Así lo decidieron los organizadores del Pride New York tras la emergencia del movimiento que hace un año se desató tras el asesinato de George Floyd al grito de Black Lives Matter (las vidas negras importan), cuestionando el racismo institucional y el rol de la policía.
Pablo Herón @PhabloHeron
Martes 25 de mayo de 2021 22:52
Arriba oficiales del Departamento de Policía de Nueva York en la marcha del orgullo de 2019. Abajo una manifestación LGBTIQ+ contra la participación de la policía.
Las imágenes de policías gays y lesbianas, participando de las marchas del orgullo con sus propias banderas, son objeto de polémica hace varios años en Estados Unidos. Los argumentos abundan, desde el propio origen de del movimiento de liberación sexual con la revuelta de Stonewall enfrentando en las calles a las fuerzas represivas, hasta el hostigamiento que todavía sigue vigente como denuncia constantemente el colectivo trans.
Hace exactamente un año el crimen de George Floyd desataba un movimiento contra el racismo institucional y la violencia policial contra la población negra en Estados Unidos abriendo una nueva situación. El video del policía Derek Chauvin asesinando a Floyd recorrió el mundo donde emergieron las protestas con el lema Black Lives Matter (las vidas negras importan). Amplios sectores de la juventud comenzaron a cuestionar el rol de las fuerzas represivas, exigiendo desde su desfinanciamiento hasta su abolición.
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Es en ese contexto que los organizadores de la marcha del orgullo en Nueva York definieron prohibir la participación de oficiales de policía y agentes penitenciarios hasta el 2025. Hasta ese año aseguran que revisarán su posibilidad de participar y tomarán medidas para reducir su presencia en relación a las tareas de “seguridad”. La medida le valió una editorial en el New York Times, donde los acusan de poco inclusivos y de abonar a la división.
En su comunicado los organizadores aseguran que toman la decisión con el objetivo de “crear espacios más seguros para las comunidades LGBTQIA + y BIPOC (personas negras, de pueblos originarios y de color) en un momento en que la violencia contra los grupos marginados, específicamente BIPOC y las comunidades trans, ha continuado aumentando”.
Sin embargo, aseguran que contratarán seguridad privada, empresas que suelen estar íntimamente ligadas a las fuerzas represivas. Y a su vez relativizan el rol de la policía que el movimiento Black Lives Matter puso en el centro de la escena, haciendo alusión a que "la sensación de seguridad que las fuerzas de la ley deben brindar, puede ser amenazante" e instan a que "corrijan su rumbo en el futuro".
Si toman una medida como la actual, es debido a la fuerza del movimiento que surgió el año pasado, que también tuvo su expresión con movilizaciones que exigieron Black Trans Lives Matters (las vidas trans negras importan), y que sigue generando repercusión.
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La policía de Nueva York tiene permitido desde 1996 movilizarse con sus uniformes en las marchas del orgullo gracias a una demanda judicial iniciada por la Liga de Acción de Oficiales Gay (GOAL por su sigla en inglés). Esta política de “inclusión”, impulsada desde las propias fuerzas y que se ve en muchos lugares del mundo, solo tiene un objetivo: lavarle la cara a una institución que sistemáticamente reprime a los sectores oprimidos y a trabajadores que luchan por sus derechos, y cuya función es defender los intereses de una minoría empresaria.
Algo de esto se pudo ver en 2017, cuando en medio de la marcha del orgullo en Nueva York fueron detenidos doce activistas de la organización “No Justice No Pride” que justamente denunciaban la injerencia de las grandes corporaciones y la presencia de la policía.
Bajo esas demandas es que comienzan a surgir sectores críticos de las convocatorias oficiales como la Queer Liberation March (Marcha por la Liberación Queer) que desde el 2019 llama a movilizarse denunciando que las grandes empresas financian los Pride en función de sus propios beneficios, así como la presencia de las fuerzas represivas. Lo que pone de manifiesto como posterior a la revuelta de Stonewall, surgieron sectores que se alejaron completamente de la perspectiva radical y anticapitalista que tuvo en sus inicios el movimiento de liberación sexual, y bajo la política “inclusión” forjaron una alianza con las grandes corporaciones y hasta las instituciones más reaccionarias de las democracias capitalistas como las fuerzas represivas.
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Pablo Herón
Columnista de la sección Género y Sexualidades de La Izquierda Diario.