidad trans se utiliza para decir a estos padres que están perdiendo el control de sus hijos, que las escuelas son "centros de adoctrinamiento cultural marxista", y que los derechos trans "han ido demasiado lejos" y ahora representan un peligro para las mujeres y los niños. Por supuesto, todo esto se basa en mentiras, desinformación y tácticas de miedo reaccionarias. Pero la lógica política es tomar el descontento que este sector siente debido al empeoramiento de sus condiciones de vida, la crisis de la reproducción social y la inestabilidad en general y desviarlo de una ruptura ideológica con el neoliberalismo hacia la creencia de que la cuestión es que sectores de los oprimidos han ganado concesiones.

Estas presiones comenzaron durante la era Trump, pero continúan y se profundizan con Biden. ¿Puede explicar el papel de los demócratas en la actual ola institucional de transfobia?

Los demócratas están respondiendo a las mismas crisis a las que responden los republicanos e intentan atraer a muchos de los mismos votantes. Pero los demócratas tienen que caminar por una línea más precaria de parecer siempre el mal menor, de modo que puedan utilizarlo para empujar a la gente a las urnas y cooptar los movimientos sociales. Así que no pueden cortejar a esos votantes indecisos mostrándose explícitamente contrarios a los trans, porque eso provocaría el rechazo de sectores de su base. Así que, en lugar de eso, básicamente -a nivel nacional- no hablan de los ataques a los derechos de las personas trans más que en los términos más vagos posibles. Por ejemplo, en su discurso anual sobre el estado de la unión ante el Congreso, Biden solo dedicó nueve segundos a los derechos de las personas trans, limitándose a decir que los niños y niñas trans merecen "seguridad y dignidad", pero sin ofrecer ninguna promesa programática o compromiso sobre cómo garantizarlo. En las elecciones de mitad de mandato de 2022, los demócratas apenas hicieron mención a la creciente política antitrans y no la han convertido en ningún tipo de prioridad legislativa en el actual Congreso.

Más bien, a nivel nacional, figuras clave como Barack Obama han intentado distanciar al Partido Demócrata del "exceso de woke". Esto está en consonancia con las conclusiones políticas de sectores del establishment del Partido Demócrata tras la derrota de Hillary Clinton en 2016, que fue un exceso de atención a cuestiones "secundarias" como los derechos trans. Ahora, la idea de que Clinton se centró demasiado en las cuestiones trans y por eso perdió es risible, pero esa lógica se ha vuelto popular en el Partido Demócrata y están tratando de alejarse de las cuestiones sociales que son más controvertidas, sobre todo los derechos trans.

Este es exactamente el mismo arco que vimos en la respuesta de los demócratas a BLM. Comenzaron ofreciendo mucho "apoyo" -incluso mientras supervisaban la represión en todo el país- y luego se convirtieron en el partido de BLM con el fin de ganar las elecciones y luego culparon de cada revés electoral posterior a estar demasiado centrados en BLM y ahora se han convertido en el partido que lucha por una mayor financiación de la policía. Una vez que cooptan y desmovilizan al movimiento, abandonan el apoyo performativo y dejan caer las concesiones que ofrecían a cambio de apoyo. Porque el apoyo a los especialmente oprimidos por parte del Partido Demócrata se basa en el beneficio político y la conveniencia, más que en cualquier compromiso real.

Así que, en este sentido, el papel de los demócratas es permitir estos ataques y ayudar a desplazar la situación hacia la derecha. Al argumentar en contra del "exceso de woke" (signifique eso lo que signifique) están dando espacio a los sentimientos de que los derechos trans "han ido demasiado lejos". Al no abordar esta cuestión a nivel nacional, están liderando de hecho la aceptación de un país en el que los derechos de las personas trans varían mucho de un estado a otro. Así que la elección que se ofrece a las personas trans es la elección entre un país donde los derechos trans son ilegales a nivel federal (lo que ofrecen los republicanos) o uno donde sólo son ilegales en la mitad del país (lo que ofrecen los demócratas.) Esta es una lógica común para los EE.UU. - después de todo, el país se fundó sobre un acuerdo donde los derechos variaban de estado a estado al máximo nivel - y que los demócratas esperan utilizar para pintarse como salvadores de la comunidad trans.

