En la última carta, Cristina Kirchner volvió a ubicarse como adalid de la unidad del peronismo para la competencia electoral. Al igual que desde hace 10 años, la opción por el “mal menor” es una trampa con historia universal.
Andrea Polito @_AndreaPolito
Martes 8 de octubre 09:22
Eligió a Scioli, Fernández y Massa y ¿ahora quien vendrá?… La política del “mal menor” de Cristina no tiene fin. “Quiero decirles que estoy dispuesta, una vez más, a aceptar el desafío de debatir en unidad porque si algo tengo claro también es que acá no sobra nadie”. Pareciera que al desbarranque del gobierno de Alberto Fernández y su salida con más del 40% de pobreza quisiera enderezarlo con los mismos que, si no se torcieron, es porque no ganaron la elección. El apoyo incondicional de Scioli a Milei y antes a Bolsonaro no fue suficiente. En esta ocasión, Cristina y el kirchnerismo vienen anunciando en sus declaraciones que se preparan para el 2027, sin la menor resistencia seria al gobierno actual. Un derrotismo desde la “oposición” en la que se “preparan” para juntar los pedazos que suponen va a lograr dejar Milei. Todo sea por evitar que las masas superen los estrechos marcos que ofrece la política del “mal menor” para combatir el “mal”. En momentos que la resistencia crece y comenzó el declive del gobierno, es la reedición del rol que ya jugó, llamando a confiar en Fernández, con el “hay 2019”, para salvar a Macri de la lucha que se inició con las jornadas contra la reforma jubilatoria que dieron jaque al gobierno e iniciaron su decadencia.
La política del “mal menor”: una trampa sin fin
El debate político sobre el mal menor es tan viejo como la actividad organizada de la clase obrera. Hablando en marzo de 1850 en nombre de la autoridad central de la Liga de los Comunista, Marx y Engels insistieron en “que en todas partes se pusieran los candidatos de los obreros frente a los candidatos democráticos burgueses” y que los obreros “no deben permitir que los sobornen esos argumentos de los demócratas, como por ejemplo, que al hacerlo están dividiendo al partido democrático y dando la posibilidad de triunfar a los reaccionarios. Todas estas frases se reducen en última instancia al hecho de que se pretende engañar al proletariado”.
Existen muchos ejemplos a lo largo del siglo XX con los mismos objetivos y hasta peores resultados, lógicamente las comparaciones no son exactas. Pero, por ejemplo, en Alemania, Hitler triunfó en las elecciones gracias a la política del “mal menor” de la socialdemocracia. En esa época, la socialdemocracia apoyó al candidato Heinrich Brüning del Partido Católico de Centro como “mal menor”. La política socialdemócrata lejos de poner a las organizaciones obreras en guardia para enfrentar al fascismo, llamaba a esperar a las elecciones para elegir un presidente que jurara fidelidad a la Constitución y mientras tanto llamaba a apoyar al gobierno de centro de derecha de Brüning (los Scioli, Massa, etc.). En “Cómo deben combatir a Hitler los obreros austríacos”, León Trotsky afirmaba que “el único método para defender a Austria de Hitler es golpeando a la burguesía austríaca. La política del ‘mal menor’ conduce inexorablemente al mayor de los males. No hubo mejor manera de ayudar a Hitler que mediante el apoyo a Brüning. Lo propio puede decirse de los Brünings austríacos”.
La actualidad de las ideas marxistas
La actualidad de la obra y la tradición del marxismo pasa por una parte porque en momentos de crisis capitalista los “reformadores” del sistema no son una opción para las mayorías trabajadoras, menos aún porque se proponen desviar las luchas existentes contra el “mal mayor”, los Milei. Mientras, la perspectiva socialista es cien veces más realista que el “capitalismo eficiente” que propugna la hasta hace poco vicepresidenta.
En la resistencia al plan motosierra de Milei, los distintos sectores en lucha van forjando la unidad por abajo –como la que estamos viviendo frente al cierre del Hospital Laura Bonaparte– y planteando una alternativa a la resignación del peronismo en sus distintas variantes, incluyendo a la traidora burocracia sindical. La salida para la clase trabajadora y los sectores populares es unir lo que estos “reformadores” dividen todos los días y pelear por un programa porque esta vez la crisis la paguen los que la generaron, las grandes empresas, que incluya el no pago de la deuda externa. Para esa perspectiva hay que construir una gran fuerza de trabajadores, mujeres y jóvenes, un verdadero partido independiente de todas las variantes patronales. Es la tarea por la que luchamos desde el PTS, con Myriam Bregman y Nico del Caño. Como dijo Myriam Bregman, hace unos días en Neuquén, “no es lo único que podemos tener, comedores comunitarios, para sostener la pobreza y algunos nos dicen “ah no, es todo lo que se puede hacer”... eso es hoy. ¿Pero qué objetivo nos ponemos hacia adelante para derrotar el plan de Milei?”. Abramos el debate.
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Andrea Polito
Redactora de La Izquierda Diario