En medio de los ataques antitrans y antigay, hemos visto cómo se cuestionaban y retrocedían los derechos reproductivos en varios estados de voto predominantemente republicano. ¿Cómo puede explicarse este ataque conjunto en el panorama político actual?

Además de los elementos políticos que he descrito anteriormente, creo que una pieza importante del contexto para entender estos ataques en la crisis de la reproducción social. El neoliberalismo ha sumido a Estados Unidos en una grave crisis de reproducción social, ya que los trabajadores tienen que trabajar más y durante más horas, los servicios sociales han sido privatizados o eliminados, y el aumento del estrés de los trabajadores ha provocado un crecimiento de crisis sociales como la drogadicción, el suicidio y los tiroteos en las escuelas. Esta crisis es aguda y puede observarse en muchos ámbitos. Desde la continua escasez de trabajadores de la sanidad y la educación hasta la baja tasa de matrimonios, pasando por la baja tasa de natalidad y las crisis sociales anteriormente mencionadas, esta crisis general de reproducción social se ha convertido en un reto significativo para el capitalismo, especialmente en Estados Unidos, donde un debate estratégico clave es cómo orientarse hacia una competencia con China.

Un impacto clave de esta crisis es que ha ejercido una gran presión sobre la familia nuclear, que es una institución vital de la reproducción social capitalista. Debido a los estragos del neoliberalismo, la gente se casa menos y más tarde, tiene menos hijos y lucha por estar presente para esos hijos como los padres podían estarlo en una época en la que sólo uno de los padres tenía que trabajar o los padres trabajaban menos horas.

Estos ataques al aborto y a los derechos de trans son, en mi opinión, un intento de abordar este problema, además del cálculo político del que hablaba en una pregunta anterior. La lógica es que, con una mayor intervención del Estado, la familia nuclear puede volver a centrarse como el lugar principal de la reproducción capitalista, incluida la reproducción ideológica.

La familia y la escuela son históricamente los lugares donde se inculca a los jóvenes la ideología del capitalismo, pero, debido al debilitamiento de estas instituciones y al crecimiento de Internet -que da a la gente, incluida la juventud, un acceso sin precedentes a la información-, han perdido protagonismo a la hora de, a falta de una palabra mejor, adoctrinar realmente a los jóvenes en la ideología de este sistema. Así que cada vez vemos a más jóvenes descubrir sus identidades, radicalizarse (tanto a la izquierda como a la derecha) en torno a cuestiones políticas y plantear un mayor cuestionamiento del capitalismo.

Se trata de tendencias preocupantes para el régimen y el capitalismo, ya que muestran que la hegemonía ideológica del capitalismo en general y del neoliberalismo en particular se está debilitando, sobre todo entre los jóvenes, a quienes hemos visto a la vanguardia tanto de los movimientos sociales como de las luchas obreras. Así que el intento es volver a centrar la familia nuclear y dar a los padres más control sobre sus hijos y también reestructurar el currículo escolar para servir más eficazmente a las necesidades ideológicas del capitalismo.

Para conectar esto con el aborto, podemos ver que los ataques al aborto forman parte de un ataque generalizado a la autonomía corporal que vuelve a centrar al Estado como actor clave a la hora de decidir lo que podemos y no podemos hacer con nuestros cuerpos. Se trata de una intervención más profunda del Estado en la vida privada que es necesaria -desde una perspectiva capitalista- para empezar a resolver la crisis de reproducción social en curso, dado que el Estado y el capital tienen más limitada su capacidad de hacer concesiones en el momento actual debido a la crisis de acumulación.

La financiación total de los programas sociales, la reducción de la jornada laboral y cualquier otra forma potencial de abordar la crisis de reproducción social no están realmente sobre la mesa para el capital en el momento actual. Así que se necesita una mayor intervención del Estado de forma autoritaria para restablecer y recentralizar estas relaciones capitalistas vitales.

A mayor escala, estamos observando que una parte de la derecha está uniendo fuerzas con fuerzas más reaccionarias de la extrema derecha estadounidense, por ejemplo con la protesta Gender Critical, en la que se presenciaron saludos nazis.

Esta es una cuestión realmente interesante y que todavía estoy intentando estudiar. La extraña unidad entre sectores del llamado "feminismo radical" con la extrema derecha (incluida la extrema derecha explícitamente fascista) es un fenómeno internacional que exige un análisis más profundo del que dispongo ahora mismo. Pero lo que sí diré, es que creo que ésta es la conclusión lógica de los problemas teóricos clave que los marxistas llevan años planteando al feminismo radical.

El feminismo radical oscurece el Estado e ignora la clase para centrarse únicamente en las relaciones de género, que entienden de forma hiperbinaria. No reconocen ni admiten el papel que desempeñan el Estado y el capitalismo en el mantenimiento y la imposición del patriarcado y, en su lugar, ven el patriarcado como un contagio social que vive de forma un tanto independiente en los corazones y las mentes de los individuos.

Debido a esto, son capaces de malinterpretar profundamente la identidad trans como una acomodación al patriarcado y, de alguna manera, un ataque a la feminidad contra el que hay que defenderse. Esta extraña conclusión les lleva a adoptar posturas cada vez más reaccionarias sobre la cuestión trans.

Estas posiciones reaccionarias les llevan a los brazos de la extrema derecha y del Estado. En lugar de ver el patriarcado como algo potenciado y protegido por el capitalismo -ya que la opresión de las mujeres y otras minorías de género es central y fundacional del sistema capitalista- y luego institucionalizado e impuesto por el Estado, ven la lucha contra el patriarcado como una lucha entre hombres y mujeres. Así que, dado este marco, ven a las personas que pasan de un género (un punto fijo dentro de su marco) a otro como un intento de infiltrarse en la feminidad o un intento de escapar de ella. Por eso estos sectores enmarcan a las personas femeninas como "depredadoras" y a las trans masculinas como "víctimas".

Desde este marco, dadas las conclusiones sobre la supuesta insidia de la identidad trans, tiene todo el sentido que el feminismo radical recurra al Estado para proteger a las mujeres, ya que no ven cómo el Estado es en sí mismo un instrumento de opresión de las mujeres. Este giro hacia el Estado para "protegerse" contra la identidad trans las sitúa en total alianza con la extrema derecha, que busca utilizar el Estado para reprimir a las minorías de todo tipo y utilizar el poder del Estado para imponer una comprensión deformada de la "moralidad". Estos sectores, por supuesto, no defienden la liberación de las mujeres en absoluto, pero estos sectores del llamado "movimiento crítico de género" están siendo profundamente oportunistas e intentan construir una alianza más amplia contra las personas trans para implementar su agenda reaccionaria.

Cada mes del orgullo, estamos acostumbrados a ver a los capitalistas adornando la bandera del Arco Iris. Este año, algunos de ellos no han optado por el pinkwashing, y algunos incluso han retirado sus productos de las estanterías, como ha hecho Target. ¿Cuál es su análisis al respecto?

El pinkwashing o “lavado rosa” como trampa del capitalismo

Es una pregunta interesante que, para mí, revela lo que los de izquierdas llevamos años diciendo: que el giro hacia el capitalismo arco iris era puramente oportunista y que lo abandonarían en cuanto no fuera rentable. Y eso es exactamente lo que estamos viendo. Estas corporaciones que se cubren de arco iris cuando pueden distraer la atención de sus terribles prácticas laborales y venden merchandising del orgullo cuando es rentable, están empezando a cortar y huir cuando hay incluso una pequeña reacción de la derecha.

Esto nos demuestra que estas empresas nunca son nuestros aliados y sólo están interesadas en "apoyar" a la comunidad queer cuando les resulta rentable. Más bien, nuestros aliados son los trabajadores de esas empresas. Un ejemplo perfecto para mí fue cuando Disney - un importante agente capitalista en Florida - básicamente se negó a tomar una posición en contra de DeSantis hasta después de que sus trabajadores organizaron un paro para obligar a la corporación a tomar una posición más fuerte. Estos trabajadores son los verdaderos aliados del movimiento queer, no las corporaciones que comercializan con nosotros con el fin de tomar nuestro dinero y ocultar el maltrato de sus trabajadores.

En los últimos años, hemos visto el ascenso de una nueva generación política en la juventud y en la clase trabajadora, con las importantes huelgas en los almacenes de Amazon, que llevaron a la teorización de la "Generación U". Desde la perspectiva de LV, ¿qué lugar debería ocupar esta generación en la lucha contra la transfobia de Estado?

¿Qué es la generación "U" en Estados Unidos?

Me alegro mucho de que preguntes esto porque unir el nuevo movimiento sindical con el movimiento por los derechos trans es fundamental. Gen U, como hemos denominado a este nuevo fenómeno de jóvenes trabajadores que revitalizan el movimiento sindical, demuestra que la vieja mentira de que la clase trabajadora está formada únicamente por hombres cis, blancos y heterosexuales con cascos de protección es una mentira.

La clase obrera es diversa, multirracial, multigénero y queer. Y Gen U representa eso, hemos visto muchas campañas sindicales (en Starbucks y en otros lugares) lideradas por trabajadores queer que luchan, en parte, por mejores condiciones para los trabajadores queer y trans. Esta nueva generación es muy consciente del clima político general y está empezando a darse cuenta de que los ataques a los derechos democráticos y la lucha por unas mejores condiciones laborales y salariales no están desconectados. Más bien, forman parte de la misma lucha contra el sistema que nos explota y nos oprime.

Aunque estas conclusiones son todavía incipientes, el papel de la izquierda en el momento actual es luchar para que estos nuevos sindicalistas lleven la conclusión hasta el final: que necesitamos unir el movimiento obrero con los movimientos sociales en una organización propia que pueda luchar contra todo el sistema capitalista. Estos trabajadores de la Gen U pueden demostrar esto al resto del movimiento sindical utilizando sus sindicatos para luchar contra los ataques a los derechos trans a través de acciones en el lugar de trabajo, solidarizándose e incluso haciendo huelgas para romper estas leyes.

Con Left Voice y su grupo feminista, Bread & Roses, unisteis fuerzas con la juventud trans de Nueva York particularmente durante la Marcha de la Visibilidad Trans del 31 de marzo, ¿puedes explicar por qué pensasteis que esta alianza era importante?

Absolutamente. NYC Youth for Trans Rights (NYCY4TR) era una nueva organización que surgió orgánicamente a raíz del asesinato de Brianna Ghey y estos jóvenes se reunieron en Internet y con sus amigos y decidieron que no podían permitir este asesinato. Así que salieron de la escuela y organizaron una protesta. Y nosotros -como LV y Bread and Roses- fuimos a su primera acción, que fue realmente pequeña, y entablamos una relación con los organizadores que desarrollamos a medida que íbamos a sus futuras acciones. A medida que se acercaba el Día de la Visibilidad Trans, tanto nosotros como NYCY4TR sentimos que era muy importante no dejar pasar el día, en el momento actual, sin una movilización. Así que organizamos una marcha bastante considerable -la única en NYC- para demostrar que podemos y debemos construir un movimiento por los derechos trans, independiente de los demócratas y las ONG.

Para nosotros era importante unirnos a la vanguardia de la juventud queer porque han estado realmente en la vanguardia de la defensa contra estos ataques. Han estado saliendo de las escuelas de todo el país, organizando protestas y agitando en torno a la defensa de estos ataques en un grado mucho mayor que básicamente cualquier otro sector del movimiento queer, que en el momento actual, está realmente inactivo porque se quedó tan ligado a las ONG y al Partido Demócrata que están trabajando activamente para desorganizar la resistencia a estos ataques en favor de simplemente empujar a todo el mundo a las urnas y a la recaudación de fondos políticos. Estos jóvenes queer están mostrando los primeros signos de un camino a seguir para defender estos ataques y queríamos realmente participar en esa experiencia con ellos.

La lógica de la autoorganización contra estos ataques es la misma que utilizamos cuando creamos un contingente de "trabajadores y la izquierda por los derechos trans" para la Marcha de Liberación Queer de Nueva York. Reunimos a un amplio sector de la izquierda y a muchos sindicatos para estar juntos y demostrar que creemos que necesitamos la autoorganización y un frente unido para defendernos realmente contra estos ataques de la derecha. Sin embargo, como Left Voice, intentamos ir un paso más allá en nuestra argumentación hacia esta vanguardia queer. Creemos que necesitamos construir nuestra propia organización -un partido de la clase obrera que luche por el socialismo- para poder unir nuestras luchas y organizar no sólo la defensa sino también la ofensiva contra el sistema que permite que surjan estos ataques. Estamos asistiendo a la Marcha de Liberación Queer de Nueva York a la cabeza del contingente de la izquierda y los trabajadores con pancartas que nos llaman a organizar un partido propio, ya que es la única manera en que realmente podemos defender los derechos trans e ir más allá y ganar la liberación queer.

Traducción: Jorge Remacha


Sybil Davis

Docente y artista teatral, vive en New York